El reloj de Sebastian indicaba que ya era hora de despertar a su amo.
El mayordomo entró en la recamara silenciosamente, se dirigió hacia los amplios ventanales y descorrió las cortinas. La cálida luz del Sol entro a travez del cristal bañando el cuerpo de su joven amo.
El demonio lo contemplo en silencio, hacia ya cinco años que estaba sirviendo a aquel niño... bueno, pensandolo bien ya no era un niño, era un jovencito que estaba creciendo notoriamente.
El ojo azul se abrió, y reconoció la figura familiara a su lado.
-Buenos días, joven amo.
Ciel se restregó el ojo y lo miró en silencio viendo como la luz del sol, disminuida ahora por la aparición de una nube pasajera recortaba en penumbras la figura de su sirviente.
-Hoy lleva una agenda liviana, señor...
-Dime Sebastián, ¿eres hombre?
La pregunta tomo desprevenido al ser infernal, quien dudo un momento antes de tomar su postura y expresión habitual. El cambio fue fugaz, pero el Conde lo percibió y disfruto de él. Degustaba cada uno de los escasos momentos donde realmente sorprendía a Sebastian. El señuelo estaba en el agua.
-Joven amo, usted sabe que no soy de este mundo.
El pez picó.
-Tonto, no es eso a lo que me refiero.- Era hora de enrollar el sedal.-Muestrame. Quitate el traje y la camisa. Muestrame si tienes un cuerpo humano. ¡es una orden!- exclamó abriendo su ojo violaceo.
Obediente, el ser de cabello castaño comenzó a ejecutar la tarea sin inmutarse. Se quito ambos guantes, mostrando el sello que llevaba en su mano izquierda, luego se sacó y dobló pulcramente la levita, luego el corbatín, el chaleco y la camisa. El corazón del adolescente dió un latido mas fuerte al ver como se quitaba tambien la camisetilla. Sebastían estaba delante suyo con el torso desnudo, cada músculo marcado, proporcionado, inmaculado.
-Que esperas, el pantalón también.
Sin cambiar de expresión, el mayor de los dos, se quitó los zapatos, los calcetines y el pantalon, quedando solamente en unos boxers holgados. Cuando hizo ademán de quitárselos, Phantonhive lo detuvo.
-¡¿Qué haces tonto?! ¡No quiero verte desnudo! Eso seria muy desagradable. Ahora sólo sepra los brazos del cuerpo y permanece así un momento.
-¿Desagradable?-pensó el demonio. Su amo se acercó y lo observó de cerca, recorrio cada sentimetro de su piel con la mirada. Dió una vuelta a su alrededor inspeccionandolo. Vio dos cicatrices verticales en su espalda, justo a los lados de la columna entre los homóplatos. Más allá de eso y del sello sobre su mano, la piel estaba impecable. Cubierta por un fino bello en las extremidades, las axilas y la linea del alba, pero lampiño en el pecho. No habia rastros de otra herida, a pesar de que ante sus ojos lo había visto ser severamente dañado.
-Definitivamente eres humano en apariencia. -sentenció el adolescente entandose en el borde de su cama-. Pero eso no responde mi pregunta... ¿Como sabré...? supongo que no hay otra alternativa, si me he de evitar el desagradable tramite de verte desnudo.
-¿Desagradable?-volvió a preguntarse en su mutismo Sebastián.
Sin mediar palara alguna, el adolescente cerró su puño, extendio su indice y con un momento curioso, pero decidido, toco el boxer de su mayordom justo entre las piernas.
Sebastián abrió grandes los ojos y se sonrojó, pero el "niño" retiro el contacto enseguida.
-Si eres hombre despues de todo. Pensé que podrías llevar solo una apariencia o algo así.
-Ya puedes vestirme y vestirte... pero primero a mí.
-Yes, My Lord...
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Cuando Sebastián salió de la habitación, miro su reloj sin mirar realmente.
-Este tonto pervertido malcriado... como se atreve a... -y luego sonrió con una sonrisa maligna. Su mente ya planeaba la siguiente jugada.
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