Cuando Sasuke y Naruto tomaron la decisión de casarse, sabían que sería difícil para ellos ante la sociedad, a pesar de que Naruto fuera el Hokage; cuando decidieron adoptar un niño para formar familia, sabían que tampoco sería una empresa fácil. Pero lo que no sabían es que la tarea más difícil vendría cuando tuvieran que enfrentar las preguntas de su pequeño…
Nunca antes le habían comentado que era adoptado, puesto que le consideraban como hijo propio, Sasuke le propuso planteárselo a la edad de ocho años, cuando el niño fuese un poco más racional y no sintiera que lo estaban engañando en cuanto a su cariño, pero por complacer a su rubio esposo habían pasado los ocho, nueve, diez y once años, ahora; a la edad de doce, su hijo se graduaba como ninja y comenzaba su etapa gennin:
-Padre, papá… ¿puedo preguntarles acerca de algo?-ambos estaban en la cocina preparando la cena, cuando menos el rubio eso intentaba ya que su azabache le daba pequeños besos detrás de la oreja mientras le abrazaba por la espalda.
-Hummp…- fue la respuesta del Uchiha al ser interrumpido por el pequeño. Ambos lo siguieron hasta la sala, que era el lugar que había señalado el menor, y se sentaron delante de éste.
-¿Y qué quieres preguntarnos, Mina-chan?- preguntó el ojiazul con aquella sonrisa angelical que lo caracterizaba; el menor tosió para corregirle…- Oh… oh, es verdad, lo siento, Minato-kun.
-¿Qué no es obvio? Nuestro hijo quiere preguntarnos sobre sexo, ¿no es así, Minato?- el azabache recibió un golpe por parte del rubio acompañado de un puchero de enojo.
-¡¡No!!- Negó fervientemente el menor algo irritado- de "eso" ya sé, gracias a que Sakura-chan me explicó por qué mi papá gemía de ese modo en las noches…- el Uchiha recibió otro golpe por parte de su rubio; en parte por la vergüenza.
-¡¡Auch!!Naruto, no seas tan agresivo, sólo pensé que ya estaba en la edad de saber…pero bueno, entonces, ¿qué era lo que querías preguntar?
-Bueno…-suspiro con pesadumbre- Sé que ustedes no son una pareja amm… cómo decirlo… "normal"- acentuó la palabra un poco dudoso- es decir, dos hombres… no pueden procrear hijos, ¿cierto?
Ambos esposos se miraron un tanto sorprendidos por el breve discurso, pues no había tal pregunta, sino que el menor intentaba; al parecer, que le confirmaran su enunciado. Era obvio que tarde o temprano se daría cuenta de que era adoptado por parte de ambos Shinobis.
-Bueno, tienes razón…dos hombres no pueden procrear, a pesar de que pensamos que tu papá si podría, ya que… bueno, si kyuubi era asexual bien podría haber funcionado, pero no, parece que el maldito zorro prefiere ser zorro antes que zorra…
-¡¡¡Sasuke…!!!- le reprendió Naruto acentuándole otro golpe. Miro a su hijo con aquellos ojos paternales con los que siempre solía explicarle las cosas, con delicadeza y paciencia, y sobre todo…amor.- Verás hijo, tu padre quería decirte desde pequeño que eras adoptado, demo… como siempre te hemos considerado como nuestro hijo propio, bueno… te hemos criado y querido como tal, ¿estás enojado con nosotros?- la voz de su papá sonó un tanto preocupada y entristecida, caminó hasta ambos padres y abrazó al rubio.
-No puedo estar enojado con quienes me han dado todo, en especial su cariño… sólo quería que me confirmaran que soy adoptado… muchas gracias por cuidar de mí, padre…papá- el rubio abrazó con fuerza a su pequeño sonriéndole y susurrándole un "te quiero", mientras una sonrisa de medio lado se dibujaba en su rostro, sonrisa que solía aparecer en los momentos de malicia del Uchiha y que el menor; sin quererlo así, había adquirido.
***
Pasaron tres años antes de que las cosas cambiaran entre ellos, después de todo, Minato sabía que debía madurar intelectual y sexualmente antes de emprender la más grande lucha, por amor. Ahora que sabía que no compartían la misma sangre, podía sentirse menos culpable de sus sentimientos y sus deseos, aunque le preocupaba que esos sueños, que aparecen junto con la pubertad, deterioraran su salud mental; sobre todo ahora que su padre tenía más misiones y por lo cual debía quedarse a solas con su papá. Naruto preparaba la cena cuando sintió como unas manos grandes y fuertes se entrelazaban en su cintura, sintió una cálida respiración detrás de su oreja y un mentón acomodarse en su hombro.
-Sasuke…- ladeó un poco la cabeza para mirarle, pero encontró a su hijo con los ojos cerrados quizá por el cansancio y el estrés de sus entrenamientos y misiones.-Mina…Minato-kun- corrigió a tiempo.- Gomene, a veces se me olvida lo mucho que has crecido y aún sigo esperando tu cabeza en mi espalda, ne… ¿te acuerdas de esos momentos?-No hizo ningún intento por apartar a su hijo, después de todo eso era para él, seguía siendo su pequeño hijo de cabello azabache que insistía en comparar con el Uchiha, insistiendo en lo mucho que se parecía a su padre; que por más que lo comparara seguía sin ser su verdadero padre.
-Hummp- odiaba que su papá lo comparara con el azabache, aunque sabía bien que había adquirido ciertos gestos del Uchiha, le gustase o no; pero aquello bien podía ser un arma para el futuro. Continuó con los ojos cerrados, con aquello olvidaba parte de su enojo, concentrándose en percibir el aroma del rubio.- Papá, ¿recuerdas que también, cuando era pequeño y mi padre se iba de viaje, tú y yo solíamos dormir en la misma cama?
-¡Oh sí!, era porque siempre pensé que le extrañarías, ¿por qué?-acarició con ternura y despreocupación las manos de su hijo que seguían posadas en su cintura, haciendo que la espalda del menor se estremeciera un poco ante el contacto.
-¿Y si te digo que le extraño, ahora?- sonrió discretamente con malicia y entreabrió los ojos, notando que su rubio padre seguía concentrado en el estofado que preparaba, aunque pudo ver una leve sonrisa aparecer en su rostro, al igual que un pequeño sonrojo.
-Yo también le extraño, cada que se marcha de una misión me siento extraño… Después de todo tú también amas a tu padre- Minato hacía un esfuerzo por escucharle y no aparentar aquellos celos, volvió a balbucear el "hump" como queriendo confirmárselo, la verdad era; que odiaba a su padre por poseer lo que él quería, a su papá- En fin… ¿quieres que durmamos juntos? Así nos hacemos compañía, tal vez… Aún no dejas de ser el pequeño niño de papá- acarició sus cabellos de manera paternal, dándole a probar el estofado del día.
-Bueno…- Probó lo que daba, en parte porque aquellas palabras le recordaba que el ojiazul seguía contemplándolo como a un niño, como a su hijo, ¿qué no se daba cuenta él también que no compartían la misma sangre? Tenía tantas ganas de hacérselo notar…. Nunca antes había cenado tan deprisa como ese día, una vez terminada la cena su rubio padre tomaría una ducha y se iría a la cama con él. Sólo esperaba que esta noche sus hormonas no le traicionaran y le provocaran algún sueño húmedo. La espera fue eterna para quien se había puesto el pijama en segundos y se había colado por entre las sábanas en la espera de… ¿un amante? No, un amante no era especial hasta haber cohabitado con él. Tanto le deseaba, tanto lo esperaba que se sumió en sus pensamientos y fantasías, una vez más; cuando el rubio salió por fin del baño, vestido también en su suave pijama, sonriéndole con despreocupación. El rubio le abrazó como cuando pequeño, a sus espaldas y por la cintura, como si aún siguiese siendo un niño de ocho o doce años y no el muchacho de quince con el que estaba durmiendo realmente. El pelinegro dio un giro para quedar cerca de su pecho y abrazarle también, después de todo si el rubio quería seguir aparentando que era un niño pequeño, bien podía aprovecharse de ello. Trató de acomodarse para quedar un poco por la altura de su frente y poder así acomodarle un beso en ésta. Sonrió complacido consigo mismo por ese pequeño, aunque insignificante triunfo.
-Mmm, Sasuke…-susurró entre sueños el Uzumaki, provocando que un choque de tremenda ira envolviera al menor que le observaba abrazado a él. Había susurrado el nombre de quien sería su eterno rival, su estorbo…en definitiva, el rubio no podría amarle mientras ese Uchiha existiera, pero; aún existía la duda de si su padre sabía o no de sus sentimientos hacia el rubio. No, después de todo él era Minato Uchiha, y ese apellido no sólo era parte de su nombre, sino de su propio ser. Sobre todas las cosas, si algo había aprendido de su padre, era que un Uchiha siempre consigue lo que quiere.