Era un amanecer hermoso. Todas las mañanas se levantaba temprano, minutos antes de que comenzaran a verse los primeros rayos del sol, solo para ver el esplendido espectáculo que la naturaleza podía brindarle. De pie en el pico de una de las montañas más altas de la Tierra, él disfrutaba de este despertar matutino todos los días. Ya era costumbre levantarse temprano y salir a ver el sol. Luego regresaba y se sentaba desayunar junto a su familia para luego hacer lo que él desease si fuera día en semana. Si era fin de semana, se iba a compartir con sus dos hijos: uno adulto y otro adolescente. Hoy era viernes y tenía que aprovecharlo al máximo. No era que no le gustara compartir con sus hijos, era que le gustaba estar con quién el consideraba su mejor amigo, aunque fuera solo para observarlo. Ahora iba rumbo a su casa. Entró por la puerta encontrándose a su familia ya comiendo, como todos los días los encontraba cuando entraba.
-¡Buenos días, papá! –saludó el menor cuando su padre se hubo sentado a su lado a comer.
El mayor le sonrió teniendo la boca llena como para hablar. Cuando terminó con ese bocado saludó a su padre de la misma forma que su hermano había hecho. Después del desayunó, el mayor se fue a trabajar y el menor a la escuela. Ella solo se dedicó a limpiar la casa. Él solo sonrió al ver como ella lavaba los platos para luego comenzar la limpieza matutina del hogar. A veces bajaba de donde vivían para ir a la cuidad y comprar algunos víveres pero casi todas sus comidas eran de animales que sus hijos cazaban por esos lares (significa lugares) de la montaña. Ese día ella no tenia que ir a la cuidad a comprar nada así que lo iba a dedicar a la limpieza. Él se levantó de la mesa y se fue. De camino a casa de su amigo sintió mal. Durante toda su vida él había sido bien sincero con todos, bien alegre y optimista. Ahora tenía miedo de decirles a sus amigos y a ella la relación que llevaba a escondidas con otro hombre. ¿Cómo explicarle a una mujer que le había prometido serle fiel toda si vida, que ahora él le era infiel? ¿Cómo decirles a sus amigos que él tenia una relación con alguien a quien ellos temían si quiera hablarle? Pero por otro lado nunca había sentido nada por ella. Ella lo había hecho prometer de niño que una vez fuera adulto se casaría con ella pero no sabía lo que implicaba eso. Ahora que realmente estaba enamorado tenía miedo de decirlo. Era cierto que él no era humano y su pareja tampoco pero tenía miedo. Su amante le había explicado que ese sentimiento entre los de su raza era algo muy común, que ellos no se fijaban en el sexo solo en la fuerza y personalidad. Estos eran factores que tenía a su favor pero seguía teniendo mucho pavor a lo que pudiera suceder si todos se enteraban.
-¡Hola, amor! ¡Te extrañe! –dijo abrazando a su amante. Este siempre se presentaba como alguien frió ante los demás pero cuando estaba a solas con su verdadero amor, como ahora, era alguien totalmente distinto. Ahora estaba correspondiendo al abrazo de quien lo amaba. Él era mayor que su amante por unos años y era también a quien único le dejaba ver su verdadero yo.
Ambos estaban en el lugar que hacía un momento el menor estaba parado observando la salida del sol. Allí ellos entrenaban durante horas hasta que llegara la puesta de sol. Después del entrenamiento el menor se paró en el pico de la montaña mientras el mayor volaba a su lado. Justo cuando se puso el sol el mayor se posó frente a él menor. Este volaba de frente a su amante al no haber espacio suficiente en el pico de la montaña para ambos. El menor subió su rostro mientras el mayor posaba ambas manos a los costados de la cabeza de su pareja y sellaba sus labios en un tierno beso. Ambos se sonrojaron por la pasión que el beso les brindaba. El menor posó sus manos sobre las manos de su amante para tener más contacto. Pero llegó el momento de separarse. Rompieron el beso y ambos se fueron para su casa.
Al otro día era uno especial. Todos los amigos de ambos se reunirían en una sola casa. No había algún motivo, solo querían verse. El menor no dejaba de mirar a su pareja y sonrojarse. Un momento dado divisó a su amante salir del enorme salón y mirarlo. Él lo siguió. Cuando estuvieron en el salón de al lado el mayor arrinconó a el menor contra la pared besándolo con enorme pasión. Poco a poco fue sacándole la ropa a su amante hasta dejar al menor desnudo. Luego se separo un poco para desnudarse el mismo. Tenían que hacerlo rápido para no ser descubiertos pero de que ambos querían hacerlo, si y máximo allí con el peligro de que los descubrieran. Eso hacía del momento uno más excitante. Ahora el menor tenia enroscada sus piernas en la cintura del mayor mientras este entraba poco a poco en el. Sus brazos pasaron de estar en la pared a los hombros de su amante abrazándolo fuertemente. El mayor era un príncipe y como todo príncipe a veces perdía la paciencia. No tardó mucho en penetrarlo con fuerza haciendo que el más alto de ambos se mordiera los labios con fuerza para no gritar de placer ante semejante penetración. Las siguientes embestidas hicieron que se mordiera más fuerte aun creándose una herida en los labios. Estaba casi en la cúspide. No aguantaba más. Sin poder remediarlo grito con todo lo que sus pulmones le permitían anunciando la llegada de su orgasmo. Sabía que todos sus amigos se habían enterado pero estaba tan satisfecho después de tantos meses sin hacer nada que no le importó y sabía muy bien que a su príncipe tampoco. Después de todo la paciencia de un príncipe tiene su límite. Un minutos después por la puerta entraban todos sus amigos quedándose en shock. El menor aun tenía sus piernas enroscadas en la cintura del mayor pero ahora sus brazos colgaban flácidos a sus propios costados. Desde la parte superior de su espalda hasta su cabeza estaba recostada en la pared que tenia detrás. Su príncipe lo sostenía de las caderas con su cabeza reposando sobre su pecho aun satisfecho y negándose a moverse.
-¡Goku! ¡¿Cómo pudiste hacerme esto!? –gritó Chichi. Todos los demás seguían impresionados.
-Lo siento…no me atrevía…a decirte…que amaba a otro hombre…y menos…que era Vegeta.
Ella estaba molesta. Se dio la vuelta y se fue. Bulma miraba con indeferencia. Vegeta le había dicho a Bulma pero la casa de Bulma nunca estaba vacía. Siempre estaba o Trunks o los papas de ella. Goku miro a sus amigos esperando a que ellos dijeran que opinaban. Krillin tomó la palabra.
-Creo que hablo por todos cuando digo que no nos molesta que ames a otro hombre o que sea Vegeta a quien ames. Solo te pedimos que nos digas la próxima vez -todos asintieron ante eso. Incluso Piccolo y Dende asintieron ante esas declaraciones. Goku solo pudo sonreír y apretarse contra Vegeta haciendo que ambos gimieran bajito. Todos salieron para dejar a la pareja sola con sus calenturas. Después de ese día no se supo más de Chichi. Ella solamente desapareció. A Vegeta no le importaba pero al menor si le dolía. Sabía que ella estaba bien pero le dolía. También aun le incomodaba recordar que sus hijos lo vieran en aquella posición pero hasta ellos lo aceptaban. Ahora ambos saiyajines vivían juntos en la casa del menor y de esa forma podían estar ‘solos’ mucho tiempo.