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La esperanza (The call ) por EvE

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Notas del fanfic:

Este es el segundo fic en mi entrega de fics con dedicatoria de san valentín.

Va para Nin, esperando que sea de su agrado ^_^.

Inspirado en la canción "The call" de Regina Spektor, la historia cuenta como Mu tuvo que anteponerse a sus miedos, siempre teniendo presente en su corazón a aquellos a quienes amaba.

El fic no contiene ninguna advertencia. La letra y traducción de la canción viene al final ^_^.

Un saludo y feliz san valentín adelantado.

Patts.

La esperanza

 

 

 

< Estoy asustado >

 

Mu temblaba.

 

Abrazado a sus piernas, sus pequeños brazos parecían ser incapaces de detener ese temblor que sacudía su cuerpo cada vez que los sollozos se hacían más fuertes. Horas antes había tenido que salir del santuario, casi corriendo. Apenas pudo recoger la armadura de Aries que recientemente se había ganado y lo siguiente fue huir del lugar.

 

Vio a su maestro, o más bien su espíritu. Shion acababa de morir en manos de uno de sus caballeros, se lo había comunicado con la voz de su alma antes de que el ultimo rastro de su cosmos desapareciera, dejando a Mu con la inmensa tristeza de su pérdida, con el miedo devorándole y la incertidumbre de la soledad.

 

¿Qué iba a ser de el ahora?

 

¿Dónde podría refugiarse?

 

Jamir fue el primer pensamiento del joven ariano. Ahí llegó, cargando la caja de la armadura, pero sin ser capaz de avanzar mucho antes de derrumbarse en la entrada de la ancestral construcción, bañado por una lluvia que parecían ser lágrimas del cielo, lágrimas como las suyas, que salían incontenibles por sus ojos verdes.

 

Sin su maestro, estando solo en la torre, parecía olvidar de repente todas sus enseñanzas. Los miedos y la tristeza se adueñaban más y más de el a cada instante, sin poder hacer otra cosa que temblar y sollozar, ocultando su infantil rostro contra sus rodillas, sintiéndose decepcionado de si mismo, sintiendo también que ahora, donde su maestro estuviera, la decepción le alcanzaría a el.

 

– No se que hacer –

 

Murmuró el joven Aries,  tratando de contener su llanto sin ser capaz de lograrlo. Se sentía desgarrado por dentro, y tan desolado como las montañas que ahora le rodeaban.

 

– ¿Mu, por qué estás llorando? –

 

El jovencito escuchó una voz cálida, inclusive sintió lo mismo en una energía reconfortante que sintiera a sus espaldas. Alzó la mirada y encontró a Aioros, sentado a su lado con el rostro hacia el cielo, mientras dejaba que la lluvia bañara su rostro bronceado y sonriente.

 

Mu soltó en llanto más fuerte, no sabía por qué Aioros estaba ahí, pero le dio una alegría inmensa. Se arrojó contra su pecho y lo abrazó, el sagitario lo permitió, con una sonrisa apacible en sus labios. Le acarició los cabellos lacios al chiquillo lemuriano con ternura y este se desahogó de su sentir con palabras atropelladas, que a ratos parecían no escucharse.

 

– Mi maestro fue asesinado… estoy solo, el santuario no es seguro, no se que hacer… –

 

Aioros lo separó, mientras se fijaba como el niño comenzaba a tallar sus ojos con desesperado afán.

 

– Mu, tu no estás solo… nunca estarás solo… ¿Qué no estoy aquí contigo ahora? – La sonrisa de Aioros hizo que los ojos de Mu parpadearan medio incrédulos, obteniendo un poco de calma al fin luego de horas de zozobra – Somos amigos, Mu, no debes olvidar eso –

 

– Pero… ¿Y mi maestro? ¿Y el santuario? –

 

– Las cosas ahora no están bien… pero todo volverá a ser como antes, habrá que luchar para ello… y no debes darte por vencido nunca –

 

– Tengo miedo –

 

Aioros sonrió con ternura.

 

– Todos tenemos miedo en algún momento, pero no debes de permitir que el miedo te venza. ¿Recuerdas cuando sentiste mucho miedo antes de la prueba final para obtener tu armadura? –

 

Mu recordaba ese momento, había estado llorando en silencio en  los escalones del templo de Aries, pensando en cientos de razones por las que no podría obtener la armadura. Si no era tan fuerte, si defraudaría  a su maestro, si Aries no le reconocería como su portador… todo eso le había llevado a un punto en donde casi salió corriendo.

 

Pero tal como en esa ocasión, Aioros se había sentado a su lado para animarlo, tranquilizándolo con su voz.

 

“Todo saldrá bien, no debes temer”

 

Había dicho con la paciencia y la ternura de la que siempre hacía gala el sagitario, arrancándole una sonrisa espontánea a Mu.

 

– Tenías miedo, pero saliste adelante… y mira – Tocó la caja de la armadura de Aries, que permanecía como guardiana junto a ellos, pues Mu no había avanzado al interior de Jamir cuando llegara del santuario – Tienes tu armadura ahora, nada va a detenerte mientras tu no te des por vencido, Mu –

 

Las palabras de Aioros le daban cierta esperanza, pero el niño peli morado sentía una pena demasiado grande por la pérdida de su maestro como para creer del todo en lo que el sagitario decía.

 

– Tampoco el dolor que sientes será para siempre. Es verdad que nunca dejarás de extrañar a tu maestro… – el centauro suspiró, alzando su rostro al cielo, que parecía irse despejando poco a poco, la lluvia también comenzaba a menguar – Pero su recuerdo debe ser un impulso, no un motivo para que estés triste –

 

El niño frunció los labios, sin poder evitar que sus lágrimas volvieran a correr por sus mejillas enrojecidas.

 

– A el no le gustaría que estuvieras triste –

 

Tenía razón.  A pesar de la rigidez de Shion y hasta la crueldad que de vez en cuando hacía gala durante sus entrenamientos, Mu había percibido la calidez de su cosmos cobijándole, sanando sus heridas mientras dormía o simplemente velando su sueño. Su maestro le quería, y las personas siempre se entristecían de ver tristes a sus seres queridos.

 

El no quería que su maestro estuviera triste… pero no podía evitarlo.

 

– ¿Qué harás tu, Aioros? ¿A dónde irás ahora? –

 

La sonrisa del centauro, dulce y esperanzadora contagió a Mu. Aioros era de la clase de personas que infundían paz.

 

– Iré a donde deba ir… pero no te dejaré solo. Estaré a tu lado  aunque no me veas – Revolvió sus cabellos con cariño – Somos amigos, ¿No es así? Los amigos siempre están presentes, inclusive si no se pueden ver –

 

Mu asintió, notablemente animado.

 

– El sol va a salir de nuevo, Mu… ya lo verás –

 

– ¿Y si me vuelvo a sentir solo? ¿Vendrás si te llamo? –

 

– Por supuesto que sí… si cierras los ojos me verás, y a tu maestro también, tú solo sé fuerte –

 

Aioros recibió el abrazo de Mu, y el niño se quedó recostado en su regazo, cediendo al fin al cansancio no solo de su cuerpo, sino de su espíritu, que por horas y horas se había estado atormentando con su miedo y su desesperación.

 

Cuando Mu despertó, había dejado de llover completamente. El ambiente estaba helado pero aun así, su cuerpo no parecía padecerlo demasiado. Abrió los ojos y enfocó a su alrededor, descubriéndose solo. Aioros se había marchado en algún momento, pero aún así, la calma que sus palabras le trajeran aun prevalecía en el.

 

La armadura de Aries a su lado le recordó su misión, se incorporó, poniéndola a sus espaldas para cargarla y entrar a la torre. Se sabía solo, pero tenía la impresión de que su maestro esperaba adentro, de que le iba a recibir con una de sus sonrisas escondidas, cálida y sutil, y Mu estaría bien, todo estaría bien… a partir de ese momento, nunca dejó de tener esa certeza.

 

 

 

Aioros había muerto en algún lugar de la acrópolis aquella tarde. Mu lo supo unos días después, cuando recibiera la visita de un viejo maestro, que le acompañó por varios años y le guió, con ternura y templanza, hasta que Mu estuvo convertido en un hombre y el miedo fue algo del pasado, una sensación infantil de la que el Ariano casi no volvió a tener consciencia.

 

Cuando recordaba las palabras por el Sagitario, las que en espíritu había ido a decirle personalmente en medio de la tormenta, no podía sentirse más feliz. Ese recuerdo y la esperanza que le dejaran, junto con la fuerza siempre omnipresente del espíritu de su maestro, nunca le habían permitido darse por vencido.

 

La esperanza crecía en Mu cada día, se hacía más fuerte y se cristalizaba en un niño que ahora jugaba a sus pies, mientras sus ojos colmados de tranquilidad le observaban.

 

Kiki, su pequeño discípulo, parecía dibujar algo en una hoja, mientras ambos se tomaban un descanso en aquella mañana de domingo.

 

El pequeño se irguió, corriendo hacia Mu con una hoja entre sus brazos, que extendió con una sonrisa ligeramente apenada. Mu dejó su té sobre la pequeña mesita junto a su sillón, prestando atención al dibujo en la hoja: un enorme corazón rojo, coloreado con crayones, algo chueco, pero se notaba que le había puesto empeño.

 

– Feliz San Valentín, maestro –

 

Mu no pudo más que sonreír. Le revolvió los cabellos anaranjados con ternura y luego lo acercó a el, acunándolo en su regazo. El niño apenas iba a cumplir los cuatro años.

 

– Feliz San Valentín, Kiki –

 

La sonrisa resplandeciente del pequeño le recordó a Aioros de inmediato. Recordó también la ocasión en que lo había encontrado en las escaleras de Aries, llorando temeroso por la prueba que al día siguiente iba a enfrentar.

 

Era un día de San Valentín, el sagitario le había entregado una paleta de caramelo en forma de corazón para arrancarle una sonrisa y tratar de alejar sus miedos.

 

Mu no pudo evitar sonreír más ampliamente. Cerró los ojos y se recargó en el sillón, mientras Kiki retornaba al suelo para seguir coloreando.

 

– ¡Gracias! –

 

Escuchó decir a su pequeño discípulo. Mu, contrariado, abrió sus ojos y observó al niño, que sostenía entre sus manos una paleta de caramelo, como la que Aioros le había regalado en aquella ocasión. Kiki sonrió mientras le quitaba el celofán y comenzaba a disfrutarla, mirando a su maestro sin una chispa de miedo.

 

– Dejó una para usted – el niño señaló la pequeña mesa junto al sillón de Mu.

 

Y ahí estaba, otra paleta que el caballero de Aries tomó casi incrédulo. Miró hacia la ventana y le pareció que el sol brillaba más fuerte de repente.

 

– No se preocupe, maestro… volverá – Mu lo miró ligeramente desconcertado – Igual que su maestro –

 

Kiki le dedicó una última sonrisa a Mu. Dejó de contemplarlo y continuó con sus dibujos sobre el piso, dejando a su maestro en silencio. El Aries lo comprendió; todos esos años, el espíritu de Aioros y el de su maestro siempre le habían acompañado, no dejaban de hacerlo ni siquiera ahora que ya no sentía miedo.

 

Se sintió feliz, tan feliz que un par de lágrimas corrieron por sus mejillas, volviendo a recargarse en el sillón mientras se recreaba en el dulce sabor de la paleta y de sus recuerdos, los que nunca le habían abandonado, tal como los espíritus de esas personas que amaba, y que permanecían con el, siguiendo sus pasos, sin dejarlo caer.

 

< Gracias… >

 

Murmuró en pensamiento, dejándose acariciar por una brisa cálida que se colaba por la ventana, como el roce tierno de los primeros rayos del sol al amanecer…

 

Fin.

Notas finales:

The call

(La llamada)
By Regina Spektor

 

It started out as a feeling

(Empezó como un sentimiento )

Which then grew into a hope

(Que luego se convirtió en una esperanza)

Which then turned into a quiet thought

(Y luego regresó en un pensamiento tranquilo)

Which then turned into a quiet word

(Y luego regresó en una palabra calma )

 

And then that word grew louder and louder

( Y entonces esa palabra creció mas y mas fuerte )

'Til it was a battle cry

(Hasta convertirse en un llanto de batalla )

 

I'll come back

(Yo volveré)

When you call me

(Cuando me llames)

No need to say goodbye

(No es necesario decir adios)

 

Just because everything's changing

(Solo por que las cosas estén cambiando )

Doesn't mean it's never

(No significa que nunca )

Been this way before

(Ha sido así antes )

 

All you can do is try to know

(Todo lo que tu puedes hacer es tratar de saber)

Who your friends are

(Quienes son tus amigos )

As you head off to the war

(Mientras sacas tu cabeza de la guerra)

 

Pick a star on the dark horizon

(Recoge una estrella en el oscuro horizonte)

And follow the light

(Y sigue la luz )

 

You'll come back

(Volverás)

When it's over

(Cuando todo termine)

No need to say good bye

(no es necesario decir adios)

 

Now we're back to the beginning

(Ahora estamos de vuelta en el principio )

It's just a feeling and now one knows yet

(Es solo un sentimiento y ahora aún se sigue sabiendo)

But just because they can't feel it too

(Solo por que ellos no pueden sentirlo tambien)

Doesn't mean that you have to forget

(No significa que tu tengas que olvidarlo )

 

Let your memories grow stronger and stronger

(Deja que tus memorias crezcan más y mas fuertes )

'Til they're before your eyes

(Hasta que estén frente a tus ojos)

 

You'll come back

(Volverás)
When they call you

(cuando ellos te llamen)
No need to say good bye

(No es necesario decir adios)

You'll come back

(Volverás)
When they call you

(Cuando te llamen)
No need to say good bye

(No es necesario decir adios)


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