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Pesadillas por maiikaulitz

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+Pesadillas+


Era media noche, la luna amarilla y redonda, se reflejaba en el ventanal de su habitación. Las cortinas se volaban, por la corriente de aire que recorría el recinto. Abrió sus ojos de golpe, se tapó su ojo derecho. Se sentó en la cama, puso su cabeza entre sus piernas, y comenzó a llorar. No pudo evitarlo, había sido una pesadilla muy fuerte. Tampoco pudo evitar pronunciar ese nombre, tan familiar entre sus labios.

-Sebastian- Alcanzó a murmurar entre sollozos. En una fracción de segundo, la figura del mayordomo se hizo presente en sus aposentos.

-¿Que le sucede Boochan?-Hizo una pausa, esperando una respuesta, pero como esta no llegó, continuó con el interrogatorio. Posó su mirada sobre la del menor, y descubrió que estaba llorando.- ¿A caso esta llorando Boochan?-Acercó su rostro al del menor, para ver mejor sus orbes llorosas.

-No me mires, Sebastian. No quiero ser vulnerable a tus ojos.-Volteó su cabeza al lado contrario, para que su mayordomo no lo mirase.

-Pero, Boochan, usted siempre es vulnerable a mis ojos, después de todo…-Hizo una pequeña pausa. Una sonrisa se curvó en su rostro.-Después de todo, usted es un humano, un simple, estúpido y vulnerable humano.-Atónito, Ciel volteó nuevamente su mirada, encontrándose con la del demonio.

-No empieces de nuevo, no ahora-Las lágrimas comenzaron a caer de nuevo, pero, esta vez, no por el miedo, sino, por la rabia e impotencia, que las palabras del mayor le habían provocado. El mayordomo lo miro a los ojos, preocupado, porque había empeorado la situación, como un autentico idiota.

-Lamento tanto lo que hice, Boochan, ¿Quiere que me retire?- El niño lo miró por tercera vez a los ojos, obviando su respuesta. El mayor hizo un ademán de retirarse, pero el menor se lo impidió, tomándolo del ante brazo.

-¿Qué intentas hacer?, idiota-El mayordomo, por segunda vez en la noche, curvó una sonrisa.-Quédate conmigo hasta que amanezca.-El mayordomo lo miró a los ojos, y con su mano izquierda, acarició su mejilla. Luego, posó su mano en la barbilla del menor, y la levantó, bruscamente. Acercó sus labios a los pequeños y rosaditos de su contrario, y los besó, sin más rodeos. Un beso tierno y empalagoso, como una cucharada de miel, pero, para desgracia del mayor, corto. Pues la falta de oxígeno se había hecho presente.
Las mejillas del conde se tiñeron de rosa, mientras abrazaba a su mayordomo, su fiel y leal mayordomo.-Gracias-Murmuró en su oreja derecha. El mayor soltó una risita burlona, y le respondió:
-¿Cómo podría ser su mayordomo, si fuera incapaz de llevar a cabo una tarea tan sencilla como esa?
-¬¬ baka, cállate y entra de una buena vez en la cama-


-Yes, my lord-

El radiante y rojizo astro rey, se abría paso en el firmamento, colando sus rayos por el ventanal de la habitación del conde. En la cama, el menor y su mayordomo
Descansaban.
Desgraciadamente, ya era de día, y el mayordomo debía despertarse, para comenzar sus labores diarias. Se movió un poco, para separar su cuerpo del niño, pero este no quería dejarlo escapar de sus brazos. Eso, por supuesto, no le desagradó para nada al mayordomo, que, en realidad, no tenía intención alguna de separarse de ese pequeño cuerpo, que descansaba a su lado.

El reloj de bolsillo del mayor, que estaba en la mesa de noche, marcaba las 11:30, “demasiado tarde”. Murmuro el de ojos rubí, mientras, con pesadez, levantaba al pequeño conde en brazos y lo llevaba al baño.

Sintió que alguien lo tomaba en brazos, y despertó en el acto. Miró hacia arriba, mientras se tallaba los ojos.

-¿Sebastian?-Pregunto, casi inaudible.- ¿Qué hora es?-El demonio lo miró burlonamente, y le dio un besito en la punta de la nariz.

-Las 11:30, se levantó justo para la hora del baño, Boochan-Una espléndida sonrisa surcó su rostro, mientras el niño se sonrojaba hasta las orejas. Miró nuevamente al mayor, esta vez con el rostro serio y autoritario.

-Entonces que esperas, borra esa estúpida sonrisa de tu cara, y báñame de una vez-Ordenó el conde mientras intentaba bajarse de los brazos del mayor. Pero el mayordomo no aflojó el agarre, lo apretó más a su pecho, y le susurro en el oído, casi como un soplo del viento:

-Yes, my lord-


Notas finales: Dejen reviews pliss

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