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No es que.. por Mihael Lawliet

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Notas del capitulo: Un fanfic pequeño que tenía tiempo de espera para ser terminado. Lo encontré hace un rato entre mis cosas y decidí que era justo darle un final y que viera la luz, así que lo publico ahora. Son algunas de las cosas que me imaginé mientras veia este anime, del cual, por cierto, es mi primer fanfic, por tanto, puede que haya un poco de OOC, aunque eso me lo dirán ustedes, si no es mucha molestia. Sé que debo apresurarme con las Crónicas, pero vamos, permitan a este escritor frustado darse un leve respiro, prometo que pronto habrá muchas más Crónicas.

En fin, espero les agrade esta historia. Ya saben, si me dejan un review, me dan un chocolate, y eso me hace feliz. Y si soy feliz, hay más fanfics de Kuroshitsuji, Code Geass, Death Note, o de lo que ustedes me pidan. Y, puede que todos contengan Lemon. ¿Y verdad que el Lemon es bueno?



*Para H, porque hoy podríamos cumplir cinco meses compartiendo la misma cadena. Pero, a pesar de todo.... el lazo no se ha roto por completo.*
No es que Ciel sea un adulto, pero tampoco es ya un niño. Puede que tal vez su frágil apariencia engañe a simple vista, haciendo creer al espectador primerizo que es un chiquillo que gusta de correr entre las calles de Londres con sus amigos, pero su ágil mente ya no piensa en trivialidades, ni en juegos, porque su infancia ya no existe. Le arrebataron la inocencia cuando apenas comenzaba a disfrutar de las mieles de la vida. Pero, sinceramente,hay dias, como los de lluvia, en los que extraña aquellos deliciosos años de travesuras y alegría, donde no tenía más preocupación que la de ser feliz.


No es que Ciel se "arrepienta" de sus actos, porque esa palabra no existe en su diccionario personal. Tampoco conoce el significado de "misericordia", "paciencia" o "perdón", pues él enterró estas palabras en lo más profundo de su memoria, porque ya no le sirven de nada, o mejor dicho,porque ya no confía en ellas. Ciel ya no tiene razón de ser paciente, misericordioso, mucho menos de perdonar. El ya no puede ser débil. Nunca más. Pero tampoco puede dejar de sentir un cosquilleo de incertidumbre, por saber si lo que ha hecho es lo correcto o no.

No es que Ciel "llore" porque no pueda hacerlo. Es, más bien, porque "no quiere hacerlo". La vida le ha enseñado que unas cuantas lágrimas no van a solucionar absolutamente nada. Las lágrimas son, simplemente, pequeñas gotitas de agua salada que provienen de los lacrimales de los ojos, y que sirven para mantener a los mismos libres de impurezas. Para Ciel, ése es el significado de las lágrimas. Con llorar desesperadamente y compadecerte de ti mismo no solucionas nada. Tienes que levantarte y resolver tus propios problemas, si no, nunca lograrás lo que tanto deseas. Pero, a veces, cuando Ciel ve las lágrimas en los ojos de las pocas personas que continúan a su lado, desea en silencio poder derramar algunas cuantas de esas gotitas saladas.

No es que Ciel tenga miedo. El, tras observar las llamas ardientes danzar y destruir lo que constituía su mundo, al observar todo su futuro derrumbado, y después de caer en un abismo del cual no sabía si podría levantarse, no experimenta más esa sensación que es comúnmente llamada "miedo". Una vez escuchó decir que el miedo era la voluntad sin valor, y así es como él lo vislumbra. El ojiazul tiene voluntad, demasiada, y algo de lo que no carece en esta etapa de su vida es de valor. Mas, sin embargo, hay noches en las que Ciel siente a las sombras justo sobre de él, acechándole, acosándole, y no puede hacer más que envolverse completamente con las sábanas de seda de su cama, en espera de que el albor de la mañana inunde su habitación.

No es, tampoco, que Ciel sea arrogante, mucho menos, presumido. No. Ciel no es de ésos chiquillos ricos que gustan de vanagloriarse de su buena posición económica y de todo lo que poseerían en un futuro. Tampoco es como los políticos e investigadores privados de Scotland Yard, quienes hacen alarde de lo que ellos consideran su "inteligencia" y "sabiduría". A Ciel, eso le parece lo más estúpido del mundo, pues, como acostumbra comentar mientras lee el periódico de cada mañana al beber una taza de té finamente seleccionado, hasta un ratón de alcantarilla es más astuto que todo Scotland Yard y el Parlamento juntos. Por eso, él podía jactarse de ser el favorito de la Reina. "Perro guardián" lo llamaban algunos, y tal vez tenían razón, pero a Ciel eso no le importaba. Aunque, siempre que aplasta (literalmente) a la Policía inglesa, después de resolver un caso, Ciel tiene cierta preocupación, pues tal vez se está convirtiendo en un arrogante engreído, justo como él más odia.

No es que Ciel no sonría. Lo hace, pero siempre son sonrisas falsas, gélidas, sin la alegría que mueve cada músculo del rostro para esbozar una de esas sonrisas sinceras. Ciel ha aprendido a mentir, a no mostrarse tal cual es, a crear una máscara para el mundo que le rodea. Ciel es astuto, ágil, tal vez demasiado para un chiquillo de doce años, pero no acostumbra a dar pasos en falso. ¿qué ocurriría si le ven con una sonrisa en el rostro? Nadie le tomaría en serio, es lo más probable, o tal vez, lo utilicen como un arma en su contra. Por eso Ciel no sonríe, aunque hay momentos en los que tiene que morderse los labios para reprimir una carcajada limpia, hermosa, dulce.

No es que Ciel no pueda amar, lo que ocurre es que ya no le quedan motivos para hacerlo. Todos aquellos a quienes más amaba ahora se encuentran en lo más profundo de la tierra, repletos de gusanod e incluso, puede que convertidos en polvo. Ciel no quiere volver a experimentar el dolor de perder a alguien amado, de sentir cómo el cálido corazón que ama se vuelve frío como el hielo, por eso es que ya no ama, ni quiere volver a hacerlo. Más, sinceramente, hay días en los que, mientras sale en carruaje o camina por las polvorientas calles de Londres y observa a una madre besar a su hijo, o a una pareja besándose, Ciel desea, en lo más profundo de su ser, que su gélido corazón pueda volver, al menos un poquito, a amar, y tambien, pueda ser amado.

Pero, lo que sí es cierto, más que nada, es que Ciel nunca está solo. Aún cuando sus padres han muerto, aún cuando no le quedan más amigos en el mundo, a pesar de que ya no tiene familia, Ciel nunca está solo.

¿La razón? Muy simple.

Aquel mayordomo de ojos rojos y porte distinguido está siempre a su lado. Para recordarle que no es todavía un adulto. Para aconsejarle, si se arrepiente de alguna decisión. Para hacerle llorar con sus fuertes embestidas y sus besos, y después, para limpiar con los mismos las lágrimas fortuitas que caen de sus ojos azules como el mar, después de sus encuentros a la luz de la luna. Para abrazarle en la cama aquellas noches en las que tiene miedo.Para soportar su arrogancia y altanería. Para hacerle reír a carcajadas cuando están solos.


Y, ¿Quién sabe? También para hacerle amar de nuevo, hasta que su existencia se vuelva efímera como el tiempo.
Notas finales: Ya saben, si les gustó, ¡déjenme un review! Y, si no, ¡también! ¿Expliqué ya lo que pasa con cada review que me dejan, así que no tengo que repetirlo, verdad?


Hasta la próxima.

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