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La Promesa por GiselleNoire

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Notas del fanfic:

Naruto no me pertenece.

Siento que no estoy haciendo bien esto de públicar, ¡lo lamento!, soy novata.

Notas del capitulo: ¡Hola!, este es mi primer fanfic yaoi SasuNaru, y en realidad no hay mucho que mostrar. Es una historia muy sencilla y es, prácticamente, shonen-ai. Me inspire en un cuento que me gusta mucho y que siempre tuve la intención de adaptar (con cambios, muchos de ellos). Espero le den una oportunidad ;)
Mikoto nunca podría olvidar la promesa que se había hecho a sí misma en honor a la memoria de su esposo muerto en la guerra, hacía ya algunos años. Sin embargo, su corazón de madre se encogió al ver al jovencito que precisaba con urgencia de su ayuda. Lo cierto era qué, a pesar de pertenecer al ejercito enemigo, no podía concebir que siendo aún un niño, participara por voluntad propia de una guerra que terminaría en cualquier momento, con el regusto de la amarga victoria para Japón. Se llevó una mano al pecho y apretó su agarre a la puerta de su humilde hogar, aferrándose a ella para no desfallecer.
Mikoto se concentró una vez más en la menuda figura que descansaba en la camilla, no queriendo observar las ajetreadas calles. En ellas, la gente se apresuraba a auxiliar a los soldados heridos. Se escuchaban los lamentos, los llantos desesperados y los gritos de dolor.
El oficial esperaba ansioso una respuesta, y carraspeó para llamar su atención.
Mikoto, con lagrimas en los ojos, sólo pudo decir que si.

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Al enviudar, Mikoto había cambiado completamente para convertirse en una mujer orgullosa y sumamente reservada, pero innegablemente gentil para con quienes precisaran su ayuda, especialmente en aquellos tiempos tan proclives a enfrentamientos bélicos. Aún así, Sasuke no pudo comprender porqué su madre había obrado de esa manera. Ella se había aferrado a sus dos hijos, apenas unos niños, al quedarse sola. Y en esta ocasión, solamente los había conservado, ya mayores, bajo su ala protectora simplemente porqué Itachi, su hijo mayor, tenía una enfermedad terminal que le impedía ir al campo de batalla, y Sasuke, su hijo menor, era su único apoyo, y en quién recaían todas las responsabilidades que antaño le habían pertenecido a su padre.
Sasuke observó como su cariñosa madre revisaba los vendajes del enemigo desde su posición bajo el umbral de la habitación de huéspedes.
-¿Porqué…?
Mikoto lo interrumpió:
-No lo comprenderías, Sasuke –lo miró afectivamente y enjuago un paño para bajar la fiebre del herido-. Sé qué hice una promesa de odiar a todo aquél que tenga algo que ver con quienes asesinaron a Fugaku –hizo una pausa, presionando el paño en la cálida frente-, pero, podría tratarse de mi hijo…
Mikoto se detuvo y después no dijo nada más. El joven en la cama gimió, Sasuke lo miró atentamente y pensó que aquello no tenía sentido. Pero era su madre después de todo, y nunca le llevaría la contraría en ninguno de sus deseos.

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Dos noches después, fue el turno de Sasuke de cuidar del herido mientras la luna refulgía en el oscuro cielo. Antes lo había hecho si hermano, que aunque débil, se había esforzado por mantenerse despierto, entonces él lo sucedió. No le agradaba la idea, pero el estado de su hermano ya era bastante malo. Todos en la casa parecían unidos por la causa, pero Sasuke sólo quería que se fuera. Había aprendido a ser egoísta con las personas que quería, y había adoptado la promesa de su madre como una causa propia, y aquellas palabras eran sagradas para él. Lo que no sabía, era que Mikoto había proclamado ese juramento, sin pensarlo realmente, en un momento de intenso dolor. Y para ese entonces, carecía de sentido y obligación.

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Naruto, como recordó llamarse en el instante de recobrar el conocimiento, abrió sus ojos a la oscuridad del cuarto que lo acogía, y no pudo más que gemir de sorpresa al encontrarse con rostro que no le era en lo absoluto familiar mirarlo con cierta indiferencia que, en aquellos primeros segundos de lucidez, le resulto una expresión terriblemente austera.
La llama de una vela flameaba en alguna parte de la habitación, e iluminaba débilmente el rostro pálido que no dejaba de mirarlo. Nervioso, dio una rápida ojeada a su alrededor, y su mirada cristalina se concentró en el pequeño fuego que brillaba a su lado, sobre la mesa de noche.
Aquel resplandor le rememoró la guerra, el amargo recuerdo del combate al que había sido obligado a formar parte. Tenso, tuvo un acceso de arcadas, y estuvo a punto de vomitar cuando los últimos acontecimientos volvieron a aplacar su turbada mente.
Luego de eso, perdió las fuerzas para continuar despierto.

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Al transcurrir una semana, Mikoto pudo apreciar cómo Naruto se recuperaba cada vez más rápido y mejoraban sus heridas, que no eran tan alarmantes como en un principio había temido. Ya podía caminar sin sentir que perdía las fuerzas, y resultaba una agradable compañía la mayoría del tiempo. Su humor siempre era el mejor y una vez se le hubiera explicado todo, había agradecido profundamente la hospitalidad a la familia.
Se llevaba de maravilla con Itachi, con quien compartía la mayor parte del día, ya que no quería incomodar a Mikoto en sus quehaceres ahora que no dependía de sus cuidados a todas horas. Con Sasuke, a quien recordaba con un sonrojo desde que se había convertido en la primera persona que viera cuando hubo despertado, no había relación alguna. …l parecía odiarlo, y Naruto podía comprenderlo perfectamente. Todavía se sentía incomodo al saberse un enemigo, y pretendía causar las menores molestias que le fueran posibles. Y era plenamente conciente de la enorme deuda que tenía con la familia Uchiha.

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Mikoto entró en la cocina, dónde Naruto se había refugiado después de su acostumbrada charla con Itachi, que se mostraba más cansado que de costumbre y a quién había decidido dejar reposar tranquilo.
Mikoto le sonrió al verlo y le mostró lo que traía en las manos: su uniforme, que presentaba un aspecto más limpio que nunca. Naruto se sonrojo y se sintió realmente mal, y buscó un tema de conversación que hiciera a un lado la incomoda situación que había provocado sin querer.
-No vas a necesitarlo, ¿verdad?
Naruto negó rápidamente con la cabeza, sin querer mirarla a los ojos. Mikoto no había tenido la intención de cohibirlo de aquella manera, sólo quería que supiera que no le guardaba ningún rencor. Hizo un bollo la ropa y se sentó a su lado, dejando el uniforme apartado. Le sonrió con amabilidad.
-Entonces, ¿Qué hay de tus padres?
-Murieron.
Naruto todavía no levantaba la mirada de la madera pulida de la mesa.
-Lo lamento
Naruto se encogió de hombros, restándole importancia, e intento sonreír para aligerar la atmósfera.
-No importa, en realidad nunca supe nada de ellos.
Mikoto le correspondió a la sonrisa con una igual, pero verdadera y amablemente le ofreció:
-¿Tienes hambre, quieres un poco de ramen?
Asintió, ya de mucho mejor humor. En su corta estadía en la casa Uchiha, Naruto había aprendido que amaba el ramen.
-Claro, gracias.
Y otra cosa que también amaba, era aquella sensación de paz que le brindaba Mikoto. De haber tenido una madre, pensó, le hubiera encantado que fuera tan dulce como ella.

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Cada vez que Naruto intentaba algún acercamiento con Sasuke, este se mostraba arisco y lo miraba con desdén. Había aceptado que no le dijera que se largase simplemente porqué a mi Mikoto la hubiera hecho infeliz, así que desde aquel momento, procuraba no causarle mayores molestias. Estaba decidido a irse en cuanto pudiera, no sin antes devolverles el favor de alguna forma. Con la cantidad de heridos y muertos y con la guerra perdida, su país tardaría algún tiempo en llevarle de egreso a su hogar, así que podría pensar en la manera adecuada de hacerlo.
Esa noche se mostraba especialmente propicia para dar un paseo, así que Naruto decidió salir al jardín. Sin embargo, se dio la media vuelta dispuesto a marcharse con presteza por donde había llegado. Sasuke estaba sentado bajo el alero. Sin apenas dar un paso, escucho asombrado que la suave, grave voz de Sasuke pronunciaba su nombre.
-Naruto.
Se giró, como si aquel extrañamente gentil llamado hubiera sido una orden y observó el rostro sereno iluminado por la luna. Era hermoso, y su piel pálida como una lápida. Pensó que el contraste entre esta y el color de su cabello era demasiado sugestivo. Hijo de la luna. Su mirada embrujaba cómo la de un gitano.
-Acércate.
Naruto siguió aquella pequeña orden cojeando levemente a causa de una lesión, y se dejo caer a su lado, sin poder quitarle la vista de encima.
-Gracias.
Naruto se mantuvo en silencio, simplemente demasiado impresionada siquiera para intentar cuestionar porqué le agradecía. No se lo había esperado ni en sus más descabellados sueños.
Sasuke concentró sus ojos en la cerca que rodeaba la casa y frunció levemente el entrecejo, sintiendo que las palabras le quemaban en cuanto las dejaba salir.
-Es extraño que te lo diga, pero, gracias… -su nuez de Adán tembló cuando trago saliva, ofuscado-, le haz hecho mucho bien a mi madre, y también a mi hermano. Especialmente a él, yo –se miró las manos, tomando valor para continuar. Naruto lo escuchaba con mucha atención -, no estoy preparado para perderlo aún…
Le costaba reconocerlo, pero desde la llegada de Naruto a sus vidas, Itachi se había sentido un poco mejor. Envidiaba aquella cualidad que tenía Naruto, era algo que no había podido hacer por si mismo.
Volvió a mirarlo, e intento sonreírle por primera vez.

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En los meses que siguieron, las cosas mejoraron. Ahora, Sasuke y Naruto eran algo así como amigos, lo que facilitaba la situación. Desde aquella pequeña confesión, y aunque no hubieran existido luego muchas más charlas relevantes, Naruto se sentía íntimamente ligado a Sasuke. De alguna manera, podría decirse que lo comprendía. Con el devenir del tiempo, había aprendido que la personalidad de aquel se debía, principalmente a que cargaba con toda la responsabilidad de la familia sobre sus hombros y que la promesa que de alguna manera parecía ya olvidada había sido crucial para su comportamiento inicial. Mikoto se la había referido, y entonces había podido entender muchas cosas.
Había sanado completamente, y se sentía mejor que nunca, así que ayudaba a Sasuke en su labor diaria, aunque este a veces solía mostrarse un tanto arisco, como al principio. Entonces Naruto le sonreía y lo molestaba hasta que se ponía más permisivo y aceptaba su ayuda. Esa era la única forma que había encontrado de devolverles la hospitalidad. Itachi acostumbraba a bromear con que no tenía porqué ser su esclavo, y entonces Sasuke se enfurruñaba y no volvía dirigirle la palabra en todo el día. Una verdadera lastima, porque Naruto realmente disfrutaba con su compañía.
Una tarde, Mikoto salió en su búsqueda con una sonrisa y un sobre en la mano, que luego le entregó diciéndole que acababa de llegar y que era para él.
Después de mirar la carta extrañado, todas sus dudas se vieron disipadas al ver el sello con el escudo de su país. Leyó atentamente el comunicado, sintiendo que aquella efímera felicidad que había sentido al saberse aceptado por primera vez en su vida se disipaba como humo. Se marcharía en una semana.

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Naruto nunca olvidaría el día en que tuvo que partir, especialmente por la tristeza de los últimos acontecimientos. Itachi había muerto, de alguna manera, su alma había expirado. En el cementerio solo había tres personas, él entre ellas. Sasuke y la amable Mikoto, ambos vestidos de negro y él, desentonando con el nuevo uniforme que le había facilitado la milicia y el que estaba obligado a llevar, miraban con profundo desasosiego la lápida erguida. Mikoto se levanto y se dio la vuelta, dispuesta a volver a su hogar a llorar por la reciente y dolorosa pérdida de su hijo. Miro a Naruto brevemente y paso por su lado dedicándole una sonrisa rota, su despedida.
Caía la tarde, y ya no podía postergar más su partida. El barco esperaba y partiría medianoche, si excepción.
-Sasuke…
…ste no se percato de sus lágrimas hasta no sentir la humedad en su rostro. Levanto la cabeza, que había mantenido baja, y la ladeo para mirar a Naruto, que se había posicionado a su lado y lo observaba fijamente, con una sombra gris en sus ojos.
Naruto.
-¿En serio vas a irte?
Naruto tuvo que asentir, aunque no comprendió exactamente el porqué de tan extraño cuestionamiento. Sin embargo, podía adivinar lo que Sasuke probablemente estuviera sintiendo. Algo que él conocía muy bien, el absoluto abandono.
Sasuke se movió para así quedar de frente, y acarició el rostro de Naruto con una mano temblorosa. Se acercó todavía más, para besarlo tan sutilmente que apenas fue un roce.
-¿Volverás algún día?
Naruto asintió, sintiendo que él también lloraba.
-Sí, algún día. Lo prometo.
Notas finales: ¡Gracias!

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