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Feliz Cumpleaños Papi. por YoAmoaHidan

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenecen, aunque hay dos de mi creación, los otros dos son del amado Masashi-kun x3.

Advertencia: Téngase claro un Mpreg, si leíste "Lo Testarudo y La Avaricia blablabá", sabrás de quienes se tratan los Oc's.

Dedicado a Hidan por su cumpleaños número inmortal. 2 de Abril del 2010; que cumplas muchos 22 añitos xD

Sus pequeñas mentes en desarrollo funcionaban a mil.

Se mordió el labio inferior al saber que no encontraban algo adecuado para su Papi. Si el minuto pasará, le sangraría.

Tenían once años, no eran tontos, aunque le dijeran que poseen la misma actitud testaruda de su progenitor quien los parió con dolor.

Cayó rendido a la cama, extendiendo ambos brazos sobre su grisácea melena. ¡Joder! No le agradaba para nada regalarle. Itami y su Papi no se llevan bien, sus personalidades colisionaban en cualquier circunstancia, sin embargo era su Papi, y Otōsan lo castigaría si no le da un regalo. Otōsan da miedo cuando se enoja.

Seguía meciendo sus piececitos que colgaban de la cama. Sus manitos apoyadas sobre ella. Sus orbes de tonalidad de vino tinto deleitaban el piso de alfombrado opaco. Hizo una mueca de molestia. ¡Rayos! Quiere mucho a Papi pero no sabe que regalarle. Y también le tiene miedo a Otōsan. Otōsan es malo, muy malo. Volteó indecisa a ver a su hermano.

—Oniichan. —llamó, si es que sabe que presente dar o algún tipo de idea.

—No sé. —contestó en seco, cerrando los ojos. —Una peineta o qué sé yo.

— ¿Qué crees que le regalará Otōsan? —aquella no fue muy buena. Itami pensaba en el regalo de Kakuzu, y no fue algo maravilloso imaginárselo. Le dieron nauseas. Enseguida se levantó de la cama, caminado para salir de la habitación. Su hermana menor miraba desentendida. — ¿Dije algo malo?

—No quiero saber el regalo de Otōsan. Voy al baño. Tú piensa algo bueno. —su estomago se revolvía a mil, y salió del cuarto.

Todo quedaba a cargo de Hitomi. Cual se puso de pie. Se paseó de aquí para allá con los brazos cruzados pensando en el cumpleaños de Hidan.

Uhm…

No hay resultados.

Bastante cansada salió de la habitación. Recorrió el pequeño pasillo que la llevaba donde sus padres y el comedor, pero se detuvo al escuchar tal conversación. Se apego a la pared para no ser descubierta.

— ¡¿Cómo que lo votaste?! —Papi estaba exasperado con Otōsan. No comprendía el por qué, sin embargo la curiosidad era grande. A decir verdad, ellos discuten por lo más mínimo. —Kakuzu, eso era preciado para mí.

—Lo sé Hidan, fue sin querer. Ya no hay modo de recuperarlo. —se sentía culpable. Sabía a la perfección que aquello era muy importante para su esposo, incluso para él mismo. Y fue su culpa por haberlo extraviado. Fue sin querer.

— ¿Dónde lo perdiste?

—En el bosque. Lo busqué en todas partes pero no lo encontré. —cuando lo había perdido, sus corazones palpitaron a gran velocidad, era como perder la vida. En eso se encontraban todos sus sentimientos. Pero…

— ¿Y qué hacías con eso?

—Lo iba remodelar… por tu cumpleaños. —la azabache entendió que no se trataba de las típicas discusiones, esto tenía que ver con el cumpleaños de Papi. Y él iba a regalar algo que lo perdió. Al parecer era muy importante como para sentir ese ambiente de angustia. Para remediarlo y a la vez tener el presente de Papi, tendría que al bosque con su…

— ¿Qué haces aquí espiando? —… hermano. Su visita al inodoro fue rápida.

Ella sobresaltó; los nervios le pararon los pelos, e inmediatamente tapó la boca de su gemelo, arrastrándolo a la habitación, mientras que él no comprendía absolutamente nada.

En cuanto al matrimonio masculino, el menor le pidió que fuera a echar un vistazo. Si los inmortalitos se yacían espiando, los castigarían, pero no fue así. Kakuzu observó a cada lado, no había nadie. Regresó a seguir la conversación con Hidan.

Una mezcla de turbación y miedo. Acorralado en la pared. Sus labios se oprimían por unas manos que no son suyas, mientras le silenciaba.

Intentó musitar, una alarma para que lo suelte, y ella accedió.

La agitación se hizo presente. Tragó saliva para recuperar el aliento. Luego miró a su gemela de mismo color de ojos, arrugando el entrecejo.

— ¡¿Qué fue todo eso, joder?! —exigía una explicación por el repentino traslado de sitio.

— ¡Cállate!

—Te dije que pensaras en algo, mientras que yo iba al baño, tonta. —dijo cruzándose de brazos.

—Por tú culpa, casi me descubren. Pero eso no importa. Ya sé que regalar a Papi. —la fisonomía de Itami cambió drásticamente a parpadear varias veces y tener la curiosidad de saber.

—Dímelo.

—Escuché que Papi tenía algo muy importante. Otōsan tomó ese objeto para remodelarlo o algo así —decía observando la pared como si fuera ella quién le recordase todo. El de cabellos grisáceos miraba fijamente con mucha atención. —, y se le perdió en el bosque. Papi está muy mal.

— ¿Quieres que vayamos al bosque a buscar eso? Nos puede pasar cualquier cosa.

—Pero es que… es el regalo de Papi. Ya sabes lo que pasará si no le damos… Los dos estaban tristes.

—Tch. De acuerdo. Pero si nos descubren, tú serás la culpable.

—Bien. ¿Te puedo dar un abrazo?

—No. —aunque se haya negado, por la fuerza fue rodeado por los brazos de su hermanita. —Maldición, ya suéltame.

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Humedad; olor a pasto seco. Las ramas secas eran aplastadas por ellos. No saben el milagro del cómo salieron de la casa sin ser notados. Exploraban el lugar donde supuestamente Kakuzu perdió ese objeto. Debían encontrar hoy mismo el regalo, ya que el cumpleaños es mañana.

Itami chasqueó la lengua porque no encontraba nada parecido a eso llamado "importante". Si le pertenecía a él, seguro sería algo que ver con Jashin, sangre, masacre, o cocina. Se penetró entre la yerba.

La morena iba en las mismas situaciones que su hermano mayor, y casi en los mismos pensamientos. No obstante, todo eso se esfumó de su mente cuando vio; quizás el apreciado regalo de Hidan. Sin dudarlo se acercó y se agachó. Enseguida le sacudió la tierra. No podía creer lo que veía.

— ¡Itami-nii!

El aludido rápidamente fue donde ella. — ¿Qué?

—Mira, esto es.

—… ¿Segura? No lo puedo creer.

—Sí. ¿Tienes papel de regalo?

—Le pedimos a Otōsan.

— ¡Tenemos el regalo de Papi!

—Sí… muy bien, vámonos, nos pueden castigar, y no quiero perder mi mesada, joder.

—Yo tampoco.

—Antes de irnos ¿me ayudas a buscar una lagartija?

—Pero si ya tuvimos una.

—La que tú mataste.

—Era una niña.

—Sí… claro.

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Chocolate caliento. ¡Uhm! Un buen desayuno para comenzar el día y calentar el cuerpo de la helada mañana. Su acompañante pan tostado, sobre esto la derrita mantequilla por culpa del calor, crujiente al morder.

Al terminar, ambos infantes se observaron. Se pensaban lo mismo. Asintieron.

— ¡Termine! —informó Hitomi.

—Oigan, hoy día vamos a… —Hidan se había dado vuelta, estaba limpiando los platos y ese tipo de cosas. No alcanzó a decir todo, ya que ellos se fueron del comedor muy rápido. —…Han mejorado… —se sorprendió. Quizás la escuela ninja les enseñan muy bien. Excelente calidad de educación… según el eslogan.

Ahora que lo recuerda, hoy es su cumpleaños. Sus hijos no lo saludaron. El único que lo hizo fue su marido. Chasqueó la lengua y regresó a lo anterior.

Los ojivioletas entraron a prisa a su cuarto buscando el regalo de Papi que lo alegraría bastante. Luego bajaron donde anteriormente se encontraban.

— ¡Papi! —exclamó la morena. Hidan enseguida volteó, y vio a los gemelos al frente suyo.

— ¿Sucede algo? —preguntó ingenuo.

—Entrégaselo tú. —le dijo a su hermano mayor.

— ¿Qué?... joder. Bien. —con el semblante serio, aceptó el envoltorio de regalo. Después se acercaron al Jashinista confundido. —…Em… Tch. Feliz cumpleaños. —extendió los brazos que sostenían el presente.

Hidan dibujo una sonrisa.

— ¡Ábrelo, ábrelo! —dijo entusiasmada.

Obedeció.

Sus orbes se asombraron tanto al ver aquello en sus manos. No lo podía creer. Ellos lo recuperaron… pero…

— ¿Don-dónde lo encontraron?

—Oí una conversación de Otōsan y tú. Fue sin querer, y escuché que eso se había perdido en el bosque.

—Y salimos a buscarlo. ¿Es importante no?

—…Sí… gracias.

— ¿Qué hacen reunidos? —preguntó Kakuzu, quien recién había aparecido.

—Kakuzu, ellos lo encontraron. —estaba contento. Se aproximó al moreno mostrándole el regalo. Él iba a preguntar cómo. —En el bosque.

Kakuzu los miró.

—Fue idea de ella. —Itami acusó enseguida antes de ser castigado por salir sin permiso.

—Bien hecho. —dijo el inmortal mayor. —Eso es importante para tu padre, y es un regalo. Pero no están libres del castigo. —no todo era color de rosa.

—Joder Kakuzu, no seas así. Además, este cuadro es algo significativo. —serio, se acercó a sus hijos, colocándose a la misma estatura. —Aquí tenían dos años. Bastantes molestos, pero es significativo.

—Es una foto familiar, y no me gusta. —recalcó Itami.

— ¿Por qué?

—Me peinaste para atrás, joder. —molesto, se cruzo de brazos. Gracias a Jashin, ya no lo peina.

— ¿Papi, te puedo hacer una pregunta? —preguntó, y él acertó. — ¿Cuántos cumples?

—Veinte y dos.

— ¿Eh? —se desconcertaron lo gemelos.

—Entonces nos tuviste… —comenzó a balbucear Itami. No era posible que él los tuviera tan joven.

—No es eso —interrumpió Kakuzu antes de que ellos hagan una visita al sicólogo. —. Saben que Hidan es inmortal, y no envejecerá… o al menos eso creo.

—Es decir… ¿qué siempre tendrás veintidós años?

—Sí. —respondió el albino.

—Entonces cuando nosotros seamos viejos, tú seguirás teniendo veintidós. —dijo Hitomi.

—Em… sí…

—Es injusto.

—A mi me da igual. —dijo Itami.

—Bien, bien, se termina conversación. Tengo una reserva en un restaurante —decía Kakuzu. —, para celebrar tu cumpleaños.

— ¡Vamos a salir! —gritaron de alegría los dos chicos, creyendo que el castigo se ha olvidado.

—No crean que se ha olvidado el castigo.

—Joder.

Notas finales:

N/A: En verdad no sabía que regalo darle a Hidan por parte de sus hijos, y esto fue lo único... lo sé, lo sé no es tan bueno... TToTT pero comprendan!!!

Bueno.... me falta subir el otro fic de cumple de Hidan por parte de Kakuzu... xD... no tanto...

Review's por el cumple de Hidan?


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