Naruto no estaba en casa. Había salido de misión y esta vez Sasuke no lo había podido acompañar. Sai había sido el afortunado, y lo que temía Sasuke era que, en un descuido de su torpe rubio, su copia barata intentara meterle mano mientras dormía… o quizá como se trataba de Sai, intentara tocarlo descaradamente mientras todos miraban. Para nadie en Konoha era secreto que Sai quería acostarse con SU rubio, más tampoco era secreto lo posesivo que Uchiha Sasuke podía llegar a ser con su torpe novio.
No podía dormir. Mierda. Estaba exagerando las cosas seguramente. No es como si no supiera que el dobe podía defenderse por sí mismo, Sasuke sabía que Naruto era capaz de dar mucha pelea. Pero aún así estaba preocupado. Pobre de Sai si Naruto llegaba a contarle alguno de sus intentos fallidos de violación…
Miró hacía la ventana, observando cono el cielo iba clareando y el sol comenzaba a salir. Hizo una mueca de disgusto al darse cuenta de un bulto que se movía ligeramente bajo las sábanas. Kyubi, ese estúpido zorro al que tenía por mascota, tenía la mala costumbre de meterse dentro de la cama para dormir placidamente. Y a Sasuke no le había gustado de principio, más había terminado por acostumbrarse a sentir la peluda cola de su animal retorcerse dentro de la cama haciéndole cosquillas. Lo que verdaderamente le molestaba era que, aunque de principio era solo un zorro, ahora también había un mapache y un gato. Poco le faltaba a Kyubi para traer una ardilla, con lo mucho que Sasuke las odiaba.
Se levantó pesadamente de la cama dispuesto a preparar el desayuno. Justo en la cocina se decidió que no prepararía el desayuno, no tenía apetito. Ausentemente se dedicó a llenar los platos de sus mascotas de croquetas, a la espera de que cuando decidieran salir de la cama fueran a desayunar. Naruto nunca le perdonaba el que olvidara darle de comer a los susodichos animales, aún siendo el rubio el único que olvidaba siempre alimentarlos.
Salió de casa un tanto cabizbajo. Nunca lo admitiría abiertamente, pero Konoha sin Naruto no le resultaba en absoluto atractiva. Como si tan solo desease recluirse en casa a la espera de que su dobe volviera para verlo sonreír de eso modo tan especial que lo hacía también sonreír tontamente. Desechó esos ridículos recuerdos al instante de su mente, puesto que la gente comenzaría a mirarlo raro debido a la sonrisa idiota que se había comenzado a dibujar en su rostro.
Abstraído en su caminata sin rumbo fijo, pasó de largo le hecho de que Kakashi estuviera mirándolo a poca distancia, sonriendo bajo la máscara que cubría casi en su totalidad su rostro. De un muy buen humor el mayor se acercó a Sasuke, sacándolo de su trance ausente e invitándolo a desayunar alegremente al Ichiraku ramen, a pesar de que el azabache odiaba el ramen. Sasuke, desconcertado por la actitud tan animada que tenía el mayor, se dejó llevar, preguntándose que querría en su día libre.
Se sentaron en la barra, Sasuke precavidamente desconfiado y Kakashi con un aura tan alegre rodeándole que solo podía significar que tramaba algo no muy agradable.
— ¿Y bien, Sasuke? ¿Qué vas a pedir? Hoy invito yo—Kakashi sonrió bajo su máscara, lo que solo acentuaba la reticencia del azabache a quedarse mucho más tiempo con él.
—Detesto el ramen—resopló Sasuke.
—Si bueno, es una lástima, confórmate con lo que la vida te ofrece. Dos tazones, por favor—pidió al viejo, quién enseguida sirvió la orden.
— ¿Por qué tanta amabilidad? ¿Desde cuando invitas a desayunar a la gente? —Sasuke escrutó con la mirada a Kakashi, quién no se amedrentó en absoluto.
—Simplemente te vi caminar solo y pensé en que debías sentirte muy solo estando Naruto de misión, por lo que decidí hacerte algo de compañía.
—Si claro, y yo nací ayer.
—Evidentemente no naciste ayer, Sasuke. Déjate de tonterías y mejor come, que tu ramen se enfría.
—Ya le dije que odio el ramen, ¿acaso está sordo?
—Antes me respetabas mucho más—murmuró Kakashi, algo anhelante—. Pero bueno, me doy cuenta que a ti no se te puede hablar sutilmente.
—Vaya al grano de una vez, que tengo que irme—Sasuke bufó.
—No mientas, que sé que no tienes a donde ir—Kakashi sonrió, y Sasuke lo detestó por que tenía razón—, pero de acuerdo, iré al grano. Lo he estado pensando mucho, ¿sabes? Naruto y tú llevan bastante tiempo juntos, tanto, que perdí la cuenta de los días. Y recientemente me estaba preguntando cuando le propondrías matrimonio a Naruto…
Sasuke, que de mala gana había comenzando a comer el ramen que Kakashi le había invitado, se atragantó y le dio un acceso de tos, ahogándose ante la mirada divertida que le dirigía el mayor. Tuvo que darse un par de golpes justo en el pecho para que dejara de toser, mirando con reproche al peliplateado por ni siquiera inmutarse ante lo sucedido y por tener la osadía de burlarse de él sin pretender ayudarle. Cuando finalmente la tos cedió, aspiró profundamente y miró con desconfianza a Kakashi.
— ¿Proponerle matrimonio? ¿Pero que clase de idiotez es esa? ¿Cómo voy a proponerle matrimonio a Naruto? ¡Es una tontería! ¡Ni siquiera puedo imaginarme al dobe vestido de novia con tacones y un velo! Además, ¿los matrimonios gays son legales en Konoha?
—Eso tendrías que preguntarlo a la Hokage. Pero, como te decía Sasuke, ¿no te gustaría que hubiera un papel legal que dijera que Uzumaki Naruto te pertenece a ti y solo a ti? Sé que te encantaría que toda Konoha se enterara; además, no es por nada, pero Gaara se te adelantó y está pensando seriamente en proponerle matrimonio a Naruto…
Sasuke, frunciendo el ceño molesto, salió del Ichiraku ramen sin pronunciar palabra alguna. Kakashi no se molestó en seguirlo, evidentemente pensaba que el menor iría nada más y nada menos que con Tsunade a hablarle respecto a las bodas gays. Y la idea le resultaba más divertida de lo que en un principio se había imaginado. Sonriente, tomó los palillos dispuesto a saborear su humeante tazón de ramen.
— ¿Disculpe, pero desde cuando yo voy a proponerle matrimonio a Naruto? —Kakashi se giró tan pronto escuchó una voz fría hablarle por la espalda.
— ¿Sabías que es de mala educación escuchar las conversaciones ajenas?—Gaara le miró frunciendo el ceño— ¿quieres acompañarme a desayunar? Claro, siempre y cuando no te moleste comer las sobras que Sasuke dejó… por cierto, creo que no sería mala idea que le propusieras matrimonio a Naruto, después de todo es obvio que lo amas…
Gaara sonrojó de sobremanera, y decidió que Kakashi, a pesar de las idioteces que estaba diciendo, no podía ser tan mala persona. Si hasta le había invitado a desayunar las sobras de Sasuke, y nadie en su vida le había dirigido la palabra para animarlo a buscar su felicidad proponiéndole matrimonio a Naruto, el hombre al que amaba irremediablemente.
— ¿Y para que sirve eso del matrimonio?—el pelirrojo se sentó junto a Kakashi, dispuesto a comer lo que Sasuke había dejado.
***
Sasuke golpeó con los puños la puerta del despacho de Tsunade e irrumpió en él, sin esperar a que la mujer le concediera el permiso de entrar. La imagen que lo recibió no fue la esperada, pero quizá era mucho mejor que la que tenía en mente. Tsunade estaba sentada holgazanamente en la silla de su escritorio, tomando sake y sin que le importaran los papeles regados encima del escritorio.
—Ah, eres tú Uchiha. Estaba a punto de arrojarte una botella vacía de sake… ¿No sabes que es de mala educación entrar en una habitación si no te han dado permiso de entrar? ¿Qué habrías hecho si me hubieras encontrado en una situación indecente? Piensa en que los demás tenemos una dignidad que cuidar.
—Mire, me importa una mierda si estaba a punto de hacer algo pervertido o no¬—replicó Sasuke, ante la sonrisa idiota que mostraba la Godaime, seguramente borracha—. Quiero saber que hay acerca de los matrimonios gays.
— ¿Qué hay de que? —preguntó Tsunade, y después empezó a reír tontamente, como si la simple pregunta le pareciera divertida.
— ¿son legales? Por que si no lo son quiero que los legalice ahora mismo.
— ¿Quién te crees que eres para decirme lo que tengo que hacer?—resopló autoritaria, recuperando la sobriedad al instante—suficiente tengo con Shizune, ¿comprendes?
— ¡quiero casarme con Naruto y usted lo va a hacer posible, le guste o no!
Tsunade observó con desdén la férrea e inamovible decisión que mostraba el serio rostro de Sasuke. Después, divertida, soltó una sonora carcajada que desconcertó al azabache, mirándola intrigado. ¿Se sentía bien la vieja acaso?
— ¿estás hablando en serio, Uchiha?
— ¿Por qué mentiría? ¿Acaso no me cree?
Tsunade volvió a reír escandalosamente.
—Lo siento—dijo, limpiándose un par de lágrimas que la risa le había hecho soltar—lo que pasa es que no sé si burlarme o desearte suerte—Sasuke le miró con ojos entrecerrados—. Es la segunda vez en esta semana que alguien viene a pedirme que legalice los matrimonios gays…
— ¿Gaara ya pasó por aquí? —preguntó Sasuke, exaltado.
Tsunade lo miró desconcertada.
—No… ¿Qué tiene que ver Gaara en todo esto? Fue Kakashi quién vino primero y me preguntó acerca de las bodas gays…
— ¿Así que por eso me incitó a venir y exigirle que legalizara las bodas gays? ¡Maldito viejo! Seguro que se muere por casarse con Iruka… de cualquier forma, sigue en pié mi exigencia de que legalice las bodas gays.
— ¿Kakashi, tú y quién más quieren que las legalice? —se mofó la rubia.
—El dobe—se apresuró a responder Sasuke.
—No está aquí, aunque seguro no tarda en llegar.
— ¡Sai!
—No tiene pareja.
—Neji…
—Le gusta Hinata.
— ¿Qué tal Lee?
—Le gusta Sakura—Tsunade miró aburrida a Sasuke.
—Pues eso era antes de que viera a Gai sensei de otra forma. Pero eso es otro asunto. Usted es una vieja inútil que no sirve para nada, tomando antes del medio día no va a llevar a la aldea por ningún buen camino.
—Preocúpate por tus asuntos, Uchiha.
—Me da pena ajena—Sasuke miró a Tsunade con reproche. Molesto, salió de ahí sin decir palabra alguna.
Tsunade volvió a sacar su botella de sake.
***
Dos días después se encontraba en la sala de su casa, mirando la televisión sin mirarla realmente cerca del anochecer. Nekomata, el gato de mascota que tenía junto a Naruto, estaba acurrucada en su regazo, ronroneando placidamente mientras dormía. En cuestión de minutos, la puerta se abrió estruendosamente, despertando al minino de su profundo sueño, quién se levantó y se dirigió a dormir al sillón de enfrente.
— ¡Ya estoy en casa! —se escuchó la chillona voz de Naruto.
Sasuke salió a recibirle con una expresión extraña en el rostro.
— ¡Sasuke! —exclamó el rubio, emocionado—. ¿Te…Te sucede algo?
La mirada del rubio examinó al Uchiha, quién mantenía esa expresión extraña en el rostro, la cual no sabía como definir. La mirada fría que le dirigía Sasuke le empezaba a preocupar de sobre manera.
—Cásate conmigo—dijo, al fin, Sasuke.
Naruto, estupefacto, no supo que responder. Lo más inteligente que pudo hacer fue quedarse con la boca abierta, mirando sorprendido a Sasuke, quién no había vacilado en sus palabras.
—Yo…
—No hace falta que digas nada. Solo quiero pasar el resto de mis días junto a ti…
—Sasuke…
El aludido lo tomó por el cuello, acercándolo más a su cuerpo. Depositó un casto beso en los suaves labios de Naruto, los cuales le recibieron con dulzura y cariño, correspondiendo el gesto. Las manos blancas de Sasuke abrazaron al rubio por la cintura, en un posesivo gesto para retenerlo a su lado. Cuando el contacto terminó, ambos se quedaron en el umbral de la puerta, abrazados.
—Yo no sé que decir…—musitó el rubio.
—Solo di que si, dobe. Solo di que si.
—Si quiero casarme contigo, Sasuke.
El azabache escondió su rostro en al curvatura del cuello de Naruto, sonriendo dulcemente, aspirando el aroma que desprendía la suave piel de su dobe.
—Sasuke…
— ¿mmm?
— ¿Por qué quieres casarte conmigo? —preguntó el rubio, esperando un «Por que te amo» como respuesta.
—Por que quiero que sea ilegal para ti acostarte con otro hombre que no sea yo…
— ¡Teme! —gritó el rubio, apartando a Sasuke de un empujón y frunciendo el ceño casi tanto como solía hacerlo el azabache. Sasuke sonreía socarronamente— ¡Eres un idiota!
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