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"Missing File" por Ddai

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Notas del capitulo:  

En fin, como ya lo tengo listo lo subiré ^^...

Primero, es confuso, lo sé, pero Grimmjow sí murió, sólo que en ese momento Ulquiorra dio un "salto", en el espacio tiempo, retrocediendo tres días, cambiando a otra dimensión, en dónde él no entró en al vida de Grimmjow jamás.

El propio fic lo explica, de forma lenta, peor para evitar confusiones lo explico, ^^, Ulquiorra y Grimmjow no debían de conocerse, ya que Ulquiorra no es humano. Peor ya lo podrán leer ahora ^^

Muchas gracias por los RR y las mas de 100 leídas, con esto se prueba que no todo los fics pueden ser hitazos XD, pero aun así me siento muy feliz con este fic, y lo subiré todo ^^

Estamos en el 3/7, el siguiente es al mitad y el final estará cerca ^^

 

 

 

Missing File

File III

"La Cuarta Estrella Del Cielo"

Eran más de las siete de la noche, aun no oscurecía del todo. Ese día él había "descansado" del trabajo, aunque la verdad ese era su tercer día de incapacidad a causa de un golpe que se llevó en la mano durante la construcción, afortunadamente su jefe era muy comprensivo...

Aprovechó para salir a dar una vuelta con su familia. No tenía quejas de su vida, había perdido a sus padres, pero había conocido a la mujer más maravillosa del mundo y ella le había dado el mejor de todos los regalos, una preciosa niña, que tenía por nombre Akiko, como su difunta madre.

La pequeña era bastante sana y risueña, pero tenía un carácter indomable, igualito al de sus padres, ellos la adoraban con toda su alma.

Eran una familia feliz, él trabajaba en una constructora desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde, era eventual y dependía de lo que se construyera el tiempo que duraba su empleo, pero el ingeniero lo llamaba para todas las obras, asique tenía el trabajo seguro, y lo llamaba siempre porque, aunque fuera un pendenciero de primera, era un buen obrero. Ella trabajaba de secretaria en un Bufete de abogados, de una renombrada agencia, de nueve de la mañana a seis de la tarde, y a su hija la dejaban con la mejor amiga de ella, la nena tenía sólo año y medio, pero era muy inteligente, se portaba muy bien, cuando le convenía...

En ese preciso momento habían ido a comprar un pastel, únicamente porque a Akiko se le había antojado, Grimmjow la cargaba con orgullo y su esposa iba abrazada de él, sonriendo; a pesar de su carácter él era un buen padre y buen esposo. Ya iban saliendo de la pastelería, para regresar a su casa; la niña "decía" palabras que sólo sus padres entendían y a medias, con un poco de suerte... La mujer iba hablando con su esposo, de su trabajo, quería buscar otro porque su jefe era un negrero, aunque no le diría que, además, se había querido propasar con ella, porque al hacerlo seguramente él se enojaría, con toda razón, y no dudaría en ir a romperle la cara a ese tipejo...

-No te preocupes Ran-le sonrió como siempre, una curvatura maliciosa que dejaba ver sus dientes, no porque él fuera una mala persona, así era su sonrisa de por sí-El trabajo va a tardar como seis meses más, seguro que vas a poder estar dos meses sin trabajar, a lo menos.-la nena haló del cabello a su papá, haciendo un puchero adorable-Sí mi amor, también te amo-le dio un beso en la mejilla, y otro y otro y otro más...

-Quien te viera...-sonrió extasiada y él la miró interrogante-Nadie creería que eres uno de los tipos mas rudos de la constructora-él sonrió de aquella forma tan suya-Y pobre de ti como que alguna de esas secretarias se entere de tigre en la cama...-sonrió de forma amenazante...

-No van a saberlo Ran, nadie-besó a su hija de nuevo, sonriendo-Ustedes son todo lo que necesito...-

-Yo también...-recargó la cabeza sobre el cuerpo de él, ella llevaba el pastel-Ustedes son todo lo que quiero. Y soy tan feliz... Pero-puso una cara de preocupación tan evidente que no pasaría desapercibido para nadie- Te vas el mes entrante ¿Verdad? No me gusta cuando viajas...-

-Ya te dije que no tienes nada de que preocuparte-miró a su esposa a los ojos-Sólo van a ser dos meses, y me lo van a pagar doble-ellos siguieron caminando tranquilamente hacia su casa, ignorando que unas esmeraldas los seguían atentamente, incrédulas de lo que estaban mirando...

Ulquiorra miraba atónito la escena, desde el taxi. Nunca había visto a esa mujer, ni a la niña, mucho menos a Grimmjow tan cariñoso con un infante... Su mundo se estaba poniendo de cabeza, claro que estaba feliz de verlo bien, completamente sano y vivo, pero era bastante cruel verlo del brazo de otra, abrazándola y siendo tan suave y gentil... Grimmjow era muy salvaje con la mayoría de la gente y era especialmente dulce con él, pero NO con NADIE más...

"Tú no existes en este mundo..."

Aquellas palabras resonaron en su cabeza... ¿Acaso era cierto? ¿Acaso él no...?

Ulquiorra le dijo al conductor que cambiara de rumbo tenía que ir a comprobar algunas cosas... Minutos después estaba frente a la capilla de Las Rosas, en donde sus padres "descansaban". Entró en silencio, mirando las paredes, leyendo los nombres de las criptas... Nada, ahí no había nada, ahí todos los nombres eran japoneses...

-Imposible... ¿Acaso ellos tampoco son reales?-no se percató de que con esa oración él mismo se estaba negando, sin embargo en el fondo lo sabía, él nunca había existido...

Un hombre que rondaba los cuarenta lo vio, caminó pausadamente hacia él, se trataba del párroco de la capilla. Era poco frecuente que las personas llegaran a esa hora, más aún que repasaran todos los nombres de los difuntos que tenían su eterno descanso en ese lugar santo...

-Disculpe ¿Puedo ayudarle en algo?-preguntó el sacerdote, el chico se giró para mirarlo, el padre notó su confusión, al igual que su frialdad, cuando el joven lo miraba le daba la impresión de que era observado por un fantasma. Era una sensación extraña, como si el viento se moviera y la luz se opacara, la oscuridad parecía volverse densa. Pero sólo eran ideas suyas, ahí seguía igual, solo eran un muchacho, tan normal como cualquier otro, buscando algo...

-Buenas noches padre, soy Cifer Ulquiorra...-incluso para Ulquiorra pareció que su propia voz sonaba vacía, lejana-Estoy buscando la cripta de Heigan y Aremi Cifer-sí, no había sido su imaginación, su propia voz sonaba extraña, como si...-Ellos murieron hace poco más de cinco años, en un accidente de avión, el cinco de marzo del dos mil cuatro-como si saliera de alguna oscura caverna... ¿En verdad su voz sonaba así?-Ellos eran mis padres-¿Porqué aquello sonaba como una mentira? ¿Estaba dudando de sí mismo?... El padre también pareció notarlo, estaba mintiendo-Es muy importante para mí saber si están aquí-aunque aquella fuera la verdad no podía dejar de sentir que estaba mintiendo.

-Soy el Padre Komamura. Entiendo...Cifer... No recuerdo ese apellido, pero... Acompáñeme, en la capilla hay un lugar especial para el descanso de las personas,  igual llevamos un registro de todas las criptas, puedo revisarlo si desea...

-Se lo agradecería-Ulquiorra siguió al padre, pensando seriamente en lo que hacía ¿Tenía sentido? El estaba seguro de lo que decía pero, no podía recordar sus rostros, ni haber vivido con ellos, ni siquiera sus fechas de nacimiento, solamente su fecha de muerte ¿Por qué se sentía seguro de estar mintiendo?

Se había percatado de otra cosa, sus sentimientos... Hasta hacía un par de horas éstos eran intensos, ahora apenas y percibía un poco de ellos, excepto cuando pensaba en Grimmjow... Grimmjow ¿Qué pasaba con él? ¿Quien era esa mujer? ¿De quien era la niña? Las dudas ya no lo tenían angustiado, mas bien, se podría decir que se sentía como si ya supiera la verdad, aunque estuviera muy lejos de comprenderla... ¿El no existía en el mundo? No, no existía. Tenía la extraña certeza de que ese hombre no le había mentido. Aún así se rehusaba a creerlo...

El padre lo hizo pasar a aquel cuarto, diciéndole algo que él no escuchó, simplemente entró a aquella habitación, aunque pudiese ser que no lo llevara a nada sentía que ahí hallaría algo...

El sacerdote lo dejó entrar solo, yendo a revisar sus archivos,  había sido el párroco de esa capilla por más de ocho años, seguramente recordaría un apellido tan extraño como Cifer. Claro que había percibido el tono, o mejor dicho la falta de tono, extraño de ese joven, pero igual le pareció que estaba siendo sincero, tal vez sólo era un muchacho en busca de sus raíces, se le notaba tan vacío... Tan... Angustiado, pero también parecía que no le importaba realmente, sea lo que fuere él iba a hacer lo posible por ayudarlo, incluso sería fácil con la fecha de defunción...

 Al padre no le tomó mucho tiempo hallarlo, pero no, el cinco de marzo del dos mil cuatro no tenía a nadie registrado, de todas formas decidió buscarlos por sus nombres y no falló, ahí estaban Aremi y Heigan Cifer, cinco de marzo del dos mil tres, quizás el chico sólo se había confundido de año, pero lo que recitaba el epitafio era para dejar dudas, ellos no podían ser los padres de ese joven...

Ulquiorra entró solo, apenas poner un pie dentro le pareció que estaba en otro lugar. Las paredes parecían extenderse miles de veces, como si estuviera en un enorme y largo pasillo. Era tan blanco que ni siquiera habían lámparas ahí, era como si las paredes iluminaran todo con su blancura, miró el piso, era tan blanco y pulido que podía reflejar como un espejo perfecto, miró su rostro... ¿Así era su cara? No podía creer que se tratara de él mismo...

El reflejo le devolvía la cara estoica que nunca podía lograr, como si careciera de toda emoción, sus ojos se veían como de vidrio, lo reflejaban todo, cristales opacos y sin vida, su ropa... ¿En que momento se había vestido de blanco? Avanzó un par de pasos y luego miró al frente.

Miró todo a su alrededor, era un gran pasillo, sólo eso, que parecía extenderse infinitamente. Todo era tan blanco, tan puro, no era un lugar desconocido, él ya había estado ahí ¿Cómo es que no lo recordaba? Sí, ese pasillo llevaba a un enorme salón, donde había una gran silla al centro, hecha de piedra aún más blanca que esos muros; hacia atrás había otro pasillo en perpendicular, que llevaba hacia abajo por la izquierda, y por la derecha habían unos ventanales, sin cristales...

El cambió de dirección, dejó de avanzar hacia el frente, tenía que ir a ese gran salón, lo sabía, pero no quería... ¿Qué había ahí que le hacía no querer ir? No lo sabía con certeza, era algo que recordaba muy remotamente y... Le deba la impresión de que estaba olvidando algo, algo muy importante para él... ¿Qué era? ¿Qué estaba haciendo en ese pasillo? Siguió caminado hacia el final del pasillo, llegando al entronque con el perpendicular... A la izquierda las escaleras, hacia la derecha los ventanales... ¿Qué había después de las escaleras? Había varios cuartos, unos tras otros, separados por pasillos cortos. Luego llegaba a otro gran salón que estaba dividido en siete direcciones, la principal, que era esa, estaba al centro; la primera de la izquierda llevaba a otros pasillos, habían varias puertas en el camino y al final había otro salón en donde había una mesa al centro, perfecta y cubierta por un blanco mantel, tenía seis sillas, sí, el seis era un número raro ahí... Pero sólo había cinco actualmente, estaba seguro... Sólo se reunían cinco personas ahí... La primera puerta de la derecha llevaba a varios cuartos, era como de vigilancia, aunque él casi nunca iba a ese lugar; luego seguían las cuatro puertas numeradas, todas iban hacia abajo y conducían a mas pasillos, entre los cuales iban los números del uno al cuatro, el cuatro era el suyo, tenía una habitación ahí, era bastante amplia... ¿Porqué estaba recordando todo eso? ... Decidió ir por la derecha, hacia los ventanales, se olvidaría de todo lo demás.

Aquellos eran enromes ventanales, se asomó por uno de ellos, se sentía tanta paz... Sentía... ¿Hacía cuanto que no sentía una sensación así? Hacía mucho... No, no tanto, él sabía de otro lugar que lo hacía sentir así, otro lugar que era totalmente diferente de ese... Miró hacia abajo, ahí no había nada, se trataba de un cielo "redondo". No había ni principio ni final en ese lugar, era casi de color blanco, era un azul muy claro, tenue... Suave... Reconfortante... Era exactamente como ese otro lugar...

Dio un paso hacia el frente, no había suelo, ni donde pisar, pero él sabía que eso no importaba,  un lugar que no inicia ni termina en ningún punto,  era como el vacio, salvo que ese lugar era lo contrario del vacio. El podía caminar por encima de la nada y del todo... ¿Quién o qué era él para poder hacerlo? No podía recordar, pero sentía una extraña añoranza por ese "otro" lugar...

Ahí su mente se bloqueaba, olvidaba cosas, era como si no existieran, nada de su vida existía... Vida... ¿El estaba vivo? Miró el cielo de nuevo, ese ligero tono azul le recordaba ese "otro" lugar en donde se sentía así de tranquilo, donde se sentía en paz...  Estiró el brazo, como si buscara tocar ese azul tan tenue... Sentía algo extraño en su cuerpo, él recordaba que no podía sentir... Se suponía que él no podía sentir... Entonces ¿Qué era eso que sacudía su interior?

En donde no existe ni principio ni final no existe nada y existe todo, pero no es posible tocar algo así. El quería tocar el cielo azul, pero eso no puede tocarse, sólo sentirse, por más que estiró el brazo le era imposible alcanzarlo...

-Grimmjow...-recordó, repentinamente, lo que lo hacía sentir así... Su paz, su tranquilidad, tenía nombre. Sabía que estaba en su "hogar", pero su "familia", su "felicidad" tenía Nombre: Grimmjow Jeagerajquez... Todo estaba claro ahora, sabía quien era, por eso no quería regresar, por eso no quería llegar al salón principal, por eso no podía alcanzar el cielo; el no era humano, nunca existió y jamás existiría...

-Te encontré-la voz sonó a su espalda, sin sobresaltarlo, la conocía perfectamente bien, era precisamente a él  a quien no quería ver,  a quien no quería tener que enfrentar-Sabes que sé cada cosa que haces, igual sabes que tienes que regresar-aquella sonrisa gentil podía reconfortarlo, pero él no quería ser reconfortado- La Cuarta Estrella del Cielo, el silencio, la oscuridad absoluta de la Noche, Ulquiorra Cifer. No puedes seguir huyendo de mí, es hora de volver...-Ulquiorra aun le daba la espalda, no quería girarse y mirarlo, nadie debería poder hacerlo, pero ellos, Las Estrellas del Cielo, eran los únicos con consentimiento de mirarlo a la cara a él, El Supremo...

-Disculpe-se giró lentamente, el otro se sorprendió un poco al verlo a la cara-Pero yo... Aún no... Aún no deseo volver, aun si me encierra en el olvido, aun si soy degradado al más bajo de los mundos inferiores, aun si me desobediencia me lleva a la negación... Yo aún deseo permanecer ahí...-

-No puedes... Tú mejor que nadie lo sabe. Tú eres el más perfecto, el único que regresa inmutable de la oscuridad, porque no puedes corromperte, porque no puedes sentir...-por primera vez en toda la eternidad Ulquiorra estaba llorando, sus ojos brillaban, era la tristeza misma; aquellas lágrimas verdes que reflejaban la tristeza, la esperanza-No tienes sentimientos ni emociones...-

-Aún así, yo deseo permanecer... Porque, aun sin poder sentir, sin emociones, yo lo amo... Aun sin un corazón humano, sin existir, él me hizo alcanzar esta calidez. Lo amo, y no puedo renunciar a él, porque sin él-miró al supremo con infinita tristeza, llorando lágrimas autenticas, tan blancas y puras como perlas-Mi corazón dejará de latir, sin él moriré aun sin haber vivido....-

 

-Si eso sucede tú seguirás existiendo en esta eternidad, como ha sido siempre...-aquellas lágrimas tenían significado... Las lágrimas de sangre significaban dolor, destrucción, oscuridad mortal; Las negras eran oscuridad inmortal, demoniacas; Las de sal son las de los humanos, con diversos significados; Pero las Blancas... Las Blancas sólo pueden botar del Amor puro, cómo el de una madre por sus hijos, como el Amor sincero de los niños, el amor completo y absoluto da lágrimas blancas, brillantes y cristalinas como las perlas del Mar...

 

 

Notas finales:  

Pues nada que decir, salvo que espero no se hayan enredado con mis debrayes XD

Cuídense mucho y nos vemos pronto [creo que acabaré subiendo todo el fic antes de acabar al semana XD, ¿Eso les gustaría?]


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