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Los simuladores por Aphrodita

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Notas del capitulo: Perdón a las fans de Byakuya”bo.
“Como sacar de sus casillas a un Noble y no morir en el intento” Por Kuchiki Rukia xD
Si se nota que Uryuu es mi personaje favorito péguenme por favor. Aunque les juro que tiene su razón de ser, no es líder -en este caso- porque sí, pero sobre eso hablaré cuando termine éste fic
Sí, no cambié el título, nada más le saqué una “s” xD Que quede así...
La primera semana fue de puro trabajo; pese a que creyeron que sera difcil de sobrellevar notaron que teniendo a Uryuu de “lder” les daba la paz y confianza que tanto necesitaban, puesto que l poda refutarles todos los “peros” dndoles bases slidas y convincentes.
Eso cavilaba Kuchiki escasos segundos antes de extender el dinero:

—No entiendo para que quieres que me haga cargo de l.
—No es de tu incumbencia —lo mir seria y tratando de parecer amenazante—. Si abres la boca olvdate de la otra parte. Si cumples con tu pacto de silencio, en un futuro podr ser muy generosa contigo.
—Soy hombre de palabra.

“Hombre”… el nio, a simple vista, no sobrepasaba los doce aos y siendo, uno, generoso. Jinta guard el fajo de billetes y blandi, como si de un arma se tratase, su bate de bisbol.
El pelirrojo le atribuy el extrao pedido al hecho no insignificante que el maldito peluche era ms molesto que un enjambre de aedes aegypti portadores del dengue. Y como bien le haba recalcado la shinigami: No era de su incumbencia.

Regres por donde haba llegado buscando su celular perdido en la cartera, marc el nmero previamente guardado en la memoria:

—Ya est.
—Perfecto Kuchiki, ahora ve a lo de Kurosaki y acta normal. A la noche sigue con el plan.
—Entendido.

El sol primaveral golpeaba, clido y reconfortante, sobre la superficie terrestre. Una suave brisa hizo ondear su solero blanco. Arrib a la casa, ingres saludando al seor de la misma y subi las escaleras rumbo al cuarto que comparta con las hermanas. Se comport natural, incluso a la noche cuando toc a la puerta del Shinigami sustituto.

—Qu sucede? Un hollow?

Porque siempre que ella apareca, el otro, tena que pensar en hollows? Kuchiki neg quitando de entre su piyama una pequea revista de tapa negra y letras doradas. Kurosaki la observ, otro de sus extraos libros?

—Gurdamelo.
—Eh! Mi habitacin no es la biblioteca —frunci su frente, pero acept el compendio cuyo ttulo deca: “Relatos sexuales. Libro de oro”

Acaso, La Vizard Lisa Yadoumaru tena algo que ver? Supo que Kuchiki era de leer novelas rosas, pero no algo de un estilo tan… explcito.

—No puedo tenerlo en el cuarto de tus hermanas —coloc sus manos en su cintura, observndolo con reproche —Gurdamelo hasta que regrese.
—Ya te vas al seireitei? Cre que te iras pasado maana —no es que el detalle le entristeciese, slo le llam la atencin.
—No, ir antes a lo de Inoue —no acot nada ms, Ishida fue puntual con lo de “sutil”
—A qu? —Desde cundo esas dos eran grandes amigas? No recordaba que Rukia fuese a visitarla, ni menos que se quedase a dormir.
—Me “ensear” a cocinar, miraremos pelculas, hablaremos mal de ti… cosas de mujeres.

Sus ojos y gesto cansino parecan expresar: “Qu demonios te interesa, Ichigo?”

—Bueno, ir a prepararme —la joven elev un brazo en un gesto de saludo.

Luego de que parti, el chico observ curioso la modesta revista para de inmediato esconderla dentro de su ropero junto al resto de los libros de la dama. Baj a la sala, notando que como bien haba profesado, se estaba alistando.

—Waou… Rukia —fue Isshin quien repar en ese detalle—Que bella te has puesto Adonde irs?
—A la casa de una amiga, seor —le sonri de manera exagerada.
—Yo dira que ms que ir a lo de una amiga, va a lo de un amigo.
—Karin! —reproch la menor de la familia, sentada a su lado.
—Creme Yuzu… algn da entenders porque digo lo que digo.

Ichigo frunci su frente realizando un esfuerzo sobre humano para no acotar nada al respecto pero desde cundo se perfumaba para visitar a Orihime?, busc un vaso y simul prestarle ms atencin al jugo que se serva.

Cuando la shinigami salud en general y ya lista parti, en la entrada principal, Kurosaki la fren asindole con fuerza el brazo. La mir, circunspecto:

—Pasa algo Rukia?
—Algo como… Qu?

Kuchiki temi… la sutileza que le remarc Ishida se estaba yendo por el retrete.

—En la sociedad de almas —pens, con veracidad, que no era tan descabellado que la otra quisiese ocultrselo. Pruebas en el pasado, las hubo.
—Ichigo —suspir, ms aliviada—; ven —lo jal de un brazo y lo arrastr consigo—, la noche est agradable, acompame a lo de Inoue.
—Pero…
—Ya… admito que tienes motivos para no confiar en m; irme as, antes de tiempo, pero creme Ichigo, no estoy en problemas esta vez. Adems te promet que te sera sincera contndotelo todo respecto a la Soul society.

Ichigo se sinti idiota en extremo, no slo por haber desconfiado de Rukia, si no por haberla orillado a hacer eso, sin necesidad, como si buscase probarle algo que en tal caso, no corresponda. Si ella quera irse antes o pasar un tiempo en otro lugar no tena razones para no creerle o peor an, para pensar que podra ser imposible.

La cara de Inoue al ver al shinigami sustituto en la puerta de su casa a esas horas fue todo un poema. No necesit ms que la mirada de su amiga para comprender que deba seguirle la corriente. Kurosaki la dej all y se march, rumbo a su casa, sin dejar de sentirse estpido por su comportamiento; ni que fuese un novio celoso.

***

El clima en la sociedad de almas siempre era bueno, salvo en contadas ocasiones. El contraste para la muchacha fue notorio: el sol resplandeca con fuerza en el despejado cielo azulino; y unas pocas nubes que no lograban opacar al Astro Rey.

Lo primero era dar con algunos tenientes, menester hablar con Kira, Hisagi y Matsumoto, el resto estaba por verse, tampoco busc dejar una impresin semejante de su pelirrojo amigo a todo el seireitei.

Sin dudas, el rubio, era el ms preocupado:

—Pues s —reconoci—ltimamente bebe demasiado.
—Pero Abarai siempre fue as —cavil el noveno fukutaichou.
—Por eso… —la shinigami cerr por un momento sus ojos, simulando preocupacin—No es bueno para l, despus de lo que pas en el mundo humano.
—Lo entendemos —el segundo al mando del tercer escuadrn le regal una franca sonrisa.
—La verdad es que yo no.
—Es algo muy personal —remarc Kuchiki, ya lo haba mencionado minutos antes al inicio de la conversacin —es importante que adems l no sepa que yo habl de esto con ustedes, se podra ofender…
—Abarai? Lo dudo —el portador del tatuaje que rezaba sesenta y nueve se cruz de brazos—; no se ofendera porque alguien se preocupase por l.
—Lo temo, porque no est en sus mejores das.
—Eso es cierto —Kira elev sus cejas asintiendo con calma reiteradas veces.

Desde que Renji haba regresado del sekai portaba un humor algo extrao, que no era explosivo o denotaba, siquiera, una depresin, pero nadie poda negar que se mostraba ms introspectivo que nunca.

—Su ultima borrachera en el mundo humano fue una… vergenza —minti la pelinegro.
—Tranquila Kuchiki… —le sonri el rubio—nosotros le quitaremos el alcohol.
—S, podemos hablar con Satou —el dueo del bar—para que no le venda.
—Gracias —profes con voz quebrada—si podran comunicrselo a Matsumoto… para que no beba con ella, sino no tiene gracia que le pida a ustedes...
—Lo haremos —Shuuhei an no estaba muy convencido de la peticin.

Quitarle el sake a Abarai era similar a quitarle la leche materna a un recin nacido. Eso podra ponerlo, en verdad, de muy mal humor, empero no quitaba de lado que tenan razn: Si estaba pasando por un mal momento, el alcohol no era buen compaero.

—Eso s, por favor, sean sutiles —remarc la chica—: Si Abarai sabe que habl con ustedes o se da cuenta de que buscan quitarle el sake…
—Ya… —reiter el rubio—djalo en nuestras manos, le diremos que hubo algn problema con… el abastecimiento de las bebidas.

Rukia vio como los dos tenientes marchaban juntos dialogando entre ellos, plasm una pequea sonrisa, apenas perceptible… hasta el momento todo marchaba ms que bien, el siguiente paso era hablar con su propio capitn quien tena la capacidad de influir, apenas un poco, en las decisiones de su hermano.

No sera fcil convencerlo a Byakuya, pero estaba segura que si le planteaba a Ukitake algo similar a lo que le expres a los dos tenientes anteriores, Juushirou no tardara en proponer que Renji fuese de patrullaje al mundo humano, en concreto a Karakura, para des-estresarse.

Eso s, elemental fue, apenas pens en esto, realizar las dos labores al mismo tiempo. Ishida le haba remarcado que s o s Abarai tena que estar el mircoles en Karakura. Era momento de empezar, aunque no le gustaba ni una pizca hacerle todas esas cosas a su querido “nii-sama”

***

El pelirrojo estornud con estrpito.

—Salud —el rubio le regal una sonrisa amplia para continuar hablando—: Ya te dije Abarai, no s qu ha pasado con el sake pero el cargamento nunca lleg, adems para qu quieres beber? Estamos a medio da y hoy es da laboral.

Cierto, el mentado shinigami se frot la frente para ver si as la resaca al menos menguaba. No era el fin del mundo, tampoco es que se mora por beber alcohol… o sea s, tena ganas de morir a causa de un coma alcohlico para ver si de esa forma se quitaba de la mente los desagradables recuerdos de esa noche.

En fin, ni que fuese algo tan grave… deba admitir que en parte fue su culpa, l haba orillado a Ichigo a comportarse de esa forma y quizs era eso lo que lo mortificaba tanto: comprender que por SU culpa se encontraba en ese punto, encerrado en un laberinto sin salida, desesperado, ansioso, deprimido… con ganas de beberse todo el sake del Seireitei y del mundo humano.
Que irona, pensar que esa noche todo comenz justamente por una botella de esa bebida infernal y deliciosa.

No! No corresponda echarle la culpa al alcohol, haba vivido lo suficiente como para saber los efectos que su falsa seguridad daban; lo entenda por parte del shinigami sustituto pero l no tena excusas.

Se comportaron, ambos, como dos adolescentes. Lo peor de todo era, que al fin de cuentas, ni siquiera poda ser sincero consigo mismo… lejos estaba, entonces, de conversarlo con Kurosaki.

Se despidi de su buen amigo rumbo a su propio escuadrn. No haba comenzado el da con el pie derecho, y debi suponer que el resto de la jornada sera igual o peor. …l intent, claro que s, poner su mejor cara y todo de su persona para revertir el dichoso pie izquierdo, pero no… algo o ms bien alguien se encargara de que no fuese as.

Lleg a su cuartel, mucho ms tarde de lo que tena “permitido” empero, era teniente… Slo su Capitn poda decirle algo:

—Llegas tarde, Abarai.

Y ah estaba, Kuchiki Taichou, sentado de espaldas, acabando con el esmerado poema que le haba tomado semanas realizar, al menos hasta que quedase con la perfeccin que l aspiraba.

—Otra vez —remat, sin dignarse a voltear por mera cortesa.
—Lo siento Taichou —exhal el aire atorado en sus pulmones—Quiere que le prepare un t?

El asentimiento del mayor y la huida, vertiginosa y vergonzosa, del menor. Cuanto ms lejos de Byakuya, mejor. Cuando sola tener “esos” das, mantenerse a raya era ms que prudente.

Silencio era sinnimo de salud.

Se pregunt, en la quietud de la cocina, qu pudo haberle pasado para que su sereno humor se viese con esos tintes cuasi violentos. Una manera de decir, puesto que Kuchiki no era de “explotar”.

Sonri sarcstico pensando en que los dos tenan un mal da, pero cuando era as, y l le preparaba su t favorito, Kuchiki haca su mejor esfuerzo para cambiar el nimo y tratarlo al otro como un ser humano, y no como una cosa que ocupa un espacio en su escuadrn, un aborto de la naturaleza.

Eso funcionaba… haba aprendido con Sasakibe como servir el t de manera “presentable”, clases que tom slo por su Capitn, porque Rukia le haba dicho que cuando su hermano estaba de mal humor un pequeo “mimo” era suficiente para aplacarlo.

Se sorprendi cuando, tiempo atrs, confirm las palabras de su amiga. Byakuya, dentro de todo, era una persona noble (y no slo por el ttulo) que no estaba muy acostumbrado a recibir atenciones de ese tipo; la gente sola apartarse de l cuando estaba de buen humor, peor era cuando estaba en esos das.

Y lo nico que necesitaba era que alguien, pese a su estado turbulento, tuviese el coraje suficiente para decir de manera implcita: “No me importa que ladres y muerdas, estoy a tu lado”.

Renji lleg con la modesta bandeja y la decoracin esmerada. Byakuya seal con su pincel el suelo indicndole que lo apoyase all, sigui garabateando hasta que repar en el t. Su teniente se sent a sus espaldas, en completo mutismo.

Bebi un sorbo que atent contra sus buenas costumbres y hbitos ya que se vio obligado a escupirlo.

No, no era comn ver a Byakuya dono escupiendo. Y Abarai haba tenido ese privilegio, hasta poda jactarse que fue gracias a l y su, comprobaba, intomable t.

La cara de Kuchiki era todo un verdadero poema, que opacaba el que con tanto cuidado haba finalizado sobre el papel de arroz.

Papel que ahora estaba cubierto de finas (y no tan finas) gotas.

—Abarai, Qu es esto?!

El mentado que ya estaba de pie, paralizado, se acerc hasta donde se encontraba el pelinegro y tom la taza.

—Si quieres envenenarme has algo tomable, al menos.

Nunca lo haba visto a su Capitn as, esa vez s que la haba embarrado… y no era para tanto, pero se le sumaba l no tan intrascendente hecho de que ese da no era el mejor para Byakuya.

Renji prob la bebida realizando el mismo gesto que el mayor (gran imitador) recibiendo a cambio una mirada mezcla de reproche e incredulidad que rezaba: “Perfecto, muy inteligente de tu parte”

La habitacin de Kuchiki se encontraba regada por la saliva de ambos. Se puso de pie, fastidiado y asqueado, para salir a dar una vuelta y dejar el episodio atrs… eso o asesinaba a su teniente quien, avergonzado, se qued para limpiar el desorden pero cmo pudo haber equivocado el azcar por sal?

Nunca, en todos esos aos, le haba pasado; y en el mismo instante que l se encontraba entretenido pasando un trapo en el cuarto y Byakuya paseando por los estanques, Rukia se encarg de dejar la cocina tal cual como antes, procurando no ser vista.

Era la cuarta maldad que le haca a su niisama en ese da… y todas las que le faltaban.

Senta que su corazn se estrujaba pero era por una buena causa, despus todo pasara y ese “mal da” quedara en el olvido, en el bal de los recuerdos, etiquetado junto a todos los otros “mal da”.

Lo infame de todo es que estaba plenamente segura de que la crean incapaz de todas esas atrocidades (exagerando), y eso le generaba ms culpa.

***

La muchacha mantuvo su espalda erguida, concentrada en el semblante que profesaba el hombre, tan ensimismado con su nuevo trabajo de caligrafa, la conversacin sobre Renji naci de forma natural, tal como se lo propuso ella.

—ltimamente est muy distrado —la shinigami cerr sus ojos por un efmero momento soltando el aire atorado en su cuerpo—. Con decirte que el otro da olvid donde haba dejado la bufanda que le habas encargado.

El Kuchiki mayor dej de trazar con el pincel para abrir grande sus ojos. Aquello era demasiado: esa bufanda representaba su vida misma (dramatizando) un objeto preciado que no a cualquiera se lo encomendaba, por eso mismo haba enviado a su teniente a retirarla de la tintorera, seguro de que Renji era conocedor de ste sentimiento e incapaz, por ende, de tomar la prenda a la ligera.

—El muy tonto la haba dejado en su habitacin —sinti que estaba timando de una forma muy descarada, no obstante esa fbula era real.

Algo que haba pasado haca ya varios aos y que jur no revelrselo jams a Byakuya. Se lo haba prometido a Renji, ya que ste temi perder la confianza de su capitn y ah estaba, traicionndolo a medias.
Y ms le vala, al “cuatro ojos” ese, que el plan funcionase, porque de lo contrario lo matara dos veces: uno en el mundo humano y la otra en el seireitei. No habra Orihime que lo rescatase de la masacre que era capaz de hacer.

—Pero la busc por cielo y tierra —literal y metafricamente.
—No puedo darle vacaciones —se apresur a decir—si es lo que ests pensando.
—No pensaba en eso —tosi apenas, incmoda y nerviosa, tratando de disimularlo—pero quizs una misin al mundo humano sera…
—Es un teniente a que lo enviar al mundo humano?
—Pues, tengo entendido que le toca esta vez al sexto escuadrn hacer el patrullaje de Karakura, tal vez…
—No.
—Pero…
—Dije que no, Rukia —la mir, dejando de lado sus enseres de caligrafa —acaba de volver de sus vacaciones, es un teniente, tiene trabajo por realizar y no corresponde que alguien de su rango viaje al mundo humano a realizar un insulso patrullaje.
—Pero de qu te sirve tenerlo as?, adems… —silenci, la mirada de su hermano fue bastante intimidatoria.

Dej la conversacin all, apesadumbrada por tener que forzar las cosas e ir ms all. No haba querido meterse con las dos cosas ms queridas y preciadas de su hermano, pero lamentablemente, el papel de arroz y el estanque sufriran las consecuencias.

Claro que todo era reversible, pero que le hara pasar un mal momento a su hermano, sin lugar a dudas.

Y, de nuevo ese pensamiento se agolpaba en su mente: ms le vala a Ishida que todo saliese bien, porque si no se las hara pagar.

Lo que uno hace, a veces, por un ser querido, todo en pos de ayudarlo.

Mir, contrariada, los elementos que con tanto amor su hermano manipulaba. Impresionada de comprobar hasta donde era capaz de llegar por Renji. Fatalista y dramtica, ni que hubiese matado a alguien. No haba nada irremediable en sus actos, por fortuna.


***

Era el ltimo, no por eso represent un desafi menor, al contrario, estaba exhausta. Nunca crey que unos insulsos pescaditos fuesen a pesar tanto, por el Rey Qu les daba de comer su hermano?

Los deposit en el estanque de su propio capitn, como si as sintiese menos remordimiento del que debera: Ya que como consuelo Ukitake disfrutara de los peces. Y no, esta vez la culpa no era de Yachiru, pero por suerte no tardaran en suponerlo de todos modos.

Rukia poda jurar or la puerta del infierno abrirse.

Sin embargo no era tiempo para lamentaciones o arrepentimientos, su “Gran Hermano” no tardara en darse cuenta y explotar cuando viese que sus adorados peces ya no estaban en su estanque, donde l los haba visto escasas horas atrs.

La Kuchiki menor sudaba, como nunca en su muerta vida haba sudado. Tom aire y lanz un suspiro, hurg entre los pliegues de la hakama para dar con el hilo invisible que Chaddo le haba conseguido mediante Nova y que Uryuu haba insistido en emplearlo.

Ella era de pensar que con un “Buu” estilo fantasma era ms que suficiente para asustarlo a Renji, no porque ste fuese miedoso, no obstante lo conoca lo suficiente como para saber hasta qu punto se abstraa con las pequeas misiones personales que su capitn le daba.

El quincy haba sido prudente: “Que no sospechen que eres t la que busca por todos los medios que l parta”. Si bien haba sido osado proponrselo a su hermano, la idea era que Abarai no la viese a punto de hacer lo que tena en mente.

Y que funcionase eso o iba a suicidarse!

At un extremo al poste pero tuvo que dejarlo a medio hacer por sentir la presencia de algunos shinigami del escuadrn acercndose. Camin resuelta, saludando a su paso, disimulando, asquendose al comprobar la veracidad en la expresin que Ichigo siempre le regalaba cuando ella simulaba frente a sus compaeros de clases: “No tienes vergenza de actuar as”

Volvi sus pasos, apresurada, segura de que ya nadie andaba merodeando, sabiendo que si dejaba pasar esos preciados minutos, todo sera en vano; y esa era la parte esencial de la primera fase del plan.

Tal cual previ, en escasos minutos, su pelirrojo amigo apareci, concentrando como si algo de vida o muerte se tratase, llevando entre sus brazos, con torpe pero sumo cuidado, los utensilios ms preciados de caligrafa que posea Byakuya.

Fue una pesadilla… Para el sexto teniente fue eso y un pase al Averno sin retorno.

El estrpito que le caus haberse llevado por delante aquel hilo mgico que al instante se desvaneci logr que no slo algunos integrantes fisgones asomasen sus narices, si no todava ms preocupante: el capitn.

Un rictus de furia controlada pero visible se hizo presente en su semblante. Abarai alcanz apenas a sentir el reiatsu asesino de aquel hombre que, como pudo, intent incorporarse buscando con afn arreglar el desastre.

—Taichou! —sus brazos se movan inquietos recogiendo los pinceles desparramados y la tinta, ocasionando un cataclismo execrable del que ya era.

Ni una… ni una sola hoja de papel de arroz se haba salvado de la catstrofe.

—A-ba-rai —sentenci el pelinegro entre dientes, tomando aire luego.

Que era un noble… no poda permitirse perder los estribos.

—Ya!... mismo —musit con un preocupante altibajo de emociones—te vas! —se frot la sien para ver si as el malestar menguaba.
—Lo siento mucho Taichou… yo.

Pero Kuchiki dio la vuelta, seco, haciendo que su bufanda ondease por el impetuoso movimiento.

—Partirs maana.
—Pero…
—Maana! —Byakuya cerr la puerta a tal punto de casi hacerla pasar de lado.

Rukia asom apenas su inocente cabecita, varios miembros del escuadrn se encontraban replegados por todo el cuartel al ver al demonio en el que se haba convertido su propio capitn. Es que ste daba miedo, acostumbrados a su terrorfica templanza, verlo en cambio as era mucho ms de lo que podan tolerar.

Exagerando, ya que apenas haba elevado un poco el tono de su voz, empero su porte denotaba nerviosismo, intranquilidad… y eso no auguraba nada bueno.

—La has regado, Renji

El aludido elev su vista terminando de recoger los trastos, embadurnado en gran parte con tinta de color negro.

—Hoy no s qu le pasa a tu hermano pero…
—Sh… que no te escuche —silenci—. Pero algo bueno ha salido de todo esto.
—Qu cosa? —arque sus cejas, tragando saliva—Una baja ms de sueldo? —satiriz.
—Podrs considerar la salida como unas minis vacaciones.
—Tsk —dio la vuelta, para cederle a un puesto bajo lo poco que haba podido rescatar del caos—Seguro que me enviar a alguna misin suicida. Para asegurarse que no vuelva.
—No hables as de niisama; el sera incapaz…
—ee, “no hables as de niisama”, ii —se notaba, a la legua, que tampoco resultaba ser un buen da para el pelirrojo.
—Ignorar tu burla infantil dada las circunstancias —llev sus manos a su cintura—.Quizs con suerte te enve a…
—Abarai ven aqu ahora mismo!

Una voz potente interrumpi lo que la dama quiso mencionar: “Karakura”

—Ve. Tranquilo, no te va a comer.
—Lo s —intent parecer valiente.

Intent, pero en eso se qued. Dej a su amiga para ingresar a la oficina principal del capitn, odiando su suerte, puesto que si los brtulos de caligrafa se le hubiesen cado en otro lado al menos contaba con algunos minutos para ir a comprar posibles repuestos y evitarse el mal trago.

Pareciese ser que el mundo conspiraba para qu? No lo adivin, hasta ah llegaban sus especulaciones e intuicin.

Byakuya pareca mucho ms sereno que en un principio, al menos su mirada, si bien segua siendo firme y penetrante, lo era como siempre; el tono de su voz ya no era de furia, ms bien de resignacin.

—No hay muchas misiones, hoy en da —lamentablemente, le hubiese gustado enviarlo bien lejos.
—Capitn, si me disculpa yo... —interrumpi—No quiero ir a una misin —ri apenas, incmodo—es decir, s que estos das… Mejor dicho, hoy, me he comportado algo… raro, pero…
—No s qu ocurre contigo Abarai —se sincer sin variar un pice sus facciones—Pero te recomiendo que por el bien del escuadrn y de tu rango lo averiges cuanto antes y lo resuelvas.
—Qu cosa? —se desconcert.
—Ests distrado —comenz a enumerar, impvido—en completa dejadez, me he enterado que bebes a medio da, todos los das —resalt con una pizca nfima de bro—llegas tarde, siempre...
—Ya… lo s.
—Desde que has vuelto de Karakura —remat.

A Byakuya no le interesaba la vida personal de su teniente, pero era evidente que algo ocurrido en su ltima visita al pueblo en cuestin haba colocado todo su mundo patas para arriba. Y no estaba de nimos tampoco para tenerle paciencia.

—Lo s pero…
—Por eso mismo y como no hay muchas opciones tampoco —volvi a interrumpir, supo que el otro no tena intenciones de ir a una misin ni mucho menos retornar al mismo sitio—irs t a realizar el patrullaje de rutina.
—Pero soy un teniente.
—“Pero” —pronunci —Deja de decirlo a cada rato, enriquece tu vocabulario, Abarai.

Haba que aceptarlo: AN no estaba de mejor humor.

—Un teniente no puede hacer un simple patrullaje—fue perdiendo potencia en la voz, los ojos de su superior clavados en su persona lograron enmudecerlo—. Est bien... Lo har, pero —se reprendi mentalmente, tarde, pues ya lo haba dicho—no me diga que me toca Karakura.
—Es que no te enviara si no fuese Karakura —obvi, y se cans de tantas explicaciones —Ve a terminar con tus labores, preprate para maana que partirs. Y no se habla ms del tema.

Juushirou le haba dicho con suma sabidura lo evidente (por ende no se puede hablar de sabidura): si Abarai se encontraba en ese estado catico desde su llegada era lgico que algo haba ocurrido en Karakura.
Entonces que fuese y que arreglase lo que tuviese que arreglar, pero que no perturbase su paz ms de lo que ya estaba.

Quiso caminar por los alrededores de su estanque, pero de tan slo recordar que no haba un msero pez en l senta ganas de realizar su bankai nada ms que para desquitarse un poco.

Era duro para Kuchiki Byakuya aparentar una cosa por fuera y ser otra por dentro.

Acab en el cuartel de Ukitake quien con amabilidad le obsequi varios koi.

—No s… pero parece que se reproducen rpido —le haba dicho dndole un ligero vistazo al estanque desde el tatami—llvate algunos, si quieres, ya casi no caben.

Al menos algo bueno al final de ese da, para l, ya que para su teniente era recin el comienzo de un calvario. Deba prepararse para el otro da, accin que realiz con sumo fastidio pese a los intentos por Rukia de levantarle el nimo y mostrarle el lado positivo de todo.


***

Por simple curiosidad elev su brazo sin despegar su vista de la diminuta pantalla. Poda ser posible? Con probar no se perda nada. Marc el nmero que tena en la memoria y se llev, dudosa, el aparato a la oreja.

Sonaba… arque sus cejas, maravillada, cuando del otro lado la atendieron.

—Vaya, nunca imagin que poda tener seal en la soul society.
—Ya has visto: No funciona en el subterrneo pero en mundos paralelos la historia es otra. Por eso odio esta clase de tecnologa, es demasiado siniestra.
—Supongo —era extrao pero ah quedaba —. Todo listo por aqu, Renji partir maana hacia Karakura.
—Bien hecho Kuchiki, ahora nos queda por delante Kurosaki. Parece ser que al final de cuentas a ti te tocan las partes ms difciles.
—No hay problema.
—Cierto…
—Qu?
—Nada, record que a Sado le haba pedido un favor —volvi sobre el tema—El humor de Abarai?
—Insoportable.
—Perfecto.
—Dile a Chaddo que le d las gracias a Nova: fue muy til el hilo retrctil. Hey Qu ests haciendo Ishida? —curiose al or ruidos inusuales.
—Estoy pasndole la aspiradora a los libros y limpiando los estantes de ms arriba, de vez en cuando tengo que hacerlo o se junta mucho polvo.
—Y cmo haces para sostener el telfono?... Ah, manos libres.
—No, ya me acostumbr a limpiar y realizar otras labores complejas al mismo tiempo.

Rukia frunci su frente intentando borrar de su mente ideas demasiadas descabelladas hasta incluso para Uryuu. Retom el hilo de la conversacin:

—Lo de Urahara est listo cierto?
—S. De eso se est encargando Sado. Por cierto —record—podrs salir de la soul society?
—Mmm… lo veo difcil en este momento.

Al ser un rango relativamente bajo ella poda gozar de ms libertades que un capitn, teniente o tercer puesto, pero tampoco poda irse sin motivos valederos.

—Bien, es importante saber si contamos contigo de ste lado; pero no te preocupes, nos arreglaremos.
—Igual, ver que invento para escaparme.

La ventaja con la que corra era que por fortuna su capitn era el ms flexible y considerado de todos los cabecillas.

—No te preocupes, has hecho un trabajo estupendo: conseguimos que Abarai est aqu para maana; pero en cuanto tengas alguna novedad avsame s?
—Por supuesto.
—Hasta pronto, Kuchiki.
—Suerte de aquel lado.

Cortaron la comunicacin y un soplo escap de sus labios. Cerr los ojos, deleitndose con la suave brisa que golpeaba su rostro, haciendo flamear su negro cabello. Al fin haba terminado con una de las partes ms difciles. El resto era responsabilidad de los dems y, sobre todo, de Ichigo y Renji.

Al otro da Abarai dej la sociedad de almas con un gusto agridulce en su boca. Hubiese preferido quedarse all en vez de verse obligado a enfrentar sus miedos ms ntimos. Le gustaba la vida en Soul society, ni se comparaba con la -inexistente-“hospitalidad” de Urahara y los dems demonios que componan esa inusual “familia”.


Continuar
Notas finales: * El té, los japoneses, suelen tomarlo sin azúcar, de hecho el té verde es SIN azúcar, pero claro, hay gustos ¿no? A mí me agrada de las dos formas y a veces prefiero de una u otra. Conocí a alguien que me decía que tomaba el té sin, pero que el primero, el de la mañana con, por una cuestión de “tener energía”, azúcar en la sangre para comenzar el día ¿?
La gente con la que me junto yo. Ya ven, Dios nos crea y el viento nos amontona.


Muchas gracias por leer =) Nos vemos.


16 de diciembre de 2009.
Merlo Norte, Buenos Aires, Argentina.

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