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Conjunto de Drabbles Para el evento “Las 108 estrellas del amor// Defmita por athena_ariana

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Notas del fanfic:

Un conjunto de drabbles hecho con el mayor cariño del mundo para el evento de mis amores: "Las 108 estrellas del amor" perteneciente al club "Santísimo pecado" en ssy ^u^

Si les gusta la pareja, y si tienen cuentita, no duden en avisar y formar parte de este club super pecador xDD

A ninguna estrellita les he puesto título, soy mala titulando xD, bueno, a la última si, gracias a la ayuda de mi linda patri Akira Hilar ^u^

Con Cariño para mi linda Kimee, Akira Hilar... Alechan y a Karin!!! me olvido de alguien... ahh Shasha!!! (Holic xXX) gracias por su apoyo!

Notas del capitulo:

fufufuf... amando el defmita ♥

Procesando mente xD

Conjunto de Drabbles Para el evento "Las 108 estrellas del amor *108 EA*

Drabbles Defmita:

Estrella prisionera

Sentado tras los barrotes de aquella celda, esperaba pacientemente a que su visita semanal llegase, repleta de belleza divina como siempre puede observarlo. Con la sonrisa radiante que lo hipnotiza, con la piel nívea que lo excita, los cabellos dorados que lo atan más a él cada vez que tienen un nuevo encuentro. Sonrió para sí, recordando los excitantes momentos que pasaba con su pareja, cuando aún estaba en libertad, aquella que por la cual volvería a cometer el mismo crimen una y otra vez... sin arrepentirse: El dejar malherido de gravedad al que quisiese propasarse con él.

Un suspiro escapó de entre sus labios... e inmediatamente se oyó el abrir de la puerta metálica. Viró la mirada, y se encontró con la dulce sonrisa melancólica de Asmita... Cuando los guardias los dejaron en la privacidad de la visita, el rubio se acercó a pasos agigantados a refugiarse entre los brazos morenos... Este lo arrulló tiernamente, hasta que sintió una amarga lágrima humedecer su piel... con su mano levantó por el mentón al rubio, quien trataba de ocultar inútilmente su llanto...

-- Por qué... -- lo miraba inquisitivamente.

-- Por mi culpa estás aquí Defteros... cada día me siento más culpable de tu sufrimiento, si no hubiese sido por mi tu no...

Silencio... el moreno cayó a su amado con un beso que, por encima de todo, era el anestésico de su dolor... las lágrimas cesaron, las palabras sobraron... y en silencio se amaron...

Porque soy prisionero de tu corazón...

Estrella pecado

El templo hecho de mármol, donde el inmaculado ser, del cual se decía que llevaría a la iluminación a la aldea, se encontraba sentado, en su típica pose de meditación, ataviado con la túnica blanca y dos botones de oro que amoldaban los pliegues de su delgada y blanquecina figura... tan bello... tan puro... tan divino... desde tanto tiempo que lo veo desde las sombras, yo, un condenado por la vida, alguien considerado como desgraciado por el hecho de haber nacido bajo la estrella del mal...

Gracias a él, a su increíble misericordia... es que aún estoy vivo... lo recuerdo, como si fuese ayer...

El día que me iban a condenar, llegó montado en un limpísimo corcel blanco, suplicando mi libertad... y fue así, que me brindó una de sus manos, me sonrió, ante el asombro de todos... me llenó de castas palabras, su aliento dulce lo sentía chocar a mi piel, me hizo sentir un hombre nuevo, ya no el que toda sus existencia señalaron con el dedo, el hermano maldito de aquel que trató de asesinar al sacerdote; si no, como un bebé sin malicia que nace recién del vientre de su madre... temía el contaminarlo con mi impureza, dulcemente me abrazó... y fue que el mundo, para mí, se vio reflejado en una sola persona: Asmita.

Se levantó, en su semblante tranquilo se dibujaba una sonrisa, mientras avanzaba hacia el altar, y palpaba con la yema de sus dedos las inscripciones santas... como si fuese la última y la primera vez... hermoso... simple y sencillamente hermoso.

 Caminé hacia él... No lo pude resistir, y cuando llegué a su costado, pude observar la sorpresa en su nacarado rostro. Lo tomé por la cintura... mientras sus mejillas se teñían del más hermoso carmín...

"Defte..."

Calló... lo besé castamente, percibiendo su respirar agitado y su dulce aliento penetrar en mi interior... me sentí embriagado con sus labios... era la gloria misma... y cuando me separé de él, pude observar la sonrisa sincera que afloró de su ser...

Después de todo, mi pecado era amarte...

Dirigió dos dedos a sus labios... los rosó, sus mejillas aún ardientes, su sonrisa delictiva que me hacía perder el control... divino, sublime,  perfecto... sentí su palma acariciar suavemente mi mejilla... no pude con mi autocontrol, y me dediqué a contemplarlo... desenredando sus dorados hilos con mis dedos...

Me sentía impío y en la beatitud... en el infierno y en el edén...su pureza de labios se la había arrebatado, y él... me correspondía... el sentir lo que yo siento, el tener lo que yo tengo, jamás lo perdería... Porque para mí Asmita era mi dios... y le ofrendaría todo lo que yo puedo brindarle...

El amor...

Estrella sanguinaria

-- Dime... que serías capaz de hacer esto... por este rubio a quien tanto amas... -- le increpó burlonamente, mientras lamía lascivamente la mejilla nívea manchada por la suciedad de la tortura, a la vez que lo tomaba del cabello...

-- ¡¡Lo haría y mil veces más!! - Gritó fuertemente - Sólo te pido que... lo dejes ir Aspros... por favor...-- suplicó.

Asmita, abrió lentamente los ojos, para verse en ese cuadro tan desgarrador. Ambos hermanos, siempre unidos bajo el lazo de amor fraternal más profundo, ahora se disputaban a muerte su trofeo... y él era el trofeo... No supo cuando, la relación entre ambos gemelos se tornó más violenta, ambos lo deseaban... el corresponder a los sentimientos del menor despertó celos enfermizos en el mayor; y en su descuido, fue maniatado, y obligado días atrás a ceder su cuerpo al mayor de los gemelos. Cuando se enteró que Defteros, el ser que amaba, lo buscaba como un loco, el mayor, aspros, se lo llevó a rastras, maltratándolo... y lo tenía crucificado, casi desnudo, frente a su amado.

-- ¿En serio? - Enarcaba una ceja el gemelo mayor, mientras veía con satisfacción como se humillaba el menor - No estás en posición de pedir, Defti...

-- Yo ocuparé su lugar... -- dijo valientemente Defteros, mientras observaba con  profunda tristeza las marcas y heridas que llevaba su niño inmaculado por todo el cuerpo.

"No lo hagas..." Asmita no podía articular palabra... entrecerró los párpados, mientras su cabello dorado escondía una lágrima que corría por sus mejillas...

-- Libera a Asmita... y podrás hacer todo lo que quieras conmigo...

"No te sacrifiques por mi..." En su muerto mirar zafiro se podía leer lo que trataba de expresar...

-- De acuerdo... -- Aspros desataba cada uno de los miembros del hindú, hasta que cayó al suelo... débil... mientras Defteros corría hacia él, al mismo tiempo que se escuchaba la oscura risa de Aspros... inhumana... miserable...

"detente... vete Defteros... Vete" clamó en si interior...

-- ¡¡Asmita!! - El griego llegó donde su amado mientras le quitaba la mordaza que cubría sus labios - Mi amado niño... perdóname... yo...

-- Defteros... -- Llevó su mano, que temblaba, a la mejilla morena, y la acarició dulcemente - Por qué... No debiste... yo estaré bien... -- Dijo para calmarse ante la posible separación.

-- Lo siento... si yo nunca te hubiese visto... si nunca te hubiese hecho mío... tú... -- se quedó pasmado al ver que el rubio sonreía, y las lágrimas invadieron los rostros de ambos.

-- Me gusta más cuando me llamas niño... -- dibujaba sus labios curvos y llevó la mano morena hacia su corazón -- ¿Puedes sentirlo? Mi corazón dice que jamás estuve equivocado... y no está arrepentido...

-- Levanta tus ojos... y mírame... -- Asmita obedeció, aunque no podía ver... palpó con sus yemas el rostro de aquel que amaba, mientras trataba de limpiar algunas de las lágrimas que abundaban allí - Te amo... Y no soportaría ver que alguien te hace daño... porque yo... te amo...-- Defteros lo besó con fuerza, con vehemencia, y fue de lo más sincero... casto y hermoso que se pudo llevar de él, antes de que se viese frente a la muerte... -- Ahora... tápate los oídos con algo... por favor...

-- Se acabó el tiempo Romeo -- dijo, mientras Defteros sonreía, y dejaba atrás a Asmita...-Hora del pago...

Aspros comenzó con la tortura, los gritos del menor eran más audibles... y aunque Asmita no podía escucharlo físicamente, los sentía en el corazón, como si lo apuñalaran infinitas veces. Luego de varios minutos, la cabeza rodó por el suelo, mientras Aspros se alejaba del lugar, riendo rabiosamente. El rubio la tomó entre sus manos, y reconoció los rasgos de Defteros, aún tibio... sus lágrimas cayeron... besó delicadamente esos labios, para luego destinarse al suicidio...

Porque él tenía la seguridad de que, aunque sus vidas se extinguían,  su amor no correría la misma suerte... jamás...

Estrella humilde:

Los rayos solares resplandecían cerca de sus ojos, pero nada lo deslumbraba más que el brillo de esa sedosa cabellera rubia y larga, que danzaba al compás del viento. Su innato sensual caminar, y esa túnica blanca lo carcomían. Sandalias que encajaban perfectamente con sus delgados pies. Le daban la imagen más dotada de hermosura que sus ojos hubiesen observado. Sencillamente era un ángel. Iba con una pequeña canasta, y dentro de ella, algunos ingredientes para la cena de esa noche. Sonreía sinceramente a toda persona que se le acercaba... y terminaba de hacer los mandados. Sonrió al deleitarse con esa divina imagen.

En ese momento, Asmita dirigió su presencia hacia donde se encontraba el menor de los gemelos del pueblo. Defteros bajó la mirada, tratando de ocultar su rostro de la presencia celestial que ante sus ojos se presentaba. El rubio caminó, y gentilmente se agachó, para primero, palpar con sus dedos largos y finos los rasgos del moreno. Sonrió, y luego pasó a acariciar su cabello, ante la sorpresa de este. Su corazón latía desbocado, y no era para menos, pues el chico que siempre observaba se le estaba acercando de manera inocentemente peligrosa. Extendió su mano, y animó al gemelo a levantarse de su lugar.

-- ¿quieres venir a cenar? - le propuso, ante el asombro del moreno.

-- Yo... -- miraba a todos lados, al ver el asombro de las personas de los alrededores, quienes lo miraban extraño.

-- No te preocupes por lo que dirán... ¿puedes honrarme con tu compañía? - pidió, casi suplicó.

El moreno se levantó y asintió, viendo como el rostro de su anfitrión de tornaba en uno de más pura alegría. Caminaron juntos por todo el mercadillo, en el cual se daba cuenta poco a poco de la sencillez del rubio. Sonrió, pues nunca en su vida se había chocado con alguien así. Todo en él demostraba la más pura y absoluta humildad, y él, se sentía empequeñecido por tanta muestra de bondad.

Luego de ofrecerse a llevar amablemente la canasta que cargaba el rubio, llegaron a la humilde vivienda, algo pobre pero muy bien ornamentada con plantas y decoración en el jardín. Se adentraron, y comenzaron la labor de la cocina. Cada segundo que transcurría, jugaban entre ello, con algún ingrediente, y las risas ingenuas de asmita eran música para los oídos de Defteros... el moreno sentía que cada segundo, esa belleza exótica lo hipnotizaba más...

Luego de pensar mucho, mientras servían la comida, se aproximó lentamente hacia el rubio, y este sonrió ante la cercanía. Sus labios posaron sobre los de él, en un casto beso, despertando sorpresa en el menor. Cuando sus cuerpos se alejaron, se tomaron de las manos y sonrieron tranquilamente...

-- Quédate conmigo... -- susurró, antes de fundirse en otro tierno beso, que fue correspondido intensamente como respuesta.

Porque a Defteros, esa afable compañía le enseñó una lección: no sólo se podría enamorar a primera vista por la belleza de ese ser, sino de la humildad y la sencillez de su alma, que conquistó eternamente su corazón...

Estrella Clara

Sentado cabizbajo, mirando la inmundicia que estaba bajo sus pies. No supo por cuánto tiempo estuvo corriendo, ni quería saberlo... Solo, abandonado, sin el ser que por muchos años consideró el más justo, aquel a quien amó: su adorado hermano mayor. Levantó sus manos, y las miró entristecido... su semblante cambió a uno de la más profunda cólera... con furia pasmosa gritó su nombre... maldiciéndose a sí mismo, maldiciendo su debilidad... maldiciendo su mala estrella... maldiciendo su suerte...

De repente, sintió una extraña calidez que lo arrullaba en silencio... Un dulce aliento, que lo animaba a seguir adelante... unas suaves manos que levantaban su rostro...

Y allí lo vio... puro, divino, inmaculado, hermoso...

Sin crédito a más palabras sus labios se sintieron purificados al instante con un tierno beso que el ángel le proporcionó... 

Terminado el momento, el joven rubio se sentó a su costado, mancillando la blancura de su túnica y recostando su dorada cabeza sobre uno de los hombros del mayor, sintiendo su respirar... escuchando los latidos de su corazón...

Defteros sonrió, y pasó su moreno brazo alrededor de su serafín, dejándose purificar con la delicadeza de sus suspiros. Tomó una de sus níveas manos, y la entrelazó con la suya... fundiéndose... entregándose...

 Se dio cuenta de, que por muy triste que era la situación, y que Aspros no regresaría jamás...  él de ningún modo estaría solo, gracias al ánimo y la compañía de Asmita,  siempre lo protegería... y nunca más se dejaría tumbar por el destino... jamás...

 

Estrella fuerte

Movimiento... mucha inquietud. Recostado sobre una camilla, el rubio se encontraba impaciente... llegaron los médicos, y le retiraron de a pocos los vendajes que cubrían sus ojos. Los abrió lentamente... sus párpados se elevaron... y pudo observar la luz, que lo deslumbró. Cada segundo, su visión se hacía más clara. Sonrió, entusiasmado y se dirigió a los doctores para brindarles su agradecimiento... y también la extrañeza por no reconocer la voz de Defteros entre sus acompañantes.

El galeno mayor se abrumó, y condujo a Asmita hacia otra sala, donde encima de otra camilla se encontraba el peli azul, dormido, con los ojos vendados. El hindú se acercó, y palpó su rostro con dulzura, reconociéndolo instantáneamente. Lo besó y su amado despertó.

-- ¿Puedes verme Asmita? - preguntó, con la voz entrecortada.

-- Eres hermoso... -- dijo y acarició la melena azul.

-- Que bueno... sonrió, y con la ayuda de dos enfermeras logró sentarse.

-- Un momento joven asmita... -- el médico se llevó aparte al rubio - tengo que comunicarle algo importante sobre el donante...

Asmita palideció... se quedó quieto y se sintió morir al descubrir la verdad... ¡¡Su amado era el donante!!

Corrió a verlo, y lo encontró sentado en una silla de ruedas lo más sonriente que pudo. Asmita no pudo evitar que cayeran sus lágrimas, gemía en silencio, sufría contento... Los médicos los dieron de alta, y el rubio empujaba la silla mientras sollozaba.

-- Estás muy callado -Defteros rompió el mutismo.

-- Ah, es que este mundo tan lleno de color me llama la atención... --mintió cabizbajo, observando con melancolía los cabellos azules.

Siguieron su camino en silencio... abordaron el primer taxi que vieron, y llegaron a su destino.

-- Estamos en... casa... -- comentó Asmita mientras echaba un vistazo todo con curiosidad... todo le parecía nuevo. Se adentraron, y el rubio abrazó fuertemente a su amado, percatándose este del dolor que cargaba...

-- No te preocupes por esto - susurró tiernamente - Al menos pude tener la gloria de verte... eres un  verdadero ángel... y por más que la oscuridad, ahora me envuelve, sigo viendo tu luz, Asmita...

-- No debiste--- -- dijo en un susurro  - Yo no puedo... Defteros...

Lo besó y se entregó con el alma. Su amado le dio la prueba de amor más grande... y él, debía de ser fuerte por los dos... ayudándolo y enseñándole a vivir, tal como él lo hacía antes... envuelto en las sombras y salvado por su luz...

Estrella extranjera

En las calles de Atenas nunca se había visto algo similar... facciones delicadas, cabellera dorada como los rayos solares, piel blanca... ese sensual caminar, y el olor a incienso que destilaba su presencia.

Lo vi... perfecto, cual muñeca de porcelana muy bien cuidada... sus manos sosteniendo flores... divino... precioso... Era delictivo ver a un ángel caído del cielo en su gloria...

     "Sangre hindú que corres por mis venas... ayúdame a encontrar en estas tierras lejanas lo que tanto he anhelado encontrar..."

Llegó al callejón... no pude evitar seguirlo... y allí, lo vi... tratando inútilmente de defenderse... de un par de avezados maleantes que tratan de mancillar a la más divina representación de belleza pura...

     "Por favor... no me abandones en un momento así... derrama tu protección sobre mí... no me dejes solo en un momento así..."

Me enfurecí... no lo conocía aún... pero, no puede soportar un acto de injusticia... y menos frente a un extranjero... liberé del agarre al blondo y lo puse a buen recaudo bajo mi brazo... mientras trataba de esquivar los golpes de los villanos aquellos...

     "Fuertes brazos... perfume llamativo... sin duda... alguien fuerte... puedo percibir golpes a mi alrededor... una muralla... me protege... me atrapa... me excita..."

Terminaron huyendo... la adrenalina seguía fluyendo por mis venas, segundos después de ver el rostro sonrojado de mi defendido... sonreí...

     "Me liberó de la prisión de sus brazos... sentí un palpitar extraño en mi corazón... quiero saber... quiero creer..."

-- Ya se fueron... Puedes andar tranquilo... -- dije... pero lo menos que quería era desprenderme de su embriagante aroma...

-- Gra... Gracias... -- lo escuché balbucear...  pero me sorprendí, al sentir sus tibios dedos palpando mi rostro... dibujando mi figura con ellos... sonríe, y el rubor aumenta en sus mejillas... sus sonrosados labios se entreabren... y me atraen... volviéndome loco...

Y lo besó... sabiendo que era prohibido...

Cuando se alejó de mí, volvió a sonreír... -- Asmita... es mi nombre... -- lo oí decir...

-- Defteros...

Se levantaron... y aún abrazados, se tomaron de la mano... primer encuentro... corazón robado... el encuentro de lo anhelado...

Y las dos personas se abrazaron y codiciados, se durmieron hasta el amanecer...

Estrella fortaleza

Lloraba... y su llanto me laceraba el corazón. Sus labios, hinchados por tanto mordérselos, para tratar de esconder su dolor. Lo observaba de lejos... sabía perfectamente que, no debía de incomodarlo en estos momentos... pero moría por correr e ir a abrazarlo, ser su apoyo. Dejaba que la suave brisa choque con su nacarado rostro, que sus cabellos de oro se contorneasen al compás del viento. Sujetaba con fuerza un dije extraño que colgaba de su cuello, y sus lágrimas caían, abundantes, profanando la perfección de sus faz.

Salí de mi escondite, y me dirigía hacia él. Al darse cuenta de mi presencia, inútilmente trató de secarse las lágrimas con el dorso de su mano. Lo observe... destrozado como nunca, con una honda tristeza acunando su alma. Lo atraje hacia mí, y me correspondió el gesto, descargando toda su melancolía en mi pecho. Atiné a acariciar su preciada cabeza, a deleitarme con la suavidad de sus cabellos de ángel.

-- Mañana me adoptan... -- dijo al fin, helando mis sentidos - Me llevarán lejos...

No pude escuchar... ¿Asmita nos dejará? ¿Por eso su dolor? ¿Qué es lo que no quiere dejar aquí?

Aun pasmado por la revelación, me dediqué a contemplar su belleza por última vez, el reflejo de la madre luna le daba un aire místico... divino...Pasé mis ásperas y morenas manos por su fina cabellera, y me emborrachaba con su aroma.

-- ¿te gusta mi cabello? - Asentí - Podrías peinarlo en una trenza - pidió y obedecí. Cuando estuvo lista, me sorprendió con una tijera, y recortó su preciado cabello, dejándolo hasta la altura de sus hombros - Quédatelo Defteros...-- Me lo ofreció.

No puedo...

-- Así te recordaras de mí...

No debo...

Aún con la trenza en sus níveas manos, dudaba si tomarla o no. Me acerqué a su rostro de porcelana, y deposité en sus labios, el más casto beso que nos dimos de niños. Cuando me separé, vi sus mejillas teñidas de carmín. Tomé su cabello, y sonrió. Se dejó abrazar nuevamente, y así estuvimos toda la noche.

Al día siguiente cuando desperté, ya se hubo marchado. No nos dijimos adiós, pues el destino se encargaría de juntarnos nuevamente...

Estrella Inferior

Siempre fui considerado imperfecto... no entiendo el por qué... desde que nací... y vivo escondido usando esta maligna máscara soy tratado como "el inferior" "el nacido bajo la estrella de la maldad" "el maldito"... desafortunadamente estoy condenado a vivir entre las sombras, escabulléndome en ellas... a ser su único compañero. Más, cuando el crepúsculo vespertino sorprende al santuario... y empieza la noche, son los únicos momentos en que puedo ser libre...

Un día como todos, los aspirantes a caballeros terminan su jornada de ejercicios, todos tienen un lugar al que volver... Los observo desde mi escondite... en especial a ese rubio que siempre permanece con los ojos cerrados. Asmita es el único que me trata como Defteros... no como al segundo, ni como la encarnación del mal...

Sigo su sombra, tranquilamente... como todas las noches, se dirige a las límpidas aguas del arroyuelo cercano al santuario... Miro a los costados... no hay nadie...

Se sienta sobre una piedra plana que sirve como asiento improvisado, y remoja sus níveos pies en las aguas serenas, como su alma. Me acerco a él, y se sorprende... descubre mi aroma... sonríe...

En su postura de sosiego, se prepara para recibirme, y regalarme el más dulce de los besos... sin comparación alguna...

Porque con él me siento el amo del universo... porque con él me siento superior, mas no inferior...

Y como dos niños traviesos, nos dedicamos a refrescarnos con la brisa nocturna, sus cabellos dorados se mecen para mi deleite... bajo mis brazos, su respiración suave me llena de una sensación incomparable de paz...

Estrella de la sabiduría noble

Se encaminó por los amplios jardines de la morada, bellas estatuillas lo adornaban y una especie de pequeña pileta, en cuyo frente se encontraba un toldito, acoplado con cojines de la más costosa seda. Grecas de oro, doncellas ataviadas con sencillos trajes... y en el medio de ellas, hermoso como la luna llena, se encontraba el ser de todos sus tormentos... su instructor... su salvador...

Ataviado en piedras preciosas y un Sari finísimo, sus cabellos húmedos adornados con moneditas de plata y la piel fresca... sonrosada, como si acabase de darse un baño en pétalos de rosa. Sonrió al darse cuenta de su llegada, y con una palmada de sus manos, dio la orden para que lo dejasen a solas. El peli azul, aún incómodo entre tantos lujos, tomó asiento sobre uno de las almohadas que le ofreció Asmita.

Después de contemplar infinitamente su belleza, y juraría que se había alistado fervorosamente como para una noche de bodas, estuvo atento a recibir otra de las enseñanzas de su mentor. El rubio se puso de pie, y se acercó peligrosamente a la piel morena. Cuando estuvo cerca, sacó a relucir un libro escondido debajo de las alfombras... mientras palpaba la portada con sus finos dedos. Las pulseritas que colgaban de sus muñecas producían una música excitante para el gemelo menor. Confirmando lo correcto con una tierna sonrisa, tomó la mano morena, para dirigirla a su corazón. Defteros se quedó sin palabras... El tiempo para él se detuvo... hasta que escuchó la voz melodiosa de su amor platónico...

-- Hoy te enseñaré sobre el amor... -- susurró provocativamente sobre el pabellón de su oreja, y notó la piel de su invitado erizarse.

-- Pero... -- balbuceó el peli azul - ya hablamos sobre ello...

-- No sobre el amor carnal... - y le mostró la portada del libro... -- la unión divina...

Puso en sus manos el ejemplar del Kamasutra, mientras sonreía coquetamente... vaya forma de amor, pensó Defteros, comiéndolo a besos, y dispuesto a seguir las nobles enseñanzas de su maestro.

Estrella heroica

¡¡¡Incendio...!!! ¡¡¡Incendio!!!

El calor infernal calaba mis huesos... el olor a humo penetraba hasta lo más recóndito de mis pulmones... pero yo... firme a mi promesa... no quise moverme de mi lugar... nuestro lugar... aquel en el que me prometiste volver... y yo esperaré... así tenga que consumirme en el fuego...

Las llamas incesantes arden... me arrinconan, arremeten contra mi... y yo, me aferro más a tu recuerdo, tu olor impregnado en aquel lugar se va perdiendo gracias a la pestilencia del humo...

Calor, no puedo más, caigo sentado, recuesto mi cuerpo contra la pared... trato de evocarte... Regresa Defteros... Sollozo, no puedo más... Hasta aquí llegué...

Aún te amo... no puedo olvidar nuestra promesa... y aquí te espero... firme. Tus palabras resuenan en mi pecho... Aún te deseo entre estas llamas... Aún recuerdo la magia de aquel beso... la dulce melancolía del adiós... la embriaguez del sabor de tus labios.

Escucho los gritos de desesperados de Degel pidiendo que corra... ¿Huir? ¿A nuestra promesa fallar? Morir es mi primera opción... Jamás podría desistir de nuestro pacto...

El calor va en aumento, una viga ardiente cae cerca de mi... estoy atrapado... sonrío...  Nadie si no tú podrá retirarme de este sitio... Todos me buscan... no doy señal.

Entre la oscuridad de mi ceguera... puedo sentirte, tu varonil aliento me abraza...

Una lágrima cae... me sorprendo...

Un beso... tu presencia...

Bebo de tus labios hambrientos... reconozco tu figura, llorando sonriente Me sujeto de tu pecho firme... abrazo, palpo... Eres tú... regresaste...

Te siento mío aún sin tenerte... Mi amor... me llevas en tus brazos, me sujeto... la brisa fría golpea mi rostro... Caminas inmutable... Ahogo mis lamentos, me recuestas, anhelo de tu cuerpo...

No me dejes... no lo haces... tomas mi rostro con tus morenas manos... sonrío, mis lágrimas arden... acallas mis gemidos... me susurras mil te amos... correspondo...

Fuera del peligro, ahora lo que me abrasa son tus cálidas caricias... héroe solitario... al temor ahuyentas...

Estrella de la precipitación: ¡¡No creas lo que escuches!!

-- Anda Defti... -- saltoneaba Aspros, en esos únicos momentos que se desvivía por sacar de las casillas a su gemelo menor.

-- Deja de molestar... ahora no... -- decía el aludido, muy atento a unos escritos que le pusieron en pila minutos atrás.

-- Pero... me vas a negar que no te atrae su belleza extraña...

-- Aspros...

-- ¡¡Admítelo!! ¡¡Yo sé que te gusta!!  Mira... en tu frente tienes escrito con letras mayúsculas "a mí me gusta Asmita..."

-- ¡¡RAYOS!! ¡¡YA TE DIJE QUE NO ME GUSTA ASMITA NI NADA!! - Defteros lo gritó a todo pulmón... Craso error... Delante de los gemelos, el mencionado rubio dejaba caer unos fólderes manila, sus ojos sin vida abiertos... el  tenue viento meciendo sus dorados cabellos...

-- Asmita... -- el mayor balbuceo... asustado, viendo cada una de las reacciones en el semblante hindú.

--- Yo...solo vine a dejar esto... -- Salió corriendo, olvidando lo que tenia que hacer, olvidándose de todo lo existente en aquella habitación.

Defteros estaba sin habla... no se esperaba eso... nunca, ni en sus más locos sueños lo hubiese deseado... Miró con desaprobación a su gemelo, para luego salir corriendo tras el rubio.

-- Ah... y luego dice que no le gusta - Al fin concluyó.

Luego de unos segundos, que para el griego fueron eternos, logró alcanzar la delicada figura de Asmita... se había agotado... respiraba agitado, apoyando sus manos sobre sus piernas... La lluvia reciente caía sobre él... empapándolo.

-- Asmita... yo...

-- ¿Sucedió algo? - dijo en una sonrisa, mientras sus ojos cerrados dejaban caer algunas lágrimas, que se confundían con las gotas de lluvia.

-- No digo... es que... lo que dije hace un momento...

-- ¿Dijiste algo? - Cortó serenamente el blondo, levantando su rostro fino, y echando la rubia cabellera por detrás.

-- En serio... -- continuó el peli azul - esto no era lo que yo deseaba... nunca lo quise decir de esta manera... es que yo... -- se mordió el labio inferior, tratando de comerse la vergüenza que se esparcía por sus mejillas, tiñéndolas de carmín.

-- No importa... -- susurró tiernamente, acercando su figura esbelta al cuerpo moreno - En realidad... estaba considerando volver a salir con Aspros... -- la venganza es dulce, y Asmita lo dijo sin pensar, imprudentemente, tratando de despertar reacciones en el gemelo.

-- ¿Con... Aspros? - balbuceaba, muerto de la impresión... esa si que no se la esperaba, era un golpe muy BAJO para su ego... su arrebatada mente comenzó a volar, analizando y buscando ese algo en las palabras de su hermano... la insistencia de saber si Asmita lo traía loco -cosa que era verdad--  y lo que concluyó fue que su gemelo también gustaba de SU Asmita.

-- Si... -- continuó con la farsa - Es que él es tan buena onda... -- más castigo - y bueno, como que no le agrado a un gemelo... quizás el otro hasta me dé premio...

-- ¡¡Cómo!! - Defteros enloqueció... cegado por los celos, tomó de la cintura al hindú, ante el asombro de este, y le plantó el beso más fogoso que en toda su vida dio.

-- es que acaso... yo no te gustaba... -- seguía clavando la espinita...

-- ¡¡PUES CLARO!! ¡¡NO ME GUSTAS!! ¡¡YO TE AMO!!

-- Ah... esto... esperaba una declaración más bonita y romántica... no en medio de esta lluvia - se quejó Asmita, haciendo un gracioso puchero.

-- Bueno... eso si quieres lo dejamos para la noche... -- pausó-Ahora tengo uso documentos que revisar... y otro asuntito pendiente...

-- bien entonces espero... -- le hizo manito, deseándole que le vaya bien.

Cuando Defteros llegó a la oficina, pudo ver a su gemelo mayor recostado sobre su escritorio -cosa que nuevamente malinterpreto- lanzándolo de un par de coscorrones y mandándolo a volar, sin motivo aparente para Aspros.

-- ¡¡Y nunca más te metas con lo que es mío!!

Refunfuñó... se la pasó arreglando los papeles, pues la noche lo llamaba... y quién sabe, un rubio ansioso también...

 

Notas finales:

si les gustó ^u^

saben que hay un club ^u^

únanse y seamos más gente blasfmica ^u^


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