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Camino Perdido por Yuko Hiitachin

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Notas del capitulo: Hi!! ^^.

Bueno, antes que todo mejor dejo unas cuantas aclaraciones con respecto a esto:.

-Este fic es la repuesta a la actividad un club de la Dream Pair (la cual me encanta *-*) . Por lo cual, cualquier similitud de trama a otro fic que hayan leído, no es plagio!.La idea es colectiva y fue elegida por votación. .

-Creo que esto es un two-shot…lo más probable (?) XD-.

-Em…es mi primer fic y me ha resultado algo extraño. Digo, me imaginaba escribiendo de todo (cuentitos de hadas y cositas cursis), antes de algo tan mafioso y un poco oscuro como es esto –cofcoffujisexopatacofcof-. —am…así que ojala lean y me den una oportunidad..

-Los bishounens son propiedad de Takeshi Komomi y no me pertenecen ni ahora ni en mil siglos más *lloro* y…ohh, creo que eso era Disclaimer xD..

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Hehe, la linda imagen hecha por Musaga-presi owo
 

Esa noche era fría, froto sus manos calentándolas con su aliento tibio mientras se refugiaba un poco más en el abrigo que traía puesto en aquella ocasión. Estaba escondido procurando no emitir ningún ruido que lo pudiera delatar, después de todo, no podía descuidarse en ningún momento de la nueva investigación que le habían encomendado. No por nada su prestigio dentro de la policía y no por nada estaba detrás del delincuente más temido de todo Japón. Sus habilidades y su destreza lo habían llevado a resolver todos los casos que le habían impuestos en sus años de parte de la ley. Vista aguda, movimientos rápidos y ágiles. Era como un felino asechando a su presa que, tarde o temprano, siempre caía en sus garras. Pero por lo demás, era un chico como cualquier otro, que hasta resultaba adorable para algunas personas, por ello, siempre sus investigaciones encubiertas tenia tanto éxito. Nadie seria capaz de sospecharía de un chico como él.

 

Esta vez, Eiji Kikumaru, era el encargado de resolver uno de los casos que tenia movilizada a gran parte de la policía de Japón. Era reconocido por ser un temido delincuente que acecinaba a sangre fría por encargo de la mafia. Siempre sus victimas eran personas importantes en el ámbito de los negocios y sus modismos para dar muerte eran los más sádicos. Después de cometer sus crimines siempre se daba a fuga sin dejar la menor huella, burlando cualquier sistema de segura por complejo que este fuera. Si en algo estaba seguro Eiji, es que aquel sujeto era un verdadero genio e iba a ser muy difícil atraparlo.

 

Sin embargo, el pelirrojo muchacho felino, tenia mucha confianza en si mismo y se había esforzando mucho en realizar una investigación a fondo.

 

Por ejemplo, en aquella ocasión, tenía una pista en concreto; El famoso criminal al que perseguía podría hacer una visita en cualquier momento al gran edificio de lujo que estaba haciendo guarda en aquellos momentos.

 

Días atrás la policía había notificado una denuncia de amenazan departe la familia de un gerente de una sucursal financiera. No era concreto, pero se sospechaba que habían asuntos de dinero de por medio y día a día las amenazas se hacia más y más frecuentes y el señor se negaba a aclarar el asuntos y los porqués de estas, posiblemente por temor de ser detenido por la misma policía.

 

Eiji había investigado el caso y declarado que posiblemente en estas amenazas estaría implicada la mafia, o sea, era el escenario propicio para que un criminal a sueldo como lo era su "presa", actuará.

 

Como no había más antecedentes de este criminal y las únicas pistas eran los "posibles" lugares donde aparecería para, finalmente, dar con su paradero o al menos alguna pista más concreta que le pudiera ayudar en el transcurso del caso.

 

Por esa razón, esta era la tercera noche que el ojiazul estaba escondido en un callejón paralelo al edificio en el cual la posiblemente victima, se estaba hospedando por asuntos de trabajo.

 

Si, ya habían pasado tres noches. Tres noches pasando frío y sin poder dormir vigilando el lugar con rigurosidad y en el día haciendo el trabajo de papeleo en el cuartel de policía. Aún así, su "presa" no sé había aparecido por el lugar ni había dado luces de vida. Sinceramente, estaba un poco cansado y sus reflejos estaban un poco estropeados debido a la falta de sueño.

 

Aún así, el pelirrojo trataba de no flaquear, después de todo, la investigación tarde o temprano iba a dar sus frutos y, además, estaban sus compañeros de trabajo que siempre lo apoyaban en sus investigaciones. Definitivamente, no podía defraudarlos, sobre todo en un caso tan importante como aquel.

 

En ese momento suspiro y se dio ánimos a si mismo tratando de despabilarse, después de todo, aun faltaban muchas horas para que cayera el alba y no podía ser negligente en su trabajo. 

 

"Hoi, hoi!!. Nee...¿Oishi, estas allí?"- Eiji hablo a través del pequeño micrófono que tenia puesto.

 

"¿Ehh?...¡¡Kikumaru-san!! ¿Ocurre algo?"- pregunto una voz masculina sobresaltada del otro lado, perteneciente a su asistente que también estaba implicado en el caso.

 

"Nyaa~...¿No me digas que te he despertado, Oishi?"- pregunto inflando los mofletes de manera infantil el pelirrojo.

                                                                                         

"¡Por supuesto que no! ¡Nunca descuidaría mi trabajo! Solo pensé que había ocurrido algo, Kikumaru-san"

 

"Ya te he dicho que no me llames de esa forma tan ñoña, Oishi. Te hace parecer uno de esos lame-botas del jefe"- dijo dejando salir una pequeña risilla.

 

"Em...esta bien, Eiji. ¿Qué ha pasado?"- dijo Oishi carraspeando del otro lado de la línea ya que ciertos calificativos le habían dado algo de vergüenza.

 

"Tengo sueño"- confeso el pelirrojo soltando un suspiro.

 

"¿Qué?...¿Y eso que tiene que ver en el caso?- pregunto el chico confundido.

 

"!!Mucho!!...Estoy que me duermo....cuenta algo interesante para que me despabile, Oishi"-protesto.

 

"¡¿Ahhh?!...Ehhh...em...etto. Bueno...hoy..."- el pobre Oishi no se decidía que historia contarle al chico.

 

Más allá de la voz de Oishi al otro lado de la línea, otro ruido alerto los agudos sentidos del pelirrojo. Se alejo el pequeño aparato transmisor del rostro, guardándolo bien entre sus ropas, y se concentro en averiguar de donde provenía aquel ruido. La visibilidad en aquel oscuro callejón era casi nula, pero pudo distinguir una presencia escondida entre las numerosas cajas y bolsas de basura que allí había.

 

Un escalofrío recorrió su cuerpo al imaginar que posiblemente se pudiese tratar de aquel delincuente a quien estaba buscando. Su mente se aturdió un poco ante aquel pensamiento. Se apresuro a palpar el arma que tenia escondida entre sus ropas, tomándola sin sacarla del todo del abrigo.

 

Observo con cautela su alrededor y no diviso mayor movimiento y además ruido que el ladrido de algunos perros. Quien quiera que fuera estaba esperando el momento propicio, de seguro cuando se distrajera, para atacar.

 

No alcanzo a reaccionar cuando un sujeto apareció detrás de él, agarrando el brazo en el cual tenia el arma y de un brusco movimiento lo inmovilizo haciendo que la pistola cayera al suelo, mientras los azules ojos de Eiji se abrían grandes por tal sorpresa.

 

Cierto pánico se apodero de él, haciendo que ni siquiera reaccionara en él momento. Hasta que él sujeto que tenía detrás se puso a hablar...

 

-Un chico tan joven y guapo no tendría que estar a estas horas en un lugar tan oscuro y sucio como lo es un callejón, es muy antihigiénico y además solo, eso es muy peligroso, a los chicos cuando están solos le hacen daño, los raptan, los violan o cualquier cosa contra su voluntad. Fuiste muy irresponsable al venir a este lugar, cualquier tipo de la mafia podría llegar y...-el chico a sus espaldas de forma hablaba monótona y serena todo lo que se le cruzaba por la mente hasta que otro sujeto pelirrojo y de apariencia joven salio de entre que estaban apiladas cerca de allí.

 

-Ya párale, Ibu. Veo que la "inspección" al lugar ha servido para cazar a una rata pelirroja. Después de todo él nunca se equivoca...eso llega a ser irritante- dijo mientras escrutaba con la mirada a Eiji y hacia un gesto de disgusto.

 

-Eso no tuvo gracia, Kamio, tú también eres pelirrojo, eso podría interpretarse como si te dijeses rata a ti mismo o algo así. Además, Fuji-sama estaría muy disgustado si te irritara su genialidad- dijo el chico peliazul con el mismo irritante tono de voz cuales decibeles no cambiaban en ningún momento, aun reteniendo a Eiji que ahora luchaba ahora para liberarse, pero para su desgracia el chico era muy fuerte.

 

-¡No sé quien serán ustedes pero yo no he hecho nada! ¡Suéltenme!- protesto el chico pelirrojo, fingiendo el rol de cualquier civil. Podía ser que lo hubiesen descubierto, pero aun no sabían que era un policía. Aún tenia una chancee que lo dejaran ir. Además que ellos, a pesar que parecían pertenecer a algún tipo de mafia o equipo delictual, no eran el delincuente que a él le interesaba en aquellos momentos.

 

-Jeje, no tan rápido. Eres altamente sospechoso. Haber, explícame... ¿Qué hacías esta hora, con un arma y frente aquel edificio?- pregunto el chico pelirrojo tomando el arma del suelo para observarla. Era buen arma, no cualquiera la portaba.

 

-Le robé una billetera a un sujeto que entro allí. Me escondí aquí porque pensé que me podrían seguir se corría...eso es todo. ¿Me pueden soltar?- dijo astutamente el chico de ojos azules mirando seriamente a sus opresores.

 

-¿Qué hago, Kamio? ¿Lo suelto?- pregunto el peliazul a su compañero, el cual se veía que no le creía en 100% lo que decía el pelirrojo.

 

-Alguien que roba billeteras no tiene un arma así- dijo el chico pelirrojo cruzándose de brazos.

 

-También la robé. Lo hago a menudo- dijo agachando la cabeza el chico. Tenia que parecer lo más lamentable para que le creyeran.

 

 Los dos chicos se le quedaron viendo dubitativos y algo inseguros.

 

-Lo soltare, Kamio- dijo el peliazul finalmente.

 

-¡No, no lo sueltes! ¡No le creo!- le rodeno el su compañero.

 

-Pero...- objeto el peliazul pero el solo descuido de aflojar el agarre que mantenía en el chico pelirrojo creo una oportunidad para el éste de safara fácilmente, cosa que Eiji no desaprovecho. Soltó uno de los brazos que el sujeto le tenia afirmado y le lanzo un fuerte golpe de codo que impacto de lleno estomago del chico, el cual, tomado por sorpresa, lanzo un alarido ahogado de dolor y retrocedió algunos pasos para caer al suelo.

 

Su compañero vio sorprendido la escena, y inmediatamente apunto a Eiji con la pistola que tenia en la mano en ese momento, que casualmente era la que había recogido del suelo, o sea, la del chico el cual ahora estaba apuntando. 

 

-Sabía que eras muy sospechoso. Me las vas a pagar por haberle hecho eso a Ibu. ¡Quédate ahí mismo, no hagas ningún movimiento, y dime quien eres y qué haces aquí sino quieres que te perfore un pulmón con esto! ¿Entendiste?!- le ordeno el sujeto pelirrojo mientras lo apuntaba con el arma.

 

Eiji sonrío para sus adentros sin intimidarse aquellas palabras dichas por el otro pelirrojo, encarándole finalmente -Je, esa pistola que tienes en las manos no esta cargada. Gomen-

 

Así era, Eiji nunca llegaba su pistola cargada. No sé arriesgaría a dispararle imprudentemente a alguien. Tampoco le agradaba ver sangre desparramada, ese no era su estilo.

 

Kamio miro sorprendido el arma que llevaba en sus manos. Eiji aprovecho su aturdimiento para impactar con una gran patada del costado del chico. Su acrobático cuerpo le permitió con facilidad aquel movimiento, apoyando las manos en el suelo y golpear con una de sus piernas utilizando todo el impulso que tenia. El chico pelirrojo termino en el suelo al igual que su compañero. El impacto dado por Kikumaru fue tal que ninguno de los dos se pudo volver a levantar.

 

-Ahh, par de inútiles. Sabía que me ocasionarían problemas. Siendo mis subordinados me decepcionan.- hablo una vez que le fue difícil de localizar al pelirrojo, ni siquiera había advertido su presencia.

 

Miro para todos lados, tratando de localizar al dueño de esa voz, pero nada.

 

-¡¿Quién...?!- tratado de decir Eiji, pero unos brazos sujetando fuertemente por detrás lo alerto. No era ninguno de los dos sujetos anteriores, estos estaban tirados en el suelo sin poder levantarse. ¿Había otro tipo allí y no lo advirtió?. Ciertamente el pelirrojo estaba desconcertado. Este nuevo sujeto apoyo su barbilla en el espacio que se otorgaba entre su cuello y su hombro, para después subir una de sus manos hasta el rostro del ojiazul, poniendo un paño en su boca.

 

Un escalofrío recorrió al pelirrojo. Cloroformo u otro tipo de droga para el sueño. Sus parpados estaban empezando a pesar. Se estaba quedando dormido poco a poco.

 

-Qué rara especie me encontrado aquí. Una hermosura muy exótica, sin duda- escucho decir cuando ya no estaba conciente del todo, junto a unos carros policíacos acercándose. Lo ultimo que razono, es que debió ser Oishi y sus compañeros de cuartel, de seguro alarmados por lo que le pudiera haber pasado durante su investigación...

 

                                    +++****------****+++

 

 

                    

Se encontraba se encontraba sentado en un sillón en frente de donde dormía el otro chico, debiendo un poco de licor. Castaño, de facciones finas y apariencia juvenil, ese es Fuji Syusuke. Quería despejarse de alguna manera, mantener su mente fría. Por alguna razón aquel lugar, palacio de lujuria y pecado donde no había cabida para las leyes establecidas por la sociedad, al cual el chico podría otorgar el nombre de "casa", a pesar de sus lujos y beneficio, sacaba de quicio al chico castaño. Le recordaba irreversiblemente quien era, a que se dedicaba y cual era las razones por la cual vivía su vida, la cuales cada vez se hacia más borrosas y difíciles de entender. Lo único que hacia era matar a las personas que le encargaban, sin conocerlas, sin tener sentimientos de por medio, simplemente matarlas y verlas morir. Quizá, la única satisfacción que tenia, era esa. No sabia como había llegado a acumular tanto odio y rencor contra las personas que le rodeaban, que el hecho de ver con sus ojos el dolor que sentían antes de morir, era lo único que podía alivianar su dolor propio, en aquel acto loco y lleno de adrenalina como lo era el dar muerte. Si estaba algo demente era porque así le habían enseñado a ser desde que casi tenia memoria. Muy lejos habían quedado los borrosos recuerdos de una tierna y temprana infancia cerca de los mimos de sus padres y sus hermanos. Aquella maravillosa familia de cuadro de foto se había destrozado en miles de pedacitos cuando sin previo aviso, la mafia había irrumpido en su hogar, matando a sus padres y llevándoselo a él, a su hermano y su hermana a sus aposentos. Claro que de ese día no los había vuelto a ver a ninguno de sus hermanos, los habían separado,  y eso que antes que de este hecho pensaba tener una vida perfecta y fuera de problemas, pero siendo su padre y su madre dos importantes personajes del mundo de la industria, cualquier negocio sucio esconderse detrás de su imagen, muy bien lo sabia ahora el hijo intermedio de lo que un día había sido la prestigiosa familia Fuji.

 

Desde aquel entonces el castaño había tenido que aprender a vivir de una manera autoritaria y cruel, bajando la cabeza cada vez que le daban una orden. Siempre siendo controlado por sus superiores: los grandes de la mafia. Ellos le habían dicho que posiblemente se había convertido en nadie desde que había puesto un pie dentro de la mafia, sin embargo, podía llegar a tener todo lo que deseara solo si acataba todas las ordenes que se le impusieran. Así lo hizo, su primer "encargo" importante fue a la edad de catorce años: dar muerte a una persona. Era solo un niño; ver sus manos ensangrentadas y el cuerpo inerte de un señor que posiblemente tenía una esposa e hijos, toda una familia a la que alimentar, lo había dejado traumado...lamentándose por mucho tiempo lo sucedido. Pero aquel trabajo no daba espacio al lamento, después de un tiempo ya aquel ritual de sangre se le había hecho tan de costumbre que ya no le dolía y comenzaba a encontrarle una cierta satisfacción retorcida.

 

Se había especializado y hecho toda una reputación a base de usar los métodos más crueles y despiadados para dar muerte. Era considerado todo un genio dentro de lo que su "oficio" requería, llegando a ser el favorito del más grande jefe de la mafia: Tezuka Kunimitsu. Otro sujeto considerado un genio y un prodigio aun más grande que Fuji, sus límites de crueldad eran inhumanos y su capacidad de organización y liderazgo eran las de un verdadero sabio, por lo que se había ganado aquel puesto tan codiciado; era alguien a quien podría calificar de "amo". Después de todo, solo había llegado a convertirse en un perro, un adiestrado y fiel perro de raza, pero perro después de todo, solo siguiendo ordenes de su "dueño".

 

No, no estaba feliz con eso. Probablemente ese era su destino, no tenia de otra en su vida. Lo único que le quedaba era la resignación y tratar de relajarse...

 

Debió nuevamente, está vez acabando el costoso licor que llenaba su copa con solo un sorbo, acomodándose entre los blandos cojines..

 

De pronto, un sorpresivo ruido capturo su atención. Un pelirrojo durmiente se removía en el sofá donde lo había acostado después de cargarlo un buen trayecto escapando de la policía, la cual, para fortuna del castaño, no habían llegado a localizarlos. Aquello se le había hecho por lo demás extraño, el como la policía se había alertado del suceso. Cabía la posibilidad de que terceros le haya llamado la atención todo el bullicio que habían armado sus "asistentes" con toda esa absurda pelea callejera pero, aun así, el chico pelirrojo era bastante sospechoso. Había decidido llevarlo a aquel lugar para entregarlo, probablemente Kunimitsu sabría que hacer con él y cual seria su castigo por meterse en asuntos que no le correspondían. Probablemente al chico le esperaba un amargo destino allí en ese lugar, ya que el máximo jefe de la mafia no tenía compasión alguna con la gente que intervenía en sus asuntos. Quizá si tenía cualidades suficientes podría seguir su mismo camino, ser un acecino de la mafia o ser parte de de los equipos de estrategia que se encargaban de dar éxito a cada uno de los negocios sucios en los cuales estaban involucrados. Aunque también existía otro tipo de trabajo, uno el cual el único requerimiento era tener un cuerpo y un rostro lindo; el comercio sexual cada vez era un campo más apetecido y muchos clientes que iban a aquel lugar preferían a un candente jovencito para pasar una placentera noche.

 

Lentamente el chico de cabellos rojizos abrió sus grandes azules, con algo de pesadez. El castaño lamento este hecho, hubiera preferido que el chico se quedara durmiendo, tranquilo, como lo hacia, y no le diera más problemas. No estaba para escándalos y probablemente el chico haría uno, todo los hacían cuando llegaban a aquel lugar contra su voluntad, así que decidió que se marcharía rápido, el chico se podía quedar encerrado en el cuarto hasta que Kunimitsu llegara a hacerle una visita.

 

Se paro del cómodo sillón en el que su cuerpo estaba hundido, caminando hacia la puerta con intensiones de marcharse de ese lugar. Muy tarde, para antes de que alcanzara a salir sintió un firme agarre impuesto a su camisa. Frunció el ceño con algo de fastidio antes de voltear y ver los grandes ojos azules de aquel chico que lo miraban con evidente confusión.

 

-¿Quién...quien eres?- soltó lo primero que se le paso por la mente, sin siquiera procesarlo...estaba muy confundido para ello, probablemente toda su carrera, planes y trabajo se estaban yendo al bote de basura frente a sus ojos.

 

-No creo que lo quieras saber- respondió el castaño, dibujando una sonrisa torcida en su rostro mientras que con un movimiento fuerte de su brazo de desprendía del agarre del chico para después volver a arreglarse la camisa -Eso ha sido muy imprudente de su parte, me has arrugado la camisa- dijo a continuación en un tonito satírico.

 

La mente del pelirrojo divago por sus recuerdos más recientes, su investigación y una intensa duda le surgió al oír las frías palabras del castaño.

 

¿Podría ser ese sujeto el que estaba buscando?

 

-No...-el pelirrojo estaba algo aturdido pero aun así se acercó al castaño y volvió a sujetarlo del brazo, de una manera incluso más brusca que la anterior -!No dejaré que te vayas hasta que me digas quien rayos eres!- le impuso el chico fastidiado por aquel comportamiento del otro.

 

El castaño lo observo, esta vez extrañado. Ese comportamiento agresivo no iba para nada con la tierna imagen que proyectaba. Aquello intereso un poco, reconsiderando quedarse allí un poco más de tiempo para ver hasta adonde llegaban las agallas de aquel chico.

 

Con un rápido movimiento empujo al pelirrojo al sillón donde hace momentos atrás había estado sentado, aprisionándolo con sus brazos los cual estaban firmes a cada extremo del menudo cuerpo. Acerco su rostro lo más posible al del otro, quedando a un costado de este. Su respiración chocaba con la mejilla del pelirrojo el seguía sosteniendo la aguda mirada en su opresor.

 

-Ya que veo que muestras interés, creo que te diré algo- dijo Syuusuke algo sensual cerca del oído del chico, el cual pareció estremecerse con aquellas palabras -Soy un asesino a sueldo, muy temido por cierto. Creo que es hecho que me divierto matando a mis presas- dijo con malicie, tomando entre sus dedos la barbilla del chico y dando una pequeña lamida en su mejilla.  

 

Sintió como el chico debajo de él comenzaba a tiritar y sus ojos estaban dilatados por la sorpresa. Esbozo una sonrisa, creyendo su juego concretado.

 

El pelirrojo bajo su rostro manteniendo sus puños apretados, todo su cuerpo tiritaba. Sus sospechas se habían concretado pero viendo en la situación en la que se encontraba era muy difícil llegar a concretar el plan de atraparlo. Cierto miedo se mezclaba con toda la ira que sentía en aquel momento. Aquellas palabras tan crueles del castaño habían calado profundo en el chico. No podía aparentar cuando repulsión siempre había sentido por el crimen, por las personas que les causan dolor a otras, por eso sus metas siempre fueron estar al lado de la justicia y luchar contra crimen, pero aquello cada vez le parecía más imposible y le sonaba similar al sueño de un niño que no estaba conciente de la realidad del mundo.

 

Pequeñas lagrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas, y sin darse cuenta había comenzado a sollozar sin poder contener aquel sentimiento de impotencia y dolor que lo comenzaba a embargar.

 

-Nee, dime. ¿Acaso no te apesta vivir solo para hacerle daño a gente que no te ha hecho nada a ti?- pregunto apesadumbrado el chico, tratando de papar sus incómodos sollozos.

 

El castaño le dirigió una afilada mirada ante la pregunta formulada, la cual le había tomado de improvisto. No se lo esperaba y tampoco quería responderle así que se dirigió de nueva cuenta hacia la puerta para salir de allí, considerando que aquel "juego" había dejado de ser divertido.  

 

-No es que no lo haga...pero no puedo hacer nada contra ello. De este lugar no se puede escapar, hay que aprender a vivir así y seguir órdenes, si dejas de ser útil hay que atenerse a una muerte segura- respondió Syuusuke antes de salir del cuarto, también dejando una posible advertencia para el pelirrojo.

 

Notas finales: Jee…palabras de aliento, criticas y jitomatazos en sus review, pliz. No, en realidad, hoy tendré que rezar por todas las cosas feas que he hecho de la vida de Fuji, a ver si obtengo algún perdón para mi tonta alma T.T. .

Esto me costo sacarlo, debido a motivos de inspiración&tiempo&puebas finales, así que quizá por eso me quedo algo raro. Ok, son excusas~ y no cuentan, pero espero estar muy pronto con la continuación de este coso 8D .

Ahh…una cosa más, perdón por todas mis posibles faltas ortográficas. No soy buena para ello pero lo intento -__-U.

Matta ne!! n.n

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