Un bello da de otoo
Ding-ding!
El reloj son, despertndome a un da mas de mi hermosa vida.
All afuera me esperaba un hermoso da recin nacido, un esplendoroso amanecer, un bello da de otoo.
Mejor an, me esperaba una ducha con agua tibia, perfecta para sentir de nuevo mi piel, para despertar por completo.
Mejor an, me esperaba tu piel all adentro, tu piel tersa, suave, tu piel de hombre, para despertar por completo, pero irnicamente volver a la cama.
Despus de aquella pequea distraccin, de ese detalle (cada detalle donde estas t que engrandece mi existencia), me esperaba el desayuno. Ramen! Lo com presuroso, y es que cualquier otro placer de la vida que no seas t me parece mejor si lo tomo rpido.
Y entonces el momento del da que ms odio. La despedida. Es solo por unas cuantas horas, pero son “unas cuantas horas” (como dices t) SIN T. Poda soportarlo. Pero solo despus de que me prometieras que despus de volver tendramos el atardecer para los dos.
Y as lo prometiste.
Y as espere con deseo el final del da.
Y ah no encontramos, en aquel pedacito de tierra donde no haba civilizacin, donde el atardecer exiga ser observado, donde el naranja y rosa se mezclaban para concebir el final del da.
Te mir a los ojos. Y entonces una lucha comenz.
Tus ojos o el atardecer Cual de los dos podra ser mas hermoso?, La obsidiana lquida, o aquel tinte carmn que solo en los das otoales se ve?
Ganaste, tu regalo?, No lo s, quiz fue mas un regalo para el juez.
Cerr los ojos (esto si que me cost trabajo) y a tientas busqu tus labios, toqu tus manos, busqu tu clavcula, encontr tu mentn y mis dedos subieron traviesos por tus mejillas. Entonces los encontr. Tu par de labio suavecitos, pequeos (pero exigentes) y me acerqu a ti.
Entonces me tomaste y me besaste de a poco, dulcemente. Como solo t lo sabes hacer.
As me tuviste un rato y entonces nos dimos cuenta de la obscuridad. Apareci tu sonrisa de lado. Esa que me dice que se te ha ocurrido algo, no precisamente casto.
Tus manos me movieron, me pegaste a ti y suavemente acariciaste mi espalda a travs de aquel abrazo que me estrujaba a ti. Entonces reaccion y abr de nuevo los ojos. Error.
Tus ojos que me miraban, fijos, me sacaron de batalla. Pero no dur mucho, un pequeo beso en los labios y yo ya estaba de vuelta. Enred mis piernas a tu torso y te bes como desde hace rato tus ojos me lo estaban demandando. Te bes profundamente, como nos gusta a ambos. Tomaste mis muslos y me devolviste el beso. Quedaste inmovilizado. Entonces se me ocurri.
Me separ de tus labios y fui por el contorno, por tu mandbula. Solo Dios sabe como me gusta sentir tu piel, olerte. Bes tu oreja izquierda, ese lugar donde solo yo conoca. Donde yo haba descubierto y ahora tu primer gemido ronco de la noche. Ese que me pone los pelos de punta. Segu por tu cuello, lam con recelo tu tatuaje, ese de extraa procedencia.
Hasta ah lleg mi dominio.
Sent como tus manos rpido se deshicieron de mi abrigo (la verdad es que ya no lo necesitaba) una vez te deshiciste de l tocaste como si no lo quisieras mi espalda, la zona dorsal-lumbar, presionando un poco. Me estremec.
Procediste por mis vertebras atendiendo a cada una. Miraste mi rostro, sabas de las muecas que a continuacin se presentaran y el repertorio comenz.
Sent como empezaba a perder un poco el control. Y tu con mis gestos de placer lo propio , as que continu con tu ropa. No repar en nada, te dej indefenso ante m, no te quejaste ni hiciste ningn intento por detenerme, solo te recostaste sobre m y sent tu peso. La presin de tu cuerpo sobre el mo. Que deleite. Cuando haces sto me da la sensacin de estar completamente protegido, completamente seguro.
Me besaste una y otra vez. Sin ningn patrn de movimiento, yo respond como pude. Esos besos tuyos me desconcertaban. Me mataban.
Despus de un rato nos encontramos en la misma situacin. Desnudos y sedientos el uno del otro.
Tu cuerpo en la oscuridad, alumbrado a penas por unos cuantos rayos de luna, me pareci ms que perfecto. Fue entonces que acomod mis muslos en tus perfectos muslos y estuve sentado a horcajadas sobre tu magnfico ser.
Me acercaste mas a t y sent tu calor. Sentiste mi calor. Y en esa calidez te sent de nuevo mo, me sentiste de nuevo tuyo.
Te sent de nuevo dentro de m y me extasi primero de satisfaccin, poco despus de placer. Hiciste de m todo lo que quisiste y yo me dej hacer.
Terminamos al unsono. Tu con tu gemido ronco y yo con el aliento en tus labios.
Quedamos recostados de lado frente a frente mirndonos a los ojos.
Yo con los ojos cristalizados, t con tus ojos negros, en ese momento tiernos y profundos.
Caste de cansancio, y tiempo despus te acompae yo, sin no antes pensar en lo mucho que te amaba, tambin en lo mucho que te deseaba.
Fue as como termin aquel da de otoo, un da mas en mi hermosa vida junto a ti, en mi hermosa vida gracias a ti, con esa luna redonda, bella y soberbia.
Una luna como las que solo se ven en noviembre.
Amor Yaoi
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