El mismo azabache que un día antes había estado hablando con un licántropo, dormía tranquilamente en su habitación. Respiraba pausadamente, soñando con las cosas más bonitas con las que puede soñar un vampiro… Pero unos ruidos, lo despertaron.
-Click.
-Click.
Finalmente abrió los ojos y miró de dónde provenía. De la ventana. Abrió la gran ventana y gritando, le mostró su estado de ánimo al culpable.
-¿¡¡Quieres dejar de aporrear mi ventana a pedradas?!! – gritó a pleno pulmón.
-Ahora que te has despertado sí, mi amor. – dijo sonriente Itachi con un par de piedras en la mano. - ¿Vamos a jugar al escondite?
Sasuke, un poco dormido, y sin ser consciente de cómo le había llamado Itachi, se desperezó y saltó por su ventana del cuarto piso, cayendo otra vez en la nieve de pie. Los dos avanzaron hacía el centro del inmenso bosque y Itachi se detuvo en un árbol.
-Yo cuento hasta diez y tú te escondes, ¿Entiendes? Yo te tengo que encontrar. – explicó con una sonrisa. El otro asintió con un poco más de ánimo y corrió a esconderse.
Corrió mucho rato para buscar un lugar donde esconderse, pero era imposible. ¿Dónde podía ocultarse? Detrás de un árbol era muy fácil encontrarle… Y detrás de unos matorrales aún más… ¿Dónde Itachi no le seguiría por su olor?
Finalmente, se tropezó con unas raíces que sobresalían y calló al suelo. Justo delante de una gran figura. Era un pelinegro con el pelo alborotado y se parecía de cierto modo a Itachi.
-¿Itachi? – preguntó el azabache un poco asustado.
-¿Conoces a Itachi? - El hombre se arrodilló al lado de Sasuke, que estaba estirado con la tripa en la nieve, y le cogió por la barbilla.
-Uh. – se quejó el azabache. Los licántropos tenían mucha fuerza y sólo con un roce podían hacerle un moratón. Por su lado, los vampiros, tenían la piel frágil como la porcelana.
El pelinegro iba acercándose poco a poco a la boca de Sasuke, y éste, por su lado, no sabía qué debía hacer. Se mantenía rígido como una estatua.
Un grito lo sacó de su rigidez. Un grito de lobo. Estaba viendo como un gran animal enfurecido con el pelo de color negro como el carbón había saltado sobre el otro pelinegro y estaba a punto de morderle el cuello, mientras este se defendía.
-¡¡Escapa!! – gritó el pelinegro que había estado a punto de besarle. Sin pensárselo dos veces, el vampiro obedeció. Y corrió en dirección contraria sin escuchar los gritos del lobo, que parecía decirle:
-¡¡Por ahí no, Sasuke!!
Tenía mucho miedo de esa cosa que había atacado al hombre. Tenía una fuerza brutal…
Y, corriendo con lágrimas en los ojos, se vio perdido. Había llegado a un lugar del bosque desconocido. Se paró y dejó caer sobre la nieve. Le fallaban las fuerzas y estaba temblando. Sólo una palabra salía de su boca… “Itachi”.
De pronto una sombra salió de algún lugar. Otro lobo. Un lobo de color violeta gigantesco. …ste miraba al vampiro asustado con orgullo. Como si se sintiera muy por encima de el. El vampiro lo miró con ojos sorprendidos.
Mientras tanto, en otra parte del bosque, dos lobos gigantes en medio de una pelea discutían sobre un chico.
-Madara… No vuelvas ha acercarte a él… Es mío… - murmuraba entre dientes uno.
-Vamos, Itachi… ¿no te han enseñado que las cosas se comparten? Además, por si no lo sabes…
-Sí, ya lo sé. Sasuke se ha ido en dirección a los colmillos de la serpiente, y por tu bien… Espero que se encuentre a salvo. – Y antes de nada, corrió en la misma dirección que había cogido el chico antes.
Volviendo a los colmillos de la serpiente, dónde se encontraba el azabache.
-¿Quién eres tú? – susurró muy asustado el vampiro intentando intimar con el lobo. Tal vez si le caía bien no intentaría matarle...
El gran lobo lo miró fijamente y susurró un extraño nombre: Orochimaru.
-Esto… Yo… me he perdido… - dijo con una sonrisa de “soy un desastre”. Esperando que ese lobo gigantesco se fuera, o con suerte le indicara el camino, pero se dio media vuelta sin decir nada.
-Per… ¡Espera! – Y sin decir nada más empezó a seguirle. - ¡¡Un segundo!! – gritaba. Estaba cansado y ese lobo no se paraba a esperarle.
Llegaron pronto a un lugar muy oscuro que parecía no tener camino de salida si no se retrocedía. Ahí, el lobo se giró y se tiró sobre el chico, con sus dos patas sobre sus dos brazos.
-¡¡Ah!! – gritó asustado.
Ese gritó llegó a Itachi que lo buscaba obsesivamente. Eso le permitió llegar hacía el chico que estaba debajo del lobo mientras este le lamía la cara.
-Haces buena pinta… Y hueles muy bien… - le susurró con una voz ronca.
-¡¡Uah!! – gritaba el menor.
En ese momento, un lobo se tiró sobre el otro y empezaron a luchar como con el pelinegro de antes. Esta vez, el vampiro vio claramente como Orochimaru huía y se quedaba a solas con el otro lobo.
-¿Estás bien? Perdóname, Sasuke…
Esa voz le sonaba un poco. Pero la calidez y seguridad que transmitía la mirada de ese animal era inconfundible.
-¿Itachi? – Y rápidamente se tiró sobre él para abrazarle.
-Has pasado miedo, ¿eh, pequeño? – decía mientras le lamía las lágrimas que caían por las mejillas del menor. – Vamos, tienes que volver a casa. Se ha hecho tarde…
El azabache asintió y los dos juntos se fueron hacía la casa blanca.
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