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Color Verdadero por AkiraHilar

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Notas del fanfic:

Esta historia es un Universo Alterno pero con importancia. Espero lo sigan, lo tengo pensado minuciosamente y será algo bastante especial. Es lo que planeo al menos…

Notas del capitulo: Esta historia es un Universo Alterno pero con importancia. Espero lo sigan, lo tengo pensado minuciosamente y será algo bastante especial. Es lo que planeo al menos…
Se dice que la vida es solo una manifestación temporal de una misma esencia, que se dispersa en distintos tiempos y espacios, desarrollándose de formas distintas, ramificadas partiendo de un mismo ser. Quiere decir que esta alma que poseo ahora ha vivido en otros tiempos y en otras circunstancias, acumulando conocimiento y experiencias que son apresadas bajo el mismo punto, listas para ser revividas si logro conectarme a ella a través de las meditaciones, conociendo así las profundidades de mi esencia. Varias veces he podido encontrarme con algunas de ellas. Un evento interesante que no tiene forma de explicarse con solo palabras, el encuentro místico de la trascendencia humana…

Sin embargo, esta vez, esa conexión me llevo a caminos insospechados, a un tiempo y espacio desconocido para darme múltiples señales del universo que aún no logro descifrar… y todo lo viví a través de sus ojos…

Capitulo 1: Colores en la Oscuridad.

Era una noche fría, de invierno. Sentía el viento helado en mí, mientras caminaba la vereda de mi urbanización, lugar donde vivía, desde hace 14 años. Los suburbios de mi ciudad no son de alta alcurnia. Nuestra familia que hace tiempo era adinerada cayó en quiebra ya hace muchos años ya. Se suponía que nací en lo que muchos llamarían una cuna de oro, pero ahora duermo en una cama de madera acartonada con un colchón que debió haberse cambiado hace años. No importa, realmente los antiguos placeres y bienes nunca los llegue a disfrutar del todo, siempre estuvieron en manos de mi hermano mayor, aquel que tiene mi mismo rostro, mi mismo cuerpo pero diferente color. Aquel al que aman.

Mis padres son originarios en Grecia. Tenían un negocio milenario en transporte de especias que se vio destruido en las últimas décadas. Mi madre murió de depresión y mi padre poco después fue asesinado por la mafia china debido a las altas deudas que tenían. Para protegernos, mi abuelo Sage nos saco de Grecia y nos llevo a la India, donde vivimos en un barrio humilde a las afuera de un pueblo rural, que poco a poco va creciendo. Mi hermano Aspros es el mayor. Somos gemelos, pero al mismo tiempo somos distintos. Según mi abuelo, Aspros será quien nos saque de la miseria y nos liberara del basurero donde vivimos. Por eso es estricto con él, estudia todos los días, varios idiomas, distintos libros que yo me encargo de robar de la biblioteca principal. Matemática, física, química, algebra y trigonometría, arte, historia, geografía, economía, nada pasa desapercibido para aquel hombre que vivió la más profunda de las riquezas y ahora duerme solo pensando en recuperarla. El dinero que hace mi abuelo haciendo artesanía y el que logro yo en algunos robos, es invertido en la educación de Aspros. Yo solo soy una pieza en ese juego de ajedrez donde mi hermano es el Rey y yo, el peón.

Se supone que hoy es nuestro cumpleaños, pero solo Aspros recibirá un regalo que mi abuelo me envío a robar. Hoy cumpliremos 21años. Me escurro en las sombras de los pasillos abandonados de aquel edificio que está detrás del centro de investigación principal, un libro que contiene las últimas teorías de investigaciones extranjeras, y que mi hermano utilizara para hacer su proyecto para optar por la beca, que lo haría subir a lo alto. Ya estoy acostumbrado a esto. Desde los 9 años me he especializado en filtrarme en distintos lugares para obtener lo que quiero. Mi abuelo dice que tengo ese don especial para el mal, que solo puedo ser bueno en esto… no lo juzgo, ni lo condeno… mucho menos lo niego. Nunca fui tan bueno como mi hermano en nada, siempre él me superaba y acostumbre a mi cuerpo, mente y espíritu a ser su sombra.

En el galpón se puede oír un grupo de instrumentos musicales desafinados. Ya todos los conocen. Son un grupo de jóvenes que tienen el idílico sueño de formar una obra musical al mejor estilo europeo. Todos creen que son locos, pero nadie les presta la mayor atención. Dicen que en cualquier momento ellos cederán. Yo creo que comparado a las primeras veces que los oía, han mejorado mucho… No dejo que eso me distraiga, y me concentro en la ventana que tendría que violar cuidadosamente para llegar a mi objetivo. Verifico que no haya nadie y entonces, la someto, hago ceder la cerradura y la abro en silencio. Tiento el terreno antes de adentrarme en la pequeña sala con olor a papel húmedo y moho. La oscuridad se encargaría de cubrir mi piel morena mientras observo todo con extremo sigilo. Escudriño y penetro hasta la sala principal. Ya lo había estudiado, a estas horas ya nadie está allí pero debo apresurarme, porque en media hora uno de los doctores reconocidos del centro entraría. Su horario era muy distinto al de los demás, pero por ser considerado una eminencia en su materia, nadie se quejaba de ello. Suspiro profundo al ver que la puerta estaba abierta, e ingreso a ella como rata en la cocina de un restaurant. Me dirijo exactamente al lugar y lo tomo en mis manos.

“Albert Einsten, ¿Sabrá mucho ese tipo?”-Pensé dentro de mí luego de leer su nombre en la caratula del pesado libro. Daba igual, sea como sea, ese era el libro que mi abuelo había pedido así que lo guardo debajo de mi franela negra, ancha, lo suficiente como para evitar que se notara y entonces, salgo. Salto por la misma ventana y camino hacia la dirección contraria, un lugar mucho más solitario y oscuro que me permitiría esconderme más fácilmente. La noche avanzaba y debía salir de allí antes que alguien me detectara.

El centro de investigación está rodeado de varios edificios abandonados, producto de la economía que va en debacle en todo el mundo. El galpón donde practican aquel grupo de música es uno de ellos, detrás de él hay un pequeño local que por lo general se la pasaba oscuro, pero esa noche, estaba alumbrado. La curiosidad suele ser una reacción del hombre con impulsos misteriosos, podría alegar que nuestro encuentro fue debido a ello, pero creo que sería egoísta. Creo que a esto se le podría llamar destino y lo menciono pensando en que simplemente fui seducido por una extraña aura que me llamaba, con voces angelicales a mis oídos, arrastrándome con el aroma de vainilla y canela que inundaba el lugar. ¿Qué habrá allá? No podía dejar de pensar en ello y así me acerque. La luz blanca y opaca solo iluminaba aquella figura idílica. Como sacado de algún cuento de hadas, de alguna visión medieval o un mito griego. Un adonis tal vez… lo que fuera que sea, me arrastró hacía él. Sus cabellos dorados caían sobre él, sudado, húmedo. Sus brazos blancos, de marfil, delgados, se movían al son de algún movimiento de orquesta sinfónica. En una de sus manos pude ver un pincel con el rojo más vivo. Y frente a él, un gran lienzo con la pintura más impresionante nunca vista.

Me acerque un poco más, idiotizado por la belleza de lo creado y su creador. El olor a canela se entremezclaba con el oleo. Aquella persona movía su cabeza, manos y cabello como si fuera una danza afrodisiaca, conforme escurría sus dedos y el pincel en cada bote de pintura que estaba a su alrededor, donde estaba sentado. La larga bata que lo cubría estaba manchada de colores y se veía sucia. Eso no importaba, el brillo de cada hebra al danzar en el espacio era embriagante. …xtasis… la visión provoco en mí el mismo éxtasis. No podría definir qué era lo que él escuchaba, porque sus movimientos parecían responder a una dulce danza. Pero si podía escuchar desde allí, a lo lejos, la música del grupo que practicaba en el galpón detrás. No estaba siguiendo su ritmo, así que debía ser alguna melodía que tarareaba. Me acerque un poco más, buscando ver si alcanzaba escuchar aquello que lo guiaba y lo que encontré fue mucho más impresionante.

Sobresalto… Con ojos cerrados que palpitaban, mordía sus labios rosados con fuerzas, mientras dejaba caer su cabeza hacia atrás y parecía, con el movimiento de sus dedos, moldear la pintura que expresaba en el lienzo. Daba un brochazo y colocaba su pincel en sus labios, sosteniéndolo con un movimiento sensual, mientras que con sus dedos daba forma a la línea de color sobre la superficie y se desvivía, plasmándola. Como si estuviera conectado con un mundo paralelo, aquel joven rubio, con su flequillo cayendo sobre su frente y meciendo su cabeza al ritmo embriagante de un himno mítico, creaba su obra maestra. Las gotas de sudor caían de su frente, se deslizaba por sus mejillas y se apostaban en su mentón, para luego rodar por los contornos de su cuello. Mi sangre empezó a hervir, mi cuerpo reaccionaba al movimiento de sus cejas, que de un momento a otro parecía dirigir una orquesta en silencio mientras pintaba. Mostrando angustia cuando el trazo se hacía brusco, alegría con las líneas finas de colores cálidos y tristeza con los fríos colores y el negro. Sentía los colores, sentía la pintura, se fusionaba con ella, hacía el amor con ella… Suspiraba y dejaba que sus dedos dejaran un gran trazo de color en el lienzo. Se incorporaba y con sus dedos sentía y deslizaba el color, desenfocándolo, extrayéndolo. Gemía y me excitaba, gemía y acariciaba el lienzo como si fuese otro cuerpo… quería sentir esas manos, esos dedos delgados tocarme de esa manera… ¿Quién era? Mi cuerpo quería poseerlo ¿Qué hacía? Mis labios querían beber su sudor ¿Qué espero? Aunque quisiera no podía detenerlo… Solo verlo embriagado de un placer silencioso, viviendo un orgasmo artístico mientras pintaba, mientras se fusionaba con el lienzo y al final…

-¡Asmita! –Un grito se oía desde la calle.

Asustado, me escondo entre los cajones de maderas del salón y veo como el rubio seguía su cometido, totalmente abstraído de su realidad. Será que no era a él a quien llamaba…

-¡Asmita! ¡Maldito gusano donde te metiste! ¡Cuando te encuentre te voy a exprimir!

La voz de aquel parecía acercarse hasta que abrió la puerta del local. Yo me quede en silencio, en espera, para ver que ocurría. El rubio seguía conectado en ese trance, como si no estuviera allí, como si nada más fuera un títere manejado desde lo lejos. Vi al joven acercarse, alto, de rasgos fuertes y mirada de fuego, cabello despeinado y corto y con el cuerpo visiblemente de un sembrador. Estaba sucio, llevando un pantalón lleno de tierra y una camiseta blanca percudida. En sus hombros dos vendas lo circunscribían. La apariencia era también de algún bandolero. El joven se acerco al rubio, tomándolo con fuerza por el brazo derecho y obligándolo a detenerse. Por primera vez, parece que el menor estaba consciente de donde se encontraba.

-¡Asmita! ¡Maldito estoy harto de tenerte que buscarte todas las noches! ¡Ven antes que papá nos mate!

-Manigoldo… Estoy pintando… después iré.

“Que hermosa voz” –No pude evitar pensarlo. De esos labios sensuales que sujetaban ese pincel de madera con fuerza, salía una voz melodiosa y embriagante.

-¡Al diablo con eso! ¡Tú no puedes pintar! ¿No ves? ¡Eres ciego! ¡Los ciegos no pintan!

¿Ciego? ¿Alguien que ha creado semejante obra es ciego? ¿Ese hombre es ciego? Mi asombro no tenía cabida, simplemente quede sin aire al escucharlo.

-Pfff… -murmuro el menor con una sonrisa activa –. Ciegos son aquellos que no ven con el corazón…

Un golpe, una bofetada tiro al menor al suelo. Me estremezco… ¿cómo se atrevió a golpearlo? ¡Maldito miserable!

-Escúchame bien Asmita, tu eres ciego, los ciego sirven para pedir limosna. Si no vas a pedir limosna entonces dejare de darte comida. Te morirás de hambre, ¿entiendes? –El hombre toma a Asmita por su franela, escupiendo el lienzo pintado con furia –Así que mañana te vas a parar en la maldita esquina y vas a pedir limosna hasta la tarde. Si nos traes suficiente para cenar, te vienes a pintar la estúpida cosa esa. ¿Me escuchaste?

El menor guardaba silencio, molesto, indignado, con su mejilla inflamada por el golpe. Es agitado por el mayor con fuerza. No lo toleraba.

-¡Dije que si me escuchaste Idiota!

-Si escuche… -murmuro el rubio, bajando su mirada

Jalado como si fuese un animal, Manigoldo tomo a Asmita por su brazo y casi lo arrastro fuera del lugar, mientras el menor luchaba por quedarse frente a su lienzo, su pintura, su creación y su único amante. La pedía, la deseaba extendiendo su brazo como si quisiera llevársela con él. Las luces se apagaron, el salón quedo vacio. Solo estaba yo y su amante…

Salí del lugar donde me escondí y observe la pintura… un paisaje celestial, uno que solo podía ser visto por los ojos de un dios. Creaba un mundo por sí solo, como si fuese el mundo que él veía tras su oscuridad. Impresionante… Era impresionante las formas de sus árboles, las colinas a lo lejos, el agua que corría y el cielo, majestuoso de tonalidades… Había algunas construcciones de mármol, parecía un lugar abandonado mítico en la antigua Grecia. Estaba incompleto pero ya por si solo tenía la capacidad de envolverme en él… una exquisitez.

Llegue a mi casa y ya a mi hermano le esperaba una tarta de manzanas hecha por mi abuelo, junto con el libro que yo traía en manos. Se lo di a mi abuelo a escondida, y este se encargo de limpiarlo y prepararlo. No recibí felicitaciones pero ya estaba acostumbrado a ello. Mi hermano Aspros era lo único importante, en quien reposaban todas las esperanzas del anciano. De todas maneras, lo que podía ver en mi mente era la imagen de aquel hombre… Tenía que volver a verlo.

La velada fue corta. Aspros recibía las felicitaciones de mi abuelo, quien le recuerda cada una de las esperanzas y sueños que tiene sobre él, mientras le entrega el libro que yo había traído. Se repartía la tarta, la mejor parte para mi hermano, la corteza con un poco de la crema para mí. Escuchábamos a mi abuelo comentar sus años de gloria, donde las fiestas de cumpleaños eran grandes celebraciones con personas de cargos acaudalados y mujeres hermosas, regalos excepcionales que no alcanzaban nuestra imaginación, comodidades, lujos, vanidades… Nada de eso me importaba en ese momento. Poco comí… solo fui hasta mi cuarto, acostándome en mi frio colchón y cubriéndome con las colchas viejas que teníamos guardadas. Mi mente solo podía tener algo en mente… ese hombre… ese cuello esculpido con cincel de diamante, ese cabello hecho con las más finas hebras de oro, escurriéndose con el sudor cuan incienso, el olor a canela y vainilla que lo embargaba. Sus gestos, sus movimientos, imaginándome que era en mi que pintaba, con sus dedos, con su lengua, con su cuerpo… viéndome como el lienzo de su pasión, como aquel que le generaba ese danzar en su rostro, el vaivén de su cabello, el éxtasis… Quería verlo de nuevo… quería tenerlo frente a mí… quería hacerlo mío al menos una vez. Poco había deseado con tanto ahínco como esto… él era especial.

Pase el resto en la noche y todo el día siguiente solo imaginándome cuan idiota su figura, memorando una y otra vez esa escena. Me sonreía solo, como si pudiera realmente tenerlo en frente. Lamía mis labios como si pudiera saborear el gusto salado de su sudor, como si pudiera olfatear de nuevo el aroma a canela y vainilla con el oleo en su piel. Esperaba ansioso la noche para volverlo a ver y cuando esta llegó, me lleve la decepción de no encontrarlo… Pasaron varias noches así, él nunca llegó a ese abandonado sitio y su pintura estaba allí, esperando por él, añorándolo. ¿Le habrán hecho algo? La preocupación me ahogó la última noche que fui y no lo encontré. Ya había pasado una semana y no regresaba. Recordé las palabras del tan Manigoldo… y con ello me dirigí el día siguiente. Recorrí cada calle, cada esquina del pueblo buscándolo. Cada paso que daba sentía un peso en mi pecho. ¿Por qué me preocupaba tanto? ¿Qué le diría cuando lo encontrará? No me ha visto, conocía su nombre solo porque el tipo que lo busco lo llamó como tal… Por cierto, ¿qué significado tenía ese nombre?

Seguí recorriendo los caminos y callejones del pueblo, atestado de vendedores, de tiendas y puestos de diversos comercios, agitados y desesperado por obtener el alimento diario. Observaba con detalle todo el lugar, verificaba que no se escondiera entre el tumulto de gente que concurría la avenida. Mis pensamientos seguían enfocado en él, en el color de sus cabellos y de su piel, en su contextura delgada, en su belleza llamativa. Debía encontrarlo y cerciorarme que estuviera bien. Debía hacerlo como si fuese mi única visión en la vida. Finalmente, luego de caminar por horas lo encontré. Con una túnica de colores mostaza y ocre, estaba sentado en el suelo, con una pierna pegada al piso de arena y la otra simplemente reclinada, recostado a la pared de barro y sin atención aparente. Frente a él había un cartón que lo catalogaba como invidente y una pequeña lata donde supuse que irían las limosnas. Me acerqué, nervioso, viendo impresionado la belleza de ese ángel caído del cielo. ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué Dios lo dejo caer para sufrir? Su rostro caía con desgano sobre su hombro y la pared, abstraído de la realidad, como si esperara paciente que terminara su tortura para levantarse y retirarse del lugar. Ya estaba frente a él, pero parecía que no lo notara. Veía sus brazos, delgados, cayendo levemente entre sus piernas, luciendo algunas heridas y moretones. ¿Qué le harían? ¿Cómo lo castigarían? Fije mi vista en la lata, vacía, con solo una piedra y la cáscara de una fruta. Parecía que nadie siquiera percibiera su presencia en la calle. Me agache frente a él, en medio de la gente y olvidándome al mismo tiempo de ella. Simplemente lo observe con dulzura… era la cosa más preciosa vista en toda mi vida.

-Asmita…

El rubio, aludido, vira su rostro hacía mi, de frente, con expresión incierta. Solo sentir que había captado su atención me sacudió por completo. Trague grueso, buscando hablarle con el tono más dócil que poseía mi gruesa voz.

-… si solo te quedas sentado no recibirás nada de la gente…

-… -él menor desvió de nuevo su mirada, como sumiéndose en un profundo sueño y luego balbució -. No tengo porque pedir nada si me siento afortunado…

No pude evitar mostrar una expresión de duda ante esa frase. …l podía verse de todas formas menos afortunado. Su aspecto era deplorable, su condición algo penosa. Pero aún así, esas fuerzas, ese orgullo, me pareció una muestra de su intrigante virilidad.

-Tienes razón, debes ser afortunado si pintas de esa forma a pesar de tu ceguera –De nuevo, fijo su atención en mí -. Te vi, te vi pintar noches atrás y te estuve buscando por todo el pueblo. Nunca había visto algo tan hermoso –me sonreíste y con eso pareció que estallaras mi corazón en el pecho, desgarrando mis pulmones y dejándome sin aire. Y aún así, intente seguir hablando-¿Por qué no regresaste?

-Intente… pero no me lo permitieron.

-¿Por qué no llevas suficiente a tu casa? –Asentiste con tu cabeza. De algún modo, te noto en confianza y eso me alivia en sobremanera -¿Quieres que te ayude con eso?

-¿Quién eres? –murmuraste con curiosidad y una sonrisa extrañamente seductora

-Solo un alma en pena que ha conseguido un ángel –respondí, sorprendiéndome a mi mismo de lo poeta que me estaba convirtiendo

-Lastima… este ángel le han arrancado las alas… -dijiste con una expresión melancólica, cubierta de dolor y luego fijaste tú rostro elevándolo hacía el cielo -. Ya no hay modo de alcanzar el cielo, pero intento traerlo a la tierra…

-Mentira… -dije ahogadamente, tocado a fondo por esas palabras y ese semblante adolorido que me provoco deseos de abrazarte. Me has desarmado-. Te vi volar allí, te vi volar entre colores y formas. Hacías piruetas en el aire, hacías con las nubes lo que te placía. Si que puedes volar, puedes volar como ninguna ave en el cielo.

Me miraste de forma extraña, entre asombrado, alegre y confundido. No te culpo, no tengo la menor idea de porque te estoy hablando así, solo sé que quiero liberarte de esas cadenas que aquellos te han impuesto y que pareces haber terminado por aceptar resignado. Me acerco a ti, te susurro algo y tú pareces atenderme. Asientes dudosamente y como si fueses un muñeco de trapo, te dejas caer al pavimento. Eres hermoso, incluso así, en la tierra y polvo amarillo que nos rodea. Empiezo entonces mi parte, grito, llamo la atención de los que estaban presentes, te cargo entre mis brazos y hago que te llamo, tú no respondes. Pronto la gente se acerco y poso su atención, lo suficiente como para tocar su corazón y dejarnos unas monedas para darte de comer, alegando que tu desmayo era por eso. No paso mucho tiempo para cuando recogí las monedas e hice una actuación fingiendo que te llevaría para ser atendido rápidamente. Me fui contigo hasta la parte más alejada del pueblo, comprando algunas frutas para que comieras ya que al tenerte cerca de mi cuerpo, note que tu estomago reclamaba comida. Que delgado eres, frágil, puedo cargarte fácilmente entre mis brazos y sentir tu cabeza recostada sobre mi pecho, respirando pausadamente. Verte fingir que duermes es demasiado para mis sentidos. Te acosté en el suelo con arena amarilla y ligeramente te repusiste, a la expectativa de que habíamos logrado. Tome tus manos frágiles y delgadas, cuidando no hacerte daño con las mías y deposite las monedas recolectadas. En tu rostro se dibuja la sorpresa.

-Con esto, ¿será suficiente para que regreses a pintar esta noche? –pregunte esperanzado

-¿Por qué? –preguntaste con voz incrédula -¿Por qué me ayudaste?

-Ya te dije… quiero volver a verte volar entre colores en la oscuridad.

Te sonreíste de nuevo y dejaste caer las monedas sobre tu traje, para tomar la manzana que tenía entre mis piernas. Me sorprendí viendo que tan fácil la tomaste, como si pudieras verla.

-No soy tan inútil como muchos piensan. Puedo darme cuenta de mí alrededor sin tener que verlo. Por ejemplo, una carretilla jalada por burros se acerca a la derecha… -concentras un poco tu expresión-, tiene una de sus ruedas de madera doblada… es la izquierda trasera. Lleva un cargamento… Parecen ser jarrones y vasijas.

Te escuchaba perplejo, detallando la forma como parecía concentrarte para tener los mínimos detalles de lo que indagaba con algo indescriptible. Ladeabas tu rostro hacía la derecha, tus cejas se ablandaban en tu frente, mordías tus labios delicadamente y luego los enjugabas de forma juguetona. Me atraías a ti con cada movimiento.

-El hombre que lo maneja es pesado, lleva una cadena de cuentas en su pecho. Estas chocan cada vez que las ruedas se encuentran con una piedra pequeña. Además, el burro de la derecha esta cojeando… pobre animal, deben tenerlo así desde hace un tiempo…

Voltee en ese momento cuando sentí la carreta pasar detrás de nosotros. Detalle pasmado cada una de las características que él había mencionado, comprobándolas al instante. Impresionante… Este hombre era simplemente impresionante… No cabía la sorpresa dentro de mí…

-¿Cómo lo haces?

-Lo siento… siento el sonido del aire y de todo lo que me rodea, palpo las texturas, el movimiento de la tierra, el olor, todo para mí son señales de lo que tengo a mi alrededor.

-Con esa habilidad podrías hacer mucho dinero sin necesidad de pedir limosnas…

-Podría, pero no quiero… no lo considero una habilidad de que jactarme… solo es sobrevivencia.

Mordiste la manzana con rostro orgulloso… ¡Cuan intrigante podrías llegar a ser! Ese misterio que te envuelve me seduce… sí, definitivamente no me despegaré de ti, quizás me lleves al cielo o a las mismas brazas del infierno, pero te seguiré gustoso.

Concentrado estaba mirándote mientras lamias de tu comisura los restos de la manzana, con tanta seducción que quemo mi cuerpo. Absorto llevándome dentro de mí el movimiento de tu cabello dorado, un poco opaco por el hambre y los maltratos, que no me di cuenta, en qué momento usaste tus manos para posarlas en mi rostro. Quede estático, mientras te entretuviste dibujando mis expresiones dejándome mudo e inmóvil. Tus manos se sentían tan bien en mis rostro… sentía que me tocabas con la misma pasión que lo hacías con ese lienzo aquella noche… pensar en eso encendió mi piel.

-Ya veo, eres bastante alto, cabello abundante, tu piel es oscura… Imagine que tendrías un cuerpo bien formado por el sonido de tus pasos –soltaste tu tacto de mi rostro e intentaste bajar hasta mi cuello, pero mi reacción te detuvo. Me mordí los labios, quería sentirte pero mi cuerpo respondía demasiado rápido y como temí, te distes cuenta de ello -. Hasta aquí será suficiente…

Te apartaste con una sonrisa tierna, como si no te hubiese incomodado lo sucedido. Tomaste las monedas y la guardaste entre los bolsillos de tu túnica. Luego volviste a subir tu rostro, gracioso, pícaro, como si buscaras tener mi atención cuando ya estaba por entero concentrado en ti.

-Entonces, te veré esta noche…

-Defteros… mi nombre es Defteros.

-Bien, Defteros… entonces te veré esta noche… te mostraré lo más impresionante –Lo dijiste, con la expresión más sensual nunca vista por mis ojos.

Me sonreí, era claro que me estas invitando, incitando, tentando a caer entre tus hebras doradas. No pondría oposición, me dejare seducir dulcemente por ti y te enseñaré lo rudo que puedo convertirme cuando la pasión me domina y se hace mi dueña.

-Interesante… -Le murmure notándome provocado, con toda la intención para que él supiera que estaba dispuesto a seguirle el juego. Su sonrisa petulante me hizo entender que lo estaba comprendiendo -. Entonces si me sorprende, ¿yo puedo sorprenderte también?

-Puede ser…

Lo deje ir, tranquilamente, con la promesa de que lo encontraría en la noche. No supe cómo pero ese encuentro termino uniéndonos hasta fusionarnos en el color verdadero… ese que encontrarías al final de tus días.
Notas finales: Espero que les haya gustado este capitulo:

Aqui pienso explotar toda la sensualidad que pueden tener estos dos sin athena, guerras santas y mascaras de por medio. La idea es simplemente esa.

Un asmita que no esta atado a ninguna religión, libre de expresarse sin retricciones ni deberes mayores.

Y un defteros que combina muy bien su parte sensible con la fiereza de su parte pasional, sin mascara, también libre de mostrarse aunque se considere una sombra.

Espero sus review.

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