Aún no entiendo como pude enamorarme de él, una persona tan fría y huraña para mi que soy una persona que le gusta el cariño y los mimos de su pareja, pero yo le conocía bien y sabía perfectamente que bajo ese mal carácter había una persona que moría por un poco de afecto y cariño.
Puse la llave en la cerradura de la puerta y la abrí lentamente, casi todo era silencioso, pero pude distinguir como unos suaves ruidos provenían de la cocina, dejé mis cosas y partí en su búsqueda encontrándolo mirando fijamente la sartén donde salteaba unas verduras, lo abracé por la cintura y deposité un suave beso en su cuello.
- Pensé que no vendrías
- ¿Y porqué no habría de hacerlo? –respondí-
- No lo sé – hizo una pausa- siéntate la cena ya está lista
Y todo lo contrario a lo que me había dicho ahí estaba la mesa puesta para dos personas, me senté sin decir mayor comentario sobre esto y esperé por la comida. Desde un principio me dio un poco de mal aspecto, pero me animé a probarla, ya que no podía hacerle ese desprecio a lo que con tanto esfuerzo se había dignado a cocinar Kyo. Probé el primer bocado y lo escupí
- Kyo! –le levanté la voz- ¡le pusiste sangre a la comida!
Enojado tomé ambos platos y los volteé de lleno en el basurero, saqué la bolsa con la basura y salí del departamento directo a dejarla a esa ventanilla donde se tira la basura, cuando me di vuelta estaba detrás de mí con una expresión que claramente denotaba molestia.
- ¿QU… MIERDA CREES QUE HICISTE?!- me gritó claramente molesto
- ¡QUE HICISTE TÚ! –le respondí en el mismo tono- ¡C”MO SE TE OCURRE!
Lo tomé del brazo para llevarlo de vuelta al departamento, no me gustaba armar escenas en lugares públicos, cuando en eso veo una mueca de dolor en su rostro
- Ven vamos adentro, curaré tus heridas
Le dije esta vez en un tono suave a lo que solo asintió y me siguió, esos cambios de humor tan bruscos no me gustaban, mejor dicho me asustaban, por lo que solo me limité a entrar y limpiar sus brazos llenos de nuevos cortes, mientras hacia esto no podía evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas, dolorosas lágrimas que demostraban todo el sufrimiento que me causaba verlo así, no me gustaba verlo sufrir y por más que yo le brindaba mi apoyo y mi amor no le era suficiente, me sentía tan mal, me sentía una escoria por no poder ayudarlo realmente, por ser tan débil, tan poca cosa frente a él.
Una vez terminé el llevó su mano a mi rostro, secando aquellas lágrimas que no dejaban de salir, su mirada estaba llena de ternura, pero que era manchada por un profundo dolor, un dolor más allá de lo que pudiese imaginar…
- Daisuke, no llores por favor, no lo merezco
Yo solo me limité a abrazarlo débilmente y a acurrucarme en su pecho
- No vuelvas a hacerlo, prométemelo -y silenció fue solo lo que recibí como respuesta- ven vamos –me separé de él y lo tomé de la mano tirándolo para que se levantara- vamos a comer algo
Así limpié todos los utensilios que había utilizado Kyo anteriormente y comencé a cocinar algo sencillo, al poco tiempo ya estaba sirviendo pasta para ambos. Comimos en silencio y cuando ya estábamos por acabar finalmente el rompió el hielo, susurrando suavemente:
- ¿Te quedarás esta noche?
- Solo si no me corres –le dije bromeando a lo que solo él bufó y se levantó de la mesa-
- Bien entonces si no quieres que te corra lava la vajilla y te espero en la recamara –dicho esto salió de la cocina-
Le hice caso, lavé toda la vajilla, tomándome mi tiempo y cuando había dejado todo limpio me dirigí a la recamara, encontrándolo ahí acostado, con los ojos cerrados, con un leve movimiento me indicó que me recostara a su lado
- Dame un momento, me pongo la pijama y me acuesto
- ¿Y desde cuando duermes con pijama?
- Mmm… ¿desde que tengo vergüenza?
- Baka
Levante las cobijas y me recosté a su lado, él solo me rodeó con sus brazos y yo me acurruqué en su pecho, cayendo casi automáticamente dormido, sin poder predecir el infierno que me tocaría vivir mañana…
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