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Cobardía por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Naruto es propiedad intelectual de Masashi Kishimoto y yo no obtengo gratificación económica por mi labor.

Notas del capitulo: Hummm... sencillamente diré que no escribí lo que habría querido escribir, pero me salió del alma.

Dedicado a mi recién adquirida hermana Kiku xDDD

Nota: Siento que se me desmadró y caí en el OoC .o.

 Cobardía

Por: chibiichigo

 

La torrencial lluvia caía, produciendo un repiqueteo constante en la ventana. Era el único sonido que se escuchaba, además de una seguidilla de suspiros prófugos salidos de la boca  de un moreno escondido en la lóbrega pieza.

Quizás se debiera al patético humor en que se encontraba Uchiha Itachi, pero, acompañado con el constante sonar de las gotas estrellándose en el cristal y la penumbra de la habitación, aquello apenas le resultaba soportable. Por mucho que se esforzara en ocultarlo a todo el mundo, incluido él.

Algo de lo que se enorgullecía, casi la única cosa, era de su temple de acero y de su parsimoniosa actitud. Normalmente parecía indiferente a todas aquellas situaciones que lo sobrecogían o molestaban de algún modo, de tal forma que para cualquier espectador era como si se quisiese leer una carta en blanco. Así, se repetía en ocasiones, era la manera ideal para repeler todo lo que podía verse como una debilidad, una flaqueza por parte suya.

Se echó en la cama, indispuesto a dejarse vencer por unos pensamientos que – por mucho que detestase admitírselo – le habían ganado la partida esa noche. Se había roto, por primera vez desde que su madre muriera, el cristal que mantenía a sus emociones alejadas de sus pensamientos. Y lo que más le dolía y le frustraba, era que no sabía cómo hacerle frente a toda esa vorágine que le atormentaba: Deidara. El único hombre capaz de usurpar unas cavilaciones que ilusamente creía suyas.

Sí, era aquel rubio volátil, y solamente él, quien podía jactarse de conocerlo mejor que el mundo entero pese a que no le hubiese dicho mucho de su vida; quien lograba crisparle los nervios como nadie con tan sólo unos cuantos comentarios en los puntos precisos, y, sobre todas las cosas, lograba que, durante efímeros momentos, la careta de indiferencia se desvaneciera de su rostro. Deidara era más que un amigo, más que un confidente… Mucho más que cualquier cosa a la que el Uchiha pudiera aspirar.

¿Y, pensó simplemente para ahondar esa llaga de miseria que le corroía por dentro, dónde se encontraba aquel hombre en ese momento?: Sencillo, en la casa de algún imbécil que lo dejaría, sin lugar a dudas, botado. Eso, y justo eso, era lo que más le molestaba… Por encima de todo, le ofuscaba y enervaba la forma en que la volatilidad del rubio le guiara directamente a un – otro – mal trago.

Y siempre era igual.

Para Deidara, aquel niño que siempre había sido marginado por su complexión física, se había vuelto casi un rictus el de dormir con cualquier pobre diablo que quisiera. Era, como había decidido antaño el de mechones ébano, la manera que tenía ese chico de reivindicar su caótico existir. Jugaba a ser explosivo y desinteresado cuando verdaderamente las cosas le importaban. Pero después, algo en su mirada cambiaba. Se le notaba en los orbes, generalmente alegres, un dejo de rabia y de rencor a sí mismo; y justo en esos instantes Itachi podía leer como nadie más, lo que el otro sentía.

 

No era que el de mechas oscuras acostumbrara inmiscuirse en asuntos que no le correspondían, todo lo contrario. Por lo general prefería mantenerse al margen de las situaciones y dejarlas correr hasta que no se viera él implicado, pero de nuevo, con Deidara había sido todo diferente.

¡Odiaba a Deidara por ser diferente a los demás! Lo odiaba tanto…

Con él se había sentido con tal simpatía que se había dispuesto a hablar, a aconsejarlo cínicamente sobre cosas que él no comprendía. Le había sugerido que esperara a alguien que le quisiese en vez de estar sufriendo y fingir que nada valía la pena cuando en realidad habría querido gritar que le quería, que no se degradara a sí mismo con idiotas que jamás lo verían como él… pero el de mechones soleados no había hecho caso.

Sintió una puñalada en el pecho, casi como si de una epifanía se tratase, que le decía que no podía dañarse más, que no valía la pena hacerlo… pero no tuvo el valor suficiente para dejar crecer ese sentimiento. Él jamás tendría a Deidara porque su propia cobardía y amistad mal disfrazada se lo impedía.

No era por la manera de ser del rubio, ni por lo explosivo de su carácter.

No era por saber que todo el tiempo él buscaba su reivindicación consigo acostándose con todos los patanes que no amanecerían a su lado la mañana siguiente.

No era por ninguna de esas cosas.

Era porque él no era lo suficientemente osado como para abrir su corazón.

Porque no quería que lo lastimaran.

Porque odiaba que Deidara lo conociera de la manera que lo hacía, incluso sin palabras de por medio.

Porque detestaba no poder estar sin él un segundo y no extrañarlo.

Porque… ¡Sólo porque era un masoquista!

Y claro, porque sabía que no podía aspirar a nada mejor que a su amistad.

 

---

Parecía que el tiempo de lluvias no cedería, por mucho que estuviesen en una temporada normalmente seca. En ocasiones sólo repiqueteaba una brisilla inquieta por las caras de los peatones, y otras tantas había que guarecerse para no terminar empapado. Y claro, estaban las lluvias cargadas de rayos que le ponían a pensar en todo aquello que le volvía miserable.

De su cabeza no podía sacarse al rubio, ni a sus hermosos orbes que comunicaban todo lo que habitaba en su rancio corazón.

No había hablado con él en semanas, debido a la carencia de tiempo por ambas partes, pero realmente no tenía ánimos de hacerlo. Por mucho que lo extrañase, no quería tenerlo cerca en esos momentos.

Tenía miedo de lo que le diría si se encontraban, de no poder actuar con normalidad, de ver de nuevo la nostalgia en un fugaz destello…y, sobretodo, tenía miedo de verlo feliz. Podía sonar estúpido, eso el Uchiha no lo negaba bajo ningún  concepto, pero lo  que más le aterraba era que las cosas, esa vez, sí hubieran funcionado. Que ahora tuviera pareja y alguien más se lo hubiera arrebatado… Aquello no podía soportarlo.

Conforme pasaban los días, intentaba recomponerse de la noche que había roto esa fortaleza impenetrable que comprendían sus sentimientos, pero no lo lograba y sabía que no lo haría. No en esa ocasión, por mucho que le molestara. No podía sacarse a Deidara del pecho, ni tampoco deseaba clavárselo como un puñal.

Por ello, decidió volverse a refugiar en la indiferencia. No quería que lo vieran débil, no podía flaquear.

 

Ciertamente, cada día que pasaba era una tortura. No podía hacer nada sin que aquello le recordase al rubio, ni desprenderse de su añoranza por un segundo – y todo aquello le podría por dentro, el Uchiha ya no quería extrañarle –. Cada momento que transcurría era como si le apedrearan un poco los sentimientos, extrañamente a flor de piel, matándolo de a poco.

¿Por qué le costaba tanto? ¿Por qué demonios aquello era lo más difícil que había hecho en su vida?: No tenía una respuesta…pero sabía que tenía la solución.

 

 

-Bueno- escuchó a su interlocutor del otro lado de la bocina.

Se quedó en silencio; no sabía qué lo había orillado a hablarle por teléfono pero…no se sentía tan valiente como para hacerlo de otro modo.

-Hola- saludó con el mismo tonillo inflexible de siempre- Por favor… Ya no lo hagas más.

-¿Hacer qué?- no había esbozo de molestia en la voz del otro, sólo de una irrefrenable confusión que se mezclaba con angustia.

-Por favor, no sigas con eso. Vales más que eso… Mereces a alguien que te quiera y te valore por cómo eres.

No tuvo el valor de decirle nada más, así que colgó.

Sabía que jamás sería para Deidara más que un amigo, que no podría aspirar a estar con él jamás…

Porque era un cobarde.

Porque no le era posible abrir su corazón.

Porque no quería saberse perteneciente a alguien…alguien a quien siempre pertenecería.

 

Notas finales: Espero lo hayan disfrutado.
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