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Otra vida por nico_escorpio

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Notas del capitulo: bueno, al final me fue imposible subirlo el fin de semana (aunque ya llevaba dias escrito) en parte porque el servidor iba muy lento y en parte por una de las muchas presentaciones universitarias que los que vayan a entrar pronto se van a hartar de hacer (una cada quince dias)
En este capítulo, que como bien dice el nombre, se ambienta en un pueblo de la Toscana nos encontraremos con un "singular" pintor que también sueña con su pasado... espero que os guste XD.
Por un momento creyó que todo había acabado, la sangre de Atenea manchaba el suelo de piedra del que había sido su hogar durante toda su vida como caballero; la rabia y el deseo de venganza llamaban a su puerta por primera vez, y uno de los responsables…

…se retorcía ahora entre sus brazos, atrapado entre su rabia y una pared de piedra; cegado por el último ataque de Shaka, y con un cuerpo que pronto se desharía en cenizas.

-Milo…- murmuró el cautivo mientras la sangre brotaba de sus heridas y le impedía hablar con claridad. -Por favor…-

El escorpión miro a los ciegos ojos del maestro de los hielos y le transmitió un profundo odio. Pues era su deber como caballero acabar con todos aquellos que fuesen enemigos, y para matar a alguien Milo de escorpio debía odiarlo.

-Es inútil que intentes pedir piedad, no la tendré contigo, Camus-

Milo estaba llorando en silencio mientras se obligaba a pronunciar aquellas palabras.

“quiero soltarte, Camus. No quiero luchar en esta guerra inútil, Atenea ha muerto ¿por qué debo continuar? ¿Por qué no puedo pasar tus últimas horas entre los vivos abrazándote? No quiero verte morir… no quiero ser tu verdugo, yo no…”

El caballero de Acuario cogió con fuerza las manos que lo estrangulaban y concentró sus últimas fuerzas en ellas. El cosmos de Milo se mostraba ahora como un libro abierto para él; podía escuchar sus palabras y sentir su pena.

“No me importa morir, queda menos de una hora para que me consuma. No Milo, mi vida no es importante…”

“¡Sí que lo es! Tu no lo entiendes porque tu encontraste la muerte en la batalla de las doce casas… ¡pero yo me quedé aquí! No puedes comprender lo solo que me sentí cuando te marchaste; no puedes imaginar los días que pasé en Acuario esperándote… y ahora que estás aquí ¡¿debo ver cómo mueres?!”

Milo seguía llorando. A su alrededor, Aioria intentaba matar a Shura mientras Mu miraba con lástima a Saga que aún sostenía entre sus manos la daga que había matado a Atenea.

Definitivamente aquello había acabado; los caballeros del zodíaco serían pronto una leyenda y el santuario cenizas.

Milo deseaba gritar, liberar su rabia y su dolor, pero no podía. Mientras Camus estuviera en sus brazos no podría hacer nada más.

“Si tanto lo deseas, grita. Pero no sigas llorando, no más.”

Pidió el caballero de Acuario mientras el escorpión trataba de cesar su llanto.

“Necesito gritar y necesito seguir llorando, Camus.”

Ya a las puertas de la muerte, el maestro de los hielos formuló la que sería su última pregunta.

“¿por qué Milo se escorpio continua llorando por un traidor?”

El escorpión en vistas de que estaba a punto de perderlo, lo soltó y lo sostuvo entre sus brazos.

Ambos quedaron sobre el suelo y los escombros; ambos se miraban aunque los ojos de Camus no pudieran ver.

Milo no tuvo tiempo para responder, Acuario cogió su mano y sus fuerzas se desvanecieron en una breve despedida; entre lágrimas, el caballero el caballero de escorpio cerró sus ojos.

“lloro porque he visto morir a mi único y verdadero amor”
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-¿Otra vez pintando, Milo?- preguntó un joven de cabellos celestes que acababa de entrar en la estancia, deslizándose por ella en silencio y con movimientos lentos y felinos.

Milo se dio la vuelta y dejó el pincel sobre la pintura azul. Había vuelto a soñar despierto y estaba llorando, el lienzo estaba atravesado por una lágrima.

-Afrodite ¿qué haces aquí? Pensaba que ibas a Venecia…-

El recién llegado dejó a caer una bolsa de tela de la que sobresalía la ropa de Milo.

-No te molestes en decir que no…- murmuró con voz dulce y profunda. Una voz que invitaba a abandonar sus ensoñaciones y a seguirlo hasta Venecia.

-¿Por qué yo? Llévate a Máscara de Muerte, él si quería ir… además estoy a punto de conseguirlo…-

-¡va! Tu y tus tontos cuadros sobre desconocidos… ¡vamos! Máscara de Muerte ya está en el coche…-

-Deja que al menos termine éste… lo veo aún tan claramente…-

Afrodite se tumbó sobre un diván cercano al lienzo, mientras Milo mezclaba pintura azul de nuevo.

-Se llama Camus- murmuró mientras se dibujaba una sonrisa en sus labios. -el chico del cuadro-

-¿Es francés? No sabía que hubieras estado en Francia… pensé que desde que llegaste de Grecia no habías salido de la toscana…-

-En realidad aún no lo conozco…- Sonreía Milo corrigiendo la pintura que la lágrima había estropeado. Afrodite rió en voz alta.

-¿Asi que te pasas las horas pintando a un chico al que no conoces y del que, sorprendentemente conoces su nombre?- de nuevo soltó una carcajada y estrenó su tono irónico. -¡eso es amor!- siguió entre risas.

-No te rías, porfin he logrado dibujar su rostro…-

-¿ah, sí?- Afrodite se levantó del diván y volteó el cuadro para poder verlo.

Era un joven de su misma edad aproximadamente, con la piel pálida y un cuerpo que parecía haber sido creado con la misma lentitud con la que se mueve el tiempo, con una perfección de detalles que solo podía igualarse por una fotografía; llevaba una túnica griega y parecía sonreír de una manera muy fugaz.

Su pelo era largo y azulado, más claro que el de Milo y menos que el de Afrodite, le rozaba los hombros como si se tratasen de hebras caídas del cielo.

Lo único que faltaba por pintar eran sus ojos, que se encontraban con los restos del blanco virgen del lienzo.

-¿Qué le pasa en los ojos a tu Adonis?- preguntó volviendo al diván mientras Milo acomodaba suavemente el lienzo de nuevo.

-Está ciego. Al menos la última vez que le vi.-

Ambos amigos se miraron y el pintor dejó el pincel sobre la paleta. El silencio era suave para Milo y tenso para Afrodite que no entendía por qué su amigo prefería pasar horas mezclando pintura con huevo a ir con ellos al festival de Venecia.

-Debes de sentir algo muy fuerte por él…- resolvió sin moverse del diván. -¡pasas horas aquí! y desde que te conozco jamás te rindes, no lo harás con él, ¿verdad?-

-No. Necesito saber quién es… ahora que ya sé su nombre podría buscarlo…-

El peli celeste suspiró.

-Ni siquiera estás seguro de que exista… ¿y si tan sólo es un sueño? No puedes fiarte de algo que has imaginado…-

Milo se dio la vuelta, molesto. A pesar de que sabía que las palabras de Afrodite eran ciertas, lo más probable era que fuese un sueño, pero, ¿y si no lo era? ¿Y si Camus existiera en algún lugar del mundo?

-Entonces tendré que buscarlo, Afrodite. Tendré que saber si existe realmente o si sólo lo he imaginado; y no quiero descansar hasta que lo haga…- dijo el pintor alzándose con decisión.

Afrodite se levantó del diván y le lanzó la maleta a Milo que a duras penas logró atraparla.

-De acuerdo causa perdida, iré contigo al fin del mundo si quieres, pero antes iremos al festival de Venecia. ¡Dos semanas enteras de fiesta! Y para terminar… ¡un impresionante baile de máscaras! Y… adivina quien tiene invitaciones…-

Milo se impresionó y Afrodite rió de manera perversa.

-¿en serio? ¡Si es casi imposible conseguirlas!-

-Pero yo lo he conseguido… no hace falta que me lo digas, sé que soy genial. Aunque ya no me quedaba presupuesto para el viaje, asi que tendremos que ir en coche hasta el otro lado del país…- Milo puso cara de terror.

-lo bueno es que el coche es de Máscara de muerte asi que paga él la gasolina… por cierto, lleva esperándonos una hora…

-A mi no me importa pagar la mitad; siempre y cuando no conduzca él, aún recuerdo la última vez que nos llevó en coche…-

-Ah, sí. Cuando besaste el suelo al llegar a tierra…- Milo asintió con cara de haberse enfermado de repente.

Mientras, Afrodite cogió a su amigo de la mano y lo sacó de la casa.

-está bien. Venecia, ¡allá vamos!-
Notas finales: Me gustaría dedicaros a todas este capítulo pero sobre todo, a una personita sin la cual no habría tenido el valor de subir mis historias. él es mi mano invisible y bueno, tengo que añadir que subió mi primera historia sin decírmelo para animarme; además este fic lo ideó su mente asi que me sentiría mal si no le dedicara al menos un capítulo. ¡feliz cumpleaños Mosca!

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