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El kitsune y el Prefecto por Mfer

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Notas del fanfic:

Que lo disfrutes mucho como yo me divertí realizándolo.

Notas del capitulo: Aclaración: Uzumaki “Kawaii” Naruto le pertenece al Uchiha “Bastardo” Sasuke y todos los demás personajes de la serie le pertenecen a su propiedad el Sr. Masashi Kishimoto, yo sólo utilizo a sus personajes para animar mis fic y lo hago sin fines de lucro.
Mi nombre es Uchiha Itachi, soy prefecto de primer año en el colegio Konoha, tiene 22 años, tengo la piel blanca, ojos negros, cabello largo y negro recogido en una coleta, delgado pero en forma y alto. Y es aquí donde conocí a mi lindo Kitsune. La primera vez que lo vi fue en el patio del colegio…
Un día, el menos pensado de todos, salí de la pequeña oficina de los sensei debido al calor, para poder revisar unos exámenes en los que estaba ayudando a calificar. En el patio de los chicos de primer año en el que siempre me sentaba se encontraba ahora lleno de gente. El torneo estatal de voleibol se estaba celebrando, por lo que las clases andaban medio suspendidas. No le di importancia y me fui a sentar al patio de los mayores, en una de las gradas, bajo la sombra. No había nadie, tenía poco que el receso había terminado y disponía de un poco de frescura y tranquilidad para revisar mis papeles, que urgían para más tarde. No había comenzado a revisar las oraciones de un examen cuando un muchacho llegó al patio con una escoba hecha de una palma para barrer los grandes espacios. Lo habían castigado, seguro. Comenzó su tarea bastante quitado de la pena, pero en cuanto dio un par de pasadas se sentó en las gradas cerca de donde yo me encontraba. Supongo que no sabía que yo tenía cierta autoridad, ya que con un gesto y ademanes me explicó que hacer eso no tenía sentido. Yo no le había dado mucha importancia, pero en cuanto alcé bien la vista para observarlo, me quedé estático: el muchacho era simplemente hermoso. De unos 16 años, cabello corto, rubio y algo rebelde, piel exquisitamente tostada, media como 1,70 (6 cm. menos que yo), tenia marquitas muy curiosas en sus mejillas que lo hacían parecer a un kitsune y unos ojos azules como el mismo cielo, con esos ojos... me quede por unos segundos boquiabierto observándole (eso si tomando de vuelta mi postura), mientras el botaba la escoba al suelo y se recargaba cómodamente. Entonces volteó y me dirigió una sonrisa coqueta, cruzó los brazos y volvió a lo mismo. Después de recuperarme del impacto que resultó para mí ver esas facciones, ese cuerpo, y sobre todo esos ojos, recordé mi deber como prefecto y el hecho de que el pequeño infractor no estaba cumpliendo con su castigo. Me acerqué a donde estaba. …l sentado, yo de pie, lo miré al tiempo que le dije:
- Te castigaron, ¿verdad?
- Si –dijo él- pero no tengo ganas, qué flojera-ttebayo.
- ¿En serio? – Repliqué en ese momento- yo creo que sí tendrías que hacerlo...
- Pues solamente que venga el prefecto, pero está muy ocupado con mi grupo y un sensei que no vino... –y me dirigió otra más de esas coquetas y conquistadoras sonrisas
- ¿Y si viniera algún otro prefecto? –le pregunté
- A horita están ocupados con el torneo de voleibol... –dijo con desgano
- ¿Tu los conoces?
- Solo al de segundo año, es un Baka. Al de primero nunca lo he visto... debe ser todo un teme-ttebayo.
- Pues mucho gusto... –le dije con sarcasmo mientras le tenía la mano- Itachi, el teme de primer año.
El muchacho ni se inmuto. Torció la boca en un gesto de sarcasmo, alzó las cejas y quitó su mirada de la mía. Estaba a punto de levantarse, quizá para recoger la escoba o para irse, pero le pedí que no lo hiciera, con la mano en el aire como me la dejó en ese momento.
- Espérate, ¿a dónde vas? –le dije.
- Por ahí. Si eres prefecto como dices, pues ya, me voy y no hay problema-ttebayo.
- No voy a acusarte, –le dije- por mi puedes hacer lo que quieras.
- De todos modos siempre lo hago pero ya me iba... –remató.
Se fue. No quise ni debía detenerlo. Su modo de actuar destilaba una sensualidad hasta ese momento para mi desconocida. Jamás me habría imaginado que un muchacho de esa edad podría hacerme sentir algo tan especial, tan raro en ese momento. Volví a mi lugar tratando de concentrarme en mi trabajo, pero no me fue posible. Todo ese día me la pasé recordando sus ojos, su sonrisa canalla, su cuerpo alto y delgado... nadie lo noto, pero me encontraba demasiado ausente. Tenía que hacer algo, volver a verlo o hablarle, pero mis ocupaciones de ese día me mantuvieron alejado del patio de los de tercero. Algo más tenía que suceder... y mi sueño se hizo realidad una semana después.
Sucedió que en el momento en el que me resigné a no volverlo a ver debido a tanto trabajo, el prefecto de tercer año tuvo que hacer un viaje de un mes al extranjero. La dirección de la escuela propuso al prefecto de segundo año dos cosas: una, hacerse cargo de los alumnos de primero y segundo para dejarme a mí como el de tercero, o bien dejarme a mí los dos inferiores y él hacerse cargo de los mayores. Yamato, que ese era su nombre, extrañamente decidió que no le gustaba trabajar con los mayores, ya que eran un problema, prefiriendo quedarse con mis responsabilidades además de las suyas, dejándome a cargo de los mayores. No lo creía. Era como si mi sueño se hiciera realidad por simple obra de la casualidad.
El lunes comenzaba con mis nuevos deberes, para estar al pendiente de los de 3 años. Así que entre al colegio y cuando sonó el timbre mi primer deber era vigilar que ningún alumno se quedara fuera de clase, así que me dirigí a los salones de tercer año. Como era la primera hora, no se veía a nadie afuera, así que me dirigí a la prefectura. Sin embargo, me fui por el cambio de la biblioteca para llegar más rápido, me encontré nada menos que al muchacho de los ojos azules. Estaba muy entretenido con una revista, así que no me le acerqué de inmediato; lo observé desde la parte de atrás de los arbustos, donde él no pudiera verme. Mientras observaba la revista, noté que comenzaba a frotarse su paquete muy suavemente y mientras pasaba las páginas se tocaba el pecho. Era demasiado hermoso como para ser verdad. Sin darme cuenta, había logrado una erección bajo mis pantalones. El muchacho seguía tocándose, y decidí no mirarlo, esperar a que bajara mi erección y entonces sorprenderlo y recogerle la revista. Y así lo hice. Un poco más tranquilo hice algo de ruido con las plantas a propósito para ponerlo en alerta. En seguida se escondió la revista bajo el suéter y aproveché para salir de mi escondite. Me miró con esos ojos que conquistan, levantó una ceja y me sonrió retadoramente. Entonces, tratando de contener mi emoción, le dije:
- ¿Por qué no estás en clase?
A lo que él respondió, como no habiendo escuchado mi pregunta.
- Ya supe que lo pusieron de nuestro prefecto. Espero que Kakashi le haya hablado de mí-ttebayo.
- No... no me habló de ti. ¿Hay algo que tenga que saber?
- Pues normalmente no me gusta entrar a clases, y a veces vengo a este lugar. Nadie pasa por aquí, así que es un buen lugar para pasar un buen rato.
- ¿Y el otro prefecto no te dice nada?
- …l ya sabe que soy así. Como no tengo problemas con las calificaciones, me deja estar aquí sin problemas. Espero que usted piense igual, y si no, me da lo mismo. Puede preguntarles a los senseis. No le darán ninguna queja-ttebayo.
- ¿Cómo te llamas?
- Naruto.
- Entrégame la revista- le dije.
- No tengo ninguna revista-ttebayo- dijo con descaro.
- La que tienes bajo el suéter también cuenta- le dije.
- No tengo ninguna revista bajo el suéter. ¿Quiere ver?- y mientras decía esto se puso de pie y comenzó a quitarse el suéter. Lo hizo suavemente, con movimientos casi rítmicos. No sabiendo nada más en ese momento, me pareció que me estaba provocando. Se quitó el suéter y me lo entregó. No había nada. Su camisa estaba perfectamente fajada, y no se veía ni rastro de la revista. Lo miré con los ojos muy abiertos, y él me veía a mí con esos ojos... bajé la vista, negué con la cabeza y le entregué el suéter.
- Voy a tener que reportar esto.
- Hágalo. Ya le dije, tengo la confianza de los otros sensei-ttebayo.
Me fui a la sala de los sensei. Mi erección comenzaba a asomarse de nuevo, así que me dirigí al baño y ya adentro me masturbé como nunca lo había hecho, esta vez pensando en Naruto, el Kitsune de los ojos azules de tercer año. Mi eyaculación fue bastante prominente, como cuando uno está verdaderamente excitado. Y vaya si lo estaba. Me limpié, me lavé las manos y salí, dispuesto a sentarme y pensar un poco las cosas. Todo estaba demasiado extraño. No sabía cómo se había deshecho de la revista. Y en la revista estaba pensando cuando vi, en la mesa de los sensei (donde afortunadamente no había nadie) la misma revista que tenía Naruto en sus manos. La reconocí de inmediato. Al momento en que me acerqué para ver la portada, quedé mudo. Sí, era una revista porno, pero no lo que yo había pensado. Era un hombre demasiado fornido, desnudo, y en su miembro había una estrella de color negro. Una etiqueta prohibía su "lectura" a menores de 18 años. Escuché en ese momento un ruido, por lo que guardé en mi fólder rápidamente la revista, y entró el prefecto Yamato de segundo y ahora también de primer año. Llevaba del brazo... sí, nada menos que a Naruto, que tenía cara de indiferencia.
- Este alumno es tuyo; lo encontré en uno de los jardines del otro patio, volándose la clase.
- Sabes que no vigilo el otro patio... gracias por encontrarlo.
- Te lo dejo, tengo un problema con un padre de familia.
Ahí estábamos, frente a frente. Rápidamente Naruto tomó asiento en una de las sillas y yo hice lo mismo frente a él. Y comenzamos a hablar.
- ¿Por qué no te quedaste en el patio de tercer año?
- Me aburrí-ttebayo- dijo. Parecía disfrutar mucho el momento.
- Puede que yo te permita vagar por ahí, si como dices los sensei confían en ti. Pero los otros prefectos no son como yo, ya lo has visto.
- Puede ponerme a trabajar. Eso hacía el otro prefecto Kakashi cuando no era él quien me veía. Castígueme, si lo cree necesario-ttebayo- dijo esa última frase con tal sensualidad que esta vez imaginé muchas cosas en solo unos segundos.
- ¿Cómo llegó esto aquí?- le dije, mientras sacaba de mis cosas la revista. Me vio, y sonriendo con un aire canalla, dijo.
- ¿Le gusta?
Me esperaba todo menos que me respondiera con semejante pregunta. Fruncí el ceño y le dije.
- Ahora sí voy a tener que reportarte.- Sonriendo y alzando los hombros, hizo una expresión demostrando que no le importaba.

Con el paso de los días me fui habituando a la manera de comportarse de Naruto; Kitsune, como ahora ya le llamaba, pasó de ser un pequeño infractor a un pequeño cómplice. Al preguntarle a los sensei por él, casi todos refirieron lo mismo: faltaba mucho a clases, pero cuando asistía era brillante y siempre sabía la respuesta correcta. Al revisar su expediente con sus calificaciones, era uno de los mejores promedios. Su expediente de conducta estaba lleno de faltas menores, y en realidad no era un mal alumno. Al pasar los días del primer mes, comenzamos a llevarnos más, platicábamos de cualquier cosa siempre en el primer lugar en el que lo encontré; un sitio tranquilo donde nadie pasaba.

Kitsune era demasiado observador, al grado de que me ayudaba con mis deberes de vigilancia. Me decía quienes tramaban algo, quienes no estaban en clase, etc., y eso me ayudó a que la opinión de mis superiores con respecto a mi fuera siempre la mejor. Algunas veces, como él mismo decía, debía ponerlo a un supuesto castigo, que solo era para que los sensei y el prefecto Yamato no notaran mi complicidad con él. Supuse que así se llevaba con el anterior prefecto Kakashi, y el incidente de la revista ya había quedado atrás.

Era probablemente la última semana que me correspondía cuidar a los del último año, cuando Kitsune me dijo que necesitaba que lo ayudara con unos detalles en su casa. Sus papás nunca estaban y el necesitaba arreglar unos desperfectos en su cuarto. No era demasiado bueno para las reparaciones, pero la invitación me insinuaba algo más, algo desconocido, pero en ese momento, cuando dije que sí, no pensé en otra cosa. Me dio más o menos las indicaciones para llegar, y convenimos a las seis de la tarde.
Esa tarde me arregle lo más cómodamente, ya que finalmente iría a trabajar. Llevaba mis jeans, unos tennis y una playera negra. La dirección estaba a la orilla de la ciudad, y no me costó para nada dar con ella. Cuando llegué la casa era casi una mansión. De muros altos y una puerta de entrada que se veía de madera muy fina. Llamé al interfono y me contestó una voz familiar. Era él. Abrió la puerta y al entrar estaba un amplio jardín, con unas lozas que llevaban como un camino a la puerta de la casa. La puerta principal estaba abierta, y en ella estaba Kitsune, que llevaba unos shorts largos naranjas, una camiseta como de jugador de básquetbol, unas sandalias de estilo deportivo con muchas agujetas, y lentes. Se veía muy diferente así vestido que con el uniforme de la escuela. Al verlo así, mi corazón comenzó a latir. Casi había olvidado lo mucho que me gusto el primer día que lo vi, debido a nuestra amistad. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. …l me sonrió, y me saludó. Entramos a su casa, que era amplísima, y subimos a su cuarto. Lo que sucedería después es lo que me hizo contar este relato.
- Pues tú dirás qué es lo que hay que hacer.
- Hay mucho que hacer, Itachi- dijo, y al pronunciar mi nombre noté esa intención nueva
- ¿ah, sí?- le pregunte.
- Si, bueno... podemos empezar ordenando las revistas de esa caja-ttebayo.
En un rincón de su esplendida recámara estaba una caja llena de revistas y comics. La petición era extraña, y mi corazón comenzó a latir fuertemente, sintiendo que una de mis fantasías podría cumplirse en cualquier momento. Así, vaciamos la caja en su cama, que era gigantesca, y ni bien comencé a ver, habían muchas revistas porno... pero todas ellas con chicos en la portada. Coloqué la caja en el suelo, y allí estábamos, frente a frente, el chico más guapo de la escuela y un simple prefecto al que le pagaban con las colegiaturas de los alumnos. Mi respiración comenzó a agitarse, y no pude contener que la erección se me notara en el paquete. Pero al parecer, no era el único que estaba en esas condiciones; bajo los shorts naranjas de Kitsune comenzaba a vislumbrarse también su excitación, y como eran de tela delgada, se notó enseguida. Lo miré fijamente y el a mi. Los dos sabíamos lo que queríamos, y haciendo a un lado bruscamente las revistas, como en las películas, nos abrazamos y comenzamos a besarnos frenéticamente. Ambos lo sentíamos, pero hasta ese momento no habíamos tenido oportunidad de nada. Comenzó un fuerte vaivén con la ropa puesta, y fui yo quien comenzó quitándole la camiseta de básquetbol. Aunque estaba demasiado delgado, ya estaba marcado por el ejercicio, y comencé a lamer sus pequeñas tetillas con devoción, mientras el me tomaba de los cabellos y comenzaba a jadear fuertemente. Así, él continuó quitándome mi camiseta, mientras yo seguía lamiendo su pecho, su abdomen, y llegaba hasta el elástico de sus shorts, los cuales bajé de inmediato para revelar unos boxers de tazones de ramen. A través del boxer saqué el delicioso miembro de Kitsune, que ya estaba a mil. No era grande, pero para su edad ya tenía buen tamaño. Le Lamí rápidamente el miembro, estaba desesperado, y en cuanto estuve en posición lo metí por completo en mi boca, comenzando un delicioso mete y saca que hacía que el pequeño Kitsune pusiera los ojos en blanco. Le bajé el boxer por completo, y le saqué ambas prendas quedando él solamente con sus sandalias puestas.
Continué con el vaivén rítmico hasta que el me indicó que me detuviera. Entonces se sentó en la orilla de la cama y me puso a mí de pie (ya que estaba de rodillas). Comenzó a desabrochar mi cinturón, luego mis jeans, y mientras me miraba, pero no decía nada. Sus ojos eran demasiado expresivos y me hacían sentir algo especial. Me bajó los jeans junto con mi bóxer, que era negros y pegadito, quedando al descubierto lo mío y empezó colocando la punta de su lengua en la punta de mi miembro, que ya tenía líquido preseminal en él. Antes de que continuara fui yo ahora quien lo detuvo. Me saqué los pantalones y los bóxers, y con ellos me llevé también mis tennis. Estaba completamente desnudo frente a Kitsune, que también lo estaba, y nos subimos a la cama. Sin que ninguno de los dos hablara, comenzamos un 69 maravilloso. Nos acoplábamos perfectos, éramos casi de la misma estatura, y cada uno, aferrado a lo suyo, continuó con el mete y saca, él cada vez más rápido como el mejor de los expertos, y en un momento no pude más. Dejé de chupárselo a él para concentrarme en un orgasmo, el mejor que he tenido hasta ahora. Eyaculé todo dentro de su boca, no sé cuántos serían, quizá dos, tres o cuatro chorros.
Eso detuvo un poco las cosas, cambiamos de posición y ahora Kitsune estaba acostado al lado mío, todavía con una increíble erección. Comenzó a abrazarme y se me subió encima. Me besó los labios, el cuello, me introdujo la lengua en la oreja, lo que hizo que me estremeciera aún más. Enseguida se hizo a un lado y sacó de su cajón un pequeño tubo con gel lubricante. Sabía lo que se proponía, y me moría de ganas que lo hiciera. Se puso suficiente en las manos y comenzó a frotarme mi miembro. No sabía por qué lo estaba haciendo, pero enseguida obtuve una nueva erección. Siguió con el masaje hasta que me levante y le quiete el lubricante para concentrarme en su agujerito. Comencé a meterle un dedo, así continúe, tomándome mi tiempo, poco a poco, hasta que, sin que se diera cuenta ya le tenia el segundo y tercer dedo dedos dentro, y lo estaba gozando. Entonces le levante las piernas completamente, poniéndolo frente a mi y comencé con la embestida poco a poco por que se notaba que era su primera vez. Ya completamente adentro, era increíble, era tan estrello y se sentía tan rico estar dentro del mi Kitsune. Después de un tiempo de esperar para que Kitsune se acostumbrara a tenerme dentro, comencé un mete y saca, ahora lento, ahora rápido, pero enseguida comenzamos a jadear más y más... hasta que lo apreté fuertemente de los brazos para comencé a subir la velocidad poco a poco, así duramos un rato entre gemidos y jadeos de los dos, hasta que siento que él llegaba al clímax, y comencé a baje la velocidad hasta detenerme. No me quede mucho tiempo ahí, y me recosté a su lado, ya que los dos estamos muy agitadamente. Pero como yo todavía no terminaba, comencé entonces a masturbarme, porque todavía estaba muy caliente, y conseguí llegar a fin al clímax. Ambos, después de eso, nos quedamos dormidos.
Al cabo de una hora sentí que me empezaron a mover. Era Kitsune, que traía puestos mis bóxers, y me estaba colocando los suyos. Era ya de noche, y antes de que yo dijera nada, me dijo él a mí:
- Quédate aquí esta noche, por favor-ttebayo...
Solo pude decir que sí con la cabeza. Me hice a un lado para que distendiera la cama. …l se sentó al lado, se quitó las sandalias y enseguida se acostó y me abrazó. Nos cubrimos con las mantas y no supimos más hasta la mañana siguiente.

Al amanecer del día siguiente fui el primero en despertar, pero Kitsuno no tardó mucho en hacer lo mismo. Únicamente nos vimos con una sonrisa. Me tomó de la mano y me dio un beso apasionadamente. Enseguida se levantó. Se veía muy curioso ver mis bóxers puestos en otra persona, pero yo me sentía aun más extraño con los bóxers de tazones de ramen en mí mismo. Nos lavamos un poco y nos vestimos, para luego salir a la calle. Hasta ese momento no hablamos más que lo necesario, pero mientras llegábamos a la esquina, el me dijo:
- Siempre lo supe, ¿sabes?
- ¿Qué?- le dije, sorprendido.
- Que yo te gustaba-ttebayo
- ¿Y yo a ti?- pregunté
- Tú también me gustas mucho-ttebayo- me dijo dándome un beso casto en los labios.
Solamente pude sonreír. No sabía que pasaría, ya que mis semanas como prefecto de los terceros años se acababan justo entonces. Pero una cosa era segura: nuestras vidas no serían las mismas a partir de ese día.
Notas finales: Espero que haya gusto y si tiene alguna recomendación, sugerencia o queja, o quieren que haga más de esta pareja o de otra de esta serie solo déjeme un Reviews. Para tomar en cuenta sus opiniones y así mejorar mis fic o/y hacer mas.

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