Toda mi vida ha sido una serie de imágenes iluminadas, llenas de vivos colores, que cada
vez que intento recordar me cegan como una brillante lampara de luz negra.
Cuando lo conocí todo tomo un giro vertiginoso, mi vida paso de ser un tango sin sabor a un waltz de movimientos excitantes. Con el todo era locura y pasión, un delicioso vivaen infinito que pasaba de las mas intimas caricias hasta las mas sonoras carcajadas.
Recuerdo con dificultad aquellos días con un sabor a cafe amargo, todo es brillante e inconciso, caminaba por la calle todas las noches hacia el mismo lugar en busca de alguien a quien acechar o para dejar que alguien me hincara diente a mi, jamas me había importado quien fuera el que me llevara de manos a la cama o hasta volando, pero jamas importaba.
Recuerdo a Franz con su ronroneante acento francés; el me hinco el diente a mi. Vi en su ojos esa chispa de seducción que me invitaba a acercarme, como un hechizo, caí. Bailamos y nos acariciamos durante el baile, todo al son de un jazz delicioso; el me decía cosas pocas al oído como parte del juego hasta que agarro mis nalgas como parte de un baile erótico personal, me miro a los ojos y dijo: Voulez-vous coucher...avec moi?. Caí entero; de ahí en delante recuerdo el dolor de mi espalda cuando me azoto para besarme con mas pasión, sus movimientos sensuales, sus caricias eróticas...su eyaculación precoz. Me cogió y se fue. Bastardo.
Recuerdo a Bray de ojos pensativos y audaces. Esta vez me tocaba acechar a mi, era un delicioso espécimen semental con la complexión de un David. Yo le invite la primera pieza, era un blues improvisado que me enloquecía cada que la tocaban por la simple razón de que me recordaba a mi vida, una cuerda sin nudo. Bailamos en silencio, dejando que la música hablara por nosotros, pero cuando abrí mis ojos para verlo quede fascinado con la visión de su baile a ciegas, dejando que la música jugara con sus extremidades, era excitante. Lo hice caer a mi, lo bese con pasión y me lo lleve a mi apartamento; nos besábamos con ansiedad y un toque de ternura, una vez en la cama todo fue a un mas brillante y deslumbrador que antes, caliente y excitante cada vez mas, fue eufórico. A la mañana siguiente desperté solo, con una nota diciendo que tenia novio y que lo sentía. Imbécil.
Recuerdo a Charles, el mas bello de todos. Nuestro inicio no fue un encuentro casual entre dos completos extraños que buscan saciar su sed de compañía. No, recuerdo su gusto refinado y su hermosa sonrisa aperlada. Era de verdad mi encaje perfecto. Pero su final no fue tan común como el de mis anteriores anfitriones, sino que único e irónico. Nuestro torbellino de amor fue calmado y sin precipitación alguna, sin embargo me sentía pleno en lo poco que sucedía en mi vida. Los colores ahora ya no eran brillantes y cegadores, sino que eran pasteles y visibles. Me encantaban. Todo los días eran únicos de una forma singular. No quería que jamas acabaran, jamas. Pero acabaron, como? De la manera mas sucia. Recibo la llamada de que hubo un accidente, uno fatal. Fatal. Fatal. Resuena en mi mente como eco de ruido blanco. Lo siguiente que se es que estoy enfrente de su féretro, negro y elegante; me voy de vuelta a mi escondite con un bastidor a punto de ser acabado, se lo iba a regalar en su cumpleaños la siguiente semana. Pendejo.
Pero ahora los colores han vuelto. Y ahora saben a un exquisito espresso de canela. Han revivido de un color en escala de grises a esos brillantes rojos y azules, amarillos y verdes.
Me enderezo de la cama y lo veo dormir, de la misma manera que lo he hecho por ya casi dos anos. Duerme profundo, con sus ligeros rizos en la cara, hechos una mierda. Sus labios ligeramente partidos, rosados y delgados.
Todo esta en blanco ahora, no tengo paleta con que pintar mis colores. No se si debo usar verde o negros, rojo o blanco. Solo tengo mis dedos manchados de pintura, y con eso pinto, con eso trazo mi nueva obra. Este erótico waltz de tres pasos me ha enloquecido como lo hacia Ray con su piano. Los colores me deslumbraban y me gustaba, me acariciaban y me excitaba. Lo tenia todo.
Esos hermosas imágenes de nosotros a medio coito en la cama, sudando y jadeando mientras nos mirábamos a los ojos con pasión y ternura. En la cocina, junto al fregadero, el me agarraba las nalgas y me las apretaba contra su pene erecto. En el sillón me penetraba a la orilla del mismo, me hacia jadear de sorpresa y dolor. En el asiento del auto me mecía en sus piernas para darme con mas fuerza. En el suelo del garaje me penetraba con mas fuerza y me besaba. En la regadera me daba erráticamente a punto de venirse jadeando con fuerza. En la cama de nuevo jadeando los dos, con un delicioso clímax detrás de nosotros.
Si, esa era mi nueva vida, y la iba a bailar todo el tiempo. Mi jazz jamas se acabaría.
Mi vida era un torbellino de colores que me deslumbraban, pero ya no me dolía abrir los ojos para ver.
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