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Piano Lesson por Vanuzza

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Notas del capitulo: Un pequeño one shot de una idea que me rondó varias veces por la cabeza.
Hope you like it n.n
Se acomodó los anteojos sobre el puente de su nariz, escuchando atentamente cada nota que las manos de su amado tocaban en las bellas teclas de marfil.

Había pasado una o dos semanas desde que le llamaron para una entrevista de trabajo como profesor de piano en una academia en el centro de la ciudad y Satine, su novio, no perdió el tiempo en pedirle que le enseñara en cuanto supo la noticia.

Lastimosamente, cada vez que iba a darle una clase, acababan saltando todo por tener un delicioso momento entre las confortables colchas de la cama. Agradecía plenamente que el chiquillo no le pagara las clases gratis que le daba.

-Pierrot… -Escuchó a Satine llamándole, sacándole de sus pensamientos-. No me estas poniendo atención.

Esa replica era acompañada por una tierna expresión de capricho infantil en su niño que recién había cumplido los 19 años, solo un año menor que él.

-¿Acaso estas pensativo porque hoy no nos hemos saltado la clase por una sesión erótica? –Preguntó con voz sedosa, intentaba provocarle.

Lo hubiese conseguido, de no ser porque esta vez, la trigésima que iba a enseñarle a tocar el piano estaba completamente decidido a no saltarse la clase por nada del mundo, ni aunque temblara, hubiera un tsunami, o erupción volcánica. Esta vez tocarían piano.

-Deja de pensar en ello y sigue tocando.

-¡Es muy complicado, Pierrot!

-No exageres, Satine. –Dijo, pasándose una mano por su cabello azulado- Estas tocando el himno de la alegría, es la melodía más sencilla que he oído, ni siquiera pasas a otra octava ¡Ni siquiera tocas todas las teclas de una!

Las mejillas de Satine se pusieron tan rojas como su largo cabello, y sus ojos ámbar brillaron en vergüenza. Jaque mate para su plan perfecto de irse a la cama ¿En qué momento se le ocurrió pedirle que le enseñara?

Pero se lo debía en cierta manera, lo había hecho saltarse dos clases y una reunión de profesores alegando estar enfermo. Solo para que Pierrot fuera a su casa con la buena intención de ser su maestro por una hora, acabando en su cama hasta el día siguiente.

¡Y era que Pierrot tenía un cuerpo reverendamente sexy! Con solo verlo desnudo a Satine ya le provocaba orgasmos múltiples. Con solo ver su sexo erecto sentía que se correría. Era un romántico maravilloso y tenía ciertas ideas de cabecera algo excéntrica, pero Dios sabia que aquello solo incrementaba sus ganas diarias de estar con él.

Le había pedido, o mejor dicho obligado, que para explicarle Pierrot se sentara en la banqueta y él sobre sus piernas, por el simple hecho de sentir su miembro entre sus nalgas. Se sentía en una verdadera ninfomanía, pero era maravilloso sentir que cada movimiento causaba un estremecimiento en su columna.

Continuó tocando, equivocándose a apropósito para que Pierrot tomara sus manos, guiándolas cuando por fin cambiaron a otra melodía. Sentía como si su cálido cuerpo le abrazara al pegar el pecho contra su espalda.

De repente los brazos de Pierrot le rodearon cariñosamente, acariciando su abdomen bajo su franela con tierna lentitud, dejando algunos besos en su cuello. Una de sus manos descendió a su muslo, acariciando la cara interna y dando pequeños pellizcos.

-Lo sabía…-Dijo Satine triunfante, sonriendo mientras dejaba de tocar pero justo en cuanto lo hizo, Pierrot le propinó una fuerte palmada en su muslo, pero sin herirle- ¡¿Pero qué haces!?

-Continúa tocando.

-¡Pero Pierrot! –Ladeó la cabeza y un beso le calló.

Pierrot sonrió con su semblante invadido de diversión, robándole otro beso cortó antes de hablarle:
-Continúa tocando, sin importar absolutamente nada de lo que yo haga. –Apartó el cabello de su cuello, llenándolo de besos húmedos y soplando con suavidad para ver como su piel se erizaba.

-Pero… No sería mejor dejarlo para luego… -Aquellos besos le comenzaban a encender.

-Nada de eso. –Respondió, besándole tras la oreja y dando suaves mordidas al cartílago de su oreja, delineándolo con la lengua-. Mi pequeño alumno, hoy nos dedicaremos a tocar el piano.

Descendió con sus labios a su nuca, oyéndole tocar, equivocándose de teclas con los pequeños estremecimientos que acometían a su cuerpo. Sonrió, esto lucia prometedor. Las manos de Pierrot llegaron a la camisa de su amado desabotonándola y deteniendo solo un instante su labor para quitársela.

Le oyó suspirar mientras acariciaba con devoción sus costados. Tenía la cintura estrecha, dándole un ligero detalle femenino pero no dejaba de mostrar su masculina apariencia. Se inclinó a besar sus omoplatos y sus hombros, haciéndole pararse, pero sin que dejara de tocar ni un momento para quitarle los pantalones, incluyendo la ropa interior.

Le agradaba la visión que ofrecía. Las piernas bien formadas ligeramente abiertas, con el cuerpo inclinado hacia el piano, casi como si estuviera en cuatro patas. Escuchó el largo gemido que salió de sus labios rosados cuando comenzó a masajear su intimidad.

Continuó su labor mientras otra habilidosa mano desabotonaba sus propios pantalones, y el resto de su ropa dejándola con el montón de prendas olvidadas junto a la banqueta. Mordió una de sus nalgas juguetonamente, dándole un par de palmadas algo ruidosas pero sin lastimarle. Le causaba un excitante morbo ver su piel tornarse rosa, y los suaves quejidos que profesaba mientras mantenía la cabeza inclinada mirando las teclas.

Susurraba su nombre como una canción embelesadora, subiendo de tono el timbre de su voz cuando adentró uno de sus dedos en su entrada, a lo que otro más le siguió después de un rato para prepararle, sin dejar de atenderle.

-Pierrot….no voy a resistir… -Volvía a equivocarse de teclas, recibiendo otra palmada-. Por favor…

-Si lo harás. –Le aseguró, pero con aquella voz sedosa suplicando seguramente el también alcanzaría la cumbre de su éxtasis en pocos minutos-. No dejes de tocar, sin importar que haga.

Lo volvió a sentar sobre sí, adentrándose con lentitud dentro de Satine en el proceso. Le oyó gemir largamente, presionando las teclas a su alcance con fuerza, crispó los dedos mientras se arqueaba entero. Pierrot le permitió acostumbrarse a la invasión, llenando por unos largos segundos sus omoplatos de besos.

-Continua tocando…-Susurró, comenzando a moverse lentamente, sintiendo el estrecho abrazo de su cuerpo sobre su pene, dirigió su mano nuevamente hacia el de Satine, colmándolo de atenciones parsimoniosas.

Satine con gran esfuerzo entre las contorsiones que daba su cuerpo, asintió, gimiendo. Se le hacía difícil pero lograba llevar el ritmo. Pierrot sabía bien como le encantaba que fuera lento y profundo, y hacia tal cual. Una de sus manos subió hacia sus pezones, atendiéndolos por igual.

Sus dedos se crispaban sobre las teclas de marfil, temblando incluso, apoyó el brazo sobre el borde del piano, acurrucando sobre el su frente. Jadeaba al tiempo que continuaba tocando y Pierrot besaba su columna atacada de escalofríos, y espasmos que recorrían su cuerpo entero.

La música se desquebraba en varias octavas, golpeando contra las paredes tal cual sus voces hacían eco en la habitación, acelerando el ritmo, el clímax se sentía cerca, Satine veía estrellas y que el mundo entero se detenía en cuanto con un gemido gutural contra su oído, su amado le llenó de su escencia. Pronto el también alcanzó las puertas del Paraíso.

Pierrot permaneció sentado, aun con Satine entre sus brazos, respirando contra su nuca nívea y lisa como las teclas de marfil. Llenó de caricias su cuerpo hermoso, escuchandole tocar entre sus jadeos para recuperar el aire perdido.

La melodía era perfecta, y Pierrot no pudo evitar sonreír complacido. Hacía ya varias semanas que quería contemplar nuevas ideas de sus encuentros amorosos, y al fin se le había presentado una oportunidad. Aunque esta no fue calculada y de improviso se le pasó por la mente enseñarle de una manera menos convencional a tocar el piano de cola negro de su sala, que ya empezaba a llenarse de polvo.

Besó su cuello nuevamente, haciéndole ladear la cabeza hasta poder explorar su boca hasta casi el paladar, llenándose de su sabor dulce.

-¿He aprobado el examen, profesor? –Preguntó Satine con picardía.

-Aun faltan muchos exámenes, querido estudiante. –Respondió Pierrot, riendo suavemente antes de volver a besarle con pasión.

-Como deseo aprobarlos todos…-Murmuró.

-Pues continuemos tocando. –Sonrió- que ahora siguen melodías mucho mas movidas…

Y pudieron asegurar que los vecinos no durmieron por el piano, que sonaba durante todo el día y toda la noche sin parar.
Notas finales: En verdad que volviendolo a revisar por mi parte se ve mas como relato porno que otra cosa....arrrrghhhh T_T.... me hace falta mejorar, ojala los proximos queden algo mas decentes n//////nUUUu

Gracias por leer n.nUUu...Nos vemos!

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