Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La más terrible enfermedad por Shin Black

[Reviews - 142]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Episodio II


 


 


 


 


 


 


Había pasado bastante tiempo desde que Tezuka decidió irse, luego de haber conocido el hospital y poder hablar con parte del cuerpo profesional que trabajaban allí. Sanada estaba gratamente satisfecho por incorporar entre los especialistas a su amigo de la infancia y colega, estaba seguro que sería eficiente en su trabajo y que no le traería problemas, al contrario de cierto muchacho de cabellos rosados y su hermano menor. Suspiró y volvió a pelear con su computadora, muy a pesar de lo linda y coqueta que se veía en su escritorio, nunca aprendería a usarla como era debido; tenía como sistema operativo el Windows vista, todo una novedad, al menos reciente, pero su imposibilidad para manejar las nuevas tecnologías era tal que la última vez que tocó una computadora era de las que no tenían mouse y sólo se manejaba con teclado.


Dios se vengaría de aquellos sujetos que no tenían nada mejor que hacer que complicarle la vida agregándole nuevas y brillantes cosas a un programa tan básico como el Excel. Pero no, era necesario implementar métodos cada vez más complicados como para que uno se tire de un balcón; aunque tenía que aceptar algo, la computadora estaba diseñado para gente idiota, ¿cuántas veces tenía que responder SI a una pregunta como “desea apagar su equipo” cuando él mismo había apretado el botón correspondiente? Y también como si fuera poco ¿cuántas veces tenía que poner “si” cuando le preguntaba la computadora “¿desea guardar?” momentos después de él haber apretado el icono? Pero bueno, estaba diseñado así y él no podía ir contra el ayuntamiento protestando porque la computadora lo vuelve loco.


Rió por lo bajo, si sus sobrinos lo vieran seguramente se reirían de él, ellos que nacieron bajo el seno de las nuevas tecnologías. Cosas como el Facebook, el msn y el Twitter no eran más que perdidas de tiempo para él, que era todo un adulto, pero a decir verdad debería comenzar a progresar de una u otra manera. Manejarse con cartas o señales de humo era algo antiguo, y por un momento recordó que le había afectado el estar tanto tiempo con su abuelo.


 


Golpeó el mouse contra el escritorio, estaba tratando de no perder la paciencia rápidamente, pues debía acabar de ordenar los archivos de sus pacientes en esa cosa. Por parte, allí podría guardar montones de fichas correspondientes a cada individuo que le iba a visitar, y no tenía porque tener el escritorio repleto de carpetas tal al punto de no poder ver al paciente; pero por otra parte ¿por qué tenía que ser tan complicado? Encima que la porquería esa, que llamaba computadora, se trababa cada dos por tres y no le permitía agilizar la escritura por medio del teclado, pues a cada rato parecía querer apagarse la condenada.


 


Casi tiró todo a la mierda del cansancio cuando escuchó la puerta siendo tocada: “Adelante”, fue lo único que dijo antes de apagar la computadora para poder lograr ser feliz, al menos hasta que llegara el próximo paciente, pero ésta no se quería apagar justo cuando momentos antes estaba apunto de ser asesinada por lo contrario. Quien entró fue aquel muchacho de cabellos rojizos quien traía una taza de café humeante en la mano. A pesar de sus gritos que se podían oír hasta en la zona más desierta de África, el joven enfermero si que sabía como contentar a su ¿“jefe”? trayéndole una de las bebidas que dios había inventado para la gente como él.


Colocó la misma encima del escritorio y miró al moreno frente a él, intentando nuevamente luchar con su pc.


 


 


–¿Lo ayudo en algo? –preguntó Marui.


 


–Tráeme una piedra, y que sea pesada –dijo entre dientes mientras tomaba el monitor de los extremos y lo zamarreaba un poco.


 


–¿Tiene problemas con su computadora? –preguntó inocentemente, la respuesta era tan obvia que no era necesario responderla con un “si”.


 


–Lo mío no es la tecnología por lo que veo –susurró dejando a su computadora loca de lado y tomando la taza de café, estaba caliente, tal así que dio un respingo en el asiento apenas tocó sus labios.


 


–Está caliente.


 


–¿En serio? No me había dado cuenta –habló mientras colocaba su mano en la boca–. Puedes retirarte.


 


–Si, ah por cierto, hay alguien que desea verlo –Marui antes de irse por completo se había dado la vuelta para decirle aquello.


 


–¿Tiene turno?


 


–No es un paciente, es su hermano….


 


–¡Keisuke! Hazlo pasar por favor –habló el muchacho, Marui afirmó con su cabeza y salió del consultorio.


 


 


Hacía más de nueve años que no veía a su hermano, por lo tanto, no sabía ni tenía la más pálida idea de cuanto había cambiado. Las últimas noticias que recibió de él, por medio de Seiichi, era que se irían a Francia por un trabajo importante en una embotelladora o algo así, y tuvieron que volverse a los siete años, debido al esbozo de la enfermedad del primogénito. Además, el nacimiento de su segundo sobrino, que seguramente ya estaría enorme, había causado un pequeño acercamiento entre los hermanos, pero aun así no se habían visto la cara en mucho tiempo. Volvió a mirar el monitor, donde tenía como fondo de pantalla una foto familiar, con su padre, cuando aun vivía, su madre, su hermano, su nuera, él y su sobrino. Seiichi era un niño muy lindo, se preguntaba cuanto había crecido en los últimos años; era su adoración, y cayó en un completo estado de shock cuando se enteró de la cruel enfermedad que lo abatía. Era su sobrino, el niño de sus ojos, tan o más especial que un hijo, al menos para él que aun no tenía. A decir verdad, veía en Seiichi más que un sobrino, veía parte de él, le había dedicado horas completas a moldearlo desde su más tierna infancia y cuando se separó de su hermano, vio aquellos destellos de lágrimas en su dulce carita y sintió que se le desquebrajaba el corazón en un instante.


Seiichi, tan especial y tan puro, un niño que con sólo un gesto te arrancaba una sonrisa en el peor de los días. Apoyó sus manos encima del teclado y sintió el chirrido de la puerta abrirse; “permiso”, escuchó de una voz tan gruesa como la de él y levantó la mirada desviándola del monitor.


 


–Vaya, si que no esperaba que me visites –habló Genichirou levantándose rápidamente de su asiento.


 


–Yo tampoco me esperaba verte sentado frente a una PC –habló el hermano mayor acercándose al menor para fundirse en un fuerte abrazo.


 


–Estas viejo…


 


–Tú también….


 


–Pasó solamente ¿nueve años? –preguntó Genichirou separándose del muchacho de ojos claros, nunca entendió como Keisuke había heredado aquel color de ojos teniendo toda la familia un color café, o en su caso, miel.


 


–Demasiado para dos hermanos tan unidos como nosotros –tomó asiento y pudo ver de reojo aquella foto que Genichirou guardaba con tanto cariño, tomó el porta retrato y sonrió–. Recuerdo el día que tomé esta foto.


 


–Jajaja, yo también ¿fue unos días antes del cumple número seis, verdad? –tiró su cabello estorboso hacia atrás, de una forma un tanto elegante.


 


–Claro, Seiichi siempre fue un niño especial.


 


–Quería plantas en vez de juguetes –sonrió, nunca se olvidaría del cumpleaños número tres de su sobrino, cuando éste le pedía que le regale plantas para plantar en el jardín, en aquella época donde todos vivían en la casa Sanada.


 


–Pensar que ahora está entre tener una vida plena y feliz, al estar enfermo y días tras días postrado en la cama, sin poder hacer absolutamente nada –bajó la mirada con sentimiento, sus ojos se nublaban al recordar aquello.


 


–No te preocupes hermano, nosotros lo atenderemos y saldrá de aquí rehabilitado, te doy mi palabra –la firmeza de esas palabras relajaron al mayor–. Nunca dejaría a mi sobrino en manos de un inexperto.


 


–Oí el rumor que el que hará la operación es el mejor y más joven cirujano que ha pisado Japón ¿cómo se llama? ¿Hiroshi Yagyuu?


 


–Exactamente, él es el mejor de toda la zona y hasta me arriesgaría a decir el mejor de Japón –asistió, estaba de acuerdo con aquello que se hablaba de su compañero–. Ha operado infinidades de gente, muchas de ellas con peligro de muerte, y todos le agradecieron su buen trabajo, aun hoy recibe regalos de sus primeros pacientes, muy contentos por esta nueva vida que le ha dado.


 


–El rumor llegó hasta Francia, créeme…..allí creo que dio una conferencia.


 


–Sí, sabe hablar francés con fluidez. Además, es de buena casta, viene de una familia de médicos cirujanos muy popular.


 


–Me gustaría conocerlo ¿aun está aquí? Quisiera aunque sea darle mis palabras de agradecimiento por ofrecerse a atender a mi hijo –habló el muchacho, parecía estar realmente emocionado ante éste gesto.


 


–Por supuesto –contestó y tocó el botón de su teléfono blanco junto al escritorio, dejó el dedo unos minutos hasta que una luz roja se encendió y tomó el tubo para colocárselo en la oreja–. ¿Bunta? ¿Aun está el doctor Hiroshi Yagyuu? Bueno, podrías decirle que venga para acá……gracias ah, y evítame que sea Niou el que se haga pasar por él –cuelga.


 


–¿Problemas?


 


–Un enfermero que es una persona “especial”, se hace pasar por varios médicos así como así, ya ha causado varios problemas, aunque todos reparables –suspiró, realmente este hospital es un loquero, pensó.


 


–Jajajaja, ya veo, se divierten bastante aquí.


 


–Lamentablemente –se oye la puerta nuevamente–. Adelante por favor –Genichirou se coloca de pie cuando ve ingresar a Yagyuu por la puerta–. Doctor Yagyuu, él es mi hermano, Keisuke Sanada, es el padre del joven que operaremos próximamente.


 


–Encantado de conocerlo –murmuró formalmente Yagyuu luego de cerrar la puerta y estrechar fuertemente la mano del hombre–. El doctor Sanada me ha contado mucho de usted ¿estuvo en mi conferencia de Francia?


 


–Mi mujer estudia medicina, no quería que la dejara sola en aquellos lugares, así que fui con ella a la conferencia, realmente es usted un hombre inteligente.


 


–Muchas gracias –agradeció inclinándose hacia adelante–. Señor Sanada, haremos todo lo que esté en mi alcance para lograr salir adelante a su hijo, lamento mucho el precio elevado de la operación, pero es necesario muchos artefactos de los cuales, lamentablemente, no disponemos…..


 


–No se preocupe, daría todo por mi hijo,


 


–Lo sé, usted es un gran padre….al igual que Genichirou es un gran tío por lo que veo –esbozó una sonrisa, cuantas veces Genichirou mirando el retrato de su sobrino, le había relatado anécdotas imborrables en su memoria.


 


–Lo sé, muchas gracias –miró el reloj y abrió sus ojos–. Lo siento, tendré que retirarme, tengo algunas cosas que hacer y no dispongo de mucho tiempo.


 


–No te preocupes hermano, yo me encargaré del papeleo de Seiichi, pero necesitamos algunos estudios para realizar la operación y varios donantes –habló, Keisuke afirmó con la cabeza.


 


–¿Me haces los pedidos de las operaciones? Los vendrá a buscar mi mujer mañana ¿te parece?


 


–Puedo alcanzártelos a tu casa si gustas, de paso veo a Seiichi y a Sasuke.


 


–Bueno, bueno, pásate cuando gustes; adiós hermano –le da un fuerte abrazado para separarse y acercarse al señor Yagyuu dándole la mano–. Y es un placer conocerlo a usted y que sea el encargado de operar a mi hijo, le estaré eternamente agradecido.


 


–No hay de que, es un placer para mí –luego de un rato con sus manos unidas, se separaron y Keisuke abandonó la sala.


 


–Hace tiempo que no lo veía, su mirada cambió demasiado –susurró, una mirada fría y con ambición de dinero y lujos había cambiado rápidamente por la enfermedad de su hijo, ahora lucía más humano y hasta cierto punto, más sensible.


 


–Creo que si, bueno, debo irme a hablar con Niou.


 


–Dile que ya no se meta en problemas, parece que a Marui le va a agarrar un ataque en estos días –sonrió, no era agradable aquello pero si divertido.


 


–Bien, se lo diré, aunque nunca me hace caso; con permiso, Genichirou.


 


–Tienes mi permiso –y una vez más se quedó solo dentro de su cuarto de cuatro paredes, volvió a sentarse en la silla para comenzar un nuevo round con su computadora.


 


 


 


:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::


 


 


 


Bunta Marui, Jirou Akutagawa, Senri Chitose y Kuranosuke Shiraishi eran los enfermeros de guardia ese mes, y como ya lo indicaban desde hacía tiempo, no eran precisamente los mejores. A pesar que no se les moría ningún paciente, los accidentes que pasaban en el mes donde ellos cuatro estaban de guardia, además de algunos delitos referentes al hurto de medicación, eran muy normales durante esas épocas. Y es que, ¿quién no sería tan estúpido de robar cosas cuando tienes a un enfermero leyendo una revista, otro durmiendo encima de los sillones de la sala de espera y un tercero con dudoso consumo de sustancias ilegales? Obviamente, Shiraishi tenía el campo libre como para sacar uno o dos paquetes enormes de medicamentos; sabía que estaba mal y que no debía hacerlo, que cuestionaba la inteligencia de sus compañeros al hacer ese tipo de cosas, pero definitivamente Shiraishi pensaba en abrirse una farmacia, o al menos eso suponía su familia que cuyo cuarto estaba repleto de medicinas hurtadas ilegalmente.


Pero eso no hacía a Shiraishi malo, era un excelente enfermero y persona, tal así que había querido ayudar a su compañero de guardia para que dejase esas cosas que le hacía alucinar con un mundo perfecto y elefantes color rosa que volaban dejando un destello de arco iris. Pero era imposible luchar con las drogas, así que se había resignado en el mismo momento donde decidió poner la balanza a su favor y utilizar aquellos momentos donde Chitose navegaba en un océano de fantasías y estrellitas brillando, para su propio beneficio.


 


¡Revender medicina!


 


Últimamente había subido el precio de las medicinas que vendía, aunque luego se sintiera mal porque los enfermos no consumían eso, bueno, a decir verdad los medicamentos que se robaban eran los típicos que nunca se usaban, pues la gente que terminaba en ese hospital necesitaba medicación más fuerte, por lo tanto ¡no hacía ningún daño! Sólo evitaba el acumulamiento de aquellas sustancias, sólo eso, pero aun así le dolía en el alma y había decidido no robar más, aunque sintió que era cleptómano, pues sus manos sudaban cuando estaba cerca de una caja de medicación y siendo uno de los encargados en bajar la cajas y colocarlas en el salón de medicamentos no era nada fácil. Pero era por su bien, además, ya no entraba más cajas en su cuarto.


 


 


–No puedo seguir robando –dijo mientras transportaba una caja de solución fisiológica al cuarto de medicación.


 


–¿Me preguntaste algo? –preguntó Chitose, quien apareció de repente.


 


–Ah, estaba hablando conmigo mismo. Por cierto ¿no deberías estar cambiándole el suero a la paciente del 5-C? –habló el muchacho de brazo vendado, Senri sonrió.


 


–Vuelvo de allí, esa mujer me golpea con su bastón cada vez que me ve entrar ¿ves? –Señala su brazo, con varios moretones–. ¡Está demente!


 


–Debe ser difícil tener una operación de cadera a esa edad y encima que nadie te venga a visitar.


 


–Me pregunto ¿por qué? –dijo con cierta ironía, ambos rieron, era verdad, con el carácter que se cargaba la abuela esa, era imposible estar cinco minutos con ella y no salir directo para primeros auxilios.


 


–Bueno, en definitiva es nuestro deber como enfermeros.


 


–Cierto, pero he implementado un record para cambiar el suero; entro velozmente por la puerta, me deslizo por las paredes lo suficientemente lejos como para que su bastón no me alcance, luego, cambio rápidamente el suero nuevo por el viejo, y salgo corriendo como si fuera la hora del almuerzo.


 


–Jajaja, ya lo veo, según dicen haz mejorado tu velocidad en un 90% ¿no? –preguntó.


 


–¿La estadística te lo dio Yanagi sempai, verdad?


 


–Si, no puede vivir sino es de estadística, pero he sabido que la vieja es buena arrojando cosas.


 


–Tiene buena puntería, ésta me la hizo cuando entré el día que ella dormía, del susto me lanzó lo primero que tenía al alcance –habló señalando un pequeño rayos en su frente.


 


–Supongo que no era una almohada.


 


–Supones bien, era un despertador –Shiraishi se impresiona que haya un despertador en el hospital–. Lo trajo ella, encima tenía una punta afilada.


 


–¿Qué clase de despertador era?


 


–No estoy seguro, sólo se que era duro y de color negro, luego ya no pude ver nada más; bueno, si, si vi algo más, vi como Yanagi me tiraba un vaso de agua a la cabeza dos horas después.


 


–Ah, tardaron dos horas en despertarte –rió por lo bajo, dobló por el pasillo y se detiene ante la primera puerta–. ¿Me abres la puerta?


 


–Claro –Senri se colocó frente a él y deslizó su mano sobre la perilla para abrirla y empujar la puerta hacia atrás, abriéndose de par en par–. ¿Tienes algo que hacer mañana?


 


–¿Mañana? ¿No nos tenemos que quedar esta noche a hacer guarda también?


 


–Si, pero mañana termina mi día de guardia, y según tengo entendido también el tuyo –habló, Shiraishi afirma con la cabeza–. Me preguntaba sino quieres ir a tomar un café.


 


–Si, claro, me encantaría…. –asistió.


 


 


Shiraishi dio un paso dentro del salón y casi se lleva puesto a Niou que venía saliendo, pero Chitose fue más rápido y lo desvió suavemente para que no ocurra nada grave. Masaharu se disculpó por no fijarse y se estaba por marchar cuando Senri lo detuvo.


 


 


–Marui dijo que Yagyuu te está buscando, está en la cafetería en el subsuelo –le dijo el muchacho de cabellos azulados, Niou agradeció con un movimiento de mano.


 


–Adiós –saludó Shiraishi y volvió a ingresar. Colocó la enorme caja encima de una mesa y suspiró pesadamente.


 


–Sabes, en los últimos tres días parece que se están acumulando los medicamentos –habló el chico con pinta de hippie mientras se acariciaba la barbilla en gesto de pensamiento–. Últimamente no se está gastando tanto como otros días, me pregunto ¿por qué?


 


–Etto….si, yo también me pregunto… ¿por qué? Jajajaja.


 


–Bueno, mejor vamos, tengo que seguir trabajando –Chitose miró la planilla que llevaba en sus manos desde el primer momento y observó la larga lista de pacientes a visitar–. Me gustaría que la gente no se enfermara tanto.


 


–Sino lo hiciera, no tendríamos trabajo –rió, aunque era triste pensarlo.


 


–Tienes razón, la mayoría tiene enfermedades muy complejas…. –miró nuevamente la planilla luego de echarle un vistazo a Shiraishi, esa risa nerviosa ocultaba algo.


 


–Si, aunque la inmensa mayoría de los pacientes son victimas de accidentes de transito –aclaró Shiraishi caminando hacia la salida, siendo acompañado por su amigo.


 


–Nunca olvidaré nuestro primer caso –bajó la mirada, esta vez no para mirar la ficha pero aparentaba que si.


 


–¿Lo de ese hombre? –recordó el joven de cabello marrón claro, casi grisáceo.


 


–La mujer y su hijo estaban destrozados, ¿sabes lo que es perder a un marido y padre tan joven? Esa mujer jamás se iba a reponer.


 


–Cierto, recuerdo que para ayudar a esa pobre mujer mandé un camisa a reparar, la cual rompí yo mismo, sólo para darle una mano.


 


–Cierto, ¿su hijo reparaba ropa, no? Yo también recuerdo que mandé algo a reparar por él, me quedó perfecto, además sus precios eran económicos ¿verdad? –sonrió, ese chico fuerte de ojos celestes y encantadora sonrisa había luchado tanto por su madre.


 


–Tienes razón, pero mejor no hablemos de eso ¿tienes que seguir trabajando, no es así? Es mejor que sigamos nuestro día.


 


–Cierto, nos vemos a la hora de la cena.


 


–Ocho en punto.


 


–No tardes.


 


 


Y al terminar la oración ambos partieron a lugares opuestos.


 


 


 


Mientras tanto, en la cafetería del subsuelo, Yagyuu se encontraba sentado en una de las mesas al fondo del lugar, no le gustaba ser interrumpido. Podía verle las piernas de la gente pasando en el pequeño ventanal que se encontraba en la pared, en la parte superior. El chico de cabello morado llevaba media hora revolviendo el café, indudablemente frío, y le había echado tanto edulcorante al mismo que el único capaz de tomarse ese líquido dulzón era Bunta.


Un muchacho vestido de enfermero pero con una bata blanca encima, bajó las escaleras que se encontraban en un costado, visualizando al doctor rápidamente. Se conocían prácticamente desde que se había mudado con su familia a Kanagawa cuando sus padres se casaron, y desde ese momento siempre habían sido unidos; con ideas similares y una inteligencia asombrosa, ambos lograban hacer un buen equipo dentro del cuerpo médico del hospital, y es que no hubiera operación donde Yagyuu no estaba con Niou como su principal ayudante, le tenía mucha confianza a esa claridad de mente que tenía el chico de cabello albino. Mientras caminaba hacia el doctor experto en cirugía, Niou le hace un movimiento de la mano al mozo para que le lleve un café a la mesa, el muchacho afirma la cabeza y le ordena al cocinero al mismo tiempo que Masaharu se sienta en la silla frente a Yagyuu.


 


Aun estaba perdido en sus pensamientos, pero cuando sintió un pequeño carraspeo proveniente del muchacho frente a él, levantó la mirada y sonrió de costado. Un suspiro pesado y dejó el café, casi nuevo, de lado.


 


–Hoy hablé un poco con Keisuke Sanada –dijo Yagyuu, Niou recibió su taza de café y la dejó en la mesa, mirando al chico de cabello morado alzando su ceja–. Es el padre del joven con el síndrome de Guillain Barré.


 


–¿Hermano de Genichirou? –preguntó y Yagyuu afirmó–. ¿Y qué pasó? –preguntó mientras acercaba la azucarera y comenzaba a meterle dos cucharadas al café.


 


–Es una persona muy esperanzada a la evolución de su hijo, debe ser muy traumático para él tenerlo en ese estado ¿no te parece? –preguntó, aunque tampoco esperó respuestas.


 


–Debe ser difícil.


 


–Exacto, en si la operación lo es, requeriremos muchos materiales médicos y humanos, hay que mandar a pedir muchas herramientas y….bueno, esencialmente será complicado –suspiró–. Es la primera vez que opero a alguien que tiene esta enfermedad….


 


–No deberías estar nervioso…..


 


–No estoy nervioso, lo que pasa es que….bueno, Genichirou estará en la operación –Niou dejó la taza a medio camino, teniéndola casi a 2 centímetros de la boca cuando paró en seco,


 


–¿Es posible?


 


–Posible sí, recomendable, no mucho.


 


–¿A qué te refieres con “recomendable”? –preguntó, esta vez si bebió un poco del café.


 


–Verás, es lo mismo que un psicólogo atienda a su pariente o, en todo caso, a un amigo o alguien que conoce lo suficiente –habló con calma y suspiró pesadamente, observando el techo–. Será difícil para él ver como operamos a su sobrino.


 


–¿Y por qué dices: “posible si”? ¿Acaso lo es porque no hay una ley hecha sobre eso?


 


–Exactamente, nadie te prohíbe operar o ser activo en una operación de un ser amado, pero moral o éticamente puede ser condenable, porque, no es divertido ver como cortan al medio a un familia o le extraen sangre o le manosean el corazón.


 


–Términos médicos… –agregó con una sonrisa.


 


–Sólo en pocos casos te dejan atender a un pariente, por ejemplo, cuando es chequeo de rutina o en el peor de los casos, un parto.


 


–Entiendo.


 


–Por eso trataré de hablar con él, me encantaría que me ayude pero, pues, es su sobrino ¿sabes? Él tiene una foto de ellos dos cuando el nene tenía cinco años, esta enmarcado y lo tiene en el escritorio, es un lazo muy fuerte.


 


–Demasiado.


 


–Por lo tanto, me es como, no sé, no me gusta la idea muy a pesar que él es un excelente profesional, pero el corazón es un enemigo del médico –habló–. Es como si uno sintiera algo cada vez que menciona una muerte a la familia.


 


–Hay que tener el corazón de hielo –jugó con su taza un poco y volvió a beber de su café.


 


–Más que de hielo yo diría, ser fuerte y no dejarse afectar. Si lloramos por cada persona que no pudimos salvar, no deberíamos ser médicos ni profesionales de la salud, aunque suene cruel –terminó su discurso y observó el café en la taza, seguramente estaba completamente helado en esos momentos y demasiado dulce, o lo suficiente, para volverse diabético.


 


–Bueno, el caso es que tienes un reto en tus manos ¿me dejarás ayudarte? –preguntó, su taza estaba cerca del rostro y humeaba lentamente haciendo una escena bastante aterradora. Yagyuu sonrió.


 


–Por supuesto, eres como mi equeko de la suerte.


 


–Oye, eso no es lindo, pero lo tomaré como un cumplido –murmuró tomando lo último de café que quedaba en su taza.


 


–Tómalo así, tómalo así  –murmuró y se levantó de la silla–. Bueno, debo irme a atender unos pacientes.


 


–Claro ¿no te vas a tomar eso? –dijo dejando la taza y señalando la que pertenecía a Yagyuu, éste niega.


 


–No, pero yo evitaría tomarlo, está frío y muy dulce –respondió el muchacho de gafas, se dio la vuelta y se encaminó hacia la salida.


 


–Mmm, una probadita no hará daño –dijo Niou acercándose a la taza y bebiendo su contenido–. ¡Aaaag~! Por dios, esto es horrible…..


 


 


 


::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::


 


 


 


Hace como más de tres años que estaba en esa maldita cama, haciendo la tarea que le dejaban sus profesores o simplemente mirando la tele, aunque su madre le decía que debía descansar, él no podía descansar toda la vida ¡tenía que hacer algo! Recordaba aquellos felices días donde corría por los parques, plantaba flores en el jardín y desenvolvía sus dotes de artista en una pizarra o tal vez en su propia habitación, pintando retratos en las paredes tan bellamente que le quedaba divino.


Por un lado envidiaba a su saludable hermano menor, quien parecía estar divirtiéndose con sus amigos, jugando en el jardín o visitando algún campo en la escuela. ¿Él ya no podía hacer nada de aquello? Sólo tenía dificultades para caminar, temblores, pero no estaba discapacitado.


Se arrojó a la cama boca arriba mirando el techo blanco y pensando en tener vista de rayos X para traspasarlo y poder ver el cielo estrellado en aquella preciosa noche.  Cerró sus ojos y se desperezó como cualquier persona, sintiendo a su perra moviéndose encima de las sabanas. Sus padres le habían comprado una mascota para que no se siente sólo en todo el tiempo que se la pasaba en la casa, y aunque la perrita era una buena compañía, no le gustaba simplemente quedarse ahí como si fuera un muñeco de cera. Ansiaba que llegara el día en que lo operan y volviera a ser un adolescente normal, sólo eso.


 


Se movió un poco y observó su celular en la mesa, ahora que recordaba ese chico de ojos celestiales  y sonrió, era el primer chico que había visto en mucho tiempo, aparte de su hermano, y que obviamente era más o menos de su edad. Se levantó suavemente y tomó el celular para marcar el número del joven ¿estaría haciendo algo? Bueno, ¡que importa! Necesitaba hablar con alguien o sino se volvería completamente loco. El teléfono sonó un par de veces hasta que por fin una voz se oyó del otro lado:


 


–Hola soy Syusuke Fuji ¿quién habla?


 


–Hola Syusuke, soy yo, Seiichi –dijo muy alegre el chico.


 


–Ah, Seiichi ¿cómo estás? ¿Te sientes mejor?


 


–Algo, a decir verdad, lo mal que me siento es porque estoy sólo y aburrido –murmuró, la perrita se acercó al oír a su dueño y Seiichi inmediatamente comenzó a acaríciale la cabecita.


 


–¡Ah! Te entiendo, yo también estoy solo ahora, pero intento arreglar algunas costuras que me llegaron por encargo, así que tengo un poco de trabajo esta noche –murmuró mientras trataba de enhebrar un aguja, sosteniendo el teléfono con su hombro.


 


–Ah ¿te estoy molestando?


 


–¡Para nada!


 


–Me alegra, oye ¿quieres venir mañana a mi casa? Es sábado, no hay clases y mis padres estarán todo el día afuera, además que estoy solo.


 


–Claro que me encantaría, aunque, recién nos conocemos hace poco ¿no deberías esperar algo de tiempo para invitarme? –preguntó.


 


–No te preocupes, la abuela estará acá.


 


–Ah, ok, entonces no hay problema ¿ne? Nos vemos ¿te parece a las cinco?


 


–¿No puede ser antes? El aburrimiento me está matando –preguntó, parecía algo agobiado.


 


–Ok, no hay problema, que sea a las ¿tres? ¿Te parece?


 


–Claro, gracias….


 


–No, de nada Seiichi, ahora perdóname, debo dejarte porque estas cosas las quieren mañana…. –habló dejando de lado la aguja.


 


–Ok, no hay problema, nos vemos mañana ¿si? ¡Adiós y suerte! –murmuró el muchacho luego de escuchar un saludo de despedida del otro lado, colgó el teléfono.


 


 


Al menos el día de mañana no sería tan aburrido.


 


 


 


Continuará.

Notas finales:

Con respecto a Shiraishi y Chitose, ellos son compañeros de la universidad y también entraron al mismo hospital cuando se hizo una “limpieza” de personal que se jubiló. Tienen buena relación muy a pesar de los brotes de locura que a veces pasa Senri. Con respecto a las sustancias ilegales que consume, esto es debido a algo que se enterarán más adelante, además hago este fic no para promover o hacer una apología del consumo de esa sustancia ¡claro que no! Ni se les ocurra, pero bueno, en parte puedo mostrar lo que causan algunos narcóticos en el cuerpo.

¿Shiraishi roba medicamentos? Esto es gracias a la brillante idea de Konomi con hacer a Shiraishi un ladrón de medio tiempo, no sé porque siento que se hará su farmacia.

 

Niou y Yagyuu son amigos desde casi siempre, por lo tanto se tienen mucha confianza a la hora de explayarse con sus ideologías, como ven, ambos comparten la idea que Sanada no debería estar en la operación de su sobrino, pero eso lo sabremos más adelante. Con respecto a Jirou, nadie sabe como llegó a ser enfermero si se duerme durante sus guardias jajajaja, aunque Marui lo despierta con un revistazo, aunque tampoco hace mucho éste, ya veremos que pasa con Jirou más adelante, y su relación con dos chicos importantes pero imposibles.

 

 

Hay más personajes que aun no aparecen: Atobe, Yuushi, Kenya, Kintaro, Echizen, Inui, el mismo Yanagi que se lo menciona pero es como el cosmos, se lo menciona pero no se lo ve jajajaja. En fin, espero que les guste y ya irán apareciendo más personajes a medida que se vaya extendiendo la historia, aunque no todos tendrán papeles importantes, algunos solo aparecerán como parte del cuerpo médico del hospital pero no harán grandes cosas. ¡Besos a todos


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).