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NUESTRO PEQUEÑO SECRETO por ANTARES

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Notas del capitulo:

Siento Mucho la demora pero ahí les va la actualización. Como siempre, Harry Potter y sus personajes no son míos sino de J.K. Rowling.

 

Albus se hallaba  tumbado en una cama. Habían pasado dos días en los que el muchacho solo había llorado y dormido, presa del más absoluto terror y agotamiento. Lucius estuvo a su lado en todo momento: cuidándolo, conteniéndolo, amándolo.

Al igual que el moreno, el rubio también tenía miedo. Sabía que no podrían escapar para siempre y que vivían un tiempo prestado. Había leído los diarios a escondidas y el hecho era ya un escándalo donde su nombre era nuevamente encabezado de primera plana: Potter padre lo acusaba de violador, secuestrador y torturador. “Bueno –pensó – si fuera mi hijo y su pareja tuviera mi edad, y mis antecedentes, yo pensaría lo mismo”. No obstante ante Al  fingía una seguridad que estaba lejos de sentir: “No sirve de nada angustiarlo – se decía –   Quiero que este tiempo juntos sea feliz. Después Merlín dirá”.

-¿Y ahora? ¿Qué va a pasar ahora? – fue lo primero que preguntó el muchacho cuando consiguió serenarse.

Lucius tenía una vaga idea de lo que podría pasar: un avada, un juicio, Askabán… el Beso.

-Nada amor. No va a pasar nada – mentirle era la mejor opción.

-Lucius… mi padre. A estas alturas ya debe saberlo.

-Bueno. No me odiará más que en la época de Voldemort. Y como vez, sigo vivo.

-Pero ahora… él tiene motivos…  pruebas… ¡Mi bebé! ¡¿Qué crees que quiera hacerle a mi bebé?!

El rubio miró esos ojos en los que todavía persistía la inocencia de un niño. Su rostro surcado por las lágrimas. Su cuerpo encorvado y su mano protegiendo el aún plano vientre.

-¿Albus, quieres a ese bebé?

                Lucius sabía que había arruinado su vida, atándolo  a una responsabilidad para la que no estaba preparado. Y pese a que para él su sangre era lo más importante estaba  dispuesto a renunciar a ella por devolverle  la libertad que creía haberle robado. Si Al decidía que no estaba preparado para tener un hijo, no pondría objeciones para interrumpir el embarazo…  aunque aquello internamente lo destrozara.

-Es tu bebe amor. ¿Cómo podría no quererlo?

                La respuesta lo llenó de duda y esperanza. Temblando repreguntó:

-¿Me quieres? ¿Lo suficiente como para tener un hijo mío? ¿Para casarte conmigo pese a la diferencia de edades y a mi pasado?

                Al saltó emocionado y se prendió de su cuello.

-Te amo, te amo (besitos por toda la cara)… ¡Te amo Lucius Malfoy! No me importa tu pasado, tu situación legal o tu sangre. Solo quiero estar a tu lado para siempre. Si no fuera porque espero este bebe te pediría que nos matemos antes que mi padre nos encuentre y logre separarnos.

El rubio suspiró. Tanta devoción lo abrumaba. Esas palabras se las dijo otro moreno hace décadas, cuando aún eran adolescentes y la vida amenazaba con sobrepasarles. Como en un deja vú respondió:

-Lees demasiada literatura muggle barata. Ya hablas igual que ese Shakespeare… ¡y te crees la Julieta de los magos!

-Shakespeare no es literatura barata. Es el más grande escritor del  habla inglesa, por si no lo sabes… ¡y yo no soy mujer para ser Julieta!

-Con razón el Lord quería eliminar a los muggles. Si eso es lo mejor que tienen…

-¡Lucius! – Albus bufó entre molesto y divertido. El patriarca suspiró aliviado al vislumbrar su sonrisa.

-Así esta mejor. En tu estado no debes angustiarte por nada.

-Pero…

-He sido primera espada del Dark Lord. No es poca cosa y el puesto te hace aprender algunos trucos. Descuida. Para dañarnos primero tienen que encontrarnos y eso no les será fácil. Tardarán años. Solo relájate y alimenta bien a nuestro hijo. De vuestra seguridad me encargo yo…

Las protecciones de la mansión donde se alojaban comenzaron a sonar y se sintió la fuerza mágica de quienes querían entrar.

-Mierda – chilló – nos han encontrado.

 

Los Cárpatos  Meridionales - Rumania (3º mes de embarazo):

Haber sido lugarteniente del Dark Lord tenía sus ventajas. Sobre todo en Transilvania y con el clan de los Valois, vampiros con los que se entrevistó por encargo de Voldemort cuando buscaba aliados al final de la segunda guerra.

-Así que el príncipe de hielo vuelve a nosotros después de 25 años –exclamo la sedosa voz del líder –   Y no vuelve solo.

El líder de los Valois era un ser de piel de porcelana, con arrebatadores ojos azules y un largo cabello azabache que llevaba suelto en cascada. Aunque tenía ya varios siglos de no vida aparentaba tan solo unos 25 años. Sin embargo, y pese a su angelical aspecto, todo él irradiaba un frio glacial que congelaba el espíritu.

Albus lo miraba espantado y se apretujaba contra Lucius, dudando de que haber ido a pedir ayuda a ese lugar fuese una buena idea.

-Humm… - olisqueo el aire - el cachorro lleva tu esencia. Es tu amante ¿verdad? ¿Nada serio supongo?

El brillo de lujuria que vio Al en los ojos del no muerto, al mirar a su Lu,  lo hizo saltar celoso:

-¡No soy su amante soy su prometido!  Vamos a casarnos así que como ves, si es algo serio.

-¡Oh! El niño tiene garras y defiende lo suyo. ¿No le has hablado de nosotros Luc?

-No hay nada de que contar. Eso fue hace tiempo y Al ahora es mi pareja, mi familia. Lleva a  mi hijo en su vientre.

-¿Esta preñado? ¡Que delicia! Sangre nueva para el clan.

-Ni te atrevas Renard. No me hagas pensar que me equivoque al buscarte.

-Tú, el gran Lucius Malfoy, el orgulloso noble ingles ¿Viniendo a tocar la puerta de unos miserables vampiros? ¿A solicitar ayuda? Una vez me dijiste que no necesitabas nada de mí.

-Pero ahora vengo a rogar tu protección.

-Creí que los Malfoys no rogaban.

-No lo hacen. Pero por Albus y mi hijo estoy dispuesto. ¿Me he equivocado al pensar que después de todo nos quedaba la amistad?

El vampiro miró a los ojos del mago y suspiró. Ese rostro y ese cuerpo habían sido siempre su perdición.

-¿Qué me darás a cambio si acepto ayudarte?

-Nada. No puedo darte nada más que mi agradecimiento.

-Vaya, veo que va en serio. Te has vuelto monógamo mi rubia serpiente.

-Me he enamorado Renard. Y por primera vez quiero hacer bien las cosas. Ya me equivoque con Severus… y mis equivocaciones le acarrearon la muerte. ¡Otra vez no!

Al miraba al tal Renard con furia, los celos rezumándole los ojos. Pero Lucius lo hacía con tristeza, con tristeza y desesperación. Y el ojiazul no pudo dejar de conmoverse ante la muda suplica en los ojos de su ex amante.

-¿Qué pasa? ¿En que lío tan grave te encuentras que tienes que venir hasta mi país a solicitar mi protección?

Lucius suspiró aliviado. El sabía leer perfectamente entre líneas y estaba seguro de que esa pregunta era la forma de Renard de decirle que lo ayudaría.

-Su padre – señaló a Al – es auror y sabe de lo nuestro. De su embarazo. Me ha acusado de secuestro y violación… y ha lanzado al mundo mágico en nuestra persecución.

El vampiro lo miró extrañado y divertido.

-No me digas que… ¡por todos los magos oscuros! ¡No puedes ser tan tonto! ¡¿Te metiste con un menor?!

-Voy a cumplir 17 mañana – terció Albus molesto – Ya no soy un menor.

-Tecnicismos – rió el  rumano – cuando te embarazó eras menor. Y con sus antecedentes…

-Su padre es Harry Potter. El que mató a Voldemort.

- Por Lucifer y todos los demonios del inframundo. Te has follado al hijo de tu némesis ¡Te has enamorado del hijo de tu némesis!

-Nos persigue y arrasará con cualquiera que ose enfrentarlo – Lucius decidió ignorar sus comentarios –  No quiero comprometerte pero queremos casarnos. Y buscábamos un lugar seguro.

-¡Y que lugar más seguro que entre los Valois! Eres bienvenido Lucius Malfoy. Tú y tu “muchacho”. Serás mi huésped todo el tiempo que ese “asesino de magos oscuros” tarde en localizarte. Pero luego tendrás que partir, no puedo exponer a mi familia a sus iras – y señaló a los presentes – ¡No estaría bien!

-Te entiendo. Debes proteger a los tuyos. Yo haría lo mismo. Solo te pido que nos alojes y nos permitas casarnos aquí. Luego nos iremos.

-Aclarado el asunto… ¡Blackcat! – llamó a una hermosa muchacha morena– busca a tus hermanas y ponte a trabajar. Debes organizar una boda. La más fastuosa que el breve tiempo con el que contamos te permita. No todos los días el gran Lucius Malfoy, primera espada y lugarteniente del caído Dark Lord, se vuelve humano ante nuestros ojos.

Lucius lo miró agradecido y le hizo un breve asentimiento de cabeza, que el otro correspondió.

-Y ahora, si me permiten, los invitaré a cenar. Así platicamos un poco y tu cachorro me cuenta como el hijo de tu mayor enemigo terminó enamorado de ti. Eso, claro, si deja de intentar asesinarme con la mirada.

Lucius rió y Albus bufó. Pero se tragó su rabia y acompañó a los dos mayores a cenar, donde se enteró de su historia y contó al tal Renard la de ellos. Al final, terminaron siendo amigos. El príncipe del clan Valois en verdad había querido a su rubio, lo había ayudado y protegido en la última batalla y, lo más importante, deseaba que fuese feliz por sobre todo. Eran suficientes motivos para que él lo aceptase.

Al se casó en una oscura catedral gótica algo derruida, ante un sacerdote ortodoxo que temblaba de miedo (había sido secuestrado por una chupa sangre de su parroquia) y rodeado por una veintena de vampiros que los miraban divertidos. Su historia había corrido de boca en boca y eran la comidilla del clan, sobre todo él… a quien miraban con reverencia pues no solo era hijo del gran Harry Potter, el matador de Voldemort, sino que además había logrado amarrar a su vera a uno de los mortífagos más escurridizos y promiscuos del mundo ingles.

El jovencito supuso que debía estar triste, pues su madre, hermanos, familia y amigos no estaban allí para participar de su boda. Pero no lo estaba. Estaba eufórico pues aunque supuestamente secuestrado, su unión era legal. Estaban realizando un enlace de almas y eso solo podía lograrse cuando ambos contrayentes estaban dispuestos por propia voluntad, sin pociones ni hechizos de por medio. Y lo que la magia unía ni las leyes ni su padre podrían separar. Estarían juntos para siempre.

Durante la cena que siguió a la ceremonia, en la que afortunadamente fueron invitados y no platillos, Al aguantó las pullas, indirectas y directas sobre la “fidelidad” de su ahora esposo. Suspiró resignado y no perdió ocasión de reclamarle por lo bajo.

-¡Que tal fama! Voy a tener que atarte corto.

-Eso era antes, amor. Ahora tú eres el único.

-¿Qué te pasó? Pensé que amabas a Severus.

-Lo amaba. Esto eran solo negocios. “Trabajos” de relaciones públicas para el Lord.

-Pues será mejor que NUNCA JAMAS vuelvas a realizar ese tipo de “trabajos” o yo voy a enfadarme de veras.

-Solo contigo, Albus. Acabamos de firmar un contrato eterno de exclusividad.

-¿Con Severus no firmaste uno igual?

-Si. Realizamos una ritual de unión antes de mi matrimonio con Narcissa. Fue secreto y no fue un matrimonio propiamente dicho, más bien un enlace ¿por?

“Porque eso significa que seremos trío por toda la eternidad estúpido”, quiso gritarle Albus. Pero tener celos de un muerto sobre todo cuando éste llegó primero es bastante tonto;  por lo que lo pensó mejor y se calló para seguir comiendo. Después de todo él tenía 17, era joven y con una laaaarga vida por delante. Ya se preocuparía de los derechos del tal Sev cuando llegue al otro lado.

Renard miraba sus reacciones, entre divertido y envidioso. El era inmortal pero ese chico tenía lo que deseaba desde hacía 26 años, cuando conoció a Lucius y por seguirlo se involucró en una guerra que no le concernía. En ese entonces fue Severus quien se interpuso entre ellos y, cuando murió, contra su fantasma y el sentimiento de culpa del rubio nada pudo hacer. Simplemente perdió antes de haber empezado a jugar. Una noche de sexo en la que fue el pasivo de un rubio obnubilado por su aura sexual fue todo lo que consiguió. Eso, y una promesa de amistad que ahora le pasaba factura. Sería tan fácil morder al rubio, convertirlo y cenarse a ese mocoso y a su cría no nata. Pero Renard era un aristócrata aún antes de ser vampiro. Y su honor era su palabra. Una vez le juró a Lucius que su amor era decente y verdadero, limpio, e iba a cumplir esa promesa. Ya había hecho su jugada la noche anterior y nuevamente había perdido. Ni modo.  Podía ser una criatura oscura, un monstruo para magos y humanos, pero era leal. Absorto en sus pensamientos sintió de pronto la llamada de sus espías. Se paró abruptamente de la mesa y anunció.

-Mis hermanos se comunican conmigo telepáticamente. Una veintena de aurores acaban de arribar al Ministerio Rumano. El padre de tu cachorro esta con ellos Luc. Estamos en tregua con los magos locales: ellos no nos molestan ni nosotros a ellos, así que si vienen no podre protegerlos.

-Comprendo querido amigo. Ya has hecho bastante.

Renard le tendió una bolsa de cuero.

-Son diamantes. Lo suficiente para que puedas escapar con “comodidad” –ante el gesto de rechazo del rubio el moreno añadió – Acéptalos como un regalo de bodas de quien siempre te ha querido bien. Espero que tus líos se solucionen y que ambos tengan una buena y larga vida. Una buena vida y una feliz muerte, eso es lo que le deseo a mi príncipe de hielo, quien una vez rechazó la inmortalidad por un mestizo, y ahora vuelve a hacerlo por otro.

Al lo miró boquiabierto.

-Lo siento cachorro. No puedes culparme por intentarlo. Sin embargo te eligió a ti. Y yo se perder con clase.

Cuando ya salían de la mansión Al le preguntó.

-¿Qué te propuso?

-Hacerme vampiro y que reine a su lado eternamente.

-¿Y lo rechazaste?

- Una eternidad sin ti no sirve de nada. Y jamás te convertiría en un ser así. Quiero verte crecer, tener a mi hijo en tus brazos y envejecer a mi lado. Quiero que tus ojos sean lo último que vea antes de morir.

-Te amo Lucius Malfoy.

-Te amo Albus  Severus Potter.

Y con un beso desesperado se desaparecieron del lugar.

 

Ottawa – Canadá (4º mes de embarazo):

Una joven mujer completamente desnuda vomitaba con la cabeza metida en el inodoro. A su lado un hosco y gordo camionero la acompañaba sobándole la espalda.

-Tranquilo amor, no pasa nada.

La mujer levantó los ojos enrojecidos totalmente agotada.

-Lo siento… yo…

-No es tu culpa. Es el embarazo.

-Pero te deje…

El gordo miró su descomunal erección y sonrió. Por lo menos el obeso muggle al que suplantaba tenía algo de bueno.

-Nada que no pueda esperar unos minutos.

A duras penas la mujer se arrastró hasta llegar a la altura del miembro. Tímidamente trató de metérselo en la boca pero una nueva arcada la hizo retornar a su posición inicial.

-Lo siento. Es que… no es que me de asco pero…

El gordo que era Lucius lo abrazó por detrás.

-Esta bien amor. No estoy molesto.

-Pero yo quiero…

-No pasa nada. Y con este horrible cuerpo, francamente a mi también me daría arcadas.

-Eso no es cierto. No me causas rechazo. Es solo que no puedo controlar mi cuerpo.

- Es por el bebé.

-Y por él es que te quiero a mi lado. Te necesito dentro de mí.

                El rubio sonrió. Las necesidades mágicas de su hijo eran la excusa perfecta cada vez que uno de ellos quería follar duro y parejo.

-Déjame. Tú solo relájate.

Recostó ese cuerpo femenino en las losetas del baño y se situó encima, recorriendo con sus manos los erectos y voluminosos senos. La mujer que era Albus gimió mientras sus pechos eran mamados y la leche fluía de ellos.

-Ahhh… Lucius.

-Shhhh…no me llames así. Bernie, mi nombre es Bernie.

Albus se retorcía entre el placer y la duda.

-¿Yo… te gusto más así?

-¿Cómo mujer? No. Me gustas como eres Albus. Pero la variedad siempre es bienvenida... ¿no lo crees así? – preguntó mientras rozaba el desproporcionado y gordo miembro por entre las piernas de la joven. Esta/este levantó las caderas para que el miembro quedase a la altura de sus nalgas dándole a entender por donde quería ser penetrada/o.

-¿Estas seguro? Mira que es grotesco – Y lo era en realidad. El descomunal hombre que suplantaba pesaba 130 kilos y media 2 metros 5 de altura. Y todo en él era grande y grueso.

Albus había cambiado utilizando multijugos y un poco de cabello que recogió de una catedral muggle, donde unas novicias tomaban el voto. El y su amor habían entrado de curiosos apenas llegados a la ciudad, cuando Lucius asaltó al obeso camionero y lo transformó en un conejo al que mantenían en una jaula, mientras lo suplantaba y viajaban en su vehículo por todo el Canadá. La novicia de Albus era una esmirriada criatura, casi sin pechos y sin caderas, que en unas horas desarrolló curvas producto del verdadero estado del muchacho. La poción le transformaba el cuerpo externo pero no afectaba su útero mágico. Seguía gestando un bebe, por lo que los pechos se agrandaron y se pusieron duros como melones mientras que las caderas se ensanchaban. Su recto sin embargo era el de una virgen sin experiencia.

Lucius convocó el lubricante y echo una generosa cantidad a su miembro y a sus dedos, con los que preparó a la/él joven. Cuando sintió que Al estaba totalmente dilatado comenzó a penetrarlo pero la labor se le hizo extremadamente complicada.

La falsa muchacha había levantado las piernas dejando su ano totalmente expuesto y en posición, pero este realmente era estrecho, y el miembro que pugnaba por entrar terriblemente grande y ancho.

Lucius sintió la carne desgarrarse y la sangre que comenzaba a fluir.

-Al, vamos a dejarlo.

-No… s..sigue.

-Puedo dártela por delante.

-No. Es así como debe ser. He vuelto a ser virgen. Para ti. Quiero que me lo hagas de nuevo… como la primera vez pero esta con amor.

-Aquella vez también fue con amor, solo que ni tú ni yo queríamos admitirlo.

-Lu...

-Al…

-Te quiero en mí. Dentro. Ahora.

De un solo empujón  el gordo miembro se abrió camino en el frágil cuerpecillo que tenía debajo, y la muchacha lanzo un grito descomunal. El llanto inundó sus ojos y comenzó a gemir.

-Dios Lu, está tan grande.

- Y tú Al, tan estrecho.

Albus cerró ojos y pidió.

-Sigue… por favor.

Lucius se sintió morir en ese angosto canal que lo encerraba y comenzó a embestir como un poseso. A Al, el gordo miembro dentro suyo lo llenaba por completo una y otra vez, partiéndolo/a entre un agudo dolor y un sublime placer. Desbocado como estaba sintió los labios de Lucius mamando sus pechos y se preparó para el inminente orgasmo.

-Lu… Lu…

Y un grito de ambos les hizo ver que habían llegado juntos al final.

Las alarmas saltaron en el cuarto de motel donde se encontraban y, desnudos y jadeantes, escaparon segundos antes de que una veintena de aurores invadieran el lugar con Harry a la cabeza. Un rastro de sangre y semen fue todo lo que encontraron  en el suelo… como mudo testigo.

 

Urubamba - Perú (5º mes de embarazo):

El médico que había visto a Albus en Venezuela les había dado el regaño del siglo por utilizar multijugos  en un embarazado. Por eso ahora Albus lucía como Albus, claro que con un ligero glamour. Su pelo era rubio, sus ojos castaños y su piel algo más pálida. La inminente pancita no se veía. Pero seguía siendo un él que aparentaba sus 17 años recién cumplidos. A su lado una tímida jovencita se acurrucaba en sus brazos.

Era mestiza, se notaba a leguas que era oriunda de la zona. Llevaba botas, minifalda, y un impermeable para la lluvia. Ambos descansaban en el mirador del hotel de turistas de Machu Picchu. Contemplaban fascinados una de las maravillas modernas del mundo.

-¿Me dejas Lu? – Albus suplicaba deseoso.

-¿Y si después te gusta y me cambias por una mujer?

-Nunca. Si eso te preocupa te lo hago por atrás. Es solo que nunca he sido activo…  y quisiera saber que se siente.

-Cariño – la joven hizo un mohín- antes de mi nunca habías sido nada de nada. Yo he sido el primero y el único ¿lo recuerdas?

-Ojalá pudiera decir lo mismo.

-¡Oh, vamos Al! ¿A mi edad? ¿Vas a reclamarme que no me guardase puro para ti?

-No es eso – el muchacho bufó molesto – pero… Tengo una duda Lu ¿Has sido pasivo alguna vez?

-¿La verdad?

-Si.

-Si

-¿Si?

-Si. Y no siempre por mi gusto.

Al lo miro horrorizado.

-He sido mortífago. Es algo inherente a mi pasado que prefiero no recordar. Ahora es distinto y si quieres saberlo, no me lo han hecho desde que Severus murió.

El muchacho se quedo callado recordando a Renard y la joven se acurrucó entre sus piernas. Tomando su mano en la suya la llevó al bolsillo de su impermeable introduciéndola en él. Con sorpresa Al noto que no había fondo y que se deslizaba por  el hueco hasta tocar la piel de la chica que no era otro que su amor, Lucius.

-Si vamos a hacerlo será en mis términos. Y haré que valga la pena.

                Al enrojeció al notar que la tela de detrás del impermeable se abría y su cuerpo tocaba  piel desnuda. Se había subido la falda y desaparecido su prenda íntima.

-¿Desapareciste la ropa? Se supone que estamos entre muggles Lu… no debemos hacer magia o pueden descubrirnos.

-¿Quieres follarme?

-Exhibicionista.

-Solo algo atrevido.

                Acurrucando a su supuesta novia contra su cuerpo, el joven procedió a abrirse la bragueta con todo el disimulo del que fue capaz. La verdad que había poca gente en los alrededores, la mayoría eran parejas que contemplaban el ocaso tan absortos “en sus asuntos” como ellos dos.

                Albus comenzó a moverse frotándose contra ese cuerpo perfecto a la vez que lanzaba un hechizo lubricante buscando prepararlo.

-¿Tenemos trucos nuevos? – preguntó divertida la muchacha– Veo que entre escapada y escapada tuviste tiempo de aprender algo en Hogwarts.

-Eres mi esposo. Mi amor. No voy a follarte como un animal. Nadie te tocará así otra vez.

                La mujer que era Lucius volteó a mirarlo conmovida.

-Para mí siempre fue cuestión de estrategias, de alianzas. Así me educaron. Nunca creí en el amor hasta que conocí a Severus. Y para ambos la exclusividad no era una opción. No con la vida que llevábamos. Aunque lo deseásemos con el alma.

-La guerra terminó hace años. Ahora es diferente y yo soy celoso.

La joven sonrió y se acomodó para que la mano que hurgaba en su baja espalda tuviese libre acceso a su trasero. Al insertó sus dedos, uno por uno hasta sumar tres, y dilató su entrada. Iba a penetrarlo cuando una veintena de escobas aparecieron surcando los cielos cuzqueños. Los turistas murmuraban señalándolas mientras conjeturaban: las opiniones iban desde que eran cóndores gigantes hasta que eran ovnis. Lucius no se dejó engañar y grito furioso.

-¡¡¡Aurores!!! ¡¡¡Vámonos Al!!!

Este gritó frustrado mirando al cielo.

-¡¡¡Justo ahora!!!!  ¡¡¡Como te odio padreeee!!!!

Desde las nubes  y montado en su legendaria y renovada Saeta de Fuego, Harry Potter alcanzó a ver desaparecer una pareja.

 

Maputo- Mozambique (6º mes de embarazo):

Francia, Rumania, Canadá, Venezuela, Perú, Mozambique… Harry Potter viajaba con Ron,  James  y algunos otros Weasley. Seguía la pista al maldito secuestrador mortífago al que iba a darle por el culo en cuanto lo tuviese entre sus manos. Y luego lo cruciaría hasta la locura, para finalmente matarlo de un avada largo y doloroso

Ron se ponía frenético con cada día que pasaba. “El embarazo”, musitaba, “el embarazo avanza”. Y Harry se ponía enfermo pues sabía que al sexto mes “el  engendro” que su hijo llevaba en el vientre ya era un bebe. ¿Tendría el valor de hacerlo abortar cuando lo encuentre? ¿Al querría hacerlo? ¿Cómo estaría su salud siendo arrastrado por medio mundo y ultrajado? Porque cada noche Harry se hundía en el alcohol pensando lo que estaría pasando en esos momentos su inocente pequeño. Lo que Lucius le estaría haciendo… Y por la cara de sus cuñados, que lo acompañaban en silencio con sus respectivas botellas, sabía que ellos pensaban lo mismo.

Desde Londres Hermione enviaba noticias: Ginny estaba enferma de tanto llorar, Molly también. Lily seguía terca defendiendo su romance con Scorpius por lo que había tenido que sacarla del colegio para evitar que se vieran. Perdería un año pero que importaba. Por lo que sabía los Malfoys también habían retirado a su hijo.  Ya se habían escapado dos veces para encontrarse pero habían sido detenidos por los aurores que los vigilaban. La campaña de Draco en los medios de Prensa para acusar a Albus de haberse fugado con Lucius no prosperaba. Todos sabían que era un secuestro y no un romance clandestino…

Harry apretaba los puños de rabia cada vez que recordaba las declaraciones del “hurón” acusando a su hijo de ser un puto libertino que se acostaba con su padre consensualmente. El sabía que no era cierto. Su niño era inocente y ese maldito mortífago lo corrompió con quien sabe que magia negra. Una poción. ¡Si eso debía ser! Alguna oscura poción que de seguro Snape le enseñó. Pero ahora que su bebé había recobrado la sensatez debía estar aterrado: aterrado, confundido y asqueado. Las imágenes, las imágenes de su hijo tumbado en una sucia cama, desnudo, golpeado y embarazado… siendo follado a la fuerza… su voz suplicando su ayuda… sus gritos llamándolo…

Harry se hundía en el alcohol mientras lloraba. Sus cuñados y suegro solo lo acompañaban silenciosos.

 

Cadenas Montañosas del Virunga – Ruanda (7º mes de embarazo):

Albus descansaba en medio de un bosque hermoso, con un tranquilo lago que se abría a sus pies. Estaba desnudo pues en lo intrincado de la selva no había mago que se adentrase… salvo su darklove. Habían pasado la noche amándose dentro de una tienda de campaña y ahora, en esa clara mañana, contemplaban la naturaleza mientras el mayor le acariciaba la protuberante pancita, ambos tendidos en la hierba sobre una manta.

-¿Lo sentiste amor? – preguntó el muchacho.

Lucius sonrió maravillado.

-Me pateo. Albus, me pateo…

-Tu hijo Lu. Tu hijo creciendo en mi vientre.

El rubio se acercó a besar reverente la redonda prominencia.

-Gracias Al. Por pasar por esto. Por luchar por nosotros y por él.

-Eres mi esposo. Lo fuiste desde que me hiciste tuyo esa noche en que buscaba acabar con mi dolor vendiéndome al mejor postor ¡Y jamás me has sacado en cara aquello!

-No tengo que reclamarte. Fui el primero. He sido el único. Y me amas a pesar de todo lo que he hecho, lo que he sido.

-Lu… ¿Cuándo crees que todo esto acabe? ¿Cuándo crees que dejemos de huir como criminales? ¿Cuándo podremos amarnos a la luz del día y sin temor a represalias?

“Nunca” pensó el rubio. “Huiremos hasta que nos den caza, a mi me maten y a ti te encierren bajo 7 llaves”.

-Cuando nazca el bebe, amor, cuando nazca el bebe todo terminará. Buscaré a mis abogados para protegerlos y que puedan volver al mundo mágico con la cabeza en alto. Como mi esposo y mi heredero.

-¿Puedan volver? ¡Dirás podamos volver!… Yo no me separaré de ti.

-Claro amor, podamos volver. Me exprese mal.

-Volveremos y seremos una familia. Para siempre. Papá tendrá que aceptarlo y se que con el tiempo…

-Todo estará bien Albus. Todo estará bien.

Y lo besó para acallar sus dudas.

 

Londres – Inglaterra (8º mes de embarazo):

Molly y Hermione Weasley, y Ginebra Potter, estaban sentadas en una mesa enfrente de Narcissa y Astoria Malfoy. Las rubias slytherins habían solicitado la entrevista a escondidas  y ellas, contra todo sentido común y también a espaldas de sus esposos, habían aceptado.

-Se que es imposible de creer pero es cierto. Albus y Lucius eran amantes por voluntad de su hijo – Astoria miró a Ginebra a los ojos – ¡Se lo juro! Él llegó a mi casa avisándome de que su marido venía detrás queriendo dañar a Draco. Buscó a Lucius y se le tiró a los brazos para que lo saque de allí y lo proteja de las iras de su esposo.

-Piénselo querida. Se que usted estuvo en Hogwarts cuando se supo lo del embarazo. ¿Cómo reaccionó su hijo? – esta vez era Narcissa la que hablaba.

-Mi hijo me contó que Albus dijo que no había sido violado – contraatacó Astoria- que estaba enamorado del padre de su bebe.

-¡Albus tiene 16 años! ¡A esa edad nadie se enamora! – chilló Ginny alterada.

-Pensé que usted se había enamorado de su esposo desde que era mucho más joven – le dijo la ex de Lucius.

- Podría estar hechizado. O bajo los efectos de una poción – Molly se aferraba a esa esperanza al igual que todos los Weasley.

-O podría estar enamorado y haber concebido naturalmente. Y ahora estar escapando embarazado por temor a las iras de su padre. Arriesgando su vida, la de su bebé y la de mi suegro.

- Y si resulta que él esta con mi ex por propia voluntad… ¿Qué pasará cuando finalmente los capturen? ¿Qué creen que hará el muchacho cuando su padre mate al amor de su vida?

-¡¡¡Que tiene 16!!! ¡¡¡Que a esa edad nadie conoce al amor de su vida!!! – otra vez Ginny histérica.

-Salvo usted – otra vez Astoria.

-¿Cómo sabemos que lo que nos dicen no es alguna trampa urdida por…? – Hermione las miraba recelosa.

-Vieron nuestros recuerdos ¿verdad? Sabe que estos no se pueden alterar. Además piénsenlo un momento: ¿Realmente Lucius se arriesgaría a recibir el Beso después de haber sobrevivido a tanto solo por una venganza tan… obvia? ¿No creen que haya mejores formas de lastimar a Potter sin echarse encima a los aurores del mundo y a toda la prensa?

                Hermione suspiró y tuvo que reconocer lo que desde el principio estuvo quemándole el cerebro. Que lo de la violación y el secuestro, amén del dichoso embarazo inducido por una poción, era más el deseo desesperado de un padre que una hipótesis valedera. Ya Lily se los había dicho en más de una ocasión: Al le había gritado a Harry que no había sido violado, que estaba enamorado… Poppy dictaminó que el embarazo era espontaneo, que no había rastros de poción fertilizante… y el que su sobrino los haya atacado con cuanto hechizo conociese para escaparse a Malfoy Manor y alertar al patriarca, para luego huir con él por medio mundo, era más que “inquietante”… ella utilizaría la palabra “contundente”. Ningún Síndrome de Estocolmo explicaba que el chico haya estado escapándose de Hogwarts para encontrarse clandestinamente con el ex mortífago, ya imaginaba ella para que.  Ahora, Al no dejaba de ser un menor y el que Lucius se lo hubiese follado era definitivamente un motivo para enviarlo a Askabán por una buena temporada… eso si no fuese por ese bebé que según Poppy nacería en un mes ¿o ya habría nacido? La sangre Potter y Malfoy mezcladas en un mago o una bruja… Lucius enamorado del hijo del asesino de su señor… Al amando y escapando con el némesis de su padre, con el hombre que intentó matar a su madre ¿sabría lo del dichoso diario de Voldemort?

-Señoras – Herm se dispuso a conversar en privado con su suegra y cuñada – Necesitamos hablar entre nostras. Me comunicaré con ustedes mañana. Y quisiera que Draco este presente la próxima vez.

-Respecto a mi Scorp y Lily… – Astoria estaba cansada de ver penar a su hijo.

-Por ahora es mejor que no se vean – Ginny intervino – Si las cosas son como dicen… aunque Harry va a matarme cuando se entere. En fin. Descuide Astoria, yo también estoy cansada de ver llorar a mi niña. Y después de todo, usted y su hijo no tienen culpa de nada.

-¡Ni Draco ni yo tampoco! – Narcissa alzó la voz ofendida – Si quiere saberlo pienso que la conducta de mi ex esposo es aberrante ¡con un niño que podría ser su nieto! ¡Merlín! ¡Y encima es tan idiota que lo preña! ¡Un bastardo en la familia!

                Molly la miró furiosa suponiendo que tanta indignación no era por defender la inocencia de Albus sino por la posibilidad de tener que dividir la fortuna Malfoy entre Draco y el futuro bebé. Sin embargo no dijo nada, pues a ella esos amores también le parecían una aberración, aunque no dejaban de tener su parte romántica.

                Con un asentimiento de cabeza las mujeres se separaron dispuestas a trabajar para enderezar el entuerto que sus hombres, hormonales y cabezotas, habían creado entre ellos.

 

Luxor – Egipto (9º mes de embarazo):

                Albus caminaba por las calles de Luxor disfrazado de mujer. Usaba una tradicional burka negra que lo cubría de pies a cabeza y solo dejaba ver sus ojos  a través de una redecilla. El calor era agobiante y la vida bajo esas gruesas capas de tela asfixiante, pero por primera vez podía andar libremente sin despertar sospechas. Iba del brazo de un también oculto Lucius, camuflajeado por una multijugos.

                A punto de dar a luz, lo había revisado un médico antes de salir huyendo de Ruanda. En un país machista e Islámico, donde los magos homosexuales eran tratados peor que las mujeres, y donde un hijo o hija era propiedad del padre o del marido, su rubio no había querido arriesgarse a una denuncia.

                Por lo que habían planificado el parto ellos solos. Lucius agradeciéndole a Severus en el más allá que le haya enseñado algo de pociones y medimagia de urgencia.

Habían salido de las ruinas en donde se ocultaban para comprar algunos ingredientes y comida… y algo de ropa para el futuro niño. Porque ese médico les había dicho que sería un niño… y Lucius había sonreído emocionado cuando Al le dijo que se llamaría Severus. Aunque muerto de celos el chico sabía que ese nombre haría feliz a su amado y por eso se había sacrificado, por la alegría de su ahora esposo.

                Ya en su refugio, en las ruinas de la antigua ciudad de Luxor, en una cámara aún no descubierta, Al se dejó caer en su improvisado lecho. Estaba cansado por la salida pero ambos habían acordado no separarse por lo que pudiese pasar.

                El muchacho dormitaba mientras el rubio preparaba la cena cuando un agudo dolor lo hizo despertar. Agarrándose el bajo vientre gritó desesperado:

-Luciuuuussss…

                El oscuro mago sabía que la hora había llegado y se preparó para lo peor. Habían decidido que en las condiciones en que se encontraban un parto natural era impensable (por las complicaciones que podía acarrear) y ambos habían acordado que se arriesgarían a una cesárea (más rápida y limpia). Pero una cosa era decirlo y otra hacerlo.

                Temblando por la vida de su esposo e hijo Lucius comenzó la operación ayudándose con cuanto hechizo conocía. Llevaba una varita sin registrar pero sabía que la actividad mágica alertaría a las autoridades. Solo era cuestión de tiempo que se dieran una vuelta para investigar. Esperaba haber terminado y estar lejos para ese momento.

                Tras lo que pareció una eternidad Lucius extrajo del vientre de su esposo un diminuto y azul pequeño al que inmediatamente cortó el cordón umbilical. Cogiéndole de los piececitos lo puso de cabeza y con un par de nalgadas lo ayudo a respirar. Una vez que estuvo rosado lo dejó en un moisés ya preparado para ocuparse de su esposo, inconsciente desde el inicio de la artesanal operación.

                Procedió a extraer la placenta y cerrar el corte, capa por capa. Luego controló sus signos vitales y le lanzó cuantos hechizos de diagnóstico conocía para comprobar que estaba fuera de peligro. Le dio una poción regenerativa, otra reconstituyente de la sangre y una tercera contra el dolor. Besó su frente reverente y finalmente rompió a llorar como un poseso. Fue el único momento de debilidad que se permitió. Luego, mientras su amado todavía dormía,  fue a atender a su nuevo hijo.

                Con mucho cuidado lo levantó para limpiarlo y bañarlo. Con sorpresa vio que era blanquísimo, con unos largos cabellos platinados que adornaban su cabeza. No había abierto los ojos pero el hombre intuyo que al hacerlo estos serían azules, como los suyos. Mi pequeño Severus, musitó, y luego volvió la cara para ver al muchacho que dormía a unos metros  recuperándose de un parto que casi se lleva su vida.

                “Esta aquí, perdido en medio de este desierto, pariendo peor que un animal. Todo por ti. Por seguirte. Porque te ama” - le dijo la vocecita dormida de su conciencia, muy parecida a la del pocionista muerto -  “El sabe que amaste a Severus y que aún lo amas, te comparte con ese recuerdo y te acepta con él sin chistar; y ahora va a nombrar a su hijo como tu ex amante solo para verte feliz”.

                Suspiró y se dijo que era un maldito cabrón con suerte. Pese a sus pecados, la vida le daba otra oportunidad.

                Después de unas horas Al comenzó a despertar y lo primero que hizo fue llamarlo:

-Lu…

-Aquí estoy amor.

-¿El bebe?

-Aquí. En mis brazos.

-¡Quiero verlo! ¡Dámelo! ¡Es mío! – demandó lloroso.

-Todo tuyo amor – y colocó al recién nacido entre sus brazos.

                Al lo vio enternecido y entonces el pequeño abrió sus ojitos para mirarlo. Eran una copia exacta de los del mayor.

-Lucius… tiene tus ojos. Tu cabello, tu piel…

-Si. Parece mi clon – “A tu padre va a encantarle “, pensó.

-Mi pequeño Severus… - musitó el más joven.

-Amor…respecto a eso… –  el rubio lo miró enamorado – no quiero imponerte ese nombre.

-No me lo impones. Lo elegí porque se lo que él significó para ti.

-Y te lo agradezco pero… que te parece si lo dejamos como un segundo nombre. Y el primero lo escoges a tu gusto. Después de todo tú lo llevaste dentro y lo trajiste aún con riesgo de tu vida.

                Al lo miró agradecido y si se puede más enamorado… luego notó el quemante sol del desierto entrando por en tragaluz, alumbrando a través de espejos toda la estancia.

-¿Cómo se llama el antiguo dios de los egipcios?

-¿Horus?

-No. Ese es el dios padre. Me refiero al más joven. Del que descienden los faraones.

-Osiris.

-Osiris… ¿Es un buen nombre no te parece? Nombre de rey. Nombre de dios. Nombre que siempre nos recordará esta tierra que nos dio refugio, y que vio nacer a nuestro primogénito.

-Osiris Malfoy.

-Osiris Severus Malfoy Potter ¿Dejarás que lleve mi apellido verdad? ¿Aunque sea el de tu antiguo enemigo?

-Jamás permitiría que no lo llevase. Es tan hijo tuyo como mío. Y estoy orgulloso de ello. Osiris Severus Malfoy Potter. Y tomando su varita hizo aparecer unos papeles y los selló con su huella mágica para luego desaparecerlos.

-¿Qué hiciste? ¿Utilizaste tu varita? ¡Van a rastrearnos!

-Envié los papeles al ministerio egipcio registrando su nacimiento. Ya es oficial. Adjunté una copia de nuestro certificado de matrimonio aclarando que el pequeño es sietemesino. Es legalmente un Malfoy. Legitimo. Nacido bajo un matrimonio constituido.

-En pleno siglo 21 esas son sandeces  – aclaró Al divertido –   A nadie le importa si fue concebido dentro o fuera de un contrato.

-Para ustedes quizás, mestizos e hijos de “sangres sucias”– lo dijo divertido, más como chiste que como un insulto – pero yo soy un mago tradicional, de la vieja guardia, y ningún hijo mío será un bastardo. ¡No si puedo evitarlo! Además nadie va a humillarte llamándote “libertino” o acusándote de haberte encamado conmigo antes de la boda.

-Supongo que mi padre ya se ha encargado de ello. Que yo sepa lo ha gritado por todo el mundo mágico.

-Cuando regreses con tu hijo y los documentos los callarás.

-Los callaremos Lucius. No voy a regresar sin ti.

                Justo cuando el mayor iba a contestarle las barreras de protección saltaron de improviso y un muy cabreado Bill Weasley hizo su entrada triunfal. Había podido desactivar los seguros sin hacerse notar, no en balde era uno de los mejores rompedores de maldiciones del mundo.

-¡¡¡Lucius!!! – chilló Albus al ver a su amante tirado inconsciente en el piso (por un desmaius que su tío Ronald le mando).

                Harry Potter estaba en el lugar seguido de una veintena de magos ingleses y egipcios… Se quedó en shock ante la imagen de su hijo acostado en una tumba egipcia con un bebé recién nacido en brazos. Lo miró a los ojos y recibió en respuesta una mirada del más absoluto terror. Su Al abrazó al bebé suplicándole:

-¡Por favor no nos lastimes! ¡No lastimes a mi hijo!

                Harry quiso correr y abrazarlo, explicarle, decirle lo mucho que lo había buscado. Que lo amaba… que deseaba protegerlo. Pero sus palabras lo dejaron pasmado “¿no nos lastimes?” “¿no lastimes a mi hijo?” El no era el maldito mortífago hijo de puta que lo había secuestrado, él era su padre y por supuesto no iba a lastimarlos.

                Pero su inacción lo rezagó de los hombres que lo acompañaban, que se abalanzaron sobre el caído y el muchacho arrastrándolos fuera.

                Cuando se vio violentado Albus se revolvió furioso sin soltar a su pequeño:

-¡Suéltenme! ¡Suéltenme! ¡Lucius! ¡Lucius! ¡¡¡¡Luciuuuuussss!!!

                Harry se quedo boquiabierto mirando a Ron y a Bill cuando ya los demás aurores hubieron partido del lugar para aparetearse en el hospital más cercano con prisionero y rehenes.

-¿Lucius? – le preguntó a Ron. Este solo lo miró compasivo mientras que Bill apretaba los puños furioso. Sus peores temores confirmados.

Continuará….

 


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