Sus piernas se aflojaban más a cada segundo. Daniel lo besaba de una forma tan lenta e intensa a la vez que podía sentir que flotaba.
Daniel comenzó a meter sus manos muy lentamente por debajo de su camisa, ni bien la yema de sus dedos hizo contacto con la piel, Tom se estremeció y, cuando sus ojos se juntaron con los de Daniel en una mirada por demás de fuerte, largo todo el aire que sin darse cuenta había contenido.
-Relájate – le dijo el moreno.
Tom acertó con la cabeza antes de que Dan le quitara la camisa. Pero al parecer aun no podía relajarse del todo, así que decidió ayudar a su rubio amante. Tomo sus manos y las dirigió hasta el final de su sudadera y Tom comprendió perfectamente el mensaje… lentamente se la quito, pero Daniel volvió a tomar su mano derecha y la poso sobre su pecho y comenzó a dirigirla hacia abajo.
Ninguno de los dos dejaba de mirarse, hasta que Tom cerró los ojos cuando su mano guiada por Daniel llego hasta el miembro de este.
Dan se aparto unos centímetros de el y lo jalo hacia el, dándole a entender que lo siguiera. Tom lo hizo y se dejo acostar suavemente en la cama. Su moreno amante se poso sobre el y, después de contemplar muy de cerca sus ojos, lo beso.
Muy lentamente, con toda la tranquilidad pero también con toda la firmeza y pasión, comenzó a besar su cuello, siguiendo hasta abajo y deteniéndose en uno de los pezones, quedándose ahí hasta ponerlos erectos. Siguió bajando, deshaciéndose de los pantalones y el boxer de Tom, dejándolos tirados en el piso.
Volvió a subir, haciendo todo su recorrido nuevamente, mucho mas lento, llenando el cuerpo pálido de Tom con sus besos y su saliva, le gustaba ver como el cuerpo de su amante brillaba en la luz tenue.
Se detuvo sobre su miembro y allí se quedo, dándole placer oral durante unos minutos, sintiendo la mano entre su pelo, sintiendo el cuerpo retorcerse y temblar, y sintiendo también esos jadeos incrementarse hasta convertirse en gemidos.
Abandono su labor acompañado de un sonido de molestia por parte de Tom, regreso a sus labios y los beso muy lentamente y con mucha lengua. El chico rubio giro al moreno y se posesiono sobre el, molesto comprobó que aun lleva sus pantalones, así que se arrodillo en la cama y le quito todo lo que cubría su cuerpo, arrojándolo muy lejos.
Dan lo esperaba con las piernas abiertas y Tom jadeo cuando ambas pieles calientes entraron en contacto.
Se empezaron a refregar uno contra otro, empezando a sudar y a llenar la habitación con sus gemidos de placer.
Daniel tenia muy en claro que esa noche el llevaba el rumbo de las cosas, así que se giro sobre Tom y me ordeno que le diera la espalda, el chico rubio lo hizo, y Dan comenzó a morder su cuello y sus hombros mientras restregaba su erección en el trasero de su amante.
-Quédate así – le susurro Daniel a su oído.
Tom sintió una oleada de frío cuando el cuerpo de Dan se despego del suyo y, si bien no se movió, giro la cabeza lo suficiente para ver como su amante sacaba el lubricante del cajón de la mesita de noche.
-¿Nervioso? – pregunto Daniel cuando abrió el lubricante.
Tom negó con la cabeza y lo beso cuando el chico moreno volvió a pegarse a el. Volvio a besarlo en la mejilla, a lamer su oreja, a morder sus hombros, mientras que lentamente acariciaba su espalda e iba bajando hasta llegar a sus nalgas.
-Ahora relájate – le susurro – Respira profundo.
Tom sabia lo que vendría porque el mismo ya lo había echo, Dan le había enseñado a hacer varias cosas, como esa, preparar a tu pareja antes de la penetración.
Dan comenzó a introducir un dedo lleno de lubricante y sintió la tensión de Tom.
-Shhh, tranquilo – le susurro Daniel, dando besos en su oreja y sus mejillas.
Tom sentía una extraña incomodidad acompañada por un punzante dolor, pero sabia que eso tendría que ponerse bueno en algún momento, así que apretó un poco las sabanas y se obligo a calmarse. Dan, poco a poco fue moviendo el dedo para adelante y para atrás.
Luego de unos minutos, Tom comenzó a sentir una muy agradable sensación, que lo hizo gemir y lo hizo buscar desesperado los labios de Dan, este sonrío adentro del beso introduciendo un segundo dedo del que Tom no se percato mucho.
Cuando Dan vio a Tom por demás de entusiasmado, retiro sus dedos y posiciono su pene en la entrada dilatada. Tom volvió a contraerse y Dan volvió a relajarlo con besos.
-Espera… ay, duele mucho – se quejó Tom.
-Lo se, pero pronto pasara, debes aguantar un poco mas.
-Ok.
-Aguanta, luego todo será maravilloso.
-Lo se.
Ambos se besaron con pasión y Dan siguió su lenta labor hasta introducirse por completo en Tom.
-Oh Tom – le susurro al oído, esperando a que se acostumbrara – Eres tan caliente, me das vuelta la cabeza.
Tom sonrío y empujo contra Daniel, dándole a entender que ya podía moverse.
-Hazlo despacio – dijo.
-Yo jamás te haría daño.
Daniel se empujó con delicadeza dentro de el, apretando con su manos las caderas de Tom. El chico moreno estaba apoyado sobre uno de sus brazos y no le quitaba la vista al bello y sonrojado rostro de su rubio amante.
Pero como quería darle todo el placer que pudiera sentir y que estuviera a su alcance, Dan deslizo su mano desde la cadera de Tom hasta su pene y comenzó a darle suaves caricias.
El dolor que Tom sentía era cada ves menor, su cuerpo estaba siendo embestido, acariciado y besado de forma experta, Daniel no descuidaba ningún movimiento, todo era perfecta sincronía.
Tom giro su cabeza buscando los labios de Daniel, estos aparecieron de forma inmediata y le entrego uno de esos besos que le hacían perder el sentido. Eso se sumaba a la mano que lo masturbaba y a los movimientos de cadera que hacían vibran cada hebra en su interior.
-¿Te sigue doliendo? – pregunto Daniel.
-No, así es perfecto.
-Aun hay más…
Daniel volvió su mano a la cadera de Tom e hizo fuerza, introduciéndose mas en el.
-AH –gritó Tom, aferrándose a las sabanas.
Pero Dan sonrío, no había sido un gemido de dolor, sino de placer.
-¿Te gusto?
-Mmm… si.
-Creo que encontré tu punto justo.
Volvió a repetir el movimiento, y Tom volvió a gemir como la primera vez. Daniel ya no podía aguantar mucho mas, los gemidos de Tom, lo caliente y apretado de su cuerpo, jamás había sentido un placer y una felicidad semejante… sentirse dentro de ese chico que alguna vez le pareció tan inalcanzable.
-Te amo Tom… Dios, si supieras lo enamorado que estoy – le susurro a su oído.
-Yo también te amo, Dan.
Daniel lo siguió tocando, lo siguió embistiendo y lo siguió besando. Los gemidos de Tom se incrementaban más y más y el sudor de ambos pegaba sus cuerpos emitiendo un sonido incitantemente sucio.
-Oh Dan… ooh – gimió Tom – Voy a terminar.
¿Había algo mejor que te dijeran que iban a terminar? No… nada, era lo mejor, te hacia sentir con un control y un poder pocas veces experimentado, y con ego inflado como un globo.
-¿Quieres que te haga terminar? – susurro sobre su oído, con voz erótica.
-Si, mierda si – casi gritó Tom, pegándole con el puño al colchón y cerrando los ojos con fuerza.
Dan acelero sus embestidas y el movimiento de su mano al mismo tiempo que clavaba sus dientes sobre en hombro de Tom.
El gemido más perfecto que había oído jamás invadió la habitación, y el se sintió tan feliz que lo único que hizo fue reír y apoyar su sudorosa frente en la espalda de su amante.
-Oh Dios, eso fue podidamente increíble – dijo.
Pero Tom estaba demasiado extenuado como para responder.
-¿Estas bien?
El chico rubio acertó con la cabeza y volvió a golpear el colchón con su puño.
-Mierda, si – dijo, y Dan volvió a reír.
Dan abrazo a Tom y se quedaron dormidos por un instante. El frío los despertó a mitad de la madrugada.
-Tom, vamos a lavarnos – dijo Daniel, adormilado.
-¿Qué? No.
-Vamos anda, así dormimos hasta tardes, abrazados y limpios.
-Oooh… ok.
Ambos se lavaron con agua tibia y volvieron a la cama, se metieron bajo las mantas y se volvieron a abrazar. Así, juntos, durmieron hasta entrado el medio día.