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El desafío por EvE

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Notas del fanfic:

Quinto y último fic de mis dedicados para San Valentín.

Esta es una comedia que va para mi muy estimada Chep Yagami (ok, setsuna XDD) que no quiso que escribiera de DMC ¬v¬ pero si me pidió una comedia.

Aquí la dejo (aunque no espero que te guste -O- ¬v¬U) deseando que sea de tu agrado y de todos los que la lean ^^.

Feliz San Valentín!

Patts.

El Desafío


 


– Agáchate un poco más Mu… si… justo así –


Murmuraba el caballero de escorpio mientras permanecía agazapado en la marquesina del templo de géminis, en el ala derecha de este. Desde ahí, podía observar perfectamente el hermoso panorama que le ofrecía Mu con sus ejercicios de Tai chí cada mañana, antes de que el sol lo llenara todo con su luz, y a Milo ya se le había hecho costumbre espiarlo desde hace poco mas de tres semanas.


Mu era hermoso, estaba convertido en el objeto de deseo del escorpión y todo lo que tenía en mente era conquistarlo. Esa mañana era de San Valentín, por su mente estaba pasando un plan y lo iba a ejecutar lo más pronto posible… pero mientras tanto seguía disfrutando de ver la figura de Mu sin camisa  y con ese mallón verde opaco que resaltaba todo lo resaltable de su precioso cuerpo lemuriano, cada que ejecutaba un movimiento.


Esperaba con ansias que cambiara el ritmo  de lento a rápido, era la mejor parte del asunto.


Se aseguró de que la cámara de video estuviera perfectamente ajustada en el tripié, la encendió y retornó pecho tierra para asomarse con sus binoculares desde su posición; ahí estaban, los movimientos rápidos que lo volvían loco, Milo casi sentía que se le caía la baba de la boca.


Estaba tan emocionado viéndolo, que no notó como un par de  columnas con cabellos azules iba emergiendo lentamente a través del techo, con los brazos cruzados como un par de centinelas infranqueables y sus ojos verdes fijos en la figura del alucinado escorpión desparramada sobre el suelo de mármol. Eran los gemelos guardianes de la casa, ni más ni menos, Saga y Kanon que habían acudido al techo usando sus muy útiles portales dimensionales, dispuestos a bajar de su ensoñación a Milo.


– ¿Te diviertes, escorpio? –


La voz baja pero cavernosa de Saga hizo que el aludido diera un brinco en su lugar y casi tirara los binoculares hacia el suelo. Giró lentamente hacia su derecha, descubriendo a Saga con una sonrisa retorcida y burlona, cruzado de brazos, luciendo terriblemente amenazante a pesar de su gesto socarrón.


– ¡Saga…! Yo… solo estaba por aquí… ¡ejem! –


– Interrumpiste mi sueño, cucaracha con aguijón… por 5ta vez en el mes –


– ¡Ah! –


Milo no pudo evitar soltar un pequeño grito al descubrir al otro gemelo a su izquierda, sonriendo de una forma tan malévola que le erizó los cabellos de la nuca. Retrocedió hasta toparse con las piernas de Saga, algo que solo le hizo moverse bruscamente hacia Kanon, sin encontrar un lugar a donde huir en realidad.


– ¿Qué es lo que haces? –


– Tiene una erección –


La pregunta del gemelo mayor y la afirmación del gemelo menor hicieron que Milo se sintiera completamente descubierto. Rabió por lo debajo mientras observaba el gesto absolutamente burlón de Kanon, mientras los deseos de Milo por saltarle encima a borrarle la expresión a puñetazos iban creciendo más y más.


Sin embargo, no pudo hacer tal cosa; su cuerpo no se movió del suelo y además, Saga aprovechó su distracción para arrebatarle de forma impertinente los binoculares, sonriéndole al azorado escorpión desde su imponente posición.


– Con que andabas de mirón… ¿Eh? ¿Espiando a Aldebarán? No lo creo… –


– ¡Saga, devuélveme eso! –


– Quieto bonito –


Kanon le puso un pie en la espalda, manteniéndolo pecho tierra de forma por demás abusiva.


Saga entonces, se dedicó a ver por los binoculares, constatando la sospecha de que Milo, efectivamente, estaba espiando a Mu durante sus ejercicios matinales en la salida posterior de su templo… y no podía culparlo, era un verdadero espectáculo.


– Veo a Mu… desnudándose – Murmuró Saga, sin apartar los binoculares de sus ojos, atento a los movimientos del Aries que deslizaba su mallón por sus largas y perfectas piernas, quedando efectivamente desnudo.


Milo no daba crédito a lo que escuchaba, en tres semanas Mu no se había desnudado NI UNA SOLA VEZ, y venía a hacerlo cuando tenía a los abusivos gemelos aprovechándose de su desventajada posición.


Era definitivamente un tipo con mala suerte.


– Déjame ver, hermano mayor –


Saga sonrió y le arrojó los binoculares a Kanon, mientras era el gemelo mayor quien detenía los infructuosos intentos de Milo por quitarle los objetos al menor. Pero escapar del agarre de Saga sobre su camisa era imposible, y para colmo, Kanon lo detenía usando una de sus manos sobre su rostro.


– ¡Por los Dioses! ¡Que buen par de nalgas tiene! – Expresó un emocionado Kanon, algo que hizo que Milo se sintiera cercanamente deprimido – ¡Y se está agachando! –


Los binoculares volvieron a pasar por encima del escorpio, quien ya ni hizo intento por capturarlos. Se derrumbó de rodillas en el piso más que apesumbrado.


– Mira nada mas… le estoy viendo todo… – Mencionó Saga, sin poder evitar una carcajada malévola. – Que buena cara tiene Mu –


– Definitivamente –


Apoyó Kanon, al mismo tiempo que se inclinaba un poco y le acariciaba la cabeza a modo de consuelo al escorpio, que se levantó como resorte dispuesto a azotar su aguja escarlata contra el.


– ¡Te dejaré como colador nuevamente! –


– ¿Lo harás? –


La voz de Saga le heló desde adentro, Kanon ni siquiera se movió, tal parecía que no tenía dudas de que su gemelo no iba a permitir que Milo le pusiera una sola de sus agujas encima, por que permaneció cruzado de brazos, alzando sus cejas con una expresión desafiante y mas que burlesca en su rostro.


– No valen ni mi tiempo –


Masculló el escorpio, tratando de rebajar su grado de humillación. Le arrebató los binoculares a Saga y comenzó a desarmar su improvisado campamento,  de cualquier modo no podría seguir espiando a Mu, con tantas voces elevadas, seguramente ya había notado que lo observaban.


– Si te gusta, deberías ir y decírselo, no quedarte como un perdedor haciéndote masturbaciones mentales mientras el se ejercita – Dijo con desdén el gemelo mayor – Pídele que salga contigo, hoy es día de San Valentín –


– ¡Se que es día de San Valentín! Y yo… tengo un plan –


– ¿En serio? Entonces ve… anda… mi hermano y yo te vamos a echar porras desde aquí –


Kanon le sonrió a Saga y estos chocaron sus puños, como celebrando su acuerdo. Milo los observó a uno y a otro, sintiendo la imperiosa necesidad de alejarse rápidamente.


– ¿Y ustedes tienen planes? – Cuestionó, mientras trataba de acomodar el tripié de la cámara correctamente – Deberían hacerlos en vez de estar de entrometidos –


– Tenemos planes –


– Saldremos esta noche a una cena romántica –


– La vamos a pasar muy bien –


Milo los observó; los gemelos estaban abrazados, recargados sus cabezas una con otra mientras observaban al escorpio de frente. A este le parecía que Kanon miraba a Saga con un destello de pecaminosa malicia y coquetería… tragó saliva.


– Bueno, me voy… buena suerte con su “cena romántica”… gemelos incestuosos – Lo último lo masculló entre dientes, poniéndose el tripié en los hombros.


Kanon y Saga se observaron, habían escuchado perfectamente la última frase de Milo y no pudieron más que sonreír con renovada malicia, dejando que se marchara sin decir más.


Milo bajó por una de las columnas de Géminis, usándola como un bombero usa el tubo de hierro de su estación, aunque en esa ocasión no lo hizo con la maestría con la que venía haciéndolo. Tal vez por que aún estaba nervioso tras haber sido descubierto por los locos gemelos, nunca dejaban de ser atemorizantes.


Pero algo era cierto: tenía que pedirle a Mu que saliera con el esa noche.


Y no esperó más, corrió hacia la casa Aries, pasando como un relámpago por tauro, sorprendiendo a un incauto Aldebarán con su cepillo de dientes en la boca. Milo no se detuvo hasta estar en la entrada de la primera casa, iba a tocar la puerta de no ser por que la figura de Aioria a un lado suyo lo desconcertó terriblemente.


– ¿Qué haces aquí? – La pregunta pareció alarmar al griego de cabellos cobrizos, que no pudo mas que rascarse la nuca, tratando de buscar una excusa.


Aunque Milo presentía el motivo de su visita.


– ¡Mal amigo! – Soltó de repente, dejando en el suelo todos sus cachivaches para lanzarse contra Aioria que no hizo mucho intento por detenerlo – ¡Pensabas invitar a Mu antes que yo! ¡Si ya sabía que también te gustaba! –


– ¡Esta demasiado bueno como para que no me guste! – Se excusó Aioria, mientras rodaba escaleras abajo, pateando a Milo para regresar a la puerta, aunque este lo detuvo antes de que tocara, derribándolo nuevamente en el suelo – ¡Tu ya te ligaste a todos los caballero de plata guapos que había y me dices mal amigo! –


– ¡Tu saliste con todas las amazonas! ¡Hasta con mi Shaina! ¡Y ahora pretendes quitarme a Mu, pero no te lo permitiré! –


– Muchachos… ¿Qué está pasando? –


La angelical aparición de Mu, ataviado con una bata de baño, detuvo la confrontación. Milo soltó el cuello de Aioria y este a su vez dejó de empujarle el rostro, poniéndose ambos de pie para saludar educadamente al Aries.


– Yo solo… pasaba por aquí a saludarte… vengo de correr en el coliseo y te traje esto – Aioria sacó de entre el peto de su traje de entrenamiento algo que había sido una rosa.


– No sabía que nacían rosas en área del coliseo, Aioria –


Mu solo sonrió, negando con la cabeza mientras tomaba el tallo sin pétalos y los miraba, como si fueran dos chiquillos traviesos.


– Bueno chicos, los dejo, tengo una reunión con mi maestro en 5 minutos y no quiero llegar tarde –


El peli morado se despidió de ellos con su encantadora sonrisa, cerrando la puerta tras de sí, dejándolos medio alelados a ambos por un instante… aunque no duró mucho, volvieron a mirarse con furia los dos, a levantando sus puños como si fueran a estrellarlos en los rostros de ambos… pero se detuvieron.


– ¡Te propongo un trato! Invitémoslo ambos a salir, Mu sabrá con cual de los dos se va en la noche, será su voz la que termine esta contienda – Dijo solemne el león dorado, irguiéndose orgulloso ante el escorpión.


– ¡Acepto! Te espero aquí a las 7 pm –


Ratificó Milo, sonriendo retorcido mientras le daba la mano a su amigo, sellando su pacto.


Lo siguiente fue recoger todas sus cosas del suelo y marchar a su casa por distinto camino al de Aioria. Necesitaba arreglarse, sacar su mejor traje e ir al pueblo por un regalo para Mu. Tenía que impresionarlo, Aioria no iba a vencerlo esta vez.


Con esos pensamientos se perdió el resto del día de la vista de todos.


 


--------------


 


Cuando la tarde cayó, Milo arribó a la casa de Aries, vestido con un elegante traje negro, camisa blanca y corbata roja, zapatos perfectamente lustrados y hasta el cabello recogido. Llevaba un ramo de flores rojas en una mano y una caja de chocolates.


Pero no había sido el primero en llegar. Aioria ya estaba ahí, vestido también de traje aunque mas informal, no llevaba corbata y su camisa era en un tono amarillento, abierta unos botones del pecho lo que le daba un aire juvenil y hasta sexy.


Milo chasqueó los dientes al ver que también traía un ramo de flores, además de un ridículo peluche de perrito con chocolates entre las patas.


– ¡No me vas a ganar! –


– ¡Eso lo veremos! –


Ambos se giraron sobre sus talones, disponiéndose a tocar la puerta al mismo tiempo… solo que el Aries la abrió antes, retrocediendo un paso, sorprendido y casi alarmado de ver a ese par ahí.


El estaba precioso, con el cabello recogido en una coleta, vistiendo un pulcro traje gris oscuro de tela medio brillante y camisa negra con corbata plateada.


– Muchachos… ¿Qué hacen aquí? –


– Mu – Milo se adelantó, empujando a Aioria de forma impertinente – He venido a pedirte que salgas conmigo esta noche – Le hizo una reverencia pronunciada, algo que Aioria aprovechó para patearlo en el trasero y aventarlo lejos de Mu.


– No Mu, no salgas con el… Sal conmigo – Aioria sonrió retorcido y galán – Milo no merece tu atención, te espía en las mañanas cuando haces tai chí –


– ¿¿Y tu como lo sabes?? ¡Es decir… eso es mentira! – replicó un furioso escorpión, pero Mu solo soltó una tierna carcajada.


– Ya sé que me espía por las mañanas, encuentro eso tan tierno… –


Aioria se quedó con la boca abierta. Milo parpadeó en repetidas veces, hasta acercarse con una sonrisa tan galante como la que tenia Aioria antes, extendiéndole a Mu las flores, que acarició por encima sin dejar de sonreírle coqueto al peli azul.


– No tienen que pelearse por mi… yo saldré con los dos –


Ambos se miraron uno a otro, con un gesto que derivó de la más pura sorpresa hasta la alegría.


– ¿¿En serio Mu??  — Al unísolo.


– Si – Mu sonrió, acariciando los mentones de ambos, antes de darles una palmadita en las mejillas – Saldré con ustedes… pero en otra ocasión – El Aries siguió de largo, indolente a la perplejidad de los otros.


Escucharon un pequeño sonido de motor acercándose y descubrieron un auto de lujo que iba aparcándose escaleras abajo. Ellos descendieron detrás de Mu por pura inercia, demasiado perplejos como para decir otra cosa.


Del auto emergió Saga, destilando elegancia con su imponente cuerpo vestido con un traje azul marino de diminutas y casi imperceptibles líneas azul claro.


Saludó a Mu con un beso en la mejilla y el Aries pareció ruborizarse.


 – En otra ocasión, chicos… Hoy ya tenia un plan con Saga – El aludido se notaba apunto de explotar de la risa, mientras le abría la puerta a Mu para que subiera al auto.


Milo bajó a toda velocidad, apuntando acusador a Saga con su ramo de flores.


– ¡El tiene una relación incestuosa con su hermano! ¡Dijo que iba a tener una cena romántica con el! –


Saga no pudo más que reírse a carcajadas.


– Corrección, Milo… dijimos que tendríamos una cena romántica, pero nunca que sería juntos – Miró a Mu y este le devolvió una sonrisa divertida – Kanon tiene novia, “galán” – Ironizó el géminis, sin dejar pasar la oportunidad de revolverle los cabellos a Milo hasta despeinarlo – Y yo me voy con Mu – mirando al Aries – Suerte la próxima –


Ambos entraron al auto luego de ver a Aioria y a Milo. Mu se despidió con una sonrisa y lo siguiente que vieron fue el destello de la pulida superficie del carro alejarse rápidamente, dejándolos envueltos en una nube de polvo.


– Y el muy maldito gemelo… apoyándome para que viniera a decirle a Mu que saliera conmigo – Comenzó a lamentarse el escorpión, con un puño alzado frente a su rostro – ¡La próxima vez que lo vea le partiré la cara! –


Sintió unas palmaditas en la espalda.


– Resignación amigo, los Dioses le darán su castigo algún día – Aioria sonrió positivo – Al menos aún tenemos a nuestras amazonas, vayamos por ellas y hagamos una cita doble – el Leo le golpeó los costados a Milo con un codo, tratando de animarlo.


Algo que surtió efecto, Milo sonrió de inmediato, ratificando el apoyo al plan de Aioria.


– Tienes toda la razón, vayamos por Shaina y por  Marim, ellas no se negarán a salir con nosotros –


– ¿Escuché mi nombre por aquí? –


La pelirroja amazona emergió de entre las piedras, vestida de una forma tan sexy que a Aioria de inmediato le arrebató un suspiro.


– Marim, mi amor… te ves exquisita con esos shorts de cuero – Mirándole las piernas, embutidas en unos botines de cuero y correas hasta media pantorrilla – Toma, estas flores son para ti y el peluche también –


La muchacha contempló emocionada los obsequios, acariciándolos con las manos a punto de sostenerlos, pero luego lo miró con suspicacia.


– ¿Qué haces en la casa de Aries? –


– Iban a invitar a mi maestro a salir – Kiki salió de la mencionada casa, sentándose en los escalones de Aries a comerse una bolsa de dulces que su maestro le había regalado temprano – Pero Saga ya lo había invitado desde hace un mes, así que se fue con el – Continuó el niño, hablando con voz inocente e infantil.


–  Ya veo – Dijo Marim con una sonrisa, mirando a Aioria nuevamente – Así que esos regalos eran para Mu y no para mí… ¿Cierto? –


– Tengo una explicación al respecto – El rubio trató de detener a la amazona alzando una mano… aunque en realidad no tenía ninguna explicación y estaba maldiciendo la hora en que a Kiki se le ocurriera salir a comerse los dulces.


Milo iba a escabullirse lentamente, no quería ser testigo de cómo Marim volvía a golpear a Aioria por cacharlo en sus mentiras, pero en ese momento vió una motocicleta acercarse; esta se detuvo con un rechinido de llantas en el suelo y una nueva nube de polvo.


El escorpión tosió, quedándose con el ojo cuadrado al ver que la sexy mujer que se quitaba el casco y sacudía su melena verde al viento, era su amazona preferida : Shaina.


– ¡Serpiente mía! – Se acercó presuroso el escorpión – Feliz San Valentín – Le extendió los regalos, abriendo sus brazos dispuesto a abrazarla, pero la muchacha se lo impidió empujándolo por el pecho.


– No vas a convencerme con regalos, así que evítate el teatro… ¡lo nuestro se acabó! –


– Además… – agregó la pelirroja, subiéndose a la moto de inmediato, justo detrás de su compañera amazona – Esos regalos eran para Mu, pero el Señor Saga les ganó a invitarlo a salir, algo que no me extraña… ¿Quién en su sano juicio preferiría a Saga por encima de ustedes? –


Las amazonas soltaron una carcajada, Milo trató de explicarse.


– ¡Son para ti, mi amor! ¿Cómo crees que Mu me puede importar más que tu?  –


– Marim, tu siempre has sido el amor de mi vida – Dijo Aioria, sosteniéndose el pecho con solemnidad.


Las muchachas se miraron una a la otra y luego se encogieron de hombros.


– Da igual, nosotras también ya tenemos planes, y ustedes no están incluidos en ellos – La voz indiferente de Shaina dejó perplejo a Milo – Sigan buscando quien salga con ustedes en San Valentín, nosotras nos vamos –


Le pasó el casco a Marim y encendió la moto.


– No necesito tus sobras, Aioria – la pelirroja sonrió retorcida, acariciando un hombro de Shaina al mismo tiempo que esta se giraba hacia ella – Y para que te lo sepas, Shaina besa mejor que tu –


Las mandíbulas de Milo y Aioria casi se caen al suelo al ver que las amazonas se regalaban un intenso y apasionado beso francés en sus narices.


–Y  Marim me hace llegar mas veces al orgasmo de lo que tu has podido hacer alguna vez, Milito, ahora quítate de mi camino si no quieres que te arrolle con la moto, ¡Perdedor! –


El aludido se quitó por pura inercia, su cerebro aun no procesaba todo lo que había visto y escuchado, Aioria no estaba en mejores condiciones, su consternación era tan palpable que podía cortarse con un cuchillo.


Las vieron alejarse y tuvieron que tragarse el polvo nuevamente.


– ¡Ingratas! ¡Nos van a rogar ya verán! –


– No, no nos rogarán… – Afirmó un Milo completamente desanimado – Este ha sido el peor san Valentín de mi vida, soy tan infeliz –


– ¡Ánimo amigo! ¿Cuándo las hemos necesitado para divertirnos? La noche apenas empieza, la ciudad nos espera, ¡Nos ligaremos a quien se nos antoje y donde se nos antoje! ¡Jajaja! – Aioria le volvió a palmear mas fuerte la espalda a Milo, tratando de que este saliera de su ensimismamiento – ¡Somos invencibles! –


El optimismo de Aioria siempre era contagioso. Milo sintió como que le ponían baterías nuevas, así que arrojó las flores y los chocolates al suelo, acción que emuló Aioria, botando todo con renovadas energías. Abrazó a su compañero por los hombros y juntos se dispusieron a dejar el santuario. Kiki los observó con sus enormes ojos morados abiertos, yendo a recoger discretamente los chocolates y el peluche… alguien tenía que aprovecharlos.


– ¡Haremos una orgía en mi templo! – celebró Milo mientras caminaba con Aioria.


– ¡Si, que buena idea! – Lo apoyó su amigo, mientras iba meditando en algo – ¿El auto de Saga era un Bentley? –


Milo bufó por lo debajo.


– Si, el muy maldito… ¡Y hasta traía chofer! –


– Lo mas seguro es que sea rentado, ese pelafustán no tendría para comprarse un Bentley


El escorpión asintió a las palabras de Aioria, dedicándose junto con el a desacreditar todos a todos y cada uno de sus compañeros caballeros, buscando de esa forma apalear un poco la tremenda decepción que los dos se habían llevado aquella tarde de San Valentín.


Tenían que encontrar algo que hacer en uno de los bares que frecuentaban; eran guapos, demasiado guapos, no había mujer u hombre que se les resistiera… bueno, la gran mayoría no se les resistía, así que la noche les pertenecía y eran libres de hacer todo lo que desearan.


 


Al día siguiente…


 


Milo se revolvió en la cama, sintiendo un despiadado dolor de cabeza taladrándole. No recordaba mucho de la noche anterior, excepto que se había embriagado hasta perder la conciencia en algún punto de la madrugada… pero había sido bueno, tenía una agradable sensación de esa noche y la visión del par de las imponentes morenas que se había ligado en el bar – según recordaba – le ratificó lo que sentía.


Volteó a un lado, esperando encontrar a la susodicha morena reposando entre sus brazos, pero estaba solo… miró al otro, y lo que encontró ahí lo hizo bajar de la cama de un salto, pegando un grito como de damisela en peligro, ignorando la bestial punzada de dolor que le acomidiera en la sien producto de la resaca.


– ¡Aioria!  – El aludido se despertó sin saber a ciencia cierta que ocurría – ¿Qué haces en MI CAMA? –


Tardó unos segundos tratando de hilar la situación.


– Esta no es tu cama… es la mía… – se estiró como el felino que era entre las sábanas, estaba completamente desnudo – Anoche no alcanzamos a llegar a tu templo y quisiste que lo hiciéramos aquí – le respondió con toda naturalidad.


Milo estaba estupefacto.


– Estás diciendo… que tuvimos sexo… ¿Tú y yo? – ni siquiera se atrevía a creerlo.


– Si… ¿No te duelen las pompas? Creo que fui muy rudo anoche – Meditó incorporándose en al cama y recargándose en la cabecera – Pero fue tu culpa –


– ¿¿De qué demonios estás hablando?? ¡Yo no pude haberme acostado contigo y MENOS cederte mis pompas! – Explotó al fin el escorpión.


Aioria solo se encogió de hombros.


– Lo hiciste –


– ¡Maldito, abusaste de mi por que estaba borracho! –


– ¿Abusar de ti? ¡Casi me violas de lo caliente que andabas! –


Replicó airado el León Dorado, a lo que Milo solo respondió lanzándose contra el a puñetazo limpio, mas indignado de lo que había estado en toda su vida, le era imposible creer que se había entregado a Aioria de esa forma, ni siquiera lo recordaba y nunca le iba a perdonar que se hubiera aprovechado de la situación así… aunque en el fondo… tenía un destello de consciencia de que lo ocurrido había sido algo completamente espontáneo y… delicioso. Empezaba a  enfurecerse más por el hecho de no recordar absolutamente nada.


Aioria trató de cubrirse los furiosos golpes del peli azul.


– ¡No fue tan malo! Te lo hago de nuevo para que lo compruebes… –


Milo le desvaneció la sonrisa de un violento puñetazo.


– ¡Cállate! ¡Te haré pedazos! –


Tal vez lo hicieran, otro día… en otra ocasión… Cuando Milo asimilara el hecho y se le pasara el coraje. Mientras tanto, iba a jurar ante la sagrada estatua de Athena que nunca mas se emborracharía si salía con Aioria.


Fin.

Notas finales:

Reclamaciones y jitomatazos, al msn por favor XDD Feliz San Valentín Chep! *x*


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