"Otra vez... Bueno, no hay nada que hacerle... Tendré que intentarlo de nuevo... Por algo se empieza, ¿no?... Pero... ¡yo ya traté con esto tres veces antes de esta!", pensaba el pobre de Akiharu mientras atendía a un cliente en su nuevo trabajo. Desde hacía una semana, el joven rubio trabajaba en un restaurante llamado "Boyaboya". Era la cuarta vez que trabajaba en uno, aunque en esta ocasión era un poco distinto, ya que las otras veces había estado en lugares de comida rápida. Quiso cambiar un poco de ambiente y tratar con algo un poco más formal, por decirlo de algún modo; Akiharu ya no iba a soportar que lo mandaran unos jóvenes que apenas habían salido de la casa de sus padres para no volver jamás unas semanas atrás, ni tampoco a los ruidosos y escandalosos niños con esas vocecitas chillonas corriendo de un lado a otro y peleándose por los juguetitos que venían como regalo. Era un restaurante con un poco más de clase, donde asistían desde hombres de negocios hasta familias con niños menos alborotados. El joven rubio estaba casi irreconocible con su uniforme: pantalón de vestir negro, camisa de mangas largas blanca, chaleco negro, un moño rojo y delantal blanco. El típico uniforme de camarero.
-¡Tsukiyama-kun!
-Dime, Waka-san.- respondió Akiharu ante el llamado de una de sus compañeras de trabajo.
-¿Podrías llevar esto a la mesa 9, por favor?
-Claro.
-Gracias.
Todo lo que le habían dicho sus amigos le llegó en serio. Por fin, en sus casi 26 años de vida, Akiharu se había propuesto comenzar un proyecto que le aseguraría un buen futuro. Ya no quería volver a pedirle prestado dinero a Yuuki- además que el rizado era menor que él-, ni a Teruki, ni a su amigo otaku, Shinya. Mucho menos le gustaría recibir dinero de sus padres o su hermana menor- que trabajaba en un hospital-. Aunque muchas veces le dijeron que lo mejor sería que continuara con sus estudios para llegar a ser, algún día, arquitecto, mas él se rehusaba diciendo que no sentía que estaba hecho para eso.
-Vaya, te lo estás tomando muy en serio todo esto, Tsukiyama-kun.- le comentó otro de sus compañeros, un chico rubio que se encontraba en su descanso comiendo un chupa chups.
-Es que necesito el dinero, Yamazaki-san.
-¿Qué es eso de "Yamazaki-san"?
-Ese es tu apellido, ¿no?
-Si, pero es muy formal, no me gusta.
-¿Cómo quieres que te llame, entonces?
-Dime Maya.
-¿Maya?
-Si, aquí todos me dicen así. ¿O no, Waka?
-Así es.
-Como digan.
-Por cierto, Tsukiyama-kun, ¿tú tienes algún apodo?
-Es verdad, si vamos a trabajar juntos será mejor que te busquemos algún apodo... Veamos...- Maya trataba de pensar algún buen apodo para su compañero.
-No te esfuerces tanto, Maya.- se burló su pequeña compañera, riendo junto con Akiharu.
-¡Oye! Tsukiyama-kun, no te rías.
-Lo siento.- trataba de disculparse entre tanta risa.
-Pues... no se me ocurre nada.
-¿Tus amigos te dicen de alguna forma en especial?
-Bueno... no realmente, a veces me dicen Haru.
-¿Haru?- preguntaron los otros dos.
-Si, por Akiharu.
-Ahh...
-Y...
-¿Y?- en ese momento recordó su guitarra, la razón por la cual Takuya, su más grande ídolo, lograba recordarlo.
-Miku...
-¿Miku?
-¿Eh?
-Tú acabas de decir Miku.- le dijo su compañero.
-¿Yo?
-Si, tú.- le dijo Waka.
-¿Cuándo?
-Hace un momento.- le recordó su compañero rubio.
-Ni me di cuenta.
-¿Quién te dice "Miku", Tsukiyama-kun?- preguntó curiosa su compañera.
-N- nadie.- rió nervioso. Aunque él trató de negarlo, Waka no lograba creerle- En serio.
-No trates de mentirle a Waka, ella es mujer.
-¿Y eso qué tiene que ver?- preguntó confundido.
-Las mujeres se dan cuenta de todo.
-Ah...
-No me digas nada... Mmmm...- Waka se le quedó mirando, pensativa, con la mano en el mentón- Miku es nombre de mujer... ¿Es el nombre de la chica que te gusta?
-¿Gustar?... Eh... pues...
-No... espera...- volvió a hacer la misma pose.
-¿Waka-san es adivina?- le preguntó a Maya en un tono bajo.
-Algo así.- le respondió de la misma manera.
-No es exactamente el nombre de la chica que te gusta... pero... ¿por qué se me vino a la mente una chica?
-Tal vez sea porque ese es el nombre de mi guitarra.
-¿Eh?- preguntó Maya.
-Claro, es por eso que dicen que la guitarra tiene curvas de mujer.
-Ahh... ahora entiendo.
-Ay, ya te dije, Maya, no te esfuerces tanto.
-¡Oye!
-Aunque...- a pasar de todo, Waka no estaba conforme con su adivinación.
-Bueno, asunto aclarado.- dijo Maya.
-Ahora que lo dices, Tsukiyama-kun... tienes cara de Miku.
-¿Qué?
-Si, es cierto.
-¡¿Eh?!
-¡Está decidido! Desde ahora en adelante te llamaremos...
-¡¡Miku!!- Waka y Maya festejaban mientras Akiharu los veía sin entender muy bien.
-¡¡Ustedes!!- gritó un hombre, no muy alto pero si muy atractivo, saliendo de la cocina.
-¡¡Ay, no!!- detuvieron su festejo.
-¿Qué creen que están haciendo?
-Perdón, señor, pero fue culpa de Waka.
-¡¿Eh?! ¡Mentira! Fue... ¡Fue culpa de Miku!
-¿Quién es Miku?
-Eh... yo... creo...- dijo temeroso el nuevo empleado rubio- Y no fue mi culpa, yo estaba haciendo mi trabajo cuando estos dos comenzaron a buscarme un nuevo apodo.
-Con que Miku, ¿eh?... Pues si, tienes cara de Miku.
-¡¿Usted también?!- se quejó algo sorprendido.
-¿Lo ves, Miku? Waka y yo teníamos razón.
-Hasta Hyde-san piensa lo mismo.
-Si ustedes lo dicen.- dijo resignado.
-Bueno, basta de charla.- dijo firme Hyde- Pónganse a trabajar de una buena vez.
-Pero estoy en mi descanso.- añadió Maya.
-Yamazaki, ¿quiere que le baje el sueldo otra vez?- amenazó Hyde.
-No, señor.- bajó la cabeza.
-Pues vete a trabajar.
La tarde se hizo noche, en Boyaboya sólo se podía ver cómo Miku, Waka y Maya iban de un lado a otro llevando platos con comida o usados, cuentas para pagar, dinero, bebidas, trapos para limpiar, postres, entre tantas otras cosas, mientras eran supervisados por el mayor atractivo del lugar- como muchas de las clientas lo llamaban-, Hyde.
-Gracias, vuelvan pronto.- el joven rubio despedía cordialmente a unos clientes.
-Miku-kun.
-Dime, Hyde-san.
-Pues verás, nos han hecho un pedido para entregar a domicilio y el chico del delivery está enfermo...
-¿Quieres que vaya yo?
-Bueno, en realidad te iba a decir que tomaras el lugar de Maya limpiando los baños, pero ya que estás...- Hyde le entregó la dirección anotada en un papel- Aquí es donde tienes que ir.
-Muy bien.
-El pedido está en la cocina. Ah, ¿sabes andar en moto?
-Si.
-Bien, dile a Ken que te diga dónde está.
-De acuerdo.
Fue hasta la cocina, donde se encontró con Ken, el ayudante del chef. Ken le indicó a Miku dónde estaba la moto y la comida que debía llevar. Una vez conseguido todo, Miku se fue en marcha hacia su destino. Era viernes por la noche, había mucha gente por las calles de Tokio, parecía imposible poder recorrerlas sin perder por lo menos diez minutos entre semáforo y semáforo. Por suerte, Akiharu era buen conductor, a pesar de tener vencido su registro- es decir que estaba evadiendo a la justicia. Varias veces debió preguntar cómo llegar a la dirección donde tenía que dejar el pedido. Le costó bastante llegar pero pudo hacerlo. La dirección del lugar era la de un edificio, allí debía buscar en qué departamento habían hecho el pedido.
-Eh... Disculpe, señor.- se le acercó a un hombre mayor que parecía ser el encargado del edificio.
-Si, dime.
-Alguien de este edificio hizo un pedido y...
-Ah, debes entregar eso.
-Si.
-Bueno, puedes pasar.
-¿No se molestarán? Puedo llamar desde aquí abajo.- dijo señalando al portero eléctrico.
-Claro que no.
-Bueno, muchas gracias.
"3B... 3B... ¿Dónde está el 3B?", se preguntaba mientras caminaba buscando el departamento 3B. "¡Allí está!", por fin lo encontró. "Bueno, entrego esto y volveré al restaurante... Aunque ya será la hora de irme para cuando llegue... Espero que a Hyde-san no se le ocurra dejarme trabajando por más tiempo como el otro día.". Se acercó hasta la puerta y dudó un momento en llamar. "Tengo un mal presentimiento... Waka-san, ¿por qué no estás cuando te necesito? Tú podrías decirme lo que me espera detrás de esa puerta... según lo que me contó Maya... tendré que ver para creer eso de que Waka-san predice el futuro... ¿Será verdad? Hay gente que dice que puede hacerlo, como eso de los sueños premonitorios y... ¡No! ¿Qué estoy haciendo? Se supone que debo entregar el pedido y estoy aquí, parado frente a una puerta de un total desconocido preguntándome si mi compañera de trabajo en serio tiene poderes sobre naturales... Teruki tiene razón, estoy mal... Bueno, voy a llamar". Tocó el timbre y esperó que lo atendieran. Esperó y esperó, pero nadie contestó. "¿Se habrán ido a dormir olvidándose del pedido?... O tal vez... ¡¿Akiharu, qué cosas piensas?!", se preguntaba a sí mismo con la cara roja. Volvió a insistir. Pero nada. "Me estoy hartando... Una vez más, la última y por las buenas". Volvió a tocar el timbre.
-¿Qué?- preguntó de mala gana una voz masculina a través de portero eléctrico.
-"Qué carácter..." ¿Aquí pidieron takoyaki? Vengo del restaurante Boyaboya.
-¿Eh?... Ah... espera... ¿Tú querías takoyaki, verdad?- le preguntó a alguien que se encontraba adentro del departamento- Si, aquí es.
-Bueno, tengo su pedido.
-Está bien, aguarda un momento.- colgaron. Se pudo escuchar unos cuantos pasos del otro lado de la puerta hasta que abrieron la puerta- ¿Cuánto te debo?
-N... nada...
-¿Cómo que nada?
-Takuya...
-¿Eh?... Tú eres...
-¿Quién es él? ¿Un amigo?- preguntó una chica abrazando por el cuello al menor.
-Es un fan.
-Eres muy popular.- le dijo la chica para terminar con un beso en la mejilla de Takuya.
-Bueno, ya, dime, ¿cuánto te debo?
-¿Eh?
-¿Me escuchaste?
-Ah... si... eh...
-¿En serio me estás escuchando?
-Lo... lo siento... Eh... Son 4000 yenes.
-De acuerdo.- revisó en su billetera- Aquí tienes.
-Ah... si... Esto es tuyo.
-Gracias... Toma.- le entregó la bolsa donde estaba el takoyaki a su acompañante.
-Oh, gracias.- volvió a besarle la mejilla. Akiharu se sentía incómodo en esa situación- Te espero.
-Está bien.- le dijo y la chica se fue.
-Lamento haberte interrumpido.- se disculpó Akiharu.
-Siempre haces eso.
-¿Qué?
-Disculparte aunque no hayas hecho nada malo.
-Pero... estabas... ocupado...- dijo bajando la mirada- Lo siento.- se dio media vuelta para irse.
-Espera.- lo tomó por el brazo.
-No...
-¿Qué?
-Debo volver al trabajo.- le respondió sin voltear.
-Ah... bueno... está bien...- lo soltó- Sólo... quería preguntarte algo.
-Di... dime...
-Cuando nos conocimos, habías ido acompañando a un amigo, ¿verdad?
-Ah... si...- volteó a verlo.
-¿Cómo se llama?
-¿Eh?
-Tú amigo.
-Ah... Teruki... Nagata, Teruki.
-Teruki...- dijo pensativo- Entiendo...
-¿Por qué lo preguntas?
-Curiosidad.
-Ya veo...- bajó la mirada.
-Bueno... No te quito más tiempo.
-¿Eh?
-Nos vemos, Miku.- entró a su departamento y cerró la puerta.
Akiharu tardó un rato en reaccionar y, para cuando lo hizo, sólo caminaba lento, como si miles de pensamientos bombardearan su mente. Fue hasta la calle, donde había dejado la moto.
-Esto es raro... No entiendo qué me pasó...