Capitulo 1: Hola Japón…
Takuya estaba bajando del avión, traía un traje de ¿ejecutivo? De color negro con una corbata azul real, su cabello estaba totalmente negro y se miraba mas blanco de lo normal y en sus manos traía un maletín negro cuadrado. Se digirió a la zona donde tendrían sus maletas, miró a muchas personas las cuales recogían sus maletas para su suerte, la suya fue una de las primeras en salir, la tomo sin ninguna dificultad y se retiro del lugar un poco incomodo ya que la gente se le quedaba mirando raro “según él”.
Salió del Aeropuerto y después al salir vio a cinco personas muy conocidas para el, “especialmente una persona” estaban todos ahí, frente a él, mirándolo con una sonrisa muy notoria.
-Hola.-Saludó un Takuya sonriente.-Chicos, ¿cómo han estado?-Preguntó educadamente.
-Estuvimos muy tristes por tu ausencia.-Dijo un chibi-Sano derramando lagrimas falsas.
-Si, aja, ¿y esperas que se crea eso?-Se quejó Yuuki.
-Vamos chicos, dejen de decir tonteras. Bienvenido Takuya. -Habló Teruki.
-Hola...-saludó en un susurro Takuya a Akiharu, quien solo miraba a otro lado, parecía estar enojado ya que tenía el ceño fruncido y había ignorado por completo el saludo.
-Akiharu, no seas mimado y saluda al recién llegado.- le regañó Teruki.
-Hola.-Lo saludo de mala manera.
-¿Vamos a mi departamento? -Invitó Takuya.
Todos aceptaron, aun que Akiharu dijo que no pero Teruki solo le mandó una mirada asesina por la cual se vio obligado a aceptar tal invitación. Se fueron en el carro de Teruki quien traía una camioneta grande (no sabría que tipo de carro pero uno muy grande), y al llegar al antiguo departamento de Takuya, se pudo ver que todo estaba muy limpio.
-¿Sorprendido?-preguntó Saito.
-Si.-
-Miharu y yo nos encargamos de limpiarla.-Dijo la “madre” de familia.
-Muchas gracias.- Sonrió.
-Bien…Vamos encargar unas pizzas, yo invito.- intervino Teruki
-Bien, mientras llamas al de las pizzas, Takuya y Akiharu irán a comprar unas sodas.- Mandó Sano, quien tenía una sonrisa de oreja a oreja que al dueño del departamento no le gustó para nada.
-Pero…-Akiharu no pudo quejarse porque Yuuki les dio un poco de dinero y los sacó del departamento de no muy bonita forma.
-Que bonita forma de tratar al recién llegado.-Se quejo el menor.
Akiharu ignoró totalmente el comentario tan comentarioso del menor y empezó a caminar pero después se paro en seco.
-¿Dónde está la tienda?-
-A dos cuadras.-
No hubo ruido alguno en el transcurso de la caminata, solo algunos pájaros que pasaban por ahí más no había algún ruido de carro o de una bicicleta que pasara tocando el clásico ruido de un timbre. Takuya miraba a los alrededores, era finales de noviembre y pronto comenzaría diciembre eso quería decir, que la navidad estaba cerca.
Akiharu no decía nada, solo miraba como los árboles habían perdido todas sus hojas ya que era invierno, se sentía incomodo, ahora solo tenía que hacer una cosa “matar a Yuuki cuando regresen” y “a los testigos también”. Con tales pensamientos soltó una pequeña risita de la cual Takuya se dio cuenta y lo hizo sonreír por dentro. El castaño se percató de que se había reído ante tal pensamiento y se volteó a mirar casi para atrás.
-Tsukiyama-san, si no miras adelante puedes…-No pudo terminar ya que Akiharu se estrello contra un poste.
-Gracias por el aviso.-
-De nada.- dijo con sarcasmo.
Llegaron a la tienda y Takuya compro algunas sodas como coca cola, pepsi y una fanta de dos litros (no sé cómo se maneje allá) y unas papitas. Pago y salió de la tienda, vio que Akiharu lo estaba esperando. Caminó unos pasos, mientras el castaño lo seguía con la mirada.
-¿Te quedaras viendo ahí?-pregunto Takuya mirando a Akiharu.
No contestó y empezó a caminar pasando por un lado de el haciéndose pato como si no hubiera escuchado algo. Takuya solo suspiro, no tenía ni la más mínima idea de que está pensando Akiharu de él. No tenia preocupación de eso, según el, pero a veces, muy raro y muy escasamente a veces, se puede engañar a la conciencia y esta ocasión era una de ellas.
Caminaron silenciosamente hasta llegar al departamento, la pizza ya había bajado, desde afuera del departamento olía a ella. Entraron al departamento observando como Sano y Yuuki arrasaban con una caja, Akiharu solo se quedó mirando la caja ya vacía y a un Sano y Yuuki con unas panzas infladas mientras que con una de sus manos se la sobaban y con la otra se pasaban un pica-dientes en su boca.
-No te preocupes Akiharu, todavía quedan tres.- Sonrió Teruki.
Akiharu lo miró con esperanza y se fue a esperar a la mesa como si un niño chiquito se tratara, Saito y Miharu se sentaron con él y alado de Miharu se sentó Takuya.
-Estos dos nunca van a cambiar.- Sonrió Takuya.
-Sí, Sano siempre actúa así cuando ve pizza.-Dijo Saito.
-¿Vieron como el tío Yuuki se comió esa cantidad de chile?, ¿no le hará daño?-pregunto Miharu un poco preocupada.
-No que va, a él le gustan mucho las cosas picantes.-Rió Takuya y Saito lo acompaño.
Teruki trajo las cajas restantes que estaban escondidas en la cocina ya que si no, podrían haber desaparecido esas tres también junto con la cuarta caja y no se querían quedar sin comer.
-Provecho.-Dijeron los que todavía no habían comido.
La comida paso entre risas y miradas asesinas por parte de Takuya y Akiharu, ya que Yuuki decía quien sabe que cosas desde el sofá junto con Sano que le seguía la corriente. Hubo un comentario que a Akiharu no le gustó nada y a Takuya solo entró y paso por sus oídos dando a entender que no le había importado en lo más mínimo.
-O vamos, todos sabemos que a Akiharu le importa más Takuya de lo que él piensa.-
Y como si fuera obra del cielo… La puerta se escucho ser golpeada por unas manos (ni modo que con los pies e.e), Yuuki se paro y fue a la puerta a abrir.
-Hola cariño.-
-Hola peque.- La saludo con un beso corto en los labios.-Hola Mikeru.-Saludo a su hijo.
-Hola papi.-
La esposa de Yuuki traía un traje como siempre, ella casi siempre trabajaba pero también le daba su tiempo a su familia y hoy era un día de esos, pasaron al comedor y miro que todos ya habían comido ya que estaba unas cajas de pizza en la basura.
-Hola Mikuru.-Saludo amablemente Teruki a la esposa de Yuuki.
-¡oh! Teruki-san, hola.-Saludo amablemente.
-Tío Teru.-Hablo emocionado el junior de Yuuki.
-Hola pequeño.-
-¿Y mi prima Miharu?-
-Mikeru-chan, hola.-Saludo Miharu
-Hola.-
Los niños se fueron a quien sabe donde dejando solos a Teruki, Yuuki y Mikuru quien saludo a todos y después se puso a charlar con Sano y Takuya, claro, siempre junto a Yuuki. Akiharu solo escuchaba y no decía nada, no tenia mucho que decir. Desde que había despertado no era el mismo, no hablaba más de lo usual, solo lo necesario.
Saito se acercó a Akiharu y empezaron a charlar de quien sabe que cosas. Takuya hablaba tranquilamente con Mikuru y los demás, miradas medias asesinas por parte de Yuuki a Sano y a la vez este último hacía bromas a todos. Se podían escuchar las risas de todos por todo el lugar.
-Akiharu, Saito, vénganse para acá, así podemos hablar todos juntos.- Sonrió Teruki ante el pedido de Takuya quien sonrió muy dulcemente.
-Miku, hazle caso a Taku-chin.-Menciono Sano.
-Sabes que no me gusta que me digas así, es nombre de niña.-Se quejo el castaño.
-O vamos, pero si siempre te habíamos llamado así cuando teníamos la banda.- reclamó Teruki.
-No cambien el tema, ven Akiharu, hay que sentarnos.- Sonrió Saito.
-Si.-Susurró bajo.
Se sentaron y empezaron a platicar con los demás de quien sabe que cosas que hacían reír a Yuuki y Sano que miraba mucho a Saito, más de lo normal, a la vez, este lo miraba a veces pero se hacia el distraído y volteaba a hablar con Akiharu de pequeños detalles.
-Sano-san, ¿y has pensado en casarte?-pregunto Mikuru de la nada.
-No sé, no se me ha dado la oportunidad de conocer a alguien.- Respondió.
-¿Y no estás interesado en alguien? –Era una entrevista sobre su vida personal ¿o qué?, al menos eso pensó Saito.
-Sí, pero para mi mala suerte, la persona que robo mi corazón no siente lo mismo que yo.-Lo dijo con tanta tranquilidad, que hasta Saito se sorprendió.
-Oh, lo siento, no sabía.-Lo tomo de la mano.- Yo pienso que la persona que mas quieres, te ah de querer como nadie en el mundo.- Sonrió.
-Gracias.-
Teruki saco otro tema de quien sabe que, hasta que llegaron los hijos de Yuuki y Saito quienes estaban jugando, Miharu tenía una camiseta de Takuya puesta y Mikeru traía un calzón en la cabeza y un suéter amarrado como si fuera una capa.
-Soy súper man.-Dijo abriéndose de pies y manos.
-Y yo la mujer maravilla.-Dijo Miharu poniendo una pose de orgullo.
Todos empezaron a reírse por la súper actuación de los niños, Takuya se levanto completamente avergonzado y fue a quitarles aquellas prendas que le pertenecían, Saito tomo a su niña y la cargo.
-Chicos, no es por arruinar la fiesta pero…Ya me tengo que ir.- Aviso Saito.
-Que lastima.-Dijo Takuya.-Ya nos veremos mañana.-
-Saben, yo también tengo algo que hacer, lo siento Takuya.-
-No hay problema Teruki-san.-
-Takuya…Yo también tengo algo que hacer.- Entendió el plan de Saito y Teruki, después miro a Yuuki y este sonrió de oreja a oreja.
-Mikuru también tiene cosas que hacer y le prometí que la acompañaría.-Puso excusa.
Y así como si todos tuvieran quien sabe en el trasero, salieron casi volando del departamento, a excepción de Akiharu.
-Akiharu.-Hablo Takuya, el nombrado no contesto- Si quieres irte, puedes.-
-Kimura.-Hablo Tsukiyama, otra vez con los apellidos.- ¿Desde cuándo te conozco?-preguntó.
-Desde hace más o menos tres años.-
-No tengo ningún recuerdo donde salgas tú.- Confesó.
-Casi nunca convivimos, conviviste mas con los demás que conmigo.- Mintió.
-Así que esa es la respuesta, bien me tengo que ir, nos vemos luego.- camino hacia la puerta.
-Te acompaño a la puerta.- se ofreció. Caminaron hacia la salida y Akiharu estaba ya afuera.
-Nos vemos mañana.-Se despidió Akiharu quien está a espaldas de el.
-Si.-
Por alguna razón, Akiharu se volteó y chocó sus labios con los del menor. El beso empezó lento, para el castaño fue dar su primer beso o al menos eso pensaba él, Takuya correspondió a medida de que se iba haciendo más intenso pero se dio cuenta de lo que estaba haciendo y empujó a Akiharu sacándolo completamente de su departamento cerrando rápidamente la puerta dejándolo sorprendido.
El castaño se recargó en la puerta ya cerrada, estaba totalmente confundido, ¿Por qué hizo eso?, sintió que tuvo la necesidad de hacerlo. Algo pasó por su cabeza sacándolo de sus pensamientos: un recuerdo, que estaba algo borroso.
-Takuya, quiero hacerte mío- se escuchó decir con voz cortada, a su vez vio al mencionado sorprenderse.
-Hazme tuyo.- le pidió este.
-¿Seguro?- ahora su voz sonaba dudosa.
-Sí.- observó los ojos de Takuya brillar como si de unas estrellas se tratasen, luego bajó su boxer dejando su cuerpo totalmente descubierto y a la vez dejaba sorprendido al menor.-Tendré cuidado.- le avisó mientras acercaba su miembro a aquella entrada.-Te dolerá.- volvió a avisarle.
-No importa, lo superaré- le escuchó decir seguro.
Se vio a si mismo comenzando a entrar dentro de Takuya, causando que este apretara sus ojos y encajara sus uñas en las cobijas para tratar de soportar el dolor que al parecer le causaba. Vio como abría sus ojos y lo miraba justo cuando terminaba de entrar completamente en el y comenzaba a moverse causando que el castaño empezara a gemir fuertemente emitiendo gemidos no eran de dolor sino de placer. Las embestidas que daba a aquel cuerpo eran más rápidas, escuchaba los gemidos de ambos. Podía ver sus cuerpos sudados y disfrutando del “Sexo” aunque algo en su interior le hizo saber que no era eso, más bien era “tener sexo con amor”.
Le dio un beso al castaño y siguió con las embestidas que aumentaban cada vez más igual que los gemidos y suspiros que se hicieron más presentes. Escuchaba los nombres de ambos por todo el cuarto, los minutos se le hicieron largos hasta que observó como su miembro explotaba adentro del castaño y este por encima de sus cuerpos. Luego se vio salir de él para después caer rendido en la cama.
Su cabeza dolió, no supo definir si aquel era un recuerdo o alguna ilusión que se formó en su mente, sintió que esta daba vueltas y aquella escena se repetía mil veces. Estaba confundido, había escuchado de los mismos labios de Kimura que ellos no convivían. Al menos eso quiso pensar.