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Huellas del Pasado por devil_woman_24

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-No sabes cuánto lo siento, hijo. Yo tampoco quería que recuperaras tus recuerdos. Me parecía que hacerte recordar eso que habías visto sería muy cruel para un niño como tú o para cualquiera –decía la reina a su hijo.

 

Ambos estaban sentados en el jardín uno junto a al otro. El príncipe miraba a lo lejos mientras su madre le hablaba.

 

-No los culpo por no haberme ayudado a recordar madre, yo comprendo que era una escena demasiado fuerte para mí a esa edad y aun ahora me sigue pareciendo fuerte. También comprendo que tu no querías que yo odiara a mi padre pero madre, eso ya yo lo hacía incluso antes de recordar. Que haya recordado solo me hace odiarlo más.

-Hijo…

-No, madre. No quiero que me convenzas, no te puedo pedir que me ayudes con este problema pero te pido que me escuches. Necesito con quien desahogarme porque sino me volveré loco –dijo Vegeta volteando a ver a su madre. La mujer solo abrazo a su hijo comprendiendo el dolor de su hijo pero el Rey Vegeta no había sido siempre así. Solo necesitaba un escarmiento aunque ella presentía que no lo tendría.

 

Luego de hablar con su madre el príncipe se dirigió al claro donde solía encontrarse con Kakaroto. Cuando llegó este estaba sentando cerca del lago, desnudo y mojado. Sus ropas bien dobladas sobre una roca y una toalla al lado. El menor estaba apretando sus rodillas en su pecho ocultado su rostro en sus rodillas mientras lloraba sin consuelo. Vegeta se preocupó por el menor y tomo una toalla con el cual cubrió a Kakaroto. Este se asusto y se dio la vuelta y se sonrojó.

 

-¿Qué te pasa? ¿Alguien te lastimó? –preguntó el príncipe sin mirarlo para no verlo desnudo

 

El menor se vistió luego de secarse.

 

-Nadie me lastimó. Es solo que me duele que ya tengas pareja. Yo…me había enamorado de ti. Tampoco quiero que pienses mal de mí, yo quiero seguir siendo tu amigo. Al menos podré tener un amigo.

 

El príncipe le miro y sonrío. Él ya sabía esto, sabía que el menor lo amaba pero no sabía que el menor pensaba que el tenía a alguien más.

 

-Si tengo a mi pareja. Se que no será fácil estar con él pero lo amo –dijo el príncipe acercándose a Kakaroto- También se que él me ama –con esto último el príncipe sello sus labios con los del menor quien se quedo sorprendido mirando al príncipe. Cuando este se separo el menor seguía sorprendido. Este reaccionó y sonriendo besó al mayor tumbándolo al suelo de la emoción. Ambos se reían en medio del beso. Cuando rompieron el beso ambos se sentaron, uno junto al otro sin dejar de mirarse. Vegeta solo acariciaba el rostro del hombre que amaba.

-Vegeta, me haces tan feliz con decirme que me amas.

 

El príncipe sonrió.

 

-Se nos hará difícil pero lo lograremos. Ya lo veras. Ahora, porque no vamos a ver a tu padre y decirle. Tal vez el no este de acuerdo.

-No me importa que no este de acuerdo, yo quiero estar contigo.

-Estas consiente que es peligroso, ¿verdad?

-Lo estoy pero te amo y quiero vivir contigo.

 

Se abrazaron antes de irse volando a la casa de Kakaroto. Ambos nerviosos entraron. Su padre y hermano estaban allí. Kakaroto sostenía la mano del príncipe y la familia del menor se dio cuenta de que pasaba.

 

-Hijo, ¿estas consiente de que pones en riesgo tu vida?

-Si, pero prefiero morir a no estar con el.

-Por favor no digas eso. Tú no vas a morir –dijo el príncipe

-De acuerdo con el –dijo Raditz

-Bueno, no voy a morir pero me refiero que quiero estar con él y que me arriesgaré –dijo Kakaroto

-Bueno, entonces yo les doy mi bendición –dijo Bardock

 

El resto de la tarde lo pasaron en la casa del más joven, riéndose, charlando, simplemente pasarla bien juntos. Cuando el príncipe regreso a su casa se sentía flotar. Se sentía liberado. Le había dicho que lo amaba y ahora solo faltaría luchar por el. Su padre lo vio llegar y lo vio en las nubes. Su hijo estaba enamorado y lo mas seguro no quería decirle. Tomo la decisión de seguirlo la próxima vez que saliera. Vegeta ni siquiera vio a su padre cuando llego. Estaba metido en su propio mundo. Al siguiente día Vegeta salio solo tras el desayuno. Ese día El rey lo seguía pero solo también. Vio a su hijo llegar a un claro y aterrizo lejos para no ser visto. Cuando se acerco para ver entre los árboles se asombro de lo que vio. Una joven versión de aquel hombre que lo había rechazado tan cruelmente estaba siendo besado por su hijo. Kakaroto estaba sentando en el suelo con sus manos en el suelo como soporte. Vegeta estaba sentando sobre la falda del menor acariciándole el rostro con ambas manos mientras metía y exploraba la boca del menor con su lengua. El rey sintió una enorme furia. El rey pensaba que ese joven solo quería hacerle daño a su hijo como venganza por parte de su padre por la muerte de su esposa. Este se fue del lugar planeando como hacer que su hijo se alejara de ese joven y suspiro ante la única idea. No quería lastimar a su hijo así pero tenía que hacerlo.

 

Esa tarde la cena transcurrió en silencio. Al otro día el Rey Vegeta le pidió a su hijo ir a ver ciertos lugares. Cuando el príncipe se hubo ido a realizar esta tarea el rey llegó al lago. Kakaroto se volteo al sentir a alguien llegar pensando que era Vegeta pero no, era su padre y le dio pánico. El estaba desnudo dentro del lago y se metió más y más pero el rey logro atraparlo. Con la ayuda de sus sirvientes el rey se llevo al joven al mismo lugar donde había azotado a su madre. Lo amarro a la pared aun desnudo. Lo dejó allí con la boca cubierta para que nadie se diera cuenta de su presencia. Cuando su hijo llego con el reporte lo notó inquieto. Lo más probable había buscado a Kakaroto sin encontrarlo.

 

-Hijo, tengo algo que mostrarte.

 

El príncipe asintió y siguió a su padre. Dejo de respirar cuando vio a donde lo llevaba. Cuando vio quien estaba allí dejó escapar un grito de sorpresa.

 

-¡NO!

-Si, hijo –el rey hizo señas y unos sirvientes le quitaron lo que cubría su boca y comenzaron a azotarlo.

-¡AH! –gritaba el joven con cada golpe- ¡¡No más, no más, por favor!!

-Hijo, debes prometerme jamás meterte con la familia de este joven.

 

Vegeta trato de detener a los sirvientes que lo azotaban pero otros lo sostuvieron a el. El rey se acercó a su hijo y le acaricio el rostro. El príncipe lo miro con odio. El rey le dolió ver que su hijo lo viera así pero lo comprendió. El príncipe sufría por dentro. Cada grito de su amado lo hacía

 

-Solo si prometes no hacerles daño.

 

En un principio el rey estuvo dispuesto a no cumplir con eso y matarlos a todos pero no quería que su hijo lo odiara más de lo que debía estar odiándolo ahora así que acepto.

 

-Tienes prohibido ver al chico o a alguien de la familia de este –dijo el rey

 

Ordenó que lo soltaran y lo sacaran del palacio. Luego de que su hijo se hubo ido a su cuarto el rey ordenó que sus sirvientes fueran con una carta ante todos los médicos prohibiéndoles atender a esa familia. El no los mataría pero si podía hacer que no los atendieran los médicos y así uno a uno irían muriendo. Habían pasado algunas semanas y el príncipe no iba a ver a Kakaroto ante la vigilancia de su padre pero ese día su padre iría a otro planeta y el aprovecharía para ir a verlo. Lo que Vegeta no sabía era que la salida de su padre era una trampa. El rey buscaba una excusa para matar a ese hombre y sus dos hijos y solo lo haría si su hijo iba a verlos. Entró a la casa al no ser atendido a la puerta. Fue al cuarto del menor desesperado. Kakaroto estaba acostado en la cama con serias heridas. Su padre estaba cambiando las vendas y Vegeta casi se tira a llorar.

 

-¡¿Qué haces aquí?! Esto es culpa tuya –reclamó Bardock

-Papá…basta…quiero…verlo –dijo Kakaroto con dificultad. Bardock suspiro y dejo al príncipe acercarse.

-¿Por qué no han llamado al medico? –pregunto Vegeta

-Lo hemos hecho pero tal parece que tu padre les ha prohibido atender a nuestra familia –contesto Raditz

-¡Bastardo! –decía el príncipe acariciando la mejilla de Kakaroto. Este solo lo miraba y sonreía- él me dijo que no los lastimaría pero nunca imagine que haría eso. Buscaré a algún medico que los atienda, ya verán. Mi madre debe conocer a alguien que no sea fiel a mi padre, debe haber alguien.

-Príncipe…

-No, Bardock, no lo dejaré morir. No me importa lo que me suceda, yo lo protegeré, yo lo amo. Haré lo que sea por él –decía tratando de no llorar. Esos días solo había llorado, llorado por que aun recordaba como su padre lo mandaba a azotar, como su amado era golpeado por ser amado por un príncipe. Se sentía tan culpable de que ese ser tan noble fuera lastimado solo por amor- Lo siento, no debí amarte, es mi culpa.

 

El menor aprieta la mano del mayor en desesperación.

 

-Jamás digas eso –dijo con dificultad- te amo…no me arrepiento…te amo…

-No te esfuerces, estas débil –dijo el príncipe besando la frente del menor.

 

Kakaroto se relajo. De pronto alguien entro por la ventana de la habitación. Eran dos personas. Justo cuando Bardock fue a atacar lo que dijo Vegeta lo detuvo.

 

-Madre. ¿Qué hace aquí?

-¿Es tu madre? –preguntó Raditz

-Si, y el es mi sirviente y mejor amigo, Nappa.

-No merezco ser llamado su amigo, señor –contestó Nappa

-No seas modesto. Me has ayudado bastante. ¿Qué sucede?

-Tu padre te ha tendido una trampa –comenzó a decir la reina- Su salida del planeta fue falsa. Buscaba una excusa para matar a estas personas.

-Se un lugar donde ellos pueden ir y estarán seguros –dijo Nappa

-Es un lugar que tu padre jamás sospecharía pero tenemos que irnos ya –continuo la reina

-¿Dónde? –pregunto Vegeta

-Mi padre fue exiliado hace muchos años. Es medico. Tu padre no sabe de él ya que fue exiliado por tu abuelo antes del rey nacer.

-¿Esta lejos? –preguntó Bardock

-Un poco, pero es seguro.

-Entonces vamos allí –dijo Vegeta. Raditz y Bardock hicieron sus maletas lo más rápido que pudieron. Nappa y Vegeta ayudaron a colocar unas almohadas en la espada de Kakaroto para cuando lo cargaran no lo lastimaran. Bardock regresó con una maleta que tenía ropa de todos.

-¿Solo una maleta? –preguntó la reina

-Madre, ellos no tienen tanto como nosotros. Recuerda que ellos deben ganarse la vida.

 

La reina se sintió mal y se disculpó mirando a otro lado.

 

-No se disculpe, es comprensible –dijo Bardock


 


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