Capítulo 1. Presentaciones.
-“Sobretodo, recuerda que no debes salir de estas cuatro paredes excepto en invierno.”
Un azabache blanco como la nieve que caía ese invierno, se encontraba recostado en la ventana. Hacía frío, pero él no podía notarlo. Ni él ni nadie de ese castillo. Eran vampiros.
-Malditos… ¿Por qué no podemos salir cuando nos apetece…? No es justo que no podamos salir porqué los licántropos ocupen todo el bosque excepto en invierno… Y además este año, no se vuelven a su guarida ni en esta época. – se lamentaba el chico.
-¡Pues estoy harto! – Y con mucho empeño, saltó por la ventana de su cuarto y cayó encima de la blanca nieve. Empezó a correr por el bosque. Pretendía poder disfrutar de una salida sin necesidad de encontrarse con alguien inesperado.
Pasaron varias horas y el chico se estaba cansando de caminar sin rumbo. Eso era muy aburrido. Tampoco se había encontrado con nadie por el camino. Cuando iba a volver a casa, se encontró con una figura delante de él. Un gran hombre.
Era alto, pelinegro y con dos marcas para nada bonitas bajo los ojos, pero tenía una especie de atractivo especial. …ste se lo miraba con puro interés. Entornando los ojos en algunas formas de su cuerpo mientras le miraba de abajo a arriba.
-Hola. – se atrevió a decir el azabache. Tal vez ahora sí hubiera un poco de diversión.
-Hola. – saludó el pelinegro con cortesía. Se acercó más a Sasuke, y besó su mano por el dorso en un precioso movimiento. El chico sólo se sonrojó.
-¿Qué haces por aquí? Ya sabes que no nos dejan salir… - preguntó Sasuke mirando a Itachi.
-¿Salir? Yo salgo cuando me apetece… Eres muy blanco… - dijo, fijándose en la cara del azabache.
-Bueno… Todos los vampiros somos así… ¿Tú has tomado el sol? – Ahora Sasuke estaba un poco intrigado a causa de que su amigo no fuese blanco como él.
-Ja ja. – rió grotescamente. – No, chiquillo… Es que soy un licántropo… - volvió a reír.
El chico se quedó un rato mirando al pelinegro. ¿Licántropo? No encajaba para nada con las historias que le habían contado sobre ellos. Eran grandes lobos que asesinaban a la gente y tenían una fuerza temible, pero… Ese chico…
Itachi pudo ver la cara de terror y dudas que puso su amigo. No quería que se fuese tan pronto, ni mucho menos asustado… Quería, realmente, tener una relación de amistado con el pequeño azabache.
-Bueno. Soy el licántropo Itachi. – se presentó tendiéndole la mano con una sonrisa.
-Yo soy el vampiro Sasuke. – se presentó Sasuke muy decidido y con mucho ánimo con la misma sonrisa, dónde se podían apreciar dos preciosos colmillos.
-¡Qué bien! ¿Quieres que seamos amigos, vampirito? – preguntó Itachi. Esa sonrisa que mostraba Sasuke era tan encantadora…
-Sí, pero ahora tengo que volver al castillo. Ya nos veremos… - Se despidió Sasuke. – Por cierto, hueles fatal… - dijo tapándose disimuladamente la nariz con una mano. Ante eso, Itachi no hizo más que reír.
-Pues que sepas que tú hueles a flores. – añadió el licántropo antes de que el vampiro empezara su marcha.
Y un lobito muy contento veía como su amigo vampiro volvía a su castillo del mismo color que su piel. Seguramente allí no se habrían dado cuenta que había desaparecido.
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