La luna atravesaba aquella oscuridad por un a pequeña rendija en lo alto de aquellas paredes invadidas en oscuridad. Un pequeño cuerpo dormitaba con las piernas cruzadas, pero la espalda erguida debido a que una cadena oxidada ajustada a un collar en el frágil cuello, le impide moverse lo suficiente como para recostarse. Dos platos a un lado del cuerpo, uno vació y con migajas de lo que fue el único alimento desde hace tres días, y el otro lleno hasta el tope de agua e incluso con un poco de moho alrededor, pero debido a la distancia en que fue colocado no lo podía disfrutar.
-Oto-san, Oka-san…- murmuraba el pequeño cuerpo, apenas moviéndose y logrando romper la cadena que lo apresaba a la fría pared cayendo rendido al suelo.
Un molesto sonido empezó a hacer eco en el lugar, cada vez más cerca hasta que el cesó. Luego de ello varios pasos empezaron a retumbar arriba del sótano donde se encontraba.
-¡Hey Umino-san creo que hay algo en ese lugar!- gritos lejanos que molestaban los sensibles oídos del Mamoru. La puerta del sótano fue tirada bruscamente, llegando pequeños trozos de ésta hasta donde se encontraba él.
-¡Aquí hay alguien!- después de ese grito, más y más voces se le unieron, al principio las reconocía a cada una, pero el sonido se fue debilitando poco a poco, siendo un “Ya estás a salvo” y una cicatriz en la nariz de un desconocido antes de caer dormido.
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Un peligris leía con su único ojo visible un reporte de periódico de esa mañana. No le agradaba que la prensa diera este tipo de información al público, prefería hacer las cosas sin alertar a las personas que no tenían nada q ue ver con el tema, pero los altos mandos decidieron dejar libre un poco de información a las prensas creyendo estúpidamente (según el peligris) que así podrían saber más de Orochimaru. Sus pensamientos fueron disipados cuando escuchó que llamaban a la puerta de su oficina.
-¿Interrumpo algo Kakashi?- preguntaba un pelicafé, su rostro era enmarcado por una cicatriz que recorría su nariz.
-¡¡Iru-chaaaaaaan!!- el peligris cambió su postura de “Comandante de la Jefatura Policiaca de Konoha” a una chibi corriendo a abrazar al recién nombrado rodeado de un aura rosa. Pero antes de alcanzar su objetivo, Iruka (Ritsuka: con una venita en la frente XD Sai: n.n) lo detuvo con un pie, dejando una marca en el rostro del Kakashi-chibi.
**.**.**. Minutos después **.**.**
-Iru-chan, eres muy cruel- Sollozaba mientras un aura oscura y deprimente le rodeaba y estaba en un rincón de la oficina. El nombrado estaba sentado enfrente del escritorio con una gotaza en la cabeza.
-Cof… cof… Comandante, vengo a recordarle del pequeño que encontramos la semana pasada.-
-…-
-*Venita incrementándose* Kakashi, te dejaré una semana entera de abstinencia si no tomas en serio tu trabajo…-
En ese momento una ráfaga llegó hasta el escritorio y un recuperado Kakashi miraba seriamente al delfín. Tanto la autora como el pelicafé caen al piso estilo animé.
-¿Ya ha despertado?- preguntó el peligris.
-Lamentablemente no *acomodándose en el asiento* pero el doctor dice que es necesario que vayamos. –
-De acuerdo, pero antes… *chibi* ¡Dame un beso Iru-chan!- decía levantando la trompa y acercándose al pelicafé que estaba sonrojado ante la gran directa.
-T-te espero en ¡el auto!... ¡Si-si! ¡En el auto!- reaccionó rápidamente para irse corriendo despavorido del lugar un Iruka-chibi. Kakashi que estaba apoyado en el escritorio cayó de cara al suelo, para después dar un suspiro y partir junto a su amante al hospital, no sin antes murmurar “me las pagarás en la noche Iru-chan”.
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Hospital Médico Konoha.
-Buenas tardes Comandante- saludaba el doctor que atendía desde hace una semana al “espécimen perfecto” según había comentado unos días antes.
-Buenas tardes ¿para que nos solicitaba?-
Los policías se encontraban en una sala de observación, de un lado estaba el “paciente” con todo el equipo médico necesario para su cuidado en un cuarto blanco, mientras del otro lado estaba un cuarto oscuro apenas iluminado por un par de lámparas. La parte que los dividía era un enorme ventanal (Ritsuka: de esos que sólo se ve de un lado n.ñ).
-Verá, hemos terminado todos los análisis, y como ya había dicho…
-“Espécimen perfecto”- dijeron a coro Kakashi e Iruka.
-Si, así es. Oído 10 veces más agudo que el de un animal salvaje, colmillos capaces de desgarrar el metal, ojos adaptados a la oscuridad…
-Si ya entendimos, ¿sólo nos llamó para decirnos sus cualidades?-
-No, no sólo eso Comandante, la primer cosa asombrosa de él es el collar que lleva puesto. Como sabrán todos los Mamoru poseen collares con el nombre de sus dueños.
-Pero eso es algo común, incluso los Mamoru hogareños tienen el propio. –comentó Iruka extrañando.
-Allí es donde difiere, este collar es imposible de quitar a menos de que el dueño lo desee, tiene un mecanismo tal, que si lo tratáramos de quitar por la fuerza podría desgarrarle la garganta. Pero el detalle es que falta la placa de identificación.
-¿Placa de identificación?
-Así es, al parecer este pequeño tiene alrededor de 10 años, y es común, no más bien una regla que cualquier Mamoru debe cumplir; es decir, tener una placa de identificación con el nombre de su dueño. La verdad, me extrañana que este espécimen estuviera en ese lugar.
-¿A dónde quiere llegar con esto?- preguntó cansado de tanto rodeo Kakashi.
Pero antes de que el médico respondiera unos alaridos y gritos inundaron la otra habitación.
El pequeño había despertado.
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Mientras en otro lugar, más específicamente en la provincia Uchiha a las afueras de Konoha.
-¡Aniki! Me prometiste que me ibas a enseñar esgrima ¡HOY!- reprochaba un pequeño de cabello negro azabache y piel nívea (Ritsuka: ¬¬* No creo que no sepan quien es) a su hermano mayor, que era muy parecido a el, excepto que su piel era levemente más oscura y ojeras muy remarcada, así como el cabello negro grisáceo.
-Lo siento Sasuke, pero Oto-san me dio un encargo que debo hace hoy en la tarde con la Hokage en la ciudad.- le calmaba con una sonrisa.
-¡Pero..!- seguía reclamando el pequeño con un puchero en los labios.
Ante esto el mayor le pidió que se acercara después de calzarse los zapatos. Cuando el pequeño se acerco sólo sintió un leve golpecito en su frente con dos dedos de su hermano, una rara manera de cariño entre hermano mayor a menor.
-Nos vemos en la noche Ototo-baka.- y sin más partió.
-Itachi ¡baka!- gritó a todo pulmón siendo escuchado por su el mayor que sonreía ante lo infantil que era su hermanito menor.
Ahora el pequeño aburrido caminaba sin rumbo, hasta que dio una vuelta en uno de los pasillos y se topó con alguien y perdió el equilibrio cayendo al suelo.
-¡Oh! Perdone Sasuke-kun.- una voz gentil y suave. Sasuke que hasta el momento tenía los ojos cerrados se encontró con una mujer de unos treinta y tantos, su cabello largo y lacio de color negro caía suavemente en su espalda, sus ojos negros demostraban la amabilidad y calma con que tomaba las cosas, enmarcado por su piel nívea que se veía suave al contacto. Traía un vestido sencillo color café junto a un mandil de un tono similar. Aunque sobre su lacia cabellera sobresalían un par de orejas negras así como al final de la espalda se movía suavemente una cola del mismo color. Un collar en el cuello con una placa de identificación “Mikoto” decía en la parte delantera y atrás venía el nombre del padre de Sasuke.
-No se preocupe Mikoto-san- dijo mirando fijamente el rostro de la Mamoru con un semblante triste.
-Por cierto Sasuke-kun, su padre desea verlo.- dio una reverencia y siguió su camino.