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Calor humano. por psychoduck

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Notas del capitulo: Posible one-shot. Sólo será continuado si se pide.
-Gimli, ¿te encargas de la leña? - Preguntó Legolas.

-Claro, el enano a la hoguera. - Replicó Gimli, murmurando protestas en su lengua natal y haciendo sonreír al elfo.

Era una noche estrellada, fría y silenciosa. La compañía del Anillo se había disuelto, y los hobbits habían desaparecido. Aragorn, Gimli y Legolas se habían lanzado en su búsqueda, sin tener apenas pistas. Gimli había ido a buscar leña, mientras Legolas se encargaba de preparar algo para comer antes de descansar. Sintió un susurro entre los árboles y se volvió con la agilidad característica de su raza, para descubrir a un Aragorn visiblemente preocupado.

-¿Has conseguido ver algo? - dijo Legolas, frunciendo el ceño.

-Nada importante. El grupo de orcos sigue la misma dirección, sólo podemos esperar a acortar la distancia para iniciar una búsqueda mayor. Ahora se han detenido y han encendido varias fogatas. No espero que vuelvan a caminar hasta el amanecer. - respondió Aragorn, informando de todo lo que había podido descubrir.

Gimli regresó, cargado de leña, y soltando maldiciones. Prepararon una pequeña hoguera, para calentarse mientras cenaban. Decidieron apagarla para dormir, ya que no querían ser descubiertos por visitas inesperadas, y acordaron despertarse antes del amanecer, para alcanzar a los orcos cuanto antes.

En la mitad de la noche Legolas oyó un ruido. Extrañado, despertó de su sutil sueño y se puso en pie para intentar averiguar si sólo había sido un animal, o algo peor. Su vista de elfo no le permitió ver nada sospechoso, pero volvió a oir un murmullo entre unos arbustos cercanos. Sus pies ligeros le permitieron avanzar por encima de las hojas secas sin hacer ningún sonido. Dió unos cuantos pasos y notó algo extraño en el ambiente. Llegó a un claro, y se asomó lanzando una sonora carcajada.

-Querido Aragorn, si la cena te sentó mal, podías haber avisado. No sabes el susto que me has dado.

Tras unos matorrales repletos de bayas podía ver la cabeza de Aragorn, agachado en una postura un tanto incómoda, quejándose y farfullando.

-Maldito elfo, esas setas que recogiste debían ser venenosas... Me han dejado el estómago hecho trizas. Vuelve ahora a dormir, o mañana no podrás ni levantarte.

Legolas regresó al lugar donde Gimli aún seguía durmiendo. Profundo sueño, el de los enanos. Se sentó, pero no consiguió pegar ojo hasta que Aragorn volvió, agarrándose el vientre

Si quieres, te puedo preparar una infusión para que mejores. - Se ofreció amablemente.

-En otras circunstancias yo mismo la habría preparado, Legolas, pero ahora... ¡por favor! trae acá algo que me alivie el dolor de estómago. - Contestó el montaraz, justo antes de inclinarse detrás de un árbol para vomitar lo poco que le debía quedar dentro.

Legolas cogió una bolsa, y guiado por su agudo olfato, buscó un lugar donde pudiese encontrar las hierbas necesarias para curar el dolor de Aragorn.

Volvió al poco tiempo y se encontró al Hombre sentado, esperándole, curado y como si nada le hubiese pasado.

-Gracias Legolas, pero he echado todo, ya no hay hierba que pueda hacer nada por mí... Eso sí, creo que me podría comer un caballo.

Rebuscando entre las bolsas, encontró algo de fruta, de la que dió buena cuenta. Legolas aguardó a que terminase de comer, con el sonido de los profundos ronquidos de Gimli.

No intentaron volver a dormir, ambos se habían desvelado con su aventura nocturna. En lugar de descansar, iniciaron una conversación. Hablaron de tiempos pasados, de su vida anterior, de ellos mismos, Aragorn le contó a Legolas cosas tan privadas que consiguieron sonrojar al educado elfo. Hablaron de Arwen, de sus relaciones anteriores, bueno, de las de Aragorn... Este confesó que durante el viaje se sentía... "necesitado" de calor humano, lo que hizo que Legolas estallase en risas. Para él esas cosas no tenían ningún tipo de valor.

Despertaron al enano antes de que el sol apareciese en el horizonte y rápidamente continuaron su marcha, silenciosamente, uno detrás de otro, concentrados en la persecución... o eso creían. Cierto rubio elfo no había podido dejar de pensar en la conversación mantenida con Aragorn. Se preguntaba si ese cosquilleo que notaba desde hace días tendría algo que ver con lo que el Humano había dicho. No lo habría podido relacionar con nada, ya que no había tenido ningún tipo de experiencia con que compararlo. De hecho, alguna vez se había sorprendido mirando a Aragorn, su rostro varonil, su torso moreno, mientras se bañaba en algún riachuelo... No le había dado más importancia que la que creía que tenía, como Elfo, admiraba la belleza sobre todas las cosas... y no había duda de que Aragorn era bello.

Así continuó su jornada. Cada vez más cerca de los orcos. Ahora podían olerlos, seguir sus huellas y casi alcanzarlos. Pero la noche llegó antes que ellos.

Pararon y comieron algo antes de continuar. No pensaban dormir, pero Gimli, a quien le costaba seguir el ritmo, se había quedado dormido nada más parar.

Legolas decidió avanzar un poco más, para intentar descubrir algo nuevo, y volver antes de seguir adelante. Se alejó cerca de una milla, campo a través, pero no consiguió sacar en claro nada nuevo. Así, volvió sobre sus pasos y al entrar en el claro en el que había dejado a sus amigos pudo ver los ojos de Aragorn, mirándolo fijamente.

-Aragorn, ¿qué...?

No le dió tiempo a acabar, el montaraz corrió y se lanzó sobre él, apresándole entre sus brazos y sorprendiéndole. Comenzó a morder su cuello, agarrado a su rubia melena. Legolas estaba tan sorprendido que apenas podía moverse, y a duras penas respirar.

-Legolas... .-susurraba Aragorn- Sólo necesito algo de calor...

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