Esta historia llevara casi totalmente la trama de los libros, pero voy a modificar algunas partes de la historia a mi puro antojo, Aquí Harry Potter no es lo que solía ser.
El mundo mágico lo había relegado a vivir con sus únicos parientes “apartándolo” de todo lo que el era durante 10 largos años, o al menos eso piensa.
Debido a todas estas situaciones se había visto obligado a tomar decisiones que no le correspondían a su edad así como lo habían echo madurar y guardar cierto rencor por la comunidad mágica al completo.
Ahora a sus recién cumplidos 11 años, recibe la mejor noticia que nunca hubiese podido soñar, se le daba la oportunidad de ampliar sus conocimientos sobre la magia en el colegio Hogwarts.
No es que el no supiera que era mago, ni que no tuviese muchos conocimientos al respecto, desde hacia 3 años, que escapo de las garras de sus abusivos parientes y viajo al valle de Godric, vivía en su antigua casa familiar, que aun se mantenía bajo el encajamiento fidelio y le permitía vivir solo y sin ser molestado. En esa casa había descubierto muchas cosas, su naturaleza, así como la de sus padres, había conseguido adquirir mucho control sobre sus poderes gracias a los muchos libros que había en la casa y se mantenía bastante sano gracias a la ayuda de el elfo familiar, Arik, que había estado en la vivienda esperando el momento en que uno de sus amos regresara a reclamar a su siervo.
Con la varita de su padre, ya que esta no había sido destruida, ni robada, ni nada por el estilo, había estado practicando toda la magia que consideraba no era peligrosa para él, así durante tres años. No conocía una gran variedad de hechizos, pero si era bastante bueno en los hechizos no verbales, era algo que se había propuesto aprender, para poder tener ventaja sobre cualquiera que se enfrentase con él. Así como también había descubierto fortuitamente, en uno de sus paseos de incógnito por el callejón Diagon que tenia la habilidad nada corriente de hablar con las serpientes.
Por eso desde entonces vivía con su ahora mascota Shiliz su pitón albina, la tenia desde que esta era una cría y le servia fielmente ya que mantenía una comunicación casi constante con ella, podría decirse que eran amigo, a pesar de que la pitón ya media sus 2 metros y algo y que tenia en algunos lugares un grosor mayor a quince centímetros de diámetro, a el le gustaba llamarla pequeña, un apelativo cariñoso aunque jamás lo reconociese. Esperaba que no supusiese ningún problema tener a su mascota en el colegio, no le apetecía dejarla aquí sola a cargo del elfo, principalmente porque estos no se llevaban muy bien y Harry verdaderamente apreciaba la vida de ambos, Arik además de ser su amigo era la mayor conexión con sus pasado y sus padres y Shiliz era por decirlo de alguna manera su primer y único “amigo”