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UN PAPÁ PARA SEVERUS por ANTARES

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Notas del capitulo:

Hola a los que siguen esta historia ¡Volví! Si, después de casi dos meses y medio. Pido disculpas pero este verano ha sido agitado. Sin embargo NUNCA dejo una historia sin concluir así que aquí esta… el final de “Un Papá para Severus”. Bueno, los resultados de la votación en las tres páginas donde publico fueron: Lucius=6 / Draco=3 / Harry=7 / NINGUNO = 17 (dentro de estas se subdividen: ninguno a secas = 9, Blaise Zabinni = 6, Hagrid = 1 y Remus = 1… si aunque no lo crean alguien voto por Remus aunque creo que fue de chanza). Asimismo 3 lectoras me pidieron que Harry y Draco terminen juntos. Y como yo soy obediente le he buscado un final inesperado (hasta para mi misma, la idea se me ocurrió hace unos días) a esta loca historia. Final que por consideración al suspense no subiré hoy, sino en una semana (es un epílogo, es muy cortito pero revela el misterio de con quien se queda Samantha). Gracias a todas/os por leer.

 

Como siempre: Harry Potter y sus personajes pertenecen a JK Rowling. Yo no persigo ningún interés comercial con esto, salvo que lo leáis y disfrutéis.

CAPITULO IV: HACIENDOSE A LA IDEA

 

 

 

LUCIUS

 

Una semana… una semana había pasado desde que el vejete del juez  había dictaminado su fallo. Una semana en la que el otrora lugarteniente  de Voldemort había luchado contra si mismo en la soledad de su mansión.

 

Por un lado estaba su  Sevi, su compañero de toda una vida. Su amor. Y por otro  ¡agg! la asquerosa muggle a la que debía ¡Merlín santo! enamorar.

 

El era un Malfoy. Y los Malfoys no follan con muggles (no importan lo que digan las pervertidillas del slash) ni con media sangres (a no ser que tengan un cuerpo de campeonato y se llamen Severus Snape) y mucho menos cortejan y piden en matrimonio a mujeres sin magia, sin abolengo y sin una pizca de clase.

 

-¡¡¡Ahhhhhhhhhhhhh…!!!!

 

El rubio gritaba y se mesaba los platinados cabellos. ¡¿Qué mierda hacia ahora?! ¡¿Qué?! ¡¿Qué?! ¡¿Qué?!

 

¡Ay, Sevi! - se dijo -  por qué no pudiste reencarnarte en la panza de una bruja ladina y sangre limpia. Alguien como Pansy Parkinson por ejemplo… la chica era tan manipuladora y  rastrera que lo ponía cachondo.

 

Pero no era a la Parkinson a la que tenía que enamorar y amarrar  en matrimonio… ¡No! Era a la muggle que su Sevi, (¡ay como lo odiaba a veces!) se tuvo que buscar como incubadora.

 

¿Por qué? ¿Por qué?, ¡¿Por queeeeé…..?! - se seguía lamentando.

 

Luego pensaba en Severus y en lo que compartieron a lo largo de esos 20 años en los que fueron amantes. Contra lo que el mundo pudiese pensar,  los Malfoys si tenían corazón, aunque lo disimulaban muy bien. Y su corazón sabía que ese hombre de ojos obsidianas había sido el único capaz de hacerlo sentir… no digamos vivo, sino feliz y con un propósito. Su cuerpo y su mente se habían encadenado a esa piel de porcelana desde que lo vio en primer año, siendo seleccionado en el gran comedor. Agradeció a todos los dioses oscuros cuando quedó en Slytherin,  y se volvió su defensor y su acompañante incondicional.

 

Y cuando se enteró de lo que le hacía su padre. ¡Ese muggle asqueroso!  Se hizo mortífago solo para poder descuartizarlo a placer y sin temor a represalias. Y sin un atisbo de duda o miedo aceptó ser el pasivo en su relación solo por no dañar más a su niño. Le paso por alto todo, hasta que fuera mestizo y estuviese enamorado de la Evans esa. Y cuando se enteró de que era el espía de la Orden entre los suyos no solo lo calló, sino que hasta lo ayudó convirtiéndose en su informante…

 

Que dolor cuando después de la última batalla se enteró de que había muerto. Que sentimiento de traición y desesperación cuando descubrió que el hombre con el que Severus lo engañaba cuando estuvo en Askabán no era otro que Harry Potter. Y que puñalada en el corazón cuando supo que también su hijo había pasado por su cama, y no solo pasado… sino que al final Sev lo había convertido en su compañero… ¿Lo habría amado?

 

Pero hasta eso estaba dispuesto a perdonar el patriarca del clan Malfoy. Incluso estaba dispuesto a compartirlo con los otros dos o a mendigar  las migajas de su amor si resultaba que Severus ya no lo quería a él sino a Draco.

 

Lo buscó durante años en cada callejón y cuchitril del mundo mágico y muggle… hasta que tuvo que enfrentar la realidad y hacerles caso a las pruebas mágicas y de ADN. Severus había muerto en la batalla. Era su cadáver el que estaba enterrado en uno de los jardines de Hogwarts. Entonces pudo al fin llorarlo y comenzar el duro e imposible proceso de aprender a vivir sin él.

 

Y casi lo estaba logrando cuando… “¿Por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿Por qué debo casarme con una muggle odiosa cuando todo lo que anhelo es estar a tu lado?

 

Y siguió bebiendo y maldiciendo durante lo que pareció una eternidad.

 

 

 

****************

 

 

 

Muchas maldiciones y  tragos  después… Lucius Malfoy se recompuso como solo un Malfoy sabe hacerlo; y se dispuso, con humildad, a cumplir con su misión. Peor que lamerle las botas al mestizo de Voldemort no podía ser, de seguro. Así que como buen estratega trazó sus planes de conquista de la muggle esposa-suegra que lo separaba de su moreno.

 

 

 

****************

 

 

 

 

 

DRACO

 

Draco se abrazaba a las piernas de Astoria suspirando.

 

-Y ahora que hacemos Ask… No quiero divorciarme de ti. Pero quiero a Severus conmigo. El hizo tanto por mí. Me dio tanto. Es justo que ahora lo proteja del pervertido de mi padre y de comadreja Potter.

 

La rubia acariciaba los cabellos del hombre que tenía en su regazo, ambos acostados en la gran cama nupcial. Cuando siendo casi una niña se presento ante el Príncipe de Slytherin y le propuso el trato más descabellado de su vida, se preparó para lo que fuese. Menos para esto.

 

Si debía ser sincera ella amaba a Draco. Sabía de sus inclinaciones cuando, como buena serpiente, trazó sus planes de conquista y le ofreció lo único que un Malfoy no puede rechazar: complicidad y devoción incondicional. Ser su amiga y su puta particular. Pero por sobretodo, ser su socia, su guardiana y protectora. Y había funcionado. Se casaron, tuvieron un hijo que era su adoración… tenía un buen hogar, un buen matrimonio… ¿y ahora?

 

-Descuida Draco, lo solucionaremos.

 

-Amo a Sev.

 

-Lo se.

 

-Te quiero a ti.

 

-Lo se.

 

-Amo a Sev.

 

Astoria volteo los ojos. En ciertas ocasiones su dragón era tan elocuente.

 

-Dime, amor… ¿Quieres que vaya y te consiga a esa muggle? ¿Qué la convenza de ser tu esposa?

 

-¿Harías eso por mi?

 

Astoria volvió a voltear los ojos. Había veces…

 

-¡Ay dragón!  Extrañas mucho a Cissa ¿verdad?

 

-Era mi mami. Ella siempre resolvía las cosas. Como tú. Ella lo resolvía todo. Hasta lo del Señor Tenebroso lo resolvió. Dijo que el maldito mestizo no nos tocaría ni a Lucius ni a mi… y que tampoco iríamos a Askabán… y lo logró.

 

Draco parecía que iba a comenzar a gimotear y Astoria intensificó su abrazo. Ella sabía. Ella lo conocía. Podía ser un bastardo furioso y malvado para el resto. Pero en lo profundo solo era un pequeño asustado buscando esconderse tras las faldas de Narcissa. Y ahora que Narcissa no estaba…

 

Lástima que un cáncer mágico se la llevó a los pocos  años  de terminada la guerra. Lástima para ella en todo caso, que tuvo que tomar un curso intensivo de cómo ser esposa de un Malfoy sin morir en el intento. Porque si de su suegro y su marido dependiese… el apellido se hubiese extinguido hace años.

 

-No quiero perderte Astoria. Tú lo eres todo para mí. Estar contigo es como estar con mi madre nuevamente. Me siento seguro, protegido…

 

¡Merlín!  Astoria borró esa imagen mental de su cerebro. Sabía que los Black eran incestuosos pero “eso” era demasiado. Y si se guiaba por las desenfrenadas noches de alcoba que compartía con su marido… ¡Brrr!

 

-Amorcito, descuida, no me perderás. He invertido demasiado en esta relación como para dejar que una muggle sin gracia y un crio con alma de viejo me ganen.

 

-Pero yo quiero a Sev conmigo… ¡No voy a renunciar a él! No intentes interponerte o sino….

 

Malo. Malo. Ya se avecinaba el berrinche. Con el pocionista nadie compite. Si lo sabrá ella que había oído a su suegra despotricar desde su lecho de enferma. Cuando su marido, en vez de ayudarla a bien morir, rebuscaba cada callejón del mundo mágico rastreando a su Severus. Le demoró CINCO AÑOS, y dos exhumaciones clandestinas a su tumba, resignarse a que su amado no se había escondido, ni había fingido su deceso, ni se había convertido en un ente, vampiro o bichejo similar. ¡No! Simplemente había tenido la mala pata de morirse justo cuando todo se arreglaba y podía comenzar a ser feliz.

 

-Amorcito, no lo perderás, te lo prometo. Ni me perderás a mí. Ask lo arreglará todo. Tú déjame a mí. Confía en Ask.

 

Y bajó la cabeza buscando los labios de su marido  para luego seguir hasta sitios más agradables.

 

Draco suspiró y se dejo hacer. Le gustaba que se la mame. Luego le entraba un sueñecito rico y relajado. Ask era fantástica. Era como tener a Narcissa nuevamente. Ella lo arreglaba todo siempre a su favor.  Si Ask decía que convencería a la muggle de que sea su esposa es que lo haría. Así que dejó de preocuparse y comenzó a disfrutar de su mujer antes de que deje de serlo oficialmente.

 

 

 

****************

 

 

 

HARRY

 

-¡Basura, infeliz, maldito, poco hombre, cabrón…!  ¡¡¡MARICAAA!!!...

 

-Ginny…amor…

 

-No me digas amor infeliz… no soy tu amor… nunca lo fui…

 

-Eres mi esposa, la madre de mis hijos….

 

-Fui tu incubadora para procrear a la gran familia que siempre quisiste… y ni eso… yo y los niños fuimos tu premio consuelo cuando el murciélago grasiento que tenías por amante  le sirvió de cena a una serpiente.

 

-¡No te atrevas a burlarte!  ¡No de él! Severus fue un héroe. Murió por nosotros. Para construir esta paz que tenemos.

 

-Que héroe ni que niño muerto. Fue un maldito mortífago asesino de Dumbledore prostituta barata que se abría de piernas no solo para ti y Draco, sino también para Lucius Malfoy, Dumbledore, Voldemort y cualquiera que….

 

¡¡¡Plaf!!!

 

Ginny se toco la mejilla que Harry acababa de abofetear muerta de rabia. James, que junto con Albus habían  pedido permiso en Hogwarts para acompañar a su madre (apenas enterados de los últimos acontecimientos) saltó en su defensa.

 

-¡Padre, no te atrevas…!

 

Ginny volteo los ojos. Si ya se había atrevido.

 

-Déjalo James. Esto se acabó. Para siempre. Quédate con tu murciélago grasiento que yo me largó con mis hijos y no volverás a vernos las caras nunca. Te atreviste… a mi niño… te atreviste a ponerle el nombre de tu asqueroso amante a mi pequeño… de esa perra en celo.

 

Harry la miró furioso. Preguntándose como pudo estar tan ciego todos estos años. Como su carita inocente y sus modales fingidos de niña buena pudieron engañarlo.

 

-Ginny… solo quiero que sepas una última cosa.

 

La pelirroja se volteó. Esperaba una declaratoria en regla sobre que, a pesar de todo, la había  amado. Quizás una súplica para que no lo abandonara.

 

-Severus jamás se abrió de piernas para mi o para Draco. Ni siquiera para Lucius o Voldemort. Y Dumbledore fue un padre para él. Solo eso.  Quienes gustosos nos abríamos de piernas para Sev éramos los Malfoys y yo ¿y sabes porque? porque él nos hacía sentir cosas que tu jamás podrías. Y tienes razón, solo fuiste un medio para mi, el medio de tener a mis hijos… y te quería y respetaba por eso… pero ahora ya ni eso.

 

-Puta barata.

 

-Puta quizás. Pero no barata. Y no cualquier puta. La puta de Severus. Y me siento orgulloso por eso.

 

La mirada triste y confundida de sus hijos lo golpeó. Pero era algo con lo que podía lidiar aunque le doliese y lo hiciese sentir un poco culpable. La soledad en la que quedó Godric’s House cuando su esposa de años y sus retoños se marcharon sin embargo lo destrozó por completo. ¿Qué haría ahora? Estaba solo y él no sabía estar solo. Le costó cerca de una semana y una visita de Albus Severus, asegurándole que sus hijos no lo juzgaban y que pasarían las vacaciones de Hogwarts con él, salir de la apatía en la que había caído.

 

Y luego pensó que descubierto del todo  ya no tenía nada que perder en realidad. Y si mucho que ganar.

 

Una vez aceptó ser el esposo de una mujer que no amaba solo por complacer a sus amigos y por la esperanza de tener a sus  niños. Ahora el amor de su vida era a su vez un niño indefenso al cual no abandonaría a merced de unos rubios libidinosos, para que repitiesen su trágica historia de pederastia y violación. Pensar en una relación romántica con un pequeño de 6 años era por demás absurdo. Pero él lo amaría como el hijo que jamás podría tener con Severus… y haría de su niñez un paraíso. Y si debía casarse con la madre para eso, lo haría con el mismo espíritu de sacrificio con el que marchó al altar junto a Ginny. Después de todo, la tal Sam no podría ser peor que la pelirroja  ¿o si?

 

 

 

 

 

 

 

 


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