Flor
Sanada y Yukimura ya tenían más de un año viviendo juntos y Genichiro había cumplido uno de los mayores deseos del chico de pelo azul y eso era un enorme jardín donde había plantado muchas clases de flores, pero había un rosal especial, uno que Seiichi había plantado en el centro del jardín.
Ese rosal significaba mucho para él, muy a pesar de que no le gustaban las flores con espinas, esas eran especiales.
Unas hermosas rosas blancas, unas que habían empezado como una hermosa rosa y ahora era un enorme rosal.
Seiichi cuidaba de ese rosal todos los días, lo cuidaba mejor que a las demás.
“Por favor, jamás me sueltes”
Esas palabras resonaron en su cabeza.
- Hola- dijo entrando a la habitación.
- Sanada- contesto sonriendo- que gusto que estés aquí- se sentó en la cama sonriendo.
- ¿Cómo te sientes hoy?- pregunto sentándose en la silla que se encontraba a un lado de la cama.
- Muy bien- sonrió y miro las manos del moreno.
- Te traje un regalo- extendió lo que tenía en sus manos, era una rosa blanca en una maseta.
- Es bonita- sonrió y tomo la flor, pero al tomarla se encajo una espina- ouch- se quejo metiendo su dedo en su boca.
- ¿estás bien?- dejo la maseta en la mesita que estaba cerca y tomo la mano de Yukimura.
- Si, siempre me pasa eso con las flores con espinas- dijo sonriendo.
- Lo siento- agacho la cabeza.
- Esta bien- Yukimura tomo el rostro de Sanada entre sus manos- me gusta- el chico de pelo azul beso suavemente al moreno- contigo quiero estar.
Eso es lo que había pasado, esos días que Yukimura se encontraba en el hospital recibió ese regalo de la persona que mas amaba.
Cerro sus ojos y acerco su rostro al rosal para sentir el suave olor de las flores, el amaba los jazmines su olor lo tranquilizaba, pero el olor de ese rosal le traía gratos recuerdos.
Esa flor que tanto le gustaba floreció y con ella brotaron mas espinas, brotaron tantas espinas, tantas como las dificultades que habían tenido el y Sanada, pero cada una de ellas significaban también el amor, eran espinas de amor.
- Ha crecido mucho- dijo una voz tras el.
- Si, creció mucho- volteo a ver al dueño de la voz.
- Es bonito- dijo refiriéndose al rosal.
- Porque lo cuidamos los dos- se levanto tomando una mano del moreno- cuando yo estaba en rehabilitación tu cuidaste de ella.
- Esa joven flor me recordaba a ti, tan elegante, tan pura, tan hermosa- Sanada abrazo a Yukimura.
- Tu amabilidad no solo la ayudo a crecer también fue tu trato y tu calidez- sonreía mientras unas lagrimas rodaban por sus mejillas.
- No se marchitara- dijo de pronto Sanada- aunque le falte el agua, no se marchitara, está a salvo, no llores mas- Sanada limpio las lagrimas con sus pulgares.
Sanada soltó a Yukimura y se acerco al rosal quedando de rodillas frente a este.
- Yo- tomo la mano de Seiichi- jamás voy a soltarte- con la otra mano tomo el rosal enterrándose un espina.
- Sanada- Yukimura abrió sus ojos a más no poder- ¿Qué haces?
- Aunque la espina se encaje justo en mi mano, jamás te voy a soltar- sangre caía de su mano.
- Genichiro, ya basta- Yukimura se arrodillo frente a Sanada.
Sanada soltó el rosal.
- Estoy bien, no paso nada- se levanto ayudando a pararse al de pelo azul el cual tenía en su rostro cierta molestia.
- No hagas eso otra vez.
- Te lo dije aunque la espina se encaje jamás voy a soltarte, Seiichi.
- Genichiro- Yukimura abrazo a Sanada por el cuello besándolo.
- Espérame un momento- dijo el moreno, Yukimura asintió y Sanada entro a la casa.
Pocos minutos después salió con las manos en la espalda.
- Feliz cumpleaños- dijo extendiendo lo que ocultaba.
Yukimura sonrió y sus ojos se pusieron vidriosos.
Eran jazmines.
- Sé que te gustan, sé que no te gustan las flores con espinas, siempre lo he sabido, pero esa rosa significaba que no importara cuantos problemas o dificultades enfrentemos siempre estará floreciendo nuestro amor, te amo, Seiichi.
- Lo sé- tomo los jazmines- siempre entendí el significado de esa rosa- puso una mano en el rostro de Genichiro acariciándolo- La flor podría marchitar si el agua se llega a acabar la espina no puede del todo proteger a la flor, pero la fuerza de nuestro amor la protegerá- sonrío.
- No deben tardar en llegar los demás- dijo Sanada.
- Es verdad- Yukimura tomo la mano de Sanada para entrar juntos a la casa.
Ese rosal que significa todo lo que hemos vivido, lo que hemos pasado juntos, jamás se va a marchitar, así como nuestro amor no dejara de existir.
Escena extra.
- Seiichi, feliz cumpleaños- dijo un castaño al entrar a la casa.
- Buenas tardes, Sanada- dijo Tezuka al entrar- feliz cumpleaños, Yukimura.
- Gracias Syusuke, Tezuka- se acerco al castaño.
- Feliz cumpleaños- volvió a decir dándole un abrazo- te tengo un regalo que seguro te encantara- dijo al dejar de abrazarlo.
- Suena bien- Yukimura sonrío.
Fuji se acerco a Tezuka y le quito la bolsa que sostenía.
- Seguro te gustara, la has querido desde hace tiempo- le extendió la bolsa.
- ¿podría ser?- pregunto emocionado, tomo la bolsa, se sentó en el sofá y la abrió- ¡si es! – dijo emocionado sacando el contenido.
Fuji sonreía, Tezuka negaba con la cabeza y Sanada tenía una ceja arqueada.
- Es la dionaea- dijo feliz.
- ¿Cómo?- dijo Sanada desconcertado.
- la venos atrapa moscas- dijeron al mismo tiempo los chicos de ojos azules.
- Ahora si quiero que Genichiro ponga un dedo en mis plantas- le dijo Yukimura a Fuji bajito.
- Espero sea pronto.
Ambos chicos rieron, mientras que Tezuka y Sanada los miraban con miedo.