-…Bueno…ya llegamos-un joven rubio de aproximadamente 17 años de edad, tez morena, ojos azules y vivaces, con cicatrices en su cara en forma de “bigotitos” y de encantadora sonrisa se dirige a su invitado, sin respuesta de su parte.
-Vamos, no seas tímido-sin darse por vencido toma la mano de esa persona, alto, tez pálida, ojos y cabellos azabaches, resaltando su mirada vacía y la escasa, casi nula, motricidad de sus miembros.
El joven rubio, sin borrar su sonrisa, y con un exagerado entusiasmo conduce a su invitado entre medio de envases vacíos de comida, ropa sucia, cachivaches, objetos de dudosa procedencia e inclusive unos cuantos insectos hasta la cama -igual de desordenada y con cosas innecesarias sobre ella- donde, tras mover unos cuantos desperdicios y sacudir ligeramente el colchón –matando algunas arañas en el proceso- sienta en ese lugar al pelinegro.
-Espérame aquí, ¿vale? Me daré una ducha rápida, ah y…perdona por el desorden…y por las arañas y…bueno, tu sabes, jejeje-sin más, el oji-azul se encamina hacia el cuarto del baño.
Transcurridos 10 minutos -sino es que menos- el rubio sale del baño, sólo con unos shorts cortos color naranja y una toalla en el cuello, como acto reflejo dirigió su mirada hacia el moreno, el cual seguía en el mismo lugar de la cama, sólo que ahora tenía las piernas recogidas, abrazándolas con fuerza y con el mentón apoyado en sus rodillas, mirando hacia un punto y ninguno a la vez.
-…Sasuke…-al ver esa escena, algo dentro del oji-azul se quebró y, sin poder aguantar más la situación borró la sonrisa de su rostro, al tiempo que se dirige hacia su invitado y, con 2 rápidas zancadas queda delante del peli-negro, este, sin cambiar su expresión facial levanta el mentón para mirar directamente a aquel -o aquello- que tapaba su visual, viendo un mar azul inquieto y brillante.
En un instante, el rubio -como pudo- abrazó al moreno con intensidad, enroscando ambos brazos por encima de los níveos hombros, posando una mano en su espalda y la otra en su nuca, dejando recargada su barbilla en el hombro que quedaba “libre” de su agarre
Un sollozo se escuchó en toda la habitación. Tras el primero se sumaron otros tantos y, tras ellos, palabras incoherentes susurradas en la oreja del mayor entre un hipeo y otro.
-Te traeré de vuelta, Sasuke, lo juro…-susurraba ya de manera coherente, humedeciendo con sus lágrimas el hombro del mayor e hipando sin parar-así me cueste todo, te traeré de vuelta conmigo-con esas palabras, el oji-azul afianzó más su agarre.
Y, mientras dejaba salir todo lo que sentía, el rubio no pudo evitar el recordar los motivos por el cual se encontraban ambos en esa situación. Los motivos por el cual ya no lo perseguía intentando llevarlo a la aldea con él, así resultase a simple vista una tarea imposible para el rubio.
Con congoja recordó los motivos por el cual su mejor amigo, su hermano, su -ex- compañero de equipo había quedado en semejante estado.
No pudo evitar el rememorar como su ser más preciado se perdió y se convirtió irremediablemente en lo que era ahora…
Un autista.