[[Dosureba ii?]]
Y quien diría, que después de profesarme ese gran amor, lo nuestro se rompería como el más fino y delicado cristal… Pero no te culpo, después de todo ella te ofreció todo; tus sueños, anhelos. Todo aquello que yo nunca pude darte y que jamás seré capaz de hacerlo… ni aunque quisiera…
En eso el ruido de los aplausos es lo que me saca de mis ensoñaciones, veo como Sai y Gaara se dirigen al centro del salón, donde se encuentran los jueces y el presidente de las Vegas, que harán oficial su matrimonio ante la sociedad.
Cada uno se dirige una mirada llena de amor, felices al saber que por fin estarán juntos para siempre. La juez comienza a leer el documento en el que cada uno acuerda cuidar del otro y estar siempre juntos… ya saben, lo de siempre.
Habiendo terminado les pide que pasen a firmar el acta de matrimonio para posteriormente comenzar a llamar a los testigos. Escucho como me llaman y sin más me dirijo hacia la mesa. Firmo el dichoso papel y estoy dispuesto a irme del lugar, ya que no creo poder soportar por más tiempo las numerosas miradas posadas sobre mi persona, pero en eso lo escucho…
Escucho tu nombre… fuerte y claro, como si lo estuvieran diciendo junto a mi oído.
Levanto mi vista hacia el frente y veo como la gente se empieza a hacer a un lado, cediéndole el paso a alguien, más bien… a ti.
En eso te veo… Estas justo frente a mí, e inevitablemente nuestras miradas se cruzan… Solo somos tú y yo. Nadie más. Me miras fijamente, estrujándome con la mirada; Mientras tanto yo no atino a hacer nada más que quedarme como el idiota que soy viéndote. Ha pasado tanto tiempo y, aunque no quiera reconocerlo, te había extrañado. Quería verte. Con solo eso me hubiera bastado para ser feliz. Así de bajo he caído. Pero no puedo hacer nada, simplemente te amo.
Siento como mi cuerpo tiembla con tan solo sentir tu mirada sobre mí, noto como tus ojos recorren mi cuerpo de arriba a abajo descaradamente, y aunque quiero dejar de verte para que no notes el cómo me pones, es como si mi cuerpo se negara a obedecerme.
Estoy sumamente feliz, quiero correr a tus brazos y abrazarte. Estoy a punto de hacerlo, pero en eso tú desvías la mirada, y yo, ansioso por saber qué -o quién- era tan importante para ti como para que le prestaras tanta atención, desvió mi mirada hacia el lugar en que tú lo haces. Lo primero que alcanzo a ver es una hermosa cabellera azabache seguida de unos enormes ojos color marrón claro.
No tengo ni la menor idea de quién es ése pequeño, pero como si mi subconsciente quisiera evitarme un profundo dolor, éste me manda ordenes de alejarme lo más rápido posible.
De alguna forma se me hace conocido, pero a la vez es un completo extraño.
Y como si las respuestas a todas mis preguntas me fuesen a ser dadas, y de alguna forma lo supiera, desvió mi mirada hacia el camino por el cual había llegado el niño.
Entonces la vi a ella…
Y como si acabara de despertar de un sueño siento como mi corazón se destroza y se hace añicos, como todo mi mundo se viene abajo. Ahí estaba ella… Tan hermosa y altiva como hace dos años. Con ese cabello de tan peculiar tono morado, y esos ojos marrones que desde el primer momento te cautivaron por ese extraño brillo lleno de arrogancia y sensualidad.
Trato de hacer todo lo posible para que no notes mi cambio de actitud, pero me es imposible. Noto como mis ojos me empiezan a arder y aunque hice todo lo posible por evitarlo, las lágrimas comienzan a correr libres por mis mejillas. Pero que patético. Aún después de dos años sigo sin poder superarlo.
En eso, como escenas de una película antigua, veo pasar frente a mis ojos el día en el que la conocimos. Como poco a poco fue ganándose tu confianza, luego tu amistad, para finalmente lograr su cometido: Separarte de mí.
Incapaz de permanecer un momento más en esa fiesta salgo corriendo hacia el patio trasero del hotel. Paso entre toda la gente, empujándola en el camino para que me dejaran salir. No puedo permanecer un minuto más ahí. De hacerlo, estoy seguro que me derrumbaría, y lo que menos quiero es que te des cuenta del como me afecta esto…
Corro sin rumbo hasta que siento que ya no puedo dar un paso más, y cuando al fin recupero el aliento, me doy cuenta de que estoy justo en medio del espeso bosque que posee el hotel como jardín.
Agotado por mi anterior carrera me siento al pie de un enorme árbol de maple que se encontraba a pocos metros de mí. Después, -seguro de que me encontraba solo-, me permito llorar desconsoladamente como hace años no lo hacía. Lleno de rabia e impotencia me muerdo el labio inferior tratando de sacar toda mi frustración, pero eso no es suficiente, el dolor es tanto que siento que aunque llorase por días éste nunca se iría. Desesperado, comienzo a gritar y a maldecir a esa mujer y con mis puños golpeo la tierra que se encuentra debajo de mí, descargando toda mi ira y frustración.
En eso, como si el cielo compartiera mi tristeza, comienza a llover; siento como mi ropa se pega a mi cuerpo y como el frio cala mis huesos, pero eso poco me importa...
Tan sumido estoy en mis pensamientos que no me doy cuenta de la presencia que se encontraba frente a mí, hasta que ésta posa sobre mi cuerpo un paraguas, tratando así de protegerme de la lluvia.
— Sasuke…
Incrédulo doy un brinco en mi lugar al escuchar tu voz, no me había dado cuenta de a qué hora habías llegado. Lentamente levanto mi rostro, para finalmente, posar mi mirada sobre ti.
— Itachi… -estoy completamente anonadado, estas ahí, justo frente a mí. ¿Pero qué haces aquí?, ¿Acaso me seguiste?
En eso me ofreces tu mano para levantarme y, al no encontrar excusa alguna para negarme, la acepto. En el momento de que tu mano hace contacto con la mía siento como una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo, ocasionándome un ligero temblor, el cual piensas que se debe al frio.
Me ofreces tu saco y comienzas a jalarme en dirección al camino formado de arena blanca que señala el sendero de regreso al hotel.
Espero que digas algo… no sé, ¡lo que sea! Ambos sabemos que nuestra relación ya no es normal, que no somos hermanos. No, ya somos algo más.
Una vez sobre el camino comenzamos a andar hacia el edificio. No me había dado cuenta de cuán lejos había corrido…
—
Después de caminar por cinco minutos aún espero que me digas algo, pero solo te dedicas a andar alado mío en un completo silencio, imperturbable. Eso me molesta. Siento que me ignoras…
Comienzo a enfadarme, si hay algo que me molesta de sobre manera es que me ignoren, y eso tú lo sabes muy bien. ¿Es acaso qué no quieres hablarme?, ¿tan poca cosa me consideras?... Siento como la furia comienza a invadirme, como mi garganta comienza a quemar por la bilis acumulada, sé que no podre controlarme por mucho más tiempo, pero debo de hacerlo. No puedo darme el lujo de perder los papeles. No frente a ti, pero me es imposible el no decirlo… Tengo qué. En eso estallo.
— ¡¡Maldición, es que acaso no piensas decir nada!! –grito desesperado.
Te grito para conseguir tu deseo
Desde los ojos secos del color de la sangre roja.
Tú te volteas tan tranquilamente y solo te me quedas viendo. Como si esperaras a que acabara con mi berrinche, como cuando éramos niños. Eso solo consigue encabronarme más.
— ¿Y qué quieres que te diga? –me preguntas seriamente, pero tu tono… tu nunca me hablas así, es como si fuéramos dos completos extraños. Es el tono que ocupabas para las personas que nos molestaban cuando nuestra relación. Siento como algo se rompe dentro de mí.
Ahora mis palabras están hechas de cristal
Si me tratas sin cuidado, se me romperá el corazón
Me siento estúpido… tan estúpido. No aguanto más y comienzo a correr como nunca. Noto como mis lágrimas comienzan a correr nuevamente por mis mejillas. Me siento impotente, lleno de ira, de dolor… Cómo es que fui tan imbécil como para pensar que aún había algo entre nosotros, si esa noche me lo dejaste más que claro…
Oigo como comienzas a correr tras de mí, pero no quiero verte… no quiero verte nunca más. Me siento traicionado, pero lo peor de todo es que soy yo el equivocado. Después de todo ya no somos nada.
Ya he perdido demasiado en poco tiempo
Este amor me lleva al borde de la locura
Siento como me tomas del brazo fuertemente y como tropiezo cayendo bruscamente contra el césped.
— Sasuke…
— ¡¡Aléjate!!
— ¡No! Tenemos que hablar… escucha yo…
— ¡¿Y de qué se supone que hablemos?! ¡¡Suéltame bastardo!! Suéltame –no aguanto más y siento como mi voz se quiebra trayendo consigo mis incesantes sollozos.
Abrázame, aráñame hasta que me desgarres.
Mis labios quieren gritar clamando tu nombre.
Quiero curar la soledad de mi cuerpo.
Noto como me rodeas con tus fuertes brazos en un cálido abrazo y aspiro ese varonil aroma, el cual desde siempre me ha encantado. Trato de apartarme pero me es imposible, simplemente te necesito. Dejo de forcejear y me rindo por fin en tus brazos.
Después de unos minutos, en los cuales te encargaste de llenarme de mimos y besos, por fin te decides a hablar.
— Escucha Sasuke yo…
— Ya déjalo así –te interrumpo, con la intención de posponer la dolorosa plática que viene.
— No, esto no puede esperar un minuto más ottoto…
Al momento de escuchar esa palabra, esa puta palabra, la ira vuelve a mí.
Abrázame, asfíxiame hasta que no pueda seguir viviendo.
No hay donde ir, no hay lágrimas que derramar, llegó la hora final.
Necesitamos este veneno que nos hará finalmente dormir.
— ¡No te atrevas a volver a decirme así! –te grito separándome de ti bruscamente, ocasionando que caigas de culo contra el suelo.
— Escucha Sasuke, somos hermanos, nosotros… lo nuestro…
— ¡¡ESO NO PARECIA IMPORTARTE CUANDO TE ENCONTRABAS FOLLÁNDOME A MITAD DE LA NOCHE!!–te grito sin más. Esa fue tu excusa… esas fueron las palabras que utilizaste para darle fin a nuestra relación. Patético…
— ¡¡MALDICIÓN SASUKE, ES QUE JAMÁS LO VAS A SUPERAR!! –me gritas de igual manera.
Abrázame, aráñame hasta que me desgarres.
Mis labios quieren gritar clamando tu nombre.
Quiero curar la soledad de mi cuerpo.
¿Cómo es que te atreves a gritarme semejante cosa?, enseguida, al ver mi rostro lleno de dolor, te das cuenta de la atrocidad que acabas de decir, pero ya es demasiado tarde… la herida ya está hecha.
Tratas de disculparte, se que en verdad lo sientes, pero no debiste de decir eso. No es como si fueses inocente…
En medio de mis sollozos y griteríos, y tus vanos intentos por disculparte, recuerdo la noche en la que me dejaste…
Abrázame, asfíxiame hasta que no pueda seguir viviendo.
No hay donde ir, no hay lágrimas que derramar, llegó la hora final.
Necesitamos este veneno que nos hará finalmente dormir…
[[Continuará]]