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The Beach Boys por Shunko Chocolate

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Notas del fanfic:

Konichiwa! Aquí trayendo un nuevo fic ^o^ Esta vez es un AU, el primero que hago. En lo personal, la temática me gusta mucho, no sé pero para mí Naru surfer es oh por Kami-sama! *¬* xD

También tenemos a la familia Uchiha, los dos hijos ultra sexies y exitosos, un papá serio, una mamá que mejor ni hablar...

Por otro lado, está Minato, quién va a enloquecer a todo el mundo con su explosiva personalidad, simpatía y belleza!

Chicas obsesivas y perseguidoras -no hay ni rosadas ni violetas por el momento, saben a lo que me refiero...-, chicos molestos e insistentes, noches de fiesta, días de playa, amor, odio, celos... y mucho más! xD

Espero que le den una oportunidad! Vamos, que nuestros Sasu y Naru se los piden! ;D

Shunko Chocolate

Notas del capitulo:

Konichiwa! Nuevo fic, lo prometido es deuda y la deuda está saldada xD No tengo mucho para decir xD Ojalá se diviertan con esta loca idea mía, jeje! Que lo disfruten~!

Capítulo 1 ~ ¿Algo más puede pasarme hoy?

El despertador no paraba de sonar. Un ruidito que le taladra los oídos todos los días de su vida. Esta vez era diferente, el chico ni siquiera se había movido aun escuchando eso. El problema era que la noche anterior se mantuvo despierto hasta muy tarde debido a una fiesta a la que lo obligaron a asistir. No estaba acostumbrado a eso. A pesar de tener solo veintiún primaveras, su vida nocturna era casi nula. Sino fuera por su hermano, nunca hubiera conocido las playas en las noches de música y tragos. En realidad él odiaba la playa, sino fuera por su trabajo se iría a vivir en medio de las montañas solo y sin que nadie lo moleste. Si, así de complicado, así de gruñón, así de amargado era él.

-¡¡SASUKEEE!!

Un grito de furia resonó en toda la casa, haciendo temblar las paredes debido a su intensidad. Pasos enérgicos y rápidos se acercaban peligrosamente subiendo la escalera. De repente, un golpe certero y violento en la puerta hizo que se cayera abajo. Seguidamente, una figura rodeada de un aura oscura y tenebrosa se adentró en su cuarto a la velocidad de un rayo. Se paró frente a la cama donde él seguía durmiendo plácidamente, tomando aire para luego volver a gritar…

-¡¡SASUKEEE!!

-¡¡Ah!!

Del susto que se pegó, el chico saltó hasta el techo para luego caer en el suelo. Se restregó los ojos, algo adolorido, y miró a su lado para ver quién lo había despertado de esa manera, aunque ya se imaginaba de quién se trataba. Que lo despertaran así hacía enojar a sobremanera al joven. Como esperaba, era su madre, la que lo tironeó de la oreja para demostrarle su enfado.

-¿Por qué no me escuchás cuando te hablo? ¡Son las 8:00 de la mañana!

-Au, mamá, soltame… ¿¿Qué?? ¡¿Las 8:00?!

La mujer le dedicó una última mirada de disgusto a su hijo y se retiró de la habitación de la misma forma en la que entró. El joven se levantó como resorte y se fue corriendo hasta el baño. "Ya debería estar haciendo mi trabajo… Orochimaru va a matarme". Se lavó los dientes a toda velocidad y se peinó sus desordenados cabellos azabaches. Salió corriendo hacia el armario y comenzó a buscar algo de ropa para ese día. Una remera color blanco y unos bermudas negros para la playa, sus sandalias y estaba listo para salir. Tomó una mochila previamente preparada y se dirigió hacia la escalera.

Bajó por ellas lo más rápido que pudo y llegó hasta la puerta de su casa. Al grito de "me voy al trabajo", abrió y emprendió el camino de todos los días. Su oficio está en el mar, no es un trabajo muy común. Él era guardavidas y todos los veranos tenía que estar cuidando de la gente que andaba por la playa. "De los idiotas que se ahogan". A pesar de ser un nadador de primera, su piel era tan pálida como la nieve, algo extraño para alguien que está constantemente expuesto al sol.

Avanzaba muy rápidamente, mirando su reloj incontables veces. Él no era famoso por llegar tarde a sus deberes, es más, esa era la primera vez que se atrasaba con el horario. "Y qué atraso…". Era conocido por ser muy estricto consigo mismo y con los demás, además de reservado y maduro para su edad. La seriedad era su mayor característica, así como también su mirada fría y oscura, filosa y amenazante cuando lo hacían enojar. Pertenecía a una de las familias más respetadas de la ciudad. Los Uchiha, dueños de la cadena de discotecas "Sharingan", las más famosas de la costa.

Aun así, a él nunca le gustó eso de manejar un 'antro de perdición' como ese. Quería valerse por sí mismo, aunque sea con un trabajo mediocre y mal pago, pero ser dueño de su propia vida. Y, ya que desde pequeño fue obligado a aprender natación al igual que su hermano entre otros deportes, supo aprovechar su habilidad. Es que, lamentablemente, en esa familia como en muchas otras existía quien es exitoso y quien no. Ese era su caso, desde que nació a causa de ser el menor de los hermanos, tenía que vivir a la sombra del primogénito.

Si él era el mejor estudiante de su clase, que por cierto así pasaba, sus padres lo presionaban para que también lo fuera. Si su hermano practicaba algún deporte o actividad, él también debía hacerlo para probarse a sí mismo. De pequeño eso le trajo muchos traumas, miedos y rencores hacia Itachi, aunque él no fuera el verdadero culpable. Sus padres tampoco lo eran, solo querían lo mejor para ambos, aun así estaban equivocados en muchas cosas. No tenía idea de cómo eso lo había llevado a buscar trabajo en la playa pública que administraba el dueño de la cadena hotelera "White Snake". Lo único que sabía al ir a pedir empleo allí era que ese tipo había tenido una gran pelea con su familia.

Justamente, una de las sucursales de Sharingan se encontraba al lado del lujoso hotel, por lo que los vecinos se quejaban por los ruidos molestos y los borrachos que se desmayaban en el hall del edificio. Su jefe estaba perdiendo clientes, por lo que no dudó e inició una demanda a su padre. El resultado favoreció al dueño del edificio e hizo que la familia Uchiha perdiera mucho dinero, además de tener que clausurar la disco. Sasuke, siendo consciente de ello, se metió a trabajar de todas maneras con ese tipo lo que generó una de las tantas disputas familiares.

Tal vez fue rebeldía o un acto inconsciente para desafiar a sus padres y a su hermano, actual líder de la cadena. Llevaba casi tres años allí y, por lo visto, no pensaba abandonarlo. En ese momento esas cosas no eran su prioridad, ya que si llegaba más tarde de lo que ya estaba acabaría perdiendo su trabajo. Miró el reloj de su muñeca una vez más, sin fijarse a su alrededor y caminando más rápido que un maratonista. Aun no lo sabía pero esa pequeña distracción iba a salirle cara. Al subir la vista nuevamente al frente, ya era tarde. Un chico en una patineta estaba a muy cerca de él en la dirección contraria y, aparentemente, sin frenos.

Una colisión inminente. El chico se llevó por delante al mayor de los Uchiha, arrojándolo de espaldas al piso. La patineta voló por los aires y él hacia delante debido a la inercia. Sin querer cayó encima del otro, quien no pudo hacer nada debido a lo adolorido y sorprendido que había quedado. Por esas casualidades del destino, sus cabezas también chocaron y sus bocas encajaron como si fueran piezas de un rompecabezas. Habían unido sus labios, tenían los ojos bien abiertos y en una posición bastante comprometedora, sin contar con la gente que se les quedó mirando a su alrededor. [De donde habré sacado eso, ¿no?]

Después de unos segundos, el skater se separó con violencia del otro, dándose cuenta de lo vergonzoso de la situación. Ambos hicieron cara de asco, Sasuke todavía en el piso y el otro frente a él.

-¡Idiota, se me va a pudrir la lengua dattebayo! –gritó el de la patineta, sacudiéndose la ropa y tomando el skate del piso.

-¿A quién le decís idiota, mocoso? ¡Vos tuviste la culpa de todo esto! –contestó el Uchiha, poniéndose de pie.

El joven lo observó detenidamente con sus ojos azules. El azabache le sostuvo la mirada, analizándolo detenidamente. Por su apariencia tendría unos diecisiete años, estaba vestido informal con unos bermudas naranja, una remera negra y zapatillas rojas. Su cabello rubio reflejaba la luz del sol y su piel bronceada resaltaba de los demás. Lo que más le llamó la atención de él fue un collar con una gema similar al color de sus ojos, por su brillo debía costar mucho como para andar llevándola así a cualquier lado.

-¿Tengo monos en la cara que me mirás tanto? –exclamó el rubio, inflando sus cachetes en un infantil puchero.

-Yo podría decir lo mismo –respondió el otro, altivo- No tengo tiempo para perder con un tonto como vos.

El menor solo rió, haciendo enojar aun más al azabache quien lo aniquilaba con la mirada a cada instante. Tomó su patineta, la que estaba bastante gastada y escrita por todos lados pero sin perder su estilo. La puso frente a él como todo un profesional y, antes de subirse en ella nuevamente, volvió a mirar al otro por última vez.

-¿Un consejo? Cambiá esa cara de amargado porque te hace parecer un viejo. ¡Sayonara ttebayo!

Y diciendo eso, emprendió su camino a toda velocidad, dejando atrás a un furioso Sasuke. Éste estaba que no podía más, de repente un mocoso estúpido lo golpea, lo insulta y se burla de él, le hace perder el tiempo y logra ridiculizarlo frente a todos. Eso es algo que un Uchiha no podía tolerar nunca. Era tanto su enojo que hasta se había olvidado de su gran retraso en su trabajo. Al recordarlo, toda su ira se transformó en desesperación y se echó a correr sin pensarlo dos veces.

Afortunadamente, tenía la suerte de que la playa estuviera a solo unos metros pero, a su vez, la desgracia de una hora de demora. Entre su carrera, enseguida pudo divisar a un hombre vestido entero de blanco, cabello negro y extenso y la piel tan pálida como la espuma que generaban las olas. El tipo le clavó su filosa mirada ámbar, en una expresión de notorio disgusto. Cuando Sasuke lo alcanzó frenó su paso, dirigiendo la mirada al piso y sin saber qué decir. "No quiero saber lo que me espera".

-Sasuke-kun –empezó el sujeto- ¿Qué fue lo que ocurrió? Vos no sos así.

-Lo siento, Orochimaru. La verdad es que me quedé dormido.

-Ok, por ser la primera vez que me defraudas no pasa nada –habló, aliviando al joven- Pero por tu falla te voy a descontar el día de hoy de tu sueldo.

Sasuke volvió a subir la vista hacia su jefe, sorprendido por la actitud. Éste se despidió de él con una sonrisa de lo más falsa y se retiró del lugar. "¿Algo más puede pasarme hoy?". Resignado y con el peor humor del mundo, llegó a la torre desde donde tenía que vigilar la playa. Subió las escaleras con desgano hasta llegar a la plataforma. Arrojó su mochila a un lado y se quitó la remera blanca de la forma más sexy que su cuerpo le permitía –eso es innato en los Uchiha-.

Tomó sus binoculares, se colocó el silbato y se sentó en una silla que daba directo al mar. Como siempre, todos los veranos un grupo de chicas estaba debajo de la plataforma mirándolo sin parar, embobadas con sus músculos. Él las conocidas, todos los años, precisamente en esa época, no paraban de acosarlo día y noche. Aun así eran completamente ignoradas, él las odiaba a sobremanera y no soportaba ese fastidio. Además, se sumaba que ese día era el peor que había tenido en mucho tiempo… aunque su carácter normalmente era así.

-¡Sasuke-kun! –gritó una chica rubia vestida bastante provocativa, agitando su mano en forma de saludo.

-¿Qué quieren? –contestó él, cortante.

-Ah… –un suspiro general se oyó, se podían ver corazoncitos rosados alrededor de ellas.

Tenía ganas de arrojarles una bomba nuclear a esas y a toda la gente que concurría a la playa para así extinguir a todo aquel que se atreviera a molestarlo. Se contuvo con todas sus fuerzas, dando un gran suspiro y enfocando su mirada en el cielo azul. Todo estaba muy tranquilo. Ni una nube a la vista, el mar calmado con olas pequeñas. Esto hizo que se relajara en su silla, dejándose llevar por la suave brisa que arremolinaba sus cabellos oscuros.

De un momento a otro sintió que el murmullo que provocaban las muchachas se alejaba. Esto lo alegró un poco, era feliz de saber que aunque sea por unos momentos lo dejarían en paz. A pesar de que no le importaba en lo más mínimo la vida de esas, le entró curiosidad por saber qué fue lo que las hizo retirarse. Volvió su mirada al frente, buscando a su alrededor algo que llamara la atención. No tardó en encontrarlo, justo en medio del mar, algo que lo dejó perplejo. "El mismo idiota de esta mañana". Efectivamente, el chico rubio estaba sobre una tabla, subido a una gran ola.

El joven surfeaba con maestría aquella indomable ola, junto con una radiante sonrisa en su rostro. Tenía un equilibrio envidiable, el viento no podía vencerlo y se lo veía muy seguro de sí mismo. El grupo de chicas que acosaban anteriormente al moreno, en esos momentos se encontraban observando con emoción al nuevo, mientras aplaudían y festejaban. Es que, además de ser un gran deportista, su apariencia también era notable. Sus cabellos dorados desordenados, su cuerpo humedecido con las gotas de agua saladas. Aunque el pelinegro no quisiera admitirlo, todo eso sumado a sus finas facciones y formado cuerpo lo hacía ver muy guapo. De un segundo al otro se había vuelto el centro de atención de la multitud sin proponérselo.

Eso fue imperdonable. Era difícil para Sasuke aceptar que el hecho de perder toda su popularidad de esa forma generaba un gran odio en él. Su orgullo estaba herido, aparte de tener un pésimo día desde que se despertó. Todo eso lo ponía peor, sabiendo quién era el único causante de todos sus males. "Ese maldito niño rubio". El que lo había golpeado en la mañana, ese que lo insultó, el que le quitó su fama y parecía estar persiguiéndolo. Sin embargo, tampoco podía negar que él también había sido víctima de sus encantos. Desde que lo vio aparecer ante sus ojos no pudo apartarle la vista de encima.

Giró su cabeza a otra dirección y se cruzó de brazos, retomando su seriedad habitual y haciéndose el desinteresado. El rubio, por su parte, había llegado hasta la orilla caminando con su tabla en brazos. Sacudió su cabello y siguió avanzando hasta que el grupo de jóvenes se acercó a toda velocidad, impidiéndole continuar. Todas le hablaban a la vez, gritaban y se agrupaban como arpías frente al pobre, quien no tenía mucha experiencia en eso. Él solo sonreía con nerviosismo y se rascaba la cabeza, un poco sonrojado por los halagos. En un intento por no denotar que estaba avergonzado, dirigió la vista hacia otro lugar encontrándose sin querer con el azabache, rodeado por un aura oscura y temeraria. El menor soltó una pequeña risita, para luego volverse hacia el problema que tenía enfrente.

Se las arregló para evadir a las mujeres amablemente, para luego mirar su celular. Así como estaba, salió corriendo a toda velocidad perdiendo de vista a la manga de locas. El moreno no dejó de mirarlo hasta que se marchó, a la vez que se quedaba ahí inmóvil y con cara de pocos amigos. Su día se pasaba lento e insoportable, no veía la hora de que anocheciera. Cuando la tarde-noche por fin llegó, a partir de que el sol cayera y se llevara consigo la luz del día, fue un gran alivio para él. Por fin se levantó de su asiento, tomando su mochila y colocándose su remera. Bajó las escaleras con rapidez y se encaminó hasta las afueras de la playa.

Ni siquiera fue a saludar a su jefe o avisarle que se retiraba. Tampoco tenía ganas de lidiar con su lacayo, un tipo llamado Kabuto, quien lo perseguía día y noche como un perrito faldero. Le parecía una pérdida de tiempo, no tenía humor para andar fingiendo amabilidad. Finalmente, se marchó sin decir una palabra. Iba por calles iluminadas, repletas de personas y negocios. Todo cobraba vida en verano en ese lugar. Esperó no encontrarse a su rubio problema, avanzando muy rápido a la vez que evitaba a algunas locas que intentaban tirársele encima. "Todos se vuelven estúpidos en esta época, ¿qué les pasa?".

Saliendo de la jungla que era el centro de la ciudad, ya todo se volvió más tranquilo. Pudo divisar su casa a unas cuadras, la que se encontraba un poco alejada del tumulto. Al acercarse más, se sorprendió al ver la figura de un hombre en la puerta. Éste era un poco más alto que él, de unos veinticinco años, muy parecido solo por su cabello que era más largo y siempre lo llevaba atado. Al verlo venir, el joven le sonrió a lo que el otro respondió con una mirada cortante.

-¿Qué pasó que tenés esa cara, Sasuke?

-Nada que te importe.

-Siempre buena onda vos, ototo baka.

-¡Callate, Itachi! –le gritó, agitando su puño- ¿Qué estás haciendo acá en la puerta?

-Estaba mirando a los nuevos vecinos.

Eso tomó por sorpresa al Uchiha menor, quien no tenía idea de que había una casa en alquiler en esa cuadra. Miró en frente al igual que su hermano y se encontró con una camioneta color rojo fuego repleta de cajas. Era la casa que estaba justo frente a ellos, aunque era más pequeña y sencilla que su mansión, pero sin dejar de ser bonita. Los hermanos vieron como un hombre salía de la casa, dirigiéndose al vehículo al tiempo de que se arremangaba la camisa. Éste estaba vestido de colores cálidos y tenía una bella sonrisa en su rostro. Lo que sorprendió al menor fue el color de sus ojos y su cabello.

Era rubio como el sol y sus ojos tenían el color del cielo. [¡Díganme si no es hermoso!] A los ojos de Sasuke, una copia perfecta del chico que vio en la mañana, solo que éste era más alto, tenía el pelo más largo y no había marcas en sus mejillas. El señor tomó una caja de la parte trasera de la camioneta, al tiempo de que se percataba de las oscuras miradas de sus nuevos vecinos. Con una de sus más radiantes sonrisas, agitó su mano saludando a los desconocidos con mucha emoción. Solo el mayor respondió, mientras sus mejillas tomaban un leve color rosado, notorio para su hermanito.

-¿Qué te pasa, dobe?, ¿Te pusiste colorado porque el rubiecito te saludó? –se burló el menor.

-Los mocosos se deben callar –tirándole de la oreja a su ototo.

-¡Soltame, aniki baka!, ¡me voy a vengar de esto! [Cuando no…]

-¿Qué? ¿Te da vergüenza de que te vean los vecinos, tontito?

-¡¿Qué es todo este escándalo?!

Desde adentro de la casa, una señora de cabello largo y oscuro salió con un palote en la mano. Llegó hasta donde estaban los Uchiha y los golpeó a ambos con todas sus fuerzas.

-¡¿Por qué gritan tanto?! –hablando el triple de alto que ellos- ¡¿Qué es lo que sucede?!

-Itachi me pegó –bufó el menor, sobándose el chichón que le había quedado en la cabeza.

-Estábamos viendo a los nuevos vecinos, mamá –contestó el mayor, en las mismas condiciones que su hermano.

-Ah, ¿por qué no lo dijeron antes?

La mujer escondió el palote tirándolo por ahí. Se quitó el delantal que la cubría y se acomodó la ropa. Peinó sus cabellos rápidamente y se dirigió adentro nuevamente. Luego de unos minutos, apareció trayendo a su marido de la oreja, un señor serio pero que en ese momento no lo parecía tanto. Lo arrastró hasta la puerta y lo soltó allí, a lo que él cambió su expresión de dolor por una de formalidad absoluta. Ahí estaba toda la familia Uchiha reunida, mirando desde su vereda al rubio nuevo quien seguía llevando cajas solo.

-¡Hola, gente! –gritó, intentando levantar una caja que se veía bastante pesada- ¡¡Naruto!! ¡Vení a ayudarme, hijo!

Al instante, un pequeño rubio hizo su aparición. El menor de los Uchiha no pudo creer lo que vio. Era él, el culpable de su mal día y de todo lo que le había ocurrido. "¿Vecinos?". Tenía tanta mala suerte que ese revoltoso surfer iba a ser su molesto vecino y nada menos que el de enfrente.

-¡Ustedes! –los reprimió la madre- ¿Por qué no van a ayudarle a descargar las cajas?

-¡Yo voy, mamá! –exclamó Itachi, emocionado.

Después de que terminaran de bajar todas sus pertenencias y llevarlas adentro de su nuevo hogar, el hombre rubio agradeció su ayuda al moreno, quien reía nerviosamente y estaba más rojo que nunca. Como era una persona muy simpática y sociable, logró convencer a su hijo de que fueran a saludar a la 'amable' –o al menos eso parecía- familia. Llegaron hasta ellos, ambos con una gran sonrisa. Esta se borró del rostro del menor al percatarse de que conocía a uno de ellos. "Es… es el chico al que… besé". Los dos se miraron con sorpresa, aunque el azabache siempre mantenía su semblante serio ante todo. Naruto estaba que no podía más, se sentía incómodo, tanto que no podía quedarse quieto.

-¡Hola! Yo soy Namikaze Minato, él es mi hijo Naruto –empezó el rubio mayor.

El pequeño no aguantó más su asombro, por lo que no pudo evitar gritar…

-¡Vos! –señalando al moreno frente a él con un dedo acusador.

Continuará…

Notas finales:

Qué les pareció? Merece algún review? No sean malitos, todo por la autora baka que tienen xD

Espero sus críticas, sugerencias, tomatazos, lo que venga! xD

Nos leemos! Sayo~! ^o^


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