Drabble 5.- Confesión
Era un muy caluroso día de primavera y un chico de cabello castaño y brillantes ojos dorados leía con tranquilidad recostado bajo la sombra de un gran roble ubicado en la orilla del lago, mientras era vigilado de cerca por uno de sus mejores amigos.
Sirius Black espiaba al chico, ocultándose entre un par de arbustos cercanos, observando cada unos de sus movimientos y gestos. Era a hora o nunca, debía, no, ¡tenía que hacerlo! ¡Ya lo había decidido! ¿Qué esperaba? Lentamente salió de su escondite y lo rodeó, acercándose cautelosamente a Remus por detrás.
—Sirius, no se que estas tramando, pero te lo advierto, más te vale no hacerlo. —Dijo el castaño con voz perfectamente audible, logrando que el animago se quedará estático en su lugar.
Se detuvo de golpe y abrió un poco más los ojos, pero después sonrió y dejó la cautela y el silencio de lado.
—Valla, Moony. Cada día me sorprendes más—Caminó hasta estar a lado de Remus y después se sentó a solo unos cuantos centímetros del chico. — ¿Qué haces?
—Leo. —Le respondió cortante.
— ¿Y, qué lees? —Se acerco aun más al menor.
—Un libro…
—Moony
— ¿Eh?
Giró los ojos y resopló cansado. Quería decirle algo en verdad importante y él no se dignaba ni a dirigirle la mirada. Un poco desesperado, tomó el libro del castaño entra sus manos y lo cerro de golpe, logrando, por fin, que este lo mirara.
— ¿¡Qué te pasa!? — Preguntó Remus molesto, tratando de alcanzar su libro
—Tengo que decirte algo muy importante.
—Bien, ya tienes mi atención. —Dejó sus intentos por recuperar su libro y acomodó sus manos sobre su regazo. —Te escucho.
—Ok, esto es… complicado —No sabía como empezar, después de todo, confesarle a tu mejor amigo que estas enamorado de él y que sueñas con hacerle el amor todas las noches no es tan sencillo…
— ¿Sirius?
— ¡No me presiones! —Gritó ligeramente alterado. —Es… difícil.
Remus lo miraba un poco asustado. Por primera vez desde que lo conocía, Sirius parecía estar nervioso.
—Sirius ¿Estas…?
— ¡Me gustas! ¿¡Si!? —Se sonroja al momento de gritarlo y se encoge levemente. — ¡No me mires así!
El castaño lo observaba con los ojos totalmente abiertos y con un adorable sonrojo en sus mejillas, desvió la mirada. El animago seguía mirándolo.
Odiaba que Moony se sonrojara, por que cuando lo hacia lucía en verdad tierno y vulnerable, consiguiendo así que sus más bajos instintos despertaran. Y valla que costaba trabajo mantenerlos a rayo y no lanzarse sobre el menor y hacerle el amor hay mismo.
—Y tú a mi… —Un susurro apenas audible salió de la boca del castaño, rompiendo el silencio que se había apoderado del ambiente. Tal vez era débil e inseguro, pero sin duda era el murmullo más bello y maravilloso que había escuchado en toda su vida.
—Moony…—Se acerco al chico y con cuidado le levanto el rostro. — ¿Lo dices enserio?
—Si... —Levanto la mirada y clavó sus doradas pupilas en los ojos azules de Sirius. —Yo… yo te amo…
Al moreno solo le dio tiempo de sonreír antes de decidirse a besar sus labios. Fue un roce desesperado y torpe, y sin embargo lleno de amor. No tenía que ser perfecto o sacado de aluna tonta película muggle. Era solo por la necesidad de estar juntos, de amarse.
Una vez que se separaron el sonrojo de Remus era mucho más notorio y su respiración era un poco agitada. Sirius no cabía en sí de la felicidad. Gritó de emoción y se levantó de golpe, jalando al castaño en el proceso.
— ¡Esto es genial! ¡Es increíble, es perfecto! —Empezó a correr, sujetando fuertemente la mano de su amigo. — ¡Tenemos que decírselo a James cuanto antes!
— ¿¡Qué!? —Preguntó asustado. — ¡Espera!
—De ahora en adelante todos sabrán que eres mi pareja. Y nadie que no tenga mi permiso podrá tocarte o respirar el mismo aire que tú.
—¡SIRIUS!