Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi Pecado: Obsesión. por KakaIru

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Una idea algo tonta que se me ocurrió mientras escuchaba esta canción tan fantabulosa: Life is Beautiful por Sixx:A.M.

Notas del capitulo: Título: Mi Pecado: Obsesión.
Serie: Le Sauvage et le Masochiste
Pareja: Gaara/Lee
Resumen: Temari (y muchas personas en Suna) se preguntan por qué Gaara está tan obsesionado con Lee. Y, como siempre, Gaara responde. Muy mal para Temari, la respuesta la dejará traumatizada de por vida.
Advertencia:
Temas Adultos (?) y posible y muy probable OOC (Out of Character o Fuera de Personaje) por parte de Gaara.
N/A:
El Vicio#30: Obsesión, para aquella tabla en mi LJ que nunca terminé pero que me provocó continuar luego de tanto tiempo XD Y por supuesto, para inaugurar una nueva serie: El Salvaje y el Masoquista ;D

 

 

Mi Pecado: Obsesión.

 

Just open your eyes
Just open your eyes 
And see that life is beautiful. 
Will you swear on your life, 
That no one will cry at my funeral?







De entre todas las personas habidas y por haber, nadie se explicaba porqué Sabaku no Gaara había caído enamorado precisamente de Rock Lee. Simplemente no tenía sentido, pero allí estaba, no sólo diciendo que lo amaba con locura, sino ostentándolo. Por supuesto que el Consejo había puesto el grito en el cielo al enterarse de que el Kazekage de su aldea era gay, y para colmo decía estar enamorado de un ninja perteneciente a otra aldea. Y sí, habían hecho todo lo posible para que su unión no se llevara a cabo. Habían presionado a Gaara, e incluso habían llegado al punto del chantaje emocional, pero cuando nada de eso dio resultado optaron por la solución más factible, y esta era amenazar a Rock Lee para que no se acercara al joven gobernante. Claro que cuando Gaara se enteró de esto, se encargó de dejar bien en claro que cualquier otra persona que osara meterse en sus asuntos personales iba a terminar, como mínimo, muerto bajo kilos de arena, y la muerte no iba a ser piadosa en lo más mínimo.


Entonces, cuando ningún extraño pudo decir, siquiera objetar en lo concerniente a su relación, llegó el turno de sus hermanos. Kankuro procuró no meterse en nada, porque de todos modos Gaara no le iba a hacer caso y ya se lo había dejado en claro un montón de veces. Así que Temari había tomado la responsabilidad. Se acercó a su hermano una mañana, bien tempranito antes de que recibiera los reportes para así tenerlo de mejor humor. Tocó a la puerta tres veces y del otro lado llegó la apacible contestación.


Dando tentativos pasos dentro de la ordenada oficina, Temari se vio de frente con aquel antiguo monstruo que la había espantado en sus pesadillas pero que había cambiado para ser una mejor persona. Y vaya que Gaara había cambiado, aunque de vez en cuando se sintiera perder el control y amenazara con acabarlo todo. Temari, y todos realmente, sabían que no lo decía en serio. Luego de lo mucho qu  había luchado para llegar hasta allí, no iba a tirar su arduo trabajo por la borda simplemente a causa de algún arranque de ira.


-Gaara-chan...- se aproximó Temari cautelosamente, tomando asiento frente a su hermano, quien apenas levantó la mirada para contemplar a su hermana mayor.


-¿Sí?


-Quisiera...- hizo una pausa momentánea, escogiendo cuidadosamente sus palabras- Quisiera hablar contigo.



Gaara le observó atentamente, y asintió para que continuara.



-Sobre Rock Lee- añadió Temari no sin cierto temor.



Fingiendo prestarle poca atención al asunto, Gaara agachó la vista y acomodó ciertos papeles sobre su escritorio.


-¿Qué pasa con él?- preguntó sin que su tono denotara absolutamente nada, a pesar de estar completamente al tanto de la inquisitiva mirada de la rubia, quien lo observaba como si estuviese examinándolo, disecándolo para tratar de entender qué se hallaba dentro de su cabeza que lo hacía comportarse de esa forma tan extraña.


Y es que para Temari no hubiese habido gran problema (demonios, entre tener un hermano asesino a uno gay, ¡felizmente se quedaba con el gay!) sino es porque la actitud de Gaara había cambiado demasiado radicalmente. Cada vez que alguien tocaba el tema de Lee, y aún cuando ni siquiera tuviese algo que ver con él, Gaara se convertía en una persona completamente diferente e irreconocible. Cuando hablaba de Lee sus ojos se iluminaban, y sonreía ante sus pensamientos sin prestarle atención a lo que otros pudieran pensar. Y entonces, si Temari se atrevía a mencionar que Lee pudiese estar llevando a cabo alguna misión en las cercanías de Suna, Gaara desaparecía para ir en busca del pelinegro.


Entonces no había forma de dar con él. Dejaba todo tirado, la aldea, las reuniones con el Consejo, los reportes, los documentos, ¡todo! No le interesaba saber de otra cosa que no fuese 'su Lee', como a diario se refería al ninja de la hoja. Y cuando Lee estaba en la aldea, ¡el horror! Era como ver a un Gaara diferente, como si hubiese caído presa de un jutsu. No se despegaba de Rock Lee en ningún momento, paseando juntos por las calles de Suna, besándose en público, dándose de comer mutuamente, diciéndose cosas cariñosas, abrazándose como si fuesen una feliz pareja, ¡era simplemente demasiado raro!


¡Y qué decir de aquella ocasión en la que Temari, por error, había entrado a la habitación que ambos compartían durante la noche! Temari nunca olvidaría aquella vez, su mente corrompida irremediablemente y la imagen de su ingenuo hermano menor destrozada por los sueños. Ya ni siquiera podía mirar a Lee a los ojos sin recordar aquella noche, demasiado embarazoso verle en aquella posición, literalmente. 


No, era... no era bueno ver a Gaara así. Estando con Lee se volvía demasiado descuidado, como si se tratara de un simple niño cuando realmente no lo era. Gaara tenía demasiadas obligaciones y Temari temía que si aquella pseudo-relación no terminaba bien, pues que el pelirrojo no pudiese tomarlo con tanta soltura.


-Es que... me preocupas, Gaa-chan- dijo finalmente mientras tomaba la mano de su hermano y la sostenía entre la suya.


-¿Y eso por qué?- preguntó el pelirrojo alzando una de sus invisibles cejas. La verdad es que no entendía cual podía ser la preocupación de su hermana.


Que Gaara supiera, él no estaba en peligro ni nada por el estilo, ¿o sí? La única que podía estar bajo alguna amenaza era ella, porque Gaara comenzaba a hartarse de que todo el mundo le dijera qué hacer. Además, si al menos sus sugerencias fuesen buenas... ¡pero no! Lo único que sabían decir era que su relación con Lee no estaba bien, que iba a terminar lastimado, que no tenían futuro, y un montón de sandeces más que únicamente lo ponían de malas y acababan con su paciencia. A Gaara no le interesaba lo que ninguno tuviera que decir. Lo único que le importaba, o más bien el único, era el propio Lee.


Tan sólo de pensar en él sentía sus músculos relajarse. Lee era maravilloso, lo mejor que había pasado en su vida. ¿Qué derecho tenían los demás de aconsejarle qué hacer cuándo no sabían lo que experimentaba Gaara estando al lado de su increíble amo del taijutsu? Estar con Lee era una experiencia alucinante, porque con él podía ser como realmente era, podía decir lo que pensaba, expresarse sin temor a ser juzgado o ser odiado. Lee no se había asustado cuando Gaara se apareciera en su habitación la primera vez y le hubiese exigido que se entregara. Obviamente Lee no se había entregado, sino que le había pedido una muy merecida explicación que Gaara, escueto como era y falto de palabras, había logrado brindarle.


Extrañamente (para todos menos para Gaara) Lee no se había espantado en lo más mínimo, sino que le había pedido que se tomaran las cosas con relativa calma. Gaara le había dado gusto simplemente por la forma en que se sonrojó y le pidió, con tono cohibido y de la forma más inocente posible, que pasara la noche con él. Y esa noche había sido estupenda para Gaara, porque había sentido algo que no había conocido nunca. Porque Lee le había abrazado largamente y le había besado el rostro con devoción, repitiéndole sin cesar que Gaara era importante, que era necesario y que valía mucho más de lo que el mundo le había hecho creer siempre.


Desde esa noche, cada vez que Gaara se sentía ahogar entre las cuatro paredes de su oficina, escapaba de Suna y le econtraba en Konoha, siempre solícito, siempre dispuesto a complacerlo, a escucharlo e incluso a dejarle quitarse la frustración con él como si fuese la cosa más normal del mundo. Y era eso lo que más adoraba Gaara de su Lee. El hecho de que nunca se espantaba cada vez que le proponía lo que muchos podían catalogar como barbaridad. No se había espantado la primera vez que le confesara que nunca había dejado de desear su sangre, ni cuando le dijera, bien bajito y susurrado en el oído, que cada noche soñaba hacerle cosas a las que muchos ni siquiera accederían. Lee no le había visto mal, ¡al contrario! 


Si Gaara sentía deseo por su sangre, le daba pequeñas gotitas que siempre lo tenían pidiendo por más. Y cuando Gaara quería hacerse de su cuerpo, hacía de la experiencia algo único, siempre diferente, pero tan deseado. Su cuerpo era adictivo y Gaara sabía que era adicto a todo él, a su rostro cada vez que lo poseía, a sus mejillas sonrojadas, a su expresión de inocencia total cuando en realidad sus labios clamaban que lo tomara más rápido, o más fuerte, o más profundo porque deseaba sentirlo lo más adentro posible, que dejara en su cuepro una marca que nadie pudiera borrar, que no desapareciera ni siquiera en sus recuerdos. Gaara era un completo esclavo de sus besos, de sus susurros, de sus gemidos a veces quedos pero siempre electrizantes. Simplemente, estar con él no tenía comparación.


Estando con Lee se sentía verdaderamente vivo. 


Gaara lo sabía perfectamente, desde el primer momento en que sus ojos se hubiesen puesto en aquel jovencito, durante aquellos lejanos exámenes a Chuunin, había sabido que nunca podría separarse de él. Es decir, ¿qué otro ser humano habría podido encenderlo con la misma facilidad con que Lee lo hacía? Cuando el hermoso pelinegro era lo más y lo único sagrado que tenía en el mundo; quien a menudo le escuchaba simplemente por el placer de hacerlo. Y Gaara hablaba horas enteras, recordando aquellos lejanos momentos durante los cuales había deseado matarlo. Pero no sólo eso, ¡mucho más que eso! 


Todo lo que Gaara había deseado, al mirarle, era apoderarse de él, de guardar en su arena la sonrisa, el tono de voz tan amigable, la seguridad que tan bien proyectaba. Entonces, al percatarse de que Rock Lee era mucho más que eso, también había querido apropiarse de su esencia, de su sangre, sus huesos, de todo él. Incluso el demonio que en aquel entonces yacía en su interior había clamado por tener aquel especímen perfecto. Ah, desde aquel momento Gaara había amado a Rock Lee. Un amor fatal que lo había conducido al límite, al límite de querer verlo muerto pero siempre permaneciendo cerca, ¿y qué más cerca que en su arena? Así como su propia madre dormía en su calabaza, ¿por qué no tener al bello e ingenuo Rock Lee también?


Por supuesto que antes, cuando no conocía el verdadero significado de ser una persona, Gaara había sido movido únicamente por su propia ignorancia, por esa ilusión de amor que realmente no era más que el miedo a estar solo y, al mismo tiempo, miedo a que alguien más pudiera herirlo. Pensando en ello ahora, Gaara solía reírse de sí mismo. ¿Qué habría logrado asesinando a Lee? Se habría perdido de muchísimas cosas de las cuales en ese momento disfrutaba enormemente. No, habría sido una completa estupidez ultimarle.


-Gaara...- la voz de Temari lo sacó de sus placenteros pensamientos. Le miró fijamente y apartó su mano de la de ella- No comprendo, ¿por qué estás tan obsesionado con él?


Y el joven pelirrojo hubiese podido haber dicho un montón de cosas. En cambio, tan sólo mostró una media sonrisa, altanera y decidida.


-Porque Lee es todo lo que necesito para ser feliz- dijo mientras sentía el aire de la mañana mecerle los cabellos del color de la sangre.


Ante esto, Temari se mordió los labios y su corazón dio un vuelco dentro de su pecho.


-Me cuesta creerlo- susurró en voz baja, casi temerosa-. Luego de todo lo que han vivido, de lo que le hiciste pasar, me parece imposible.


Fue cuando un sonido extraño demandó su atención. Sus ojos se abrieron como platos ante la figura de Gaara, cuyo cuerpo se movía espasmódicamente a causa de la corta carcajada que brotaba de lo más profundo de su ser. Cuando terminó de reír contempló a su hermana como si su desconocimiento le hiciera un ser inferior.


-Es que no lo entiendes- dijo con voz calma aunque burlona, a pesar de que estaba siendo completamente serio-. Lo que Lee y yo tenemos es lo que es a causa de nuestro pasado. …l sabe que lo amo, y sabe que lo deseo. Pero también está consciente de que hay noches en las que quiero matarlo simplemente para bañarme en su sangre, que sigue siendo tan deliciosa como la primera vez. Lee sabe quién soy realmente, y no intenta cambiarme. …l me acepta aún cuando en el fondo soy una bestia sedienta de sangre. Y dime algo, Temari-chan... ¿crees que exista algún otro ser humano capaz de aceptar lo que Lee acepta? ¿Crees que alguna otra persona se ofrecerá en sacrificio a un monstruo como yo y lo hará con los brazos abiertos, deseoso de lo que puedo tener para él, y mucho mejor, crees que alguien más podría disfrutarlo como él lo hace?


Temari permaneció inmóvil, muda y atónita, sus ojos abiertos como platos y el rostro en una mueca que era mezcla de espanto, aversión y asombro. No hallaba qué decir, porque todo lo que decía Gaara era tan... tan retorcido que definitivamente sólo alguien tan peculiar como Rock Lee podría aceptarlo.


-Entiendo, Gaara- se levantó rápidamente de su asiento, rostro pálido y sudando frío-. Eso es todo.


Salió de la habitación y, por la sonrisa de Gaara, ambos sabían que la pequeña Temari había salido mentalmente devastada de esa conversación.


Al verle cerrar la puerta, Gaara hizo la cabeza hacia atrás, aún sonriente. Un segundo después se paró de su silla y se acercó a la ventana. Sin siquiera pensarlo, tan sólo una pequeña tormenta de arena y unos papeles regados por el piso fueron prueba de que el Kazekage había estado allí.


Y a tres días de distancia, en una habitación parcialmente oscura, un cuerpo delgado se perfilaba por sobre las sábanas. Su respiración era calmada y rítmica, y ni siquiera se movió de su sitio cuando, haciendo el menor ruido posible, Gaara se materializara en medio del cuarto. Como si se tratara de un felino, se acercó al cuerpo durmiente envuelto entre las sábanas y, dejando a un lado su sombrero de Kage, le abrazó posesivamente por la cintura. La única respuesta que obtuvo fue un suave ronroneo y un cuerpo que se amoldó al suyo como si hubiesen nacido para estar así, juntos y uno en brazos de otro.


-Ne, Lee-kun, despierta- susurró Gaara depositando húmedos besitos de mariposa por el cuello desnudo del pelinegro.


Lee soltó un gruñido y, sin siquiera abrir los ojos, dijo:


-Gaara, es demasiado temprano, llegué ayer muy tarde de una misión y tengo sueño.


Acto seguido se encogió en su sitio, haciéndose un ovillo e ignorando al pelirrojo que, en lugar de molestarse (como mucho podrían haber supuesto) tan sólo le abrazó mas fuerte, sin dejar de molestar a su pareja, y le habló directamente al oído, mordiéndolo de vez en cuando.


-Pero Lee-kun, hice un largo viaje- intentó hacerle razonar pegando su cuerpo aún más al del otro, haciéndole notar de la forma más evidente posible que se encontraba excitado y que lo deseaba en ese instante.


-Ven más tarde- fue lo último que dijo Lee para luego soltar un bostezo y decidirse a ignorar de una vez y por todas a su novio.


Alzando una ceja en su sitio, el pelirrojo mostró una media sonrisa socarrona y autosuficiente. Se acercó al oído de su Lee-kun y casi sin aliento, murmuró:


-Pues si no te despiertas, voy a violarte.


Y como Lee no se movió ni un ápice ante la amenaza, Gaara pasó las manos por debajo de la sábana únicamente para constatar, no sin una sorpresa monumental, que Lee se encontraba íntegramente desnudo y, como él solo, casi enloqueciéndolo. Así que con la mirada encendida por la lascivia, el miembro erecto por la excitación y la mente nublada por el deseo, se lanzó a mancillar el cuerpo de su pelinegro.


¿Y Temari se preguntaba por qué amaba a Lee como lo hacía? Solamente Lee era capaz de mantener una relación seria con alguien como Gaara, y entregarse a sus fantasías y aceptarle con todos sus defectos. Era por eso que, por encima de todas las cosas, Gaara (y la bestia que dormía dentro de él) iba a defender el amor que ambos sentían.





You can’t breathe until you choke 
You gotta laugh when you’re the joke 
There’s nothing like a funeral to make you feel alive 




[...]




OWARI

 

Notas finales: Uish! Arigato por leer!!! Espero q hayan disfrutado la lectura! ;D

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).