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Dresses and Ribbons por Ainu

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Notas del fanfic:

Para ubicar un poco esto sería recomendable haber leído el capítulo 37 del manga ^^ más que nada para ubicar a Nina Hopkins y hacerse una imagen de cómo es xD

Notas del capitulo: Pues nada, fic nuevo xD vuelvo con Kuro, ya seguiré escribiendo originales. De momento, un Nina Hopkins x Maylene ^^ bendito fanservice de kuroshitsuji creado por yana toboso xDD

Lectura!



Maylene cogió un pequeño trapo gris, suspirando. Ya era la quinta vez por lo menos que tenía que limpiar el pasamanos porque se había equivocado de bote y había vuelto a echar la cera para zapatos del Bocchan. ¡Y a quién se le ocurría poner el barniz junto a la cera!, masculló por lo bajo volviendo a pasar el trapo. Frotó concienzudamente, tratando de quitar una mancha. Agotada su paciencia, trató de escabullirse escaleras abajo, mirando a todos lados sucesivamente, por si acaso Sebastian rondaba por el recibidor.
Entró en la cocina, dirigiéndose al armario de la limpieza. Pasándose una mano por la frente y esbozando una sonrisa, dejó cada cosa en su sitio, colocándose las grandes gafas redondas. Se quitó el trapo que cubría su pelo, lanzándolo al cesto de la ropa que más tarde tendría que lavar. Trapos, trapos, y más trapos. Esbozó una sonrisa para sí, felicitándose tanto por el trabajo realizado como por lograr escapar de su amado Sebastian. ¡No era su culpa que las manchas no se quitasen!

Ciel paseaba la vista por el periódico de la mañana, con gesto aburrido. Su otra mano tamborileaba levemente contra la mesa, a un ritmo acompasado. Recorría velozmente las líneas, captando la información. Lo típico, fiestas de máscaras, bailes, las nuevas empresas, alguna huelga en alguna fábrica. Todo eso ya estaba muy visto por él, se dijo mientras doblada el periódico y lo dejaba sobre la mesa. Alzó la vista, musitando un seco "Adelante" al escuchar unos toques en la puerta. Sebastian, pulcramente vestido, como siempre, entró cargando con una pequeña bandeja de plata. Sobre ésta había una pequeña tetera, una taza humeante y un azucarero de porcelana. El mayordomo avanzó hasta el escritorio, inclinando reverencialmente la cabeza. Dejó la bandeja en la mesa, sirviendo las acostumbradas cucharadas de azúcar al té. Junto a la tetera, un plato con pastas. Ciel ladeó la cabeza, ligeramente confuso:
-Sebastian, no te he pedido pastas.
-Bocchan, últimamente casi no come, un aperitivo no podrá haceros mucho daño.-musitó curvando sus labios en una sonrisa. Tras depositar el plato en la mesa, dio media vuelta.-Si el Bocchan necesita algo, no dude en avisarme...
-Por supuesto.-respondió con la vista clavada en el líquido rojizo. La puerta se cerró con un pequeño chasquido, haciendo que cerrase los ojos con lentitud.
-Pastas...-musitó para sí cogiendo una. Mirándola con desconfianza, la sumergió en el té, sosteniéndola luego frente a sí. Observó las gotas que caían de nuevo a la taza, una tras otra y con una marcada lentitud. Sobresaltado por el sonido del teléfono, soltó la galleta, que cayó de nuevo a la taza salpicándolo todo. Descolgó el pequeño teléfono negro, con los ojos abiertos de par en par:
-¿Diga?
-¿Ciel-san?-escuchó desde el otro lado.
-¿Nina Hopkins? ¿De qué se trata?

Maylene caminaba por los pasillos, con aire distraído. Por una vez en la mansión se respiraba paz y tranquilidad. Ningún intruso, ningún encargo... Cogió aire, soltándolo rápidamente y esbozando una sonrisa de auténtica felicidad. Se estiró, alzándose sobre las puntas de sus zapatos y cruzando sus brazos detrás de su nuca. Y lucía un día despejado y soleado, pensó mirando por uno de los altos ventanales del pasillo. Afuera, los jardines estaban verdes y bien cuidados... O eso parecía a primera vista. La sirvienta arrugó el ceño, acercándose al cristal. Tal y como había pensado en un principio, aquella mancha amarilla al pie de un árbol no era un saco, sino Finnian durmiendo plácidamente. Sonrió, cabeceando. Se volvió a felicitar, y estaba perdida en sus pensamientos cuando una mano se posó en su hombro con delicadeza.
-Maylene-san, Bocchan te llama a su despacho.
Con un pequeño grito, Maylene se giró rápidamente, ondeando su falda del uniforme azul oscuro. Sebastian la miraba con una amplia sonrisa, señalando de paso y de forma desinteresada las escaleras que bajaban al recibidor. Ruborizándose, Maylene corrió por los pasillos tratando de no tropezar casi con su propia sombra.

Abrió la hoja con lentitud, respirando rápidamente debido a la corta carrera por la mansión Phantomhive. Resoplando, no le dio tiempo a abrir la puerta del todo cuando una mano enguantada tiró de ella hacia el interior. A continuación, y sin darla tiempo a reaccionar, dos manos recorrieron su talle, abrazándola por la cintura. Los largos y estilizados dedos ensortijaron un par de mechones de su pelo granate. Al mismo tiempo, sintió un aliento rozando su oreja y su cuello en un leve soplo. Con un escalofrío, trató de soltarse ante la desinteresada mirada del Bocchan, quien bebía té hojeando unos informes de la Reina.
-¡Bocchan!
-Maylene, querida, cuánto tiempo.
Maylene giró el rostro bruscamente, de modo que los labios que se disponían a besarla toparon con su sonrojada mejilla.
-Miss Nina.-replicó con voz quebrada. Sus piernas temblaron, mientras su rostro iba tornándose completamente rojo.-C-Cuánto tiempo...
-Te dije que te pasases por mi taller...-deslizó una de sus manos sobre las medias de Maylene, levantando de paso la larga falda y el delantal.-...Y no me hiciste caso, así que he tenido que volver a visitar al Conde...
Oportunamente para Maylene, Ciel levantó la vista de los documentos, alzando una ceja ante el extraño espectáculo. Nina Hopkins, su modista personal, abrazaba cariñosamente a Maylene, quien intentaba quitársela de encima. Tosió falsamente, observando la reacción de Nina. Tal y como era de esperar, le fulminó imperceptiblemente con la mirada y se apartó de la sirvienta, sonriendo.
-Maylene, esta vez no se trata de que Nina tenga que hacerme trajes a mí, si no a ti y al resto de empleados.
-¿¡Bocchan!?
-¿Hay algún problema con ello? Dentro de poco cambiaremos de estación, y dudo que os valgan los trajes de la anterior temporada. Luego Sebastian avisará a Bard y a Finnian. Nina.-dijo dirigiéndose de nuevo a la modista.-Ve a cualquiera de las habitaciones comunes, están limpias y ordenadas, espero que alguna te sirva.
-¡Será perfecto, Ciel! Gracias por dejar que me encargue de los trajes, de todas formas, dudo que haya alguien que pueda diseñar la ropa mejor que yo.-dijo apoyando las manos en la mesa con fuerza. La taza de porcelana tintineó levemente, agitando su contenido. Ciel dejó pasar el brillo en los ojos de Nina, así que las despachó con un gesto.
-Infórmame cuando termines para que avise al resto.

-También la camisa.
-¡S-Solo son medidas!
-¿Y qué? ¿No querrás que quede horriblemente mal, verdad?
-No...
-Así me gusta.
Nina pasó un metro de tela alrededor de la cintura de Maylene, ciñéndolo y anotando la medida con rapidez en un pedazo de papel. Soltó la cinta de tela, dejándola sobre una mesa de madera junto a la hoja y el carboncillo. Desabotonó el cuello de la camisa de Maylene, ignorando sus quejas y quitándole la prenda lanzándola a la mesa. Esbozó una sonrisa, observando sus curvas. Delgada, pálida como buen sirviente de un aristócrata, ni plana ni voluptuosa, con piernas y brazos estilizados, un pelo rojo bastante bonito recogido en dos coletas... Y aquellas gafas redondas, enormes y totalmente antiestéticas. Frunció los labios, esbozando un mohín mientras le quitaba las gafas. Como era de esperar, Maylene empezó a quejarse de su ceguera.
-Nina, mis gafas...
-La culpa es tuya por no querer cambiarlas cuando se te ofreció la oportunidad.-sentenció rescatando el metro de debajo de varias prendas. Con gesto serio, continuó tomando medidas del cuerpo de la sirvienta.
Maylene observaba sus movimientos, ensimismada. Rodeaba su piel con la cinta de tela, anotaba y repetía el procedimiento. Sin poder evitarlo, la cercanía de aquella mujer la ponía nerviosa. De siempre; no es que le disgustase su compañía, era simplemente que no se sentía del todo a gusto. Como si faltase alguna pieza.
-¿Maylene?
-¿Eh? ¿S-Sí?
-¿Te pasa algo? Ya casi hemos terminado...
-¡N-No!
Suspiró, dejando el metro sobre la ropa. Se cruzó de brazos, colocándose las gafas con gesto serio mientras seguía observando a Maylene con ojo crítico. Ella, por su parte, preguntaba si podía bajar de la pequeña tabla que la alzaba un poco del suelo. Nina se mordió el labio, bajando la vista. Como era común en Maylene, tropezó con Dios sabría qué objeto invisible, cayendo sobre la modista. En el suelo, Nina la miró fijamente, mientras Maylene se rascaba la cabeza con aturdimiento.
-¿Nina-san? ¿Eh? ¡Gomenasai!-se disculpó yendo a incorporarse. Nina la detuvo, sujetando su muñeca con una de sus manos enguantadas.-¿Ni...?
Ambos guantes cayeron a un lado, retirados rápidamente por su portadora. Uno de los estilizados dedos de Nina rozó sus labios, callándola.
-Maylene, ¿nunca te han dicho que hablas demasiado?
-Gomen...
-Y que te disculpas demasiado, también.-susurró delineando sus labios. Maylene estaba estática, sin saber muy bien qué hacer. Lo lógico sería levantarse, vestirse e irse, pero sus piernas no le respondían. Debajo de ella, Nina parecía mantener una perfecta calma, con su peinado intacto y sus ojos mirándola fijamente. Se obligó a apartar la mirada, cohibída. Sacándola de sus pensamientos, Nina tosió falsamente, haciendo un amago de levantarse.

Nina observó los mecánicos y torpes movimientos de Maylene, como se levantaba e iba a por todas las prendas de su complicado traje. Se levantó, sacudiéndose la falda y avanzando un par de pasos. Rodeó la cintura de la sirvienta con sus brazos lentamente, intentando que no se sobresaltara.
-Cualquier día te dará un infarto, Maylene...
-¿Por qué, Miss Nina?
-Te sobresaltas con facilidad.-dijo sonriente y apoyando su cabeza en el hombro desnudo de Maylene. …sta la miró desconcertada, con la camisa en la mano. Una de las manos de Nina bajó por su brazo, cerrándose en torno a su muñeca y obligándola a soltar la prenda. Al mismo tiempo, la otra mano acarició su cuello, rozó su vientre y danzó sobre las ligas de encaje. Esbozó algo parecido a una sonrisa cuando Maylene se estremeció, musitando torpemente algo sobre "Dejarla en paz". Acercó su rostro a su oído, soplando levemente.
-M...
-Keh.-emitió una carcajada seca, leve, más en un susurro que en una palabra concreta. Maylene volvió a estremecerse, arrancándole otra sonrisa. Giró su cuerpo, dejándola de cara a ella y de espaldas al montón de ropa desordenada, recorriendo su cuerpo con la vista.-No está mal...
-¿Q-Qué cosa?
Emitiendo una risa queda, se inclinó sobre ella, apoyando las manos a ambos lados impidiéndola cualquier intento de huida. Varios mechones de pelo rozaron el rostro de Maylene, haciendo que intentara apartarse. Nina sujetó su mentón, acercándola de nuevo hacia sí. Unió sus labios con fuerza, incluso con una cierta brusquedad. La mano bajó hasta su clavícula, para descender un poco.
-Ni...!!-.Ahogó la frase en un quejido cuando Nina la besó de nuevo, apretando levemente uno de sus pechos con una mano y acariciando su cintura con la otra. Coló una de sus piernas entre las suyas, sujetándola por la cadera para levantarla y sentarla en la repleta mesa. La mitad de los carboncillos, prendas y hojas cayeron al suelo con un ligero estruendo.

De un par de rápidos movimientos, y entreteniendo a Maylene a base de besos y mordiscos por su cuello y hombros, Nina rescató de pura casualidad una cinta azul oscura del traje antiguo. La deslizó por las muñecas de Maylene, apoyadas en la mesa y en el montón de ropa. Tras anudarla, volvió a situar su rostro a escasos milímetros del de Maylene, sonriendo.
-Al Conde no le importará que tarde un poco más de lo habitual, ¿no?
-Pero al Bocchan...
-¡Dah! Puede esperar, y el resto también. Y luego diseñaré un traje especial para ti.
-¿Traje especial?
-Sí, con muchos lazos...-mientras iba hablando, ensortijaba varios mechones de pelo y recorría su cuerpo con la mano libre. Maylene fue a mover las manos, encontrándolas inmovilizadas. Nina agrandó su sonrisa, ladeando el rostro de forma infantil.-Como ese, por ejemplo...

Notas finales: Quería escribir algo simple de estas dos, así que este ha sido el resultado. Lo de siempre, reviews, tartas, etc...

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