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El Retrato Oval por Angeluz

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Notas del fanfic:

Bueno como ya dije me inspire en uno de los maestros de la literatura del terror; Edgar Alla Poe.

Este es mi regalo de Halloween espero que les guste
Kiseki n`Koi te lo dedico de todo corazon

Notas del capitulo: solo que espero que les guste

"Cualquiera que sea su parentesco, la belleza, en su desarrollo supremo, induce a las lágrimas, inevitablemente, a las almas sensibles."
Edgar Allan Poe


Sus negros cabellos reflejaban, casi perversamente, los destellos de la luz del sol, haciendo muestra del reflejo de una gama de luces luminosas.

Con paso lento se dirigía entre las calles abarrotadas de gente, el movimiento sensual y estético de su cuerpo, casi gatuno, atraía un sinfín de miradas, a las que no notaba o ignoraba.

Solamente pensaba en una misión que debía cumplir, una orden de su pequeño pactante.

En su mente se incrusto el recuerdo de aquel que era su amo, el amo de todo su ser, la persona que mas amaba.

Entre más avanzaba, mas solitarias y sucias se volvían las avenidas.

El aire cambio, se volvió mas pesado y mas frió, supo que había llegado a su destino.

Una pequeña morada con puerta de madera, ya un poco destruida y sin color, le daba la bienvenida. Las ventanas empañadas por el polvo mostraban la oscuridad que reinaban dentro del lugar.

Se alegraba de no haber permitido que su bocchan lo acompañara. Ese lugar era peligroso, lo podía sentir en la presencia y el aroma que provenía de aquella casa que tenia enfrente. Después de todo era un demonio, localizaba con exactitud los lugares y cosas que emanaban esencias malignas, corruptas.

Decidiendo terminar cuanto antes su misión, para estar de regreso en la mansión a la hora del té, dio tres toquidos en la puerta de madera, produciendo un sonido hueco.

Antes de que diera el cuarto, la puerta se abrió con un chirrido, dejando escapar de dentro un olor a viejo mezclado con humedad. El lugar le desagradaba.

Un hombre pálido salio de la oscuridad abismal que reinaba en el interior de aquella casa. Sus ojos grandes hundidos, rodeados de unas negras ojeras, lo miraron desde una cara arrugada y delgada, con una pequeña boca parecida a la de un pez. En sus ojos se reflejo la curiosidad y después su vista se torno sorprendida e irónica, como si le hubiese reconocido.

-Puedo servirle en algo-una voz profunda y áspera salía de la boca de pez del hombre, por su manera de hablar parecía que hubiese vivido varios siglos, aunque en apariencia no superaba los 50 años.

-Si, vengo de parte del Conde Phantom…-

-Se de parte de quien viene…aquí afuera no es buen lugar para hablar de negocios, las paredes escuchan-lo interrumpió mirando hacia a los lados, como si esperara ver algun fisgón.

Sebastián con la tranquilidad que lo caracterizaba le hizo una señal, indicándole que lo seguía. El hombre entro al lugar y desapareció de la vista del mayordomo, pareciendo que la negrura que invadía, se lo hubiese tragado. El mayordomo lo siguió por la oscuridad, la puerta se cerro tras el con un golpe seco.

El tipo encendió un candelabro, que al iluminar su cara le dio un aspecto fantasmal y cetrino a su rostro.

Mientras buscaba algo, en la parte de debajo de un viejo mostrador, Sebastián aprovecho para observar detenidamente el lugar a la luz de las velas.

Las paredes estaban llenas de objetos antiquísimos, delicados, algunos grotescos y otros tan curiosos que de inmediato llamaban la atención.

La mayoría estaban cubiertos de telarañas y de polvo, pero otros ni una pequeña partícula de suciedad los tocaba.

Sentía la presencia de muchos de los objetos, todos sin excepción tenían algo de mágico.

Desde los que encerraban un alma en ellos, una maldición o hasta lo que plasmaban sentimientos de las diversas gentes que habían sido sus dueños.

No todos poseían esa aura peligrosa y demoníaca que conocía tan bien, ciertos artículos despedían sensaciones puras, tranquilizantes, estos eran los que mas brillaban en la insondable oscuridad.

Sus ojos escarlatas solo necesitaron de unos segundos para recorrer hasta el mas mínimo rincón de aquel lugar, por muy negro que estuviera. Los carmesíes orbes se detuvieron en un objeto que llamaba su atención. Estaba en el más profundo rincón, pero aun así ni una mota de polvo ni las telarañas lo cubrían, brillaba.

Tratando de Ignorar la sonrisa siniestra y satírica del dueño, se dirigió al objeto como llamado por el.

Lo tomo entre sus manos en un ademán elegante. Se trataba de un lienzo en blanco, rodeado de un marco oval, magníficamente dorado y de un bello estilo morisco.

Lo mas extraño era que a pesar de no tener nada plasmado en el lienzo este ya tenia ese delicioso marco, como esperando las manos que fueran suficientemente dignas de poder pintar en él.

-Tiene muy buen gusto…-el dueño de la tienda lo saco de su ensoñación.

-Solo observaba-le sonrió entrecerrando los ojos.

-Aquí tiene el encargo, junto con mis más sinceros saludos para el conde Phantomhive-coloco un pequeño paquete en el mostrador.

Sebastián dejo el lienzo en su lugar y tomo el paquete haciendo una pequeña reverencia.

-Le aseguro que los recibirá-

-Por favor, dígale que espero que me visite, para tener una agradable charla-agrego el hombre

-Por supuesto…-en realidad él se encargaría de que su adorado Ciel no se volviera a topar con el tipo raro ese, y que jamás pusiera un pie en ese lugar.

-Con su permiso, mi señor le agradece su ayuda-su sensual sonrisa apareció en ese rostro tan atractivo y dando media vuelta se dirigió a la entrada, seguido por el dueño que lo acompañaba.

Una idea paso por su mente y se detuvo en seco.

-El lienzo…-

-Cual??? Este???-El hombre lo tenía en sus manos.

-Si, ese…cuanto cuesta-

Los grandes ojos hundidos, lo observaron de arriba abajo, mientras esperaba pacientemente la respuesta, una pequeña sonrisa se asomo en la boca de pez del dueño.

-Como puede ver, el lienzo es de un valor incalculable, como todas las cosas que hay aquí…-

-Si, claro que lo se…-

-Pero…yo se quien es…-

-Yo soy un simple mayordomo-

-Me refiero a la identidad detrás del mayordomo. Es uno de los de mas alta categoría, un demonio…-

Sebastián sonrió traviesamente, sin darle la razón, dejando su silencio a cualquier interpretación.

-No se cuales circunstancias le atan al Conde Phantomhive, porque usted es muy poderoso ni intentare averiguarlas…Tome, el lienzo es suyo…-poniendo el objeto entre las manos de Sebastián-es un regalo-

El mayordomo negro estuvo a punto de regresar el lienzo.

-No es necesario…como le dije es un regalo-instándole con una mirada y un movimiento de manos a que lo aceptara.

-Gracias…-dijo ya en la puerta con una inclinación

-Las gracias se la doy yo…-un extraño tono se apodero de su voz áspera, el hombre se perdió de nuevo entre la oscuridad esbozando una sonrisa, la puerta se cerro y el mayordomo negro siguió su camino sin entender esa ultima frase.




-Bocchan…-toco la puerta y al no recibir contestación, entro al despacho-le traigo té Darjeeling y pastel de manzana con almendras.

El ojiazul apenas si levanto la mirada de los papeles que firmaba. Asintió con una cabezada y siguió con lo suyo.

Sebastián se acerco al más pequeño sin ser oído, con los pasos refinados que lo caracterizaban. Su mano enguantada de blanco impecable, tomo la barbilla del peliazul suavemente haciendo que le mirase.

-Sabe lo celoso que me pongo, cuando le presta más atención a esos papeles que a mi- susurro cerca de los labios de Ciel.

Ciel esbozo una sonrisa picara, lo que provoco al demonio.

Sus labios cortaron la pequeña distancia que los separaba de los del ojiazul. El beso que inicio con un pequeño roce, se volvió hambriento y apasionado; no comprendía como era que ese niño de ojos azules, le hacia perder el control con tanta facilidad.

Lo sujeto de la esbelta cintura mientras pasaba su lengua y sus labios por el cuello blanco de Ciel, marcándolo como suyo y produciendo que el menor soltara gemidos de placer, que solo lo incitaron más.

-Sebas…tian…-gimió entrecortado.

-Tiene razón no es el momento…-separo sus labios del cuerpo del peliazul, pero lo mantuvo cerca juntando sus caderas.

-Yo no dije que parases…-lo miro acusadoramente, lo cierto era que el brillo de esos ojos azules y los labios sonrojados, no disimulaban la inmensa excitación en que lo había dejado su demonio, su amante…

Se lamió seductoramente los labios ante la mirada fija de Sebastián, que siguió el movimiento con la vista, sus ojos adquirieron un brillo rojizo que el menor detecto de inmediato. Le sonrió provocativamente y se repego mas contra él, después de todo Sebastián tenia la culpa por dejarlo con las ganas.

-Me estas provocando???-le pregunto con esa sonrisa traviesa que lo caracterizaba usando un tono de voz intimo.

-No se, tu dímelo…me has explorado mejor que yo…-fingió un tono de falsa inocencia, sabia que a su demonio le gustaban los juegos.

-Eres tan caprichoso…-le dijo dándole de nuevo un fugaz beso al ojiazul.

-Y dime. No te gusta esa parte de mi???-le cuestiono con coquetería.

-No tienes ni idea…Si no estuviera seguro que lady Elizabeth esta por entrar, te haría el amor aquí mismo-

Ciel se ruborizo ante las palabras tan directas de Sebastián, Aunque ya estaba acostumbrado, no podía evitar sonrojarse.

-Y a que viene???-le dio la espalda tratando de ocultarle su estado, no era bueno que Sebastián se diera cuenta que se desvivía por él.

-Dentro de una semana es su cumpleaños, no Bocchan???-regreso su tono cordial de mayordomo, ya tendría suficiente tiempo en la noche para disfrutar de aquel ser que tanto lo enloquecía, de su delicioso cuerpo.

-Mmm-simplemente musito Ciel sentándose en la gran silla de su estudio.

Después de colocar frente al ojiazul, el té y el pastel se dedico a observarlo mientras comía.

Los ojos azul zafiro ya sin sello, había decido quitárselo sin tomar su alma, ya que se había dado cuenta de sus sentimientos por aquel niño, ya no quería tener solo su alma, sino también su cuerpo y su corazón. Aunque era un demonio no podía imaginarse sin la existencia de Ciel Phantomhive, era la cosa más preciada que tenía y la más bella. Le gustaba sentirse el único dueño de él…

Esos trozos de cielo hipnotizantes, llenos de viveza y determinación. La piel suave y blanca, resplandeciente ante los rayos de sol que se colaban de entre las cortinas. Las mejillas sonrosadas como pétalos y esos labios suaves y dulces adictivos, comparados al mejor néctar jamás probado.

La esbeltez del cuerpo delicioso que había sentido bajo él varias veces, la ternura de sus expresiones casi femeninas, la elegancia de sus movimientos y el movimiento de sus caderas al caminar con la frente en alto, portando orgullosamente esplendor ante los ojos de quien lo mirara. La voz ronroneante y seductora.

No había nada que compitiera con Ciel Phantomhive, su belleza era extasiante, lo único digno de hermosura para ocupar aquel lienzo.

-Sebastian…-
Ante el llamado termino su contemplación.

-Si, bocchan-

-Por que me miras así-pregunto divertido, dejando asomarse una de esas sonrisas que ya salían mas a menudo de sus labios, solo para Sebastián.

El demonio sonrió, su bocchan era tan observador. Antes de que cambiara de tema para no responder esa pregunta, Ciel se percato de algo.

-Que es eso, que traes bajo el brazo-dirigió su mirada, al objeto.

-Un lienzo- se lo mostró, era momento para llegar al meollo del asunto.

El ojiazul lo observo distraídamente y centro su mirada en la taza de te.

-Es bonito…-declaro sin darle importancia, llevándose la delicada taza a los labios, aspirando el suave aroma de la infusión, preparada exclusivamente para él.

-Es el lienzo que llevara su retrato-dijo así sin mas, esperando la reacción de su bocchan.
Ciel casi se atraganta con el té.

-De que hablas???-pregunto tosiendo enérgicamente.

-Como ya le dije, Bocchan. En este lienzo, voy a plasmar su retrato-

El pequeño lo miro evaluándolo, como si sospechara que le estaban tomando el pelo. A Sebastián le encantaba jugar con él, hacerlo perder la calma. Lo que vio no le gusto nada, aunque su demonio tenia una sonrisa en los labios le estaba hablando enserio.
-No me gusta que me retraten…-hablo con seriedad dando zanjada la cuestión, sin permitir una replica.

-Aun si yo…-acercándosele lentamente. Fue interrumpido.

Unos agitados pasos se oyeron por el pasillo, después el violento ruido de la puerta al abrirse.
-Ciel!!!!!-salto una rubia, abrazándolo con demasiada fuerza-Tenia muchas ganas de verte!!!!-

-Hola…Lizzy-Saludo casi al borde de la asfixia. Sebastián tuvo que quitársela de encima. Lanzándole una que otra mirada asesina a la chica.

Ciel se percato de ello, Sebastián era muy posesivo….

…………………..

-Por fin se fue-suspiro Ciel con cansancio, mientras su mayordomo le quitaba su ropa para ponerle el pijama.
Sintió lo dedos sedosos de su amante acariciándole los muslos, soltó un suspiro mas pronunciado cerrando los ojos.

-Podemos seguir con la charla de esta tarde-no iba a darse por vencido hasta obtener lo que quería, era parte de su naturaleza de demonio.

-Cual charla???- se hizo el desentendido, aunque imaginaba a que se refería el mayordomo negro.

-El retrato…-lo tumbo sobre la cama y se coloco encima de él. Besándolo con avidez.

-Creo que ya te había dicho… no me gusta que me retraten…-hablando contra sus labios.

-mmm, aun si se lo pido yo…-devoraba su cuello y con sus dedos acariciaba sus sonrojados pezones que de inmediato se endurecieron.

-No…ya dije que no…-hablo entrecortado mientras colaba sus manos por el pecho de Sebastián para quitarle el saco y la camisa.

-Yo lo convenceré para que cambie su respuesta…-quito de un tiron la camisa que había terminado de colocar hace un momento, dejando al descubierto el torso pálido y suave del menor.

-Y exactamente como lo harás…-

-Me estas provocando…-

-Cállate-

Sebastián se deshizo hábilmente de la demás ropa del ojiazul y de su misma ropa. Le abrió las piernas para acomodarse entre ellas, siguiendo con su lengua el recorrido desde su pecho hasta su pequeño miembro que empezó a estimular con sus labios.

Ciel enredo sus dedos en el cabello azabache de su amante, gimiendo sin control cuando se vino dentro de la boca de su demonio.

Aun con la esencia de su pequeño niño en la boca lo beso, como si en eso se le fuera la vida.

El peliazul no queriendo disfrutar solo él, jugueteo con el miembro ya despierto de su mayordomo, mordiendo sin recato el lóbulo detrás de su oreja.

No pudiendo soportar tanta excitación Sebastián le abrió más las piernas con un movimiento tierno de sus manos. Era tan frágil que sentía que lo rompería en cualquier momento, pero ese fino cuerpo albergaba una pasión que lo empujaba a la delgada línea donde se perdía la razón.

Le puso tres de sus dedos en la boca indicándole que los lamiera, Ciel obedeció, acariciándolos con su pequeña y húmeda lengua. Destrozando toda intención de Sebastián de ir lento.

Metió uno de sus dedos en la entrada de su pequeño niño, dando movimientos circulares para dilatarla. Repitió el proceso con los otros dos. Mordiendo los labios de Ciel, tratando de hacerle olvidar el dolor que le estaba provocando.

Sin dejar de besarlo y estimular sus zonas erógenas. Lo embistió comenzando a moverse lentamente.

Los gemidos que salían de su boca, trataba de acallarlos mordiendo el cuello de Sebastián, las lagrimas las limpio en el pecho de su amante. Ciel elevo el movimiento de sus caderas para que el pelinegro aumentara el ritmo.

Cuando la estrecha entrada de su bocchan lo atrapo por completo, una corriente eléctrica recorrió cada fibra de su cuerpo, haciéndolo gritar por la explosión de placer, al unísono que el menor. Viniéndose dentro de su pequeño amante, al sentir como este lo hacia entre los dos al alcanzar el clímax, llenándolo por completo.

Salio de él suavemente para no lastimarlo y coloco su cuerpo al lado del ojiazul, acariciando su espalda, todavía respirando agitadamente. Era imposible que un demonio se quedara sin aliento por un humano, sin embargo el era la prueba de ello y no lo sentía en absoluto.

El menor recargo su cabeza en el pecho de Sebastián, abrazándolo y comenzando a quedarse dormido.

Sebastián comenzó a jugar ahora con los cabellos azules. Era tan lindo dormido, tan calido.

-Bocchan…-

-Mmm-murmuro más dormido que despierto

-Posara para mí, para poder pintar su retrato…-

-Acaso nunca te das por vencido...-

-No, debo ser tan obstinado como tu...-

-Habiendo tantas cosas tan bellas para plasmar en el lienzo…-trato de hacer cambiar de opinión a su mayordomo.

-Si, pero de todas ellas…tu eres las mas sublime…-El corazón de Ciel comenzó a latir rápidamente, era tan fácil enamorarse locamente de ese sujeto-Lo harías por mi…-continuo.

El peliazul abrió por completo sus ojos, mirando los de su mayordomo; lo hacia cambiar de opinión tan fácil, en ese mismo instante se sentía capaz de hacer cualquier cosa por Sebastián, aun si le molestaba haría cualquier cosa por la persona que amaba.

-Esta bien…-musito con enfado, acurrucándose de nuevo en el pecho del mayor, aspirando su aroma con los ojos cerrados. Por alguna extraña razón sentía que seria la última vez que lo tuviera así. Pero era un tonto presentimiento. Sebastián y el compartirían el resto de sus vidas-De todos modos siempre te sales con la tuya…-termino diciendo

Sin poder aguantarlo el pelinegro rió ante las palabras de su bocchan, besando sus azules cabellos.

-Ciel…-eran pocas las veces que lo llamaba por su nombre, solo en ocasiones muy especiales-Te amo…-dijo con suavidad

-Yo también…Yo también Sebastián-declaro con firmeza, antes de caer en un sueño profundo en brazos de su persona amada.

…………………

-Has visto lo bien que pinta Sebastián-dijo Meirin a Finny, observando por la ranura de la puerta a la que les habían prohibido entrar.

-Sebastian-san es genial-decía Finny

-No hay nada que ese tipo no pueda hacer-intervino Bard

-jo, jo, jo-se sumo Tanaka

Las puertas de roble se abrieron, tirando a Meirin y a Finny al suelo.

-No tienen cosas que hacer-con su típica mirada enfadada-Están hablando tan fuerte que no puedo escuchar mis pensamientos.

-Guau, Sebastián. De verdad que eres genial-Todos se habían colado dentro de la habitación y observaban el retrato y a Ciel simultáneamente

-Sebastian…-musito Ciel hastiado

Sus ojos brillaron peligrosamente, tomo a todos por la ropa, los echó de la habitación. Le había costado convencer al ojiazul y esos torpes no lo iban a echar a perder.

-Listo Bocchan-se sentó de nuevo y tomando la paleta siguió con su labor.

Era un retrato de medio cuerpo, la luz que iluminaba a su bocchan tenuemente, entre aquella habitación sombría, le daba un aspecto etéreo Precisamente había elegido la pose perfectamente estética para su ser mas adorado.

El retrato llevaba ya algo de ventaja. Transmitir en ese lienzo toda la belleza de la que era dueño el conde Phantomhive era un trabajo que solo Sebastián podía efectuar…

Quería que todos vieran la efímera y sublime belleza que despedía Ciel.

Trazo el cuello de cisne del peliazul, dándole ese matiz exacto que poseía. Las ropas que había escogido para la ocasión, las delineo con sumo cuidado dándoles una apariencia de realidad.

Los labios ligeramente sonrosados, adoptaron esa exquisitez, que tenia el verdadero Ciel.

El retrato se iba llenando de vida…




Día a día, hora tras hora; el retrato era perfeccionado. Sin embargo con cada pincelada que se daba en aquel extraño lienzo, se trasladaba vida al retrato y el modelo perdía otro poco sin que su amado demonio se diera cuenta; hundido en las mil fantasías que el ambiente propiciaba, plasmando el profundo amor que le profesaba a su pequeño amante

Y sin embargo no borro de su rostro aquella sonrisa que le dedicaba solo a él, solo a esa persona tan especial, a su demonio. Por él haría cualquier cosa sin quejarse.

Por varios días, se negó la entrada a los demás sirvientes de la mansión Phantomhive o a cualquier visitante a la habitación; la cual era mirada por ellos con preocupación.

La obra ya casi era terminada y Sebastián absorbido por el extraordinario resultado de su obra, apenas despegaba la vista del lienzo; los colores que se extendían sobre el lienzo eran quitados de las mejillas de ojiazul ante los mismos ojos del pelinegro, sin que este se percatara

Transcurrido el tiempo para término de la obra, justo el día del cumpleaños de Ciel. Cuando ya solo faltaba un toque el los profundos ojos zafiros y en los labios rosados. El alma de Ciel enfebrecida, palpito maravillosamente por ultima vez, mostrando como nunca antes la belleza que poseía, como un ruiseñor que va a morir y da el mas hermoso de sus cantos. El aliento se le escapaba…

El mayordomo dio los últimos toques, sintiéndose satisfecho de haber terminado a tiempo el regalo de cumpleaños de su adorado niño. Examino con éxtasis la obra que había hecho.

El retrato rebosaba de vida, era tan real que podría decirse que el ojiazul estaba dentro de ese marco dorado. Incluso creía que si hubiese estirado su mano, podría sentir la calidez de aquella nívea piel y el aliento de la suave boca.

El sonido de algo chocando contra el suelo hizo que se girara bruscamente…

Un estremecimiento y la palidez que adopto su cara, dieron cuenta de lo que en ese momento sentía…

Ciel, su adorado Ciel…yacía en el suelo pálido y sin aliento…

Con la flama de su vida apagada…




Notas finales: dejen review por fis

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