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Roces y Voces por Lady Marivet

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Notas del capitulo:

Apedido del público les presento el segundo cap...

Gracias por los reviews...

Los contestaré enseguida (no ahora, por que toy muy agetreada ^^)

A leer...

Capítulo 2:  Escondiéndonos.


 


 


El pulso del Gryffindor estaba inerte, pudo sentirlo al palpar su muñeca. Al rozar sus mejillas frías y gritarle hasta quedarse sin voz…


 


No tenía sentido. Nada lo tenía desde que se encontraron en este día. Primero fue espiado. Luego discutieron. Lo besó y el otro le correspondió… Después volvieron a discutir y cuando se dio cuenta, otra vez estaban cerca, muy cerca… frotándose, sintiéndose, hablándose y… fue ahí cuando todo el suceso se terminó, al ser coronado con un Potter retorciéndose como loco entre sus brazos, balbuceando cosas inteligibles cerca de sus labios y perdiendo el brillo en sus ojos junto con el aliento mentado que antes había saboreado.


 


Ver a Potter totalmente quieto y frío. Ahí tirado en el piso, a sus pies… Como muchas veces lo quiso… Cómo muchas veces le enseñaron a desearlo, era… indescifrable. Solo había un problema… No era ni divertido, ni soñado… ni toda la mierda que antes creyó podría ser…


 


Draco debía haber viajado a otra dimensión sin darse por enterado.


 


Nunca se sintió tan ligero. Tan inservible. Su espíritu debería estar vagando en otra dirección… muy lejos del actual sitio en la que ese saco de carne y huesos que ahora sentía era su cuerpo.


 


Tal vez, sólo se trataba de un sueño… Una pesadilla que pretendía expresar su rencor contra toda la gente que le rodeaba, antes lamía sus pies y el suelo por donde los posaba, y ahora estaban deseosos por juzgarle y condenarle sin titubeos.


 


Sus ojos recorrieron el pasillo destruido en donde se desarrollaron los hechos más insólitos entre él y… Potter. Rápida y desesperadamente volvió a mirar al Gryffindor, postrado en el cimiento de piedra ¿En qué momento se levantó del suelo. Si hace instantes él estaba recostando y sacudiendo al Héroe?  No lo recordaba… 


 


Se quedó por varios minutos observándolo…


 


Su enemigo… La única persona realmente valiosa e importante que conoció, le había rechazado en el primer instante que se conocieron. El único que se rehusó tajantemente a ser su amigo y disfrutar del poder que en ese entonces poseían los Malfoy; otro, en esas circunstancias habría besado  las suelas de sus zapatos.


 


Desde que Draco lo vio, supo que Potter, ese niño de semblante taciturno e indeciso, hasta ese entonces… Sería la persona más importante de su vida. Lo sintió, en ese escalofrío que recorrió su nuca, al ver sus asombrosos ojos verdes en combinación y contraste con sus negros cabellos, tan negros como la noche… Draco lo supo, y por eso lo odio. Lo odio tanto que dolía… Maldito Potter…


 


Maldito seas… Harry.


 


Apartó sus ojos grises de esa imagen irreal. Odiaba a Potter, por ser alguien tan detestablemente necesario para todos esos lamebotas y cobardes magos hipócritas. Pero lo odiaba mucho más por ser tan necesario e indispensable para él.


 


Solo otros lo necesitaban como luz de esperanza, siendo un niño. O algunos lo querían, pero bien muerto. En cambio Draco, sin negar que le atrajera su popularidad e influencia, mera ambición por su condición social y por ser un Malfoy… Draco le quería. Si, lo quería… para él solo. Quería conocerlo, quería ser su amigo, ser… Pero no. Potter no quiso nada de eso. No quería nada… No lo quería a él. Prefería a la sangre sucia de Granger y al pobretón de Weasley, hasta el “poca cosa” de Lomgbotton podía decir que Potter le consideraba como alguien cercano a un amigo. Al parecer, el ser un Malfoy, y haber recibido la educación clasista y despectiva hacia los que podía considerar como “inferiores”, había sido la carta de la baraja que jugó en su contra. Y también lo odió, por ser la razón de la codicia de su padre y la piedra, de tamaño descomunal, en el zapato del  idiota y mestizo de Voldemort. Por su culpa y por qué negarlo, por sus propias decisiones, ya no era nada más que un prófugo mortífago. Obligado a matar y fallar miserablemente en el intento, y pagar por eso. Alzó su brazo izquierdo y vio el tatuaje de una calavera con una lengua de serpiente, éste poco a poco estaba perdiendo el color oscuro intenso. La detestaba y avergonzaba, nunca desaparecería, sólo se estaba atenuando. Será por que el Lord murió?. No lo sabía.


 


Draco volvió a recorrerlo con la mirada. Cerró los ojos y decidió arrodillarse al costado de Potter. Con ambas manos envolvió y juntó las del otro. Estaban rígidas y heladas. – Enserio has muerto?... No sé por qué, no soy capaz de llamar por ayuda… - Levantó las manos del Gryffindor hasta que las yemas de esos dedos rozaron sus labios…-  Potter… Harry… aún no puedes irte, aún no. No después de… - Prefirió morderse los labios antes de decir la sandez que iba declarar. Negó con la cabeza y se ordenó a pensar como supuestamente un hombre desesperado y muerto de miedo por ir a Azkaban, debería razonar. Respiró hondo. -   De seguro me culparan por tu muerte… entonces, quien estará más muerto y condenado, no serás tú… sino yo – Soltó suavemente las manos de Potter y lo tomó por los hombros, acercando sus rostros… Uno respirando y el otro no.


 


Recordó que estando escondido, pudo escuchar a McGonagall hablar en absoluta confidencia con el caballo parlante de Firenze y, sin temor a equivocarse, con cierto nerviosismo por el temblor de su voz, que las protecciones que ostentaba el castillo habían sido levantadas, mejor dicho destruidas y que por lo tanto el colegio se encontraba indefenso y ya no era impenetrable por el hechizo anti-aparición. Se podía entrar y salir sin restricciones.


 


Draco en ese momento estaba tan lleno de miedo y con el cerebro aletargado, que no pudo atar cabos… Pero ahora esa era su única salida. Con la mano derecha acarició la mejilla de su enemigo. La sintió suave… Solo eso fue necesario para tomar una decisión y cometer la más grande imprudencia de toda su vida. Sabía que no debía hacerlo. Al fin de cuentas él no tenía culpa alguna de lo sucedido. Ni siquiera tenía varita para que lo culparan… No tenía ni una maldita razón para hacer lo que pensaba.


 


Palpó el morral que el moreno traía puesto, intentó abrirlo. Fue imposible. Escrutó en los bolsillos de sus jeans y ahí la encontró… La varita de Potter. Al menos podría hacer algo de magia.


 


Sentía el corazón palpitarle tan fuerte, que hasta podía escucharlo en la cabeza. Debía hacerlo. Si… Tragando saliva y dando un último respiro, como si hubiera estado apunto de ahogarse, cerró los ojos lo más fuerte que pudo y visualizó en su mente el lugar al que Snape le llevó como temporal escondite, cuando Dumbledore murió. Abrazó a Potter, estrujándolo contra su pecho y sosteniendo su varita. Ambos desaparecieron con un leve “Crack”.


 


 


 


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Después de sentir por un largo momento el violento tirón de su ombligo y la claustrofóbica presión que trituraba, sin lastimar realmente, su cuerpo, y abrazando con decisión la anatomía ajena de su acompañante, sus pies tocaron la tierra húmeda y negra que le rodeaba, sus piernas no tuvieron la suficiente firmeza para soportar el peso del Gryffindor, haciéndole caer de rodillas. Estaba exhausto. No probó ningún alimento en dos días y el aparecerse le fatigaba más aún. Guardó la varita recién adquirida en uno de sus bolsillos y con cuidado recostó a Potter en el pasto salvaje que emergía rebelde en medio de la vegetación. Aguzó el oído para saber si alguien más estaba cerca, no había nada, sólo el chillido de algún cuervo y el sonido de agua corriendo.


 


*El río*; pensó.


 


Le dio una última mirada a Potter. Recostado plácidamente sobre la hierba. Parecía dormitar, a pesar de lo frío que su cuerpo estaba. Cerró los ojos ante las preguntas que su propia mente le formulaba con respecto al acto estúpido que acababa de cometer. Decidió ignorar cualquier pizca de cordura naciente y alarmante. Apartó su mirada de esa imagen.


 


Separando con las manos las plantas enredaderas que tupían y rodeaban el espacio en donde estaba, buscó el río de aguas turbias. Lo encontró. Residuos de basura plástica y otras cosas que prefería no saber, estaban tiradas en una de las orillas. Siguió buscando sin dejar de sentirse asustado. Un molino viejo y en apariencia dado de baja, se irguió ante sus ojos. Draco soltó un suspiro. Caminó con cautela por la orilla mohosa y llena de algas.


 


Debía asegurarse que nadie estuviera dentro de la casucha que Snape había acondicionado para su parcial huída. Con paso rápido y sorteando dos carriles abandonados, recorrió las calles lúgubres de “Spinner’s End”. Muchas de las casas que se enfilaban por toda la manzana estaban destruidas, abandonadas, silenciosas, a excepción de uno que otro vagabundo tirado en alguna acera cubierto por periódicos. Se podría decir que la zona estaba muerta; lo recordaba, también esta zona muggle recibió la calurosa y chispeante visita de mortífagos en busca de diversión. Siguió caminando, hasta que dobló la segunda esquina en donde avistó más de cerca el Molino y esa chimenea súper alta. Se apresuró. Casi corrió.  La puerta de madera enmohecida y pared frontal cubierta por una lámina gruesa de polvo y hollín, se dieron a conocer y rememorar en la mente del rubio fugitivo.


 


El Slytherin sacó la varita de sus jeans y puso en acción uno de los tantos hechizos que su padrino le enseñó en su tiempo de cautiverio, éste le costó mucho aprendérselo. Mirando fijamente la puerta y concentrándose en poner su mente en blanco, lo susurró y agitó velozmente la varita. De la punta de ésta salió un vapor negro, que inmediatamente envolvió su cabeza y se coló por sus oídos. Draco cerró fuertemente sus ojos por el zumbido que se cernía en medio de su frente, levantó su mano izquierda y la posó en el pomo que sellaba la puerta. Estaba muy caliente. Casi a fuego vivo, pero el hechizo le protegió la piel de su mano y de todo el cuerpo; sino, se hubiera llevado unas grandiosas quemaduras y ceguera temporal. Típico de su padrino, realmente adoraba las sutilezas macabras.


 


La puerta vibró y se tornó cálida. El hechizo protector de magia oscura le había reconocido como propietario. Snape se lo advirtió, y le recomendó como escondite en caso de que algo saliera mal y ya no pudiera protegerlo, y así sucedió para tristeza de Draco: Su padrino… ya no estaba.


 


Giró el pomo e ingresó, la lámpara con velas que colgaba del techo se encendió y la salita diminuta le recibió. Avanzó a paso firme e ignoró la visión de la biblioteca casera que cubrían las paredes, las sillas de madera, el sofá desvencijado. Atravesó un pequeño pasillo donde la luz de la lámpara no llegaba lo suficiente como para facilitarle el escrutinio que estaba haciendo. Se arrodilló y apartando la polvorienta y roída alfombra, palpó el sucio piso, “debía estar por aquí” pensó. – Serpiente y Dragón. – Susurró, perdiendo la paciencia. Un ligero “Click” le indicó que estaba localizado. Pasó su mano por el extremo contrario al que estaba buscando y al fin la cogió. La trampilla, y al ya estar abierta fue jalada y una pequeña puerta se abría en el piso, mostrando un escalera que se erguía en el piso del espacio que se revelaba bajo el piso. Draco sonrió. Cerró la puerta del sótano y salió corriendo de la casa que ahora le pertenecía. Trancó la puerta principal que ya respondía a su tacto. Se dio vuelta y recorrió sus pasos para buscar a Potter.


 


 


 


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- Ron… Creo que debo regresar a Hogwarts, y buscar a Harry. -  Comentó algo dudosa Hermione, al ver el semblante triste de Ron. -  Lo traeré aquí… el también quería mucho a Fred. – Dijo en tono suave.


 


- Tienes razón… - Le dio un corto beso en los labios a la castaña, y acotó – Gracias por estar a mi lado.


 


Hermione se mordió el labio inferior. – No tienes por que agradecerlo… Yo, necesito estar a tu lado. -  Le sonrió levemente.


 


Ron le respondió con otra sonrisa floja. – Harry estaba muy cansado y magullado, como para traerlo y enfrentarlo a todo este trajín. – Se pasó una mano por el rostro y restregó sus ojos, como despabilándose. Miró el reloj que Hermione traía en la muñeca: 14: 45p.m.  – Ya habrá despertado… el efecto de la poción para dormir sin sueños, ya pasó. Durmió todo un día… espero que esté más recuperado de todo. -  Una mano pequeña y delicada se posó en su hombro. La melena roja de Ginny hizo su aparición al abrazar a su hermano.


 


- Quiero ver a Harry… iré contigo Hermione. -  Dijo Ginny. Tenía el rostro pálido y sus profundas ojeras contrastaban con  sus gracíles facciones. – No soporto ver a mamá tan triste, hace que mi tristeza se haga insostenible.


 


- Esta bien… vamos los tres?...- Preguntó Ron a Hermione.


 


Ella asintió y Ginny se fue a darle un beso a su madre, explicándole el por qué se iban.


 


Su madre asintió junto a su padre.- Dile a Harry que le queremos mucho… -


 


Ginny  sonrió levemente y se acercó a Ron y Hermione cogiendo su varita. Los tres chicos salieron del lugar en donde se celebraba el funeral, caminaron unos pasos fuera del lugar de restricción de magia, y desaparecieron rumbo a Hogwarts.


 


 


 


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Sentado en el fresco pasto…


 


Los cálidos rayos de sol, que se filtraban por los espacios que dejaban las hojas del mediano árbol bajo el que estaba buscando sombra, cubrían la piel de sus pies y brazos, eran lo único que no abrigaba sus jeans desgastados, remangados hasta sus rodillas, y su playera blanca. El sonido del arroyo cristalino, que estaba a centímetros de él, llegaba a sus oídos. Mordiéndose el labio inferior, dirigió sus pies desnudos al agua en movimiento y caída vertical. Tanteó con sus dedos gordos la temperatura del agua. Jadeó… Se sentía fresca, algo fría, pero agradable, así que los sumergió en su totalidad. Posando sus manos en el suelo, a los costados de su espalda, levantó la cabeza y vio el cielo despejado, salvo algunas nubes con formas extrañas… Sonrió.


 


Era extraño. La paz que le embargaba era embriagante y, no es que se estaba quejando, pero, debía agregarle el calificativo de “inverosímil”. Y la verdad no sabía el por qué de esa sensación.


 


El sonido de la voz de una mujer se hizo melodía, al mezclarse con la brisa fresca del ambiente que desordenó su, de por sí, rebelde cabellera.


 


Ésta fémina se acercaba al joven de cabellos oscuros, atravesando el espacio verde del pasto con sus pies también desnudos. Vestía un sencillo conjunto verde agua, que constaba en una blusa de mangas cortas y cuello en “V”, y una falda larga hasta sus tobillos, sólo que ésta tenía unas flores lila pálido como estampado. El muchacho sonrió encantado, cuando la mujer de rojos cabellos rizados, y sombrero redondo y blanco, se sentó a su costado y le dio un beso a cada una de sus mejillas. Ella tenía los ojos color verde-esmeralda, como los suyos.


 


- Harry… Tu padre te está buscando.- Dijo la pelirroja en tono divertido.


 


Harry agachó la cabeza escondiendo una sonrisa, luego levantó la mirada, luciendo algo abochornado.-  Mamá, papá es pésimo cocinando… lo sabes…-  dijo luciendo algo nervioso.


 


La mujer rió con ganas.-  Oh, que tarde lo hemos descubierto… - Dijo en un tono dramático. Le guiñó un ojo y le tomó de una mano.-  Pero esta vez intervine, así que no te preocupes… no quedó tan mal…- Lo pensó un poco mirando hacia el cielo. Sus orbes verdes parecían espejos y sus rizos rojo-fuego bailaron con el viento. Volteó a ver a su hijo y le dijo.-  Siempre vienes aquí… es tu lugar favorito.- Aseguró


 


- Si, si lo es… me da paz.- Respondió mirando sus pies sumergidos en el riachuelo. No quería ver a su madre. Ella siempre parecía que podía leer sus pensamientos.


 


- Que bueno… - Una mano pálida, suave y delicada le tomó del mentón, y le obligó a ver la expresión serena y comprensiva de su progenitora.-  Dime Harry… eres feliz?.


 


El muchacho abrió más los ojos.- Claro que lo soy… estamos juntos. Siempre lo estaremos. ¿Por qué me preguntas eso?  - No podía evitar sentir una punzada de no-se-qué en el pecho.


 


Su madre, que aún le tomaba del mentón, le soltó y rápidamente abrigó entre sus delgados brazos. Ambos cerraron los ojos ante el contacto fraterno y sanguíneo de su vínculo familiar.- Hijo, te amo… No sabes cuanto.- Lo estrujó un poco más.


 


Harry a pesar de ser ya más alto que su madre y de haber dejado de ser un niño, se sintió tan protegido y abrumado por el gesto y palabras de su madre.- Yo también te amo madre… Los amo a los dos. -  Se quedaron en esa posición por varios segundos. Disfrutando de su cómplice entendimiento.


 


Su madre aflojó el abrazo y le buscó el rostro. -  Harry, cariño… enserio no les extrañas?


 


- Extrañar?... – Preguntó, Harry. En los ojos de su madre se asomaba algo que él no entendía. -  De que hablas?... Por qué? O a quienes debería extrañar?-


 


- A la gente que quieres… - Dijo su madre, deshaciendo totalmente el abrazo.


 


- Estoy con los que más amo… tú y papá. – Aclaró el moreno ¿Adonde quería llegar su madre?


 


- Nosotros también te amamos… Pero de quienes hablo, son de tus amigos. – Dos miradas verdes idénticas enfrentándose. – De Hermione… Ron… Gynni… - Tanteó Lily.


 


Harry se quedó pensativo. Asimilando el cuestionamiento que se cernía en su cabeza. – Hermione… - Repitió…-   Ron… - Una oleada de sentimentalismo le rodeó.-   Gynni… - Algo estrujó su corazón cuando dijo el último nombre. No sabía que decir. Los había olvidado.


 


- Sí… ellos. Les extrañas?... – Volvió a preguntar su pelirroja madre.- Ya no quieres verlos?...


 


- Están muertos, madre… - Harry no supo de donde salió esa respuesta. Sólo la dijo sin pensar.


 


- Muertos?..-


 


-Si.-


 


- De donde sacas eso?...-


 


-Simplemente lo sé…-


 


Su madre lo miró largamente, le sonrió con ternura y acarició su mejilla.- Hijo, te amo… pero debes despertar…-


 


-          Despertar?...- Harry comenzó a sentirse nervioso.- No entiendo…-


 


-          Alguien esta cuidando de ti… -


 


-          Mamá, realmente no te entiendo… -


 


-          Lo entenderás pronto…- Harry se quedó recostado en regazo acogedor de su madre, contemplando el cielo despejado y azul. El sosiego, al parecer, era algo que hace mucho no había experimentado… esa sensación de tranquilidad, a pesar de todo, le era extraña. ¿Despertar? Para qué… no lo entendía.


 


 


 


CONTINUARÁ….


 


 

Notas finales:

Que tal?

Muy corto para mi gusto... pero el siguiente será más largo, lo prometo U_U

Espero sus reviews...

Besos.

Lady MArivet.


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