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Magnetismo por karin_san

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Notas del fanfic:

Los personajes son propiedad de M. Kurumada (Aunque en mis sueños jejej...)

Notas del capitulo: Otro de los fics del evento, descuiden, ya me quedan subir poquitos XDD
Ojala les guste...

Conocí a Kanon en la playa de estacionamiento de mi trabajo. El prepotente estaba haciéndose el tonto frente a su novio con su deportivo último modelo  y en una mala maniobra acabó abollando mi humilde pero útil auto. Claro que su novio Sorrento era el hijo de mi jefe y los pleitos legales que pude hacer acabaron en un cajón, sin embargo, eso no lo libro de mi cólera y es que cuando vi las luces caídas, la abolladura en la puerta, el rayón en la reluciente chapa... lo insulte, creo que incluso lo golpee, la verdad es que todo esta bastante confuso en mi mente, Kanon es el tipo de hombre que aturde con una sola mirada, con una sola sonrisa. De pronto supe que el sonrojo que teñía mi mejilla no era de rabia sino por lo avasallante de su cercanía. Del contraste de mis gritos con sus humoradas, de mis golpes con su intentos de abrazo.

 

-Vamos pequeño... fue un accidente... no le queda lindo el enojo a una cara tan linda... angelical- murmuro a mi oído en cuanto me estrecho en sus brazos por detrás

 

Sentí un escalofrío cálido al tacto de mi espalda con su pecho tan... bien torneado. Podía sentir la exquisitez de cada uno de sus músculos bajo su playera y eso inevitablemente me provocaba un estremecimiento, uno del que no tardó en percatarse. Dije que lo odiaba y me retire a mi oficina. Esa misma noche tuve una cita con él... cita forzada pues se plantó en la puerta de mi departamento con comida de todas las regiones y no dudo en entrar a la fuerza en cuanto abrí la puerta de mi departamento, aunque le dije que "no" él siempre acababa haciendo todo a su reverendo antojo. Por eso lo odiaba. Por eso me enamore de él. Por eso fui despedido de mi empleo tras que Sorrento descubrió quien era el nuevo amante de su siempre volátil novio.

 

Si, Kanon era el tipo de chico que no se puede atar ni conquistar, lo supe desde el principio, desde que me beso, desde que me hizo el amor como nunca nadie me lo había hecho. Pero de solo buen sexo no puede vivir una pareja y la verdad todo eso de los cuernos no va conmigo que siempre fui algo ambicioso en cuanto a las relaciones amorosas, yo quería ser lo único para alguien y viceversa y aunque me doliera en el alma eso con Kanon nunca lo podría obtener. No hubo gritos, ni reclamos en el ocaso de nuestro noviazgo, supongo que el se lo esperaba especialmente desde que empecé a insistir en que dejara su cepillo de diente, su paraguas, su ropa interior en casa.

 

Iluso, siempre fui iluso. Kanon no quería esa vida, no la requería, no tenia madera para ese tipo de relaciones y yo, yo y todo mi amor no alcanzaban para tolerar una relación sin tierra firme. Sin odio se acabo... incluso hicimos el amor tras el fin, lo hicimos como siempre, plenos. Como verán tras una historia tan fuerte, tras un romance tan intenso uno no puede seguir como si nada... aunque sigue... yo seguí, sin éxito, pero seguí... casi resignándome a que el amor no estaba hecho para mi, en que solo esperaba y me ilusionaba con un imposible.

 

Comprenderán que entonces saber que mi viejo amor perdió la vida fue algo que me destrozó por completo, que no solo me shockeo sino también me destruyó. Habían pasado años desde la última vez que vi a Kanon y sin embargo, a diario todo mi cuerpo había insistido en recordarlo, todo mi pecho en guardar lo mejor de la chispa que existió entre los dos. Cuando mi amigo Shaka me mostró la página del obituario en que aparecía su nombre, sentí como si el mundo se desvaneciera poco a poco, como si se apagara cosa que literalmente ocurrió pues el impacto de la noticia fue tal que acabe perdiendo el conocimiento.

Me llevo mucho tiempo asumir la realidad, aceptar que el Kanon tan feliz, tan entregado a la vida no estaba disfrutando de los placeres en algún rincón del mundo. Tarde en comprender que lo que había perdido en ese accidente no era un ex, siquiera un amante, había perdido a un amigo, al mejor de mis amigos, al amigo que me enseño a vivir, a reír, a disfrutar, a aceptar que la vida no era solo rutina sino ante todo emoción. Un año, un año me llevo arribar a esa conclusión, reunir el valor para visitar su tumba.

 

 El lugar en que su cuerpo reposaba era un hermoso jardín. Me gusto el lugar, era alegre y pacífico, el aroma de flores frescas inundaba mis poros y lo embellecía todo con sus colores. Ese jardín me hacía pensar en Kanon y en todos los colores de su multifacética alma. Sin embargo, pese a todos los pensamientos positivos con que quise abarrotar mi mente, cada paso que me acercaba hasta su tumba provocaba que mis pupilas se ampliaran devastadas para dejar caer mi dolor incontenible, incesante. Entonces... lo vi, su mirada verde, intensa... su figura que se yerguia sobre la tumba antes de girar su rostro, elevar su mentón, mirarme. Ni siquiera pensé. Corrí y lo abrace sin darle tiempo a siquiera corresponder. Lo bese, bese sus labios vivos, cálidos... los bese con emoción y pese al leve rechazo inicial él acabo cediendo, chupando, mordiendo. Me gustaba ese beso, era perfecto, decidido, apasionado  pero... no era igual... no era Kanon.

 

Retrocedí perturbado ante su cautelosa y fría mirada. Entonces comprendí quien era, Kanon me lo había dicho, me lo había mencionado alguna que otra vez. Me había dicho que tenia un gemelo tan idéntico que hasta su padre los confundía, un gemelo amargado desde la muerte de su joven esposa, un hombre con el cual solía discutir y con el que hacía años no se hablaba. Un hombre frío que parecía no tener sentimientos, un hombre que ni siquiera él que estaba modelado a su imagen y semejanza podía conocer bien.

 

-Lo lamento- carraspeó de pronto antes de partir con el semblante ¿triste?

 

Pase días obsesionado con el hermano de Kanon, preguntándome porque si no se querían fue a visitar su tumba, porque cuando me beso... porque me pareció tan cálido. Mi curiosidad ya estaba doblegándose, mi mente ya tenía planeado buscarlo para liberarse de esa perturbadora obsesión. Sin embargo, el gemelo me gano de mano. Grandes abrí mis ojos al abrir la puerta de mi departamento y encontrarme con las profundas esmeraldas del mayor, tan idénticas y tan diferentes a las de Kanon. Torpemente lo invite a pasar y le ofrecí un café. Pasamos varios minutos en silencio, nerviosos e incapaces de formular nuestros pensamientos.

 

-Kanon me hablo mucho de ti... no esperaba que fueras tan... eres tal como describió- rompió la tensión del aire finalmente el mayor

 

-Bajito, torpe, pálido o...- intente bromear

 

-Angelical- me interrumpió girando nervioso la taza entre sus dedos

 

De nuevo el frío e insoportable silencio, de nuevo la rotunda y exasperante atmosfera

 

-Pensé que ustedes no se hablaban- dije por fin

 

-Hablábamos... poco...  luego nada... luego tratamos de hablar más... entonces me hablo de ti... fue antes de...

 

Otro silencio, otra vez la tristeza, otra vez la memoria como una densa capa de oscuridad. Finalmente las lágrimas dejándome desconcertado. Me resultaba increíble que en ese rostro tan seguro pudiese haber tanta pena. Sin reflexionarlo me acerque a él y lo abrace. Sentí los espasmos, la humedad de su mejilla en mi piel. Una vulnerabilidad que me conmovía, que me angustiaba, que me exigía sanar. No se porque todos esos sentimientos acabaron desembocado en un beso. En un beso que el mayor me demandaba con desesperación, con intranquilidad, con urgencia... un beso al que no podía decir no.

 

Me gustaba, me llenaba, me colmaba ser tomado entre sus brazos. Ser amado con desesperación... en mucho se asemejaba a lo que siempre estuve deseando. Sin mediar demasiadas palabras acabamos en el cuarto desnudos y entregándonos una y otra vez a los impulsos de nuestros cuerpos. Así fue como conocí a Saga, así fue como él entro a mi vida.

 

Nunca me sentí tan desconcertado como al despertar tras esa noche de sabrosa pasión. Casi y no mediamos palabras, él se limito partir con un escueto adiós entre los labios. Kanon había ciertamente sido un hombre impredecible pero su hermano lejos estaba de ser más claro o cognoscible. Todo él resultaba para mi algo incierto, algo que rayaba en lo irreal. Y ese misterio que parecía ser parte de su aura no hizo más que incrementarse al oír el timbre sonar nuevamente en mi departamento, al verlo a él nuevamente parado en el umbral con sus ojos enigmáticos fijos en los míos que lo evadieron nerviosos de inmediato. Luego, sucedió lo inevitable. Acaricio con suavidad mis mejillas, sostuvo mi mentón y beso mis labios a la vez que entregado a cual sean fueran sus acciones cerraba mis ojos. Oí la puerta cerrarse mientras sentía sus brazos rodear mi cintura y empujarme, empujarme hacía donde pudiera hacer y deshacer conmigo sin el menor escrúpulo, sin una miserable pregunta que me hiciera lograr entender que se supone que estaba ocurriendo entre ambos.

 

Esta situación duro semanas. Sus llegadas a mi hogar eran casi un hábito que rara vez se quebrantaba para mi preocupación y es que no conseguía ya dormir si no era entre sus brazos, ni siquiera aceptaba salir a tomar un café o cenar con mis amigos por temor a que llegue y no me encuentre. Me había incluso acostumbrado a su silencio, a ese misticismo que lo rodeaba y no es que no hablara, no lo hacía mucho pero si lo suficiente... lo indispensable para saciar una pregunta sencilla que pudiese formular porque yo si que hablaba, creo que hasta el cansancio, hasta forzarlo a que me hiciera el amor para que deje de decir tonterías que quiebren el tenso silencio que tanto se generaba entre los dos.

 

Finalmente el encontrarlo leyendo en mi sofá o bebiendo café en la mesa de la cocina de mi departamento acabo por naturalizarse. Del mismo modo que tener que turnarnos la ducha cuando no se nos antojaba compartirla o los días en que a cada cual le tocaba hacer la cena. Pese a nuestro escueto intercambio aprendí mucho de lo que el era, supe que tenia un toque exquisito para la cocina pues sus manos eran capaces de elaborar comidas de lo más sofisticadas con lo que tuviese en la heladera, supe que le gustaba conducir rápido pues siempre que se me hacía tarde y me llevaba en su vehiculo al trabajo gustaba de pisar a fondo el acelerador, supe que dormía poco pero como una piedra cuando más de una vez me desperté trasnochado y busque despertarlo con sutiles muestras de afecto a las que esperaba el respondiera pero no... Cuando dormía definitivamente dormía. Supe que tenía afición a los libros de historias y a las novelas policiales de bolsillo, que era excesivamente cuidadoso en todo lo que hacía pues como buen arquitecto tenía una paciencia imperturbable a la hora de trazar líneas y puntillosos detalles en un plano. Supe que le gustaba más lo salado que lo dulce, una copa de vino durante la cena, hacer el amor antes de dormir y al despertar. Si, supe todos y cada uno de sus hábitos con el tiempo, sin embargo, quien era Saga de verdad, que es lo que pasaba por su cabeza, por que razón venia cada noche a mi casa y permanecía cada domingo a mi lado... eso por más que preguntara no lo conseguía saber.

 

Con el trascurrir de los meses las cosas siguieron ¿evolucionando? Si, quizás esa seria la palabra apropiada pues lejos de retractarse, lejos de desaparecer de mi vida como cada día temía, él parecía impregnarse más y más a ella. Sin darme cuenta ya mi hogar no parecía mi hogar, de un modo casi imperceptible un poco de lo que el era se fue anclando en cada rincón. Junto a mis novelas de drama estaban sus novelas de policiales, junto a mis CDS de música clásica estaban sus discos de rock de los 60, de la puerta derecha de mi placard fueron perdiéndose las cosas y reemplazadas por su ropa más ancha y formal, junto a mis sobres de te apareció el café molido. De a poco mi hogar empezó a dejar de decir "yo" desde todos sus ángulos y empezó a decir "nosotros" y eso no era que me molestara, me robaba una sonrisa ver su cepillo de dientes junto al Mio o restos de sus hebras azules esparcidas por las almohadas, de veraz me gustaba pero... también... me asustaba.

 

El temor de que un día desapareciera tal como apareció en mi vida, el temor de no saber porque permanecía conmigo no paraba de asediarme. Recuerdo que la idea de estar cometiendo un error empezó a perseguirme, siempre había querido tener algo así con alguien pero el condimento básico de ese sueño era que hubiera un sentimiento de verdad no una mera compulsión física. Inevitablemente la idea de terminar con esto antes de que el daño fuera peor empezó a torturarme y, sin embargo, apenas lo veía esa idea no hacía más que evaporarse ante el magnetismo de sus ojos verdes de los que no podía liberarme.

 

Entonces ocurrió.

 

Como el horario que planificamos indicaba ese día me encargue yo de la cena. Espere por él durante horas pero no llegó. Una fuerte opresión se produjo en mi pecho, una resultado de la concatenación de tantos miedos y sentimientos contradictorios, de la asimilación de que esa era la razón que necesitaba para saber que no había nada entre nosotros, ni siquiera el eslabón mas básico de comunicación: nada... debía dejarlo. Fue entonces que el teléfono sonó y corrí hacía el como si de ello dependiera mi vida. Mientras aclaraba la garganta y limpiaba las lágrimas lo oí excusarse, decirme que no me preocupara, que tenía una reunión, que comería al llegar. Colgué con una idea en los labios, una idea que me hacía sonreír.

 

El estudio en que trabajaba se hallaba en el último piso del edificio. La secretaria iba de salida pero me permitió la entrada y dio las indicaciones. Oí voces al llegar al pasillo, la risa que tanto Saga me negaba... me sentí amedrentado por un segundo... pero finalmente tome impulso y entre molesto en la habitación. Me sonroje de inmediato al ser observado por tantos rostros desconocidos, vi como la mueca de una sonrisa que tenia Saga en los labios era anulada y su seño se fruncía contrariado. Creo que me disculpe tontamente antes de salir como pude del lugar. No se porque no podía dejar temblar nervioso o si sabia, ver a Saga feliz... feliz sin necesidad de mi...  maldije al ascensor que no acababa de llegar mientras comenzaba a llorar estupidamente, entonces, lo sentí... su aliento en mi cuello, su abrazo en mi cintura.

 

-¿Qué ocurre?

 

-Yo... yo pensé que... quizás estabas solo y tenias hambre y...- respondí titubeante mientras trataba de enseñarle el bolso con la comida a la vez que evitaba viera mis lágrimas

 

-No tienes que preocuparte

 

-No me preocupo, yo solo...- sus labios acaban con mis falacias, me devoran y yo le responde con la misma pasión- Nos vemos... entonces- exhalo al sentir la puerta del ascensor abrirse a mis espaldas

 

-No, ven- dices y mi jalas hasta el estudio donde se llevaba a cabo la reunión

 

De nuevo esa media docena de rostros me miran incisivos pasar al lugar, los veo sonreírse y no puedo evitar disgustarme y querer gritarles "que tanto me ven" y...

 

-Así que es él...- pronuncio ¿burlón? Uno de los jóvenes, un tipo de pelo azul corto- creo que te quedaste corto con la descripción de tu chico Saga- añadió extendiéndome la mano

 

-Te advierto que si no te comportas Death...

 

-Ah me parece que el arquitecto estrella esta celoso- murmuro burlón otro hombre griego que supe luego se llamaba Milo

 

-Como son... si se portan así Saga nunca nos va a presentar sus parejas- regañó otro joven de acento Frances a la vez que golpeaba con una pila de documentos al griego

 

-Mmmm ignóralos, son un desastre... pero bastante graciosos- aseguro Saga abrazándome- si quieres puedes quedarte y luego buscamos un lugar abierto para cenar- agregó besando mi mejilla antes de tomar lugar en su escritorio

 

Me recosté en un sofá de la oficina, los oí bromear y burlarse de Saga y su porte serio hasta dormirme. Recién abrí los ojos cuando sentí el ruido del motor apagarse y los dedos de Saga acariciando mi rostro.

 

-¿Llegamos?- murmure soñoliento

 

-Aja... Mu... yo... no soy bueno con esto de las palabras... Kanon siempre me lo decía...pero... te amo- lo oí murmurar apenado antes de bajar del auto

 

Abrí la puerta con una sonrisa y lo seguí hasta nuestro hogar. Esa seria una larga noche, una especial. La noche en que ambos terminamos de comprender a que se refería Kanon con vivir y disfrutar la vida logrando ser feliz siempre.

Notas finales: Grax por leer!!! cualquier observación, reclamo, ramo de rosas rojas, etc... aqui ando.
Besitos!!!!!!!

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