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One Step Closer por Cassandra_de_Piscis

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Notas del fanfic:

Los personajes pertenecen a Masami Kurumada, con excepción de aquellos que se aclaren como personaje original. Este fic fue escrito sin fines de lucro ni comercialización; sólo por diversión y mera entretención. 

Milo estaba de vacaciones en París, no sabía si regresaría a la universidad y había decidido recorrer Europa antes de decidir que haría con su vida.

Hacía solo cinco de días que se encontraba en la ciudad luz, pero ya se sentía como en casa, sus elegantes calles llenas de vida, el río Sena con sus puentes maravillosos; la arquitectura tan variada por el paso de los siglos y el trazo perfecto de la ciudad le invitaban a quedarse para siempre.

Y había algo mas, apenas ayer había conocido a un hermoso joven que estudiaba letras francesas en la Sorbona. Su nombre era Camus y lo descubrió sentado en un café en el Barrio Latino y desde ese momento ya no pudo sacarlo de su mente, ni de su corazón.

Fue la visón mas hermosa del día, sentado en una pequeña mesa en la acera, una taza de café justo frente a él. Ajeno al mundo, inmerso en un libro que sostenía en su mano izquierda. Lo que mas le llamó la atención a Milo fue su hermoso y largo cabello aguamarina y esa aura de fina elegancia que lo envolvía.

El griego no pudo evitarlo, sonrió y se acercó, dio gracias por tener el pretexto perfecto para acercársele, ya que traía cargando a la espalda su gran backpack, lo que le gritaba al mundo que era un turista en la ciudad.

Se aproximó despacio, de frente para que pudiera verlo venir y no causarle un sobresalto al pobre.

-Bonjour! – Milo hablaba perfectamente francés pero con toda intensión intensificó su acento griego al hablar – Désolé peut vous aider? *

El francés levantó su vista de las páginas del libro, lo miró con ese par de aguamarinas que la naturaleza le había dado por ojos y con amabilidad, pero muy serio respondió.

-Oui, bien sûr, que necesitas? **

-Estoy perdido, olvidé mi mapa en el hotel y me dirijo a Notre Dame. – Sin más Milo bajó su backpack y se sentó en la silla que estaba junto al peliaguamarina, el cual se le quedó mirando extrañado ante el atrevimiento, pero no le dijo nada. – Por cierto, soy Milo.

Dijo extendiéndole su mano, y sonriendo abiertamente. El otro joven tomó su mano y le dio un ligero apretón.

-Yo soy Camus, mucho gusto Milo… ¿te llamas como esa isla en Grecia donde encontraron a la escultura de Venus?

-Precisamente… Hermoso lugar, deberías ir algún día, podrías hospedarte en casa de mis padres en Atenas y yo te llevo – Camus pensaba que nunca había conocido a alguien tan acelerado, llevaban unos minutos de conversación y el griego ya lo estaba invitando a su casa, era ilógico - Por cierto aprovechando tu ayuda, tengo aquí una lista de lugares que visitar en esta zona, ¿me podrías explicar como llegar a ellos?

Camus se resignó a que no podría seguir leyendo en paz y tranquilidad con Milo allí, pero tampoco podía hacerle la grosería de correrlo, después de todo había que ser amables con los turistas y el griego no resultaba ser desagradable, incomprensible, si, pero no desagradable.

Milo sacó de su backpack una libretita, con cientos de anotaciones, y se la mostró al francés, y luego le proporcionó un lápiz.

Así pasaron un buen rato, Camus le trazaba pequeños mapas y explicaba cómo llegar al Ayuntamiento de París, al Centro de Arte Pompidou, y al Châtelet.

-Tengo que irme Milo, pero ven conmigo, voy en dirección a Notre Dame, te encamino… - Camus sacó un billete y lo dejó en la mesa para pagar lo que había tomado.

-Oh merci beaucoup ***

Camus esbozó una pequeñísima sonrisa ante el marcado acento griego de Milo y este tomó su backpack al tiempo que pensaba que todo iba saliendo a las mil maravillas, pasaría otro rato junto al bello francés y con suerte conseguiría su teléfono o su dirección.

Caminaron rumbo al Sena, charlaron sobre los estudios de Camus en la Sorbona, y que le gustaría hacer un viaje como el que Milo estaba haciendo, pero que le gustaría llegar hasta los confines de Rusia. Por su parte Milo le contó de sus dudas de volver a la universidad y sobre los países que ya había visitado.

-Milo debes volver a tus estudios, mientras mejor preparado estés te podrás enfrentar mejor al mundo que no es nada sencillo…

-Lo mismo me dicen mis padres Camus, pero no sé, nunca puedo mantenerme estable en nada, me aburro muy pronto y siempre ando buscando nuevos retos…

-Razona con frialdad lo que es más conveniente para ti, deja de lado los impulsos emocionales, que sólo echan a perder todo.

-Pero eso es lo que le da sabor a la vida…

Caminando a un costado del río Sena, ambos jóvenes eran todo un contraste a la vista, uno caminaba tranquilo y cada movimiento estaba perfectamente controlado, mientras el otro manoteaba al hablar y de vez en cuado caminaba hacia atrás para mirar a su interlocutor, lo cual provocó que chocara un par de veces con unos transeúntes.

-Bien hemos llegado- Camus señaló hacia su izquierda, allí estaba, la imponente catedral de Notre Dame. – Aquí nos separamos, gusto en conocerte Milo.

-Camus... no se... estaba pensando, mañana es sábado y… supongo que no tienes clases, que tal si vamos juntos a Montmartre, he escuchado que es un lugar extraordinario, y que mejor que visitarlo con un parisino, que podría explicarme los detalles del lugar…

-No lo se Milo, no tengo clases, pero había hecho algunos planes y…

-Entiendo, no me conoces y pues yo también desconfiaría si alguien así me invitara a salir – el griego había puesto en marcha su estrategia infalible, al hablar miraba a Camus y luego al piso, sus ojos tenían una expresión de perrito regañado y comenzó a juguetear de forma nerviosa con su pié izquierdo sobre el suelo – En fin, aquí nos decimos adiós, ¿verdad?

El francés lo observaba, y no sabía porque pero esa mirada, esos movimientos estaban convenciéndolo de hacer algo totalmente en contra de toda lógica. ¿Pasar todo un día con un extraño?Impensable, sin embargo... los ojitos azules de Milo no le daban opción. ¡Agh, dioses!

-No... Mañana te acompaño a Montmartre, esta bien si nos vemos a las 10? Paso por ti a tu hotel.

-¡¿En serio?! ¡A las 10 está perfecto! – Los ojitos de Milo se iluminaron y le dio un fuerte abrazo a Camus, lo que lo tomó por sorpresa, luego el griego se apresuró a escribir algo en la libretita que había traído todo el tiempo en la mano y arrancó la hoja – Estoy en este hotel, habitación 305, y este es mi celular…

El peliaguamarina tomó la hojita que el joven de purpureos cabellos le ofrecía. Se despidieron con la promesa de verse al día siguiente. Camus siguió su camino y Milo cruzó el puente para llegar a la Catedral.

El sábado justo a la 10 en punto e la mañana, el celular de Milo sonó, era Camus quien lo esperaba en el lobby del hotel. Antes de salir de su habitación el griego guardó el numero del celular del francés que se había registrado al llamarle.

Tomó el ascensor y salió al lobby, cerca del mostrador estaba el bello peliaguamarina, Milo pensó que se veía más hermoso que el día anterior, llevaba unos zapatos beige, que se veían muy cómodos, jeans azul claro y una ligera camisa de lino con cuello en V en color beige, su cabello perfectamente peinado, lo llevaba suelto a la espalda.

Milo se había arreglado a conciencia, quería impresionar al francés y sin duda lo había logrado, ya que en cuanto salió del ascensor, Camus volteó y lo vió y por una fracción de segundo todo su autocontrol desapareció, sintió que le temblaron las piernas y no podía despegar los ojos del guapo jóven que se aproximaba a él vistiendo unas botas de explorador negras, jeans oscuros, los cuales le quedaban un tanto ajustados delineando su bien formado trasero; y una camisa de manga corta en color rojo que ceñía bien sus fuertes brazos. Su cabello purpureo impecable y en su cabeza como toque final unos lentes oscuros Prada que había comprado un par de días antes..

Las miradas de ambos jóvenes nunca perdieron contacto hasta que Milo llegó junto a Camus.

-Bonjour Camus – el griego guiñó un ojo acompañado de una encantadora sonrisa.

-Bonjour… ¿nos vamos? – el peliaguamarina rápidamente rompió el contacto visual y se dirigió a la puerta.

A un par de cuadras había dejado estacionado el auto, caminaron hasta el y se dirigieron al norte de la ciudad, hacia Montmartre. En el trayecto hablaron de todo y nada, Camus mantenía fija su vista en el camino tratando de evitar a toda costa esa mirada que lo hacía sentir nervioso e incomodo, pero jamás dejó que Milo lo notara, su rostro permaneció serio e imperturbable todo el tiempo.

Llegando a Montmartre, dejaron el auto en una callesita cerca de las escaleras que conducen a la basílica de Sacré Coeur. Como su nombre lo indica Montmartre en un monte y la iglesia está construida prácticamente en la cima, y solo se puede acceder por una escaleras o una especie de teleférico. Los dos jóvenes tomaron esta última opción a sugerencia de Camus, ya que la vista de París al ir subiendo era muy bella.

Al llegar a la cima Milo quedó fascinado, toda la ciudad podía verse desde allí y la catedral era impresionante, pero lo que más le gustó fueron los alrededores, caminaron por unas callesitas empedradas maravillosas, las casas y pequeños edificios tenían un toque muy especial, no por náda era el lugar bohemio por excelencia en París, el lugar en donde los pintores impresionistas se reunían a vender sus obras a finales del siglo XIX.

Deambularon un buen rato, entraron a las tiendas que ofrecían toda clase de souvenirs con reproducciones de las mas famosas pinturas impresionistas y postimpresionistas estampadas en ellas. Litografías, playeras, tazas, imanes, llaveros, cientos de cosas y Milo no perdió la oportunidad de comprar algunas. Camus únicamente observaba, como buen parisino ya tenía todo lo que se pudiera comprar en esta zona, aunque seguía encantándole el lugar.

Entraron al cementerio de Montmartre, ya que es un punto turístico que no se debe perder, las tumbas de pintores, escritores y músicos están allí y también las de otros personajes que han pasado a la historia. Camus le explicaba a Milo detalles de la vida de algunas de las celebridades allí enterradas. El griego estaba disfrutando enormemente del paseo y de vez en cuando se acercaba al francés rozando su mano con delicadeza, o dándole pequeños abrazos que lo tomaban desprevenido, e incluso llegó a acariciar una de sus mejillas.

Camus todo el tiempo fingió no sentir esos pequeños pero significantes contactos, y continuaba hablando proporcionando datos culturales.

El pelipurpura no entendía como alguien podía ser tan “frío” o con tal autocontrol, pero no se daría por vencido, Camus le gustaba y mucho y lograría traspasar sus barreras.

Al salir del cementerio ya pasaba del medio día y se dirigieron a la Plaza de los Impresionistas, se dirigieron a un pequeño restaurante y en una de sus mesitas en el exterior se sentaron para comer. Cada uno pidió algo ligero y una jarrita de helado vino blanco. Al otro lado de la placita una banda de música típica empezó a tocar. Milo comenzó a mover su cabeza al ritmo de la música.

-¿Te gusta? – le preguntó Camus, quien lo miraba con curiosidad.

-Si bastante, es increíble como la música puede dialogar.

-¿Dialogar? Para que haya diálogo se necesitan palabras Milo…

-No estoy de acuerdo, se puede tener una conversación sin palabras, y es mucho mas sincera, las palabras las piensas, puedes calcular lo que dirás. Sin embargo hay otras formas de dialogar mucho más sinceras… Por ejemplo…bailar.

-¿Bailar? – el francés lo miraba con incredulidad al tiempo que se servía una copita de vino.

-Si, quien necesita palabras, el baile derrota cualquier pequeña charla en cualquier momento. Bailar es la forma en que tus pies sonríen o ríen. Te permite decir tantas cosas.


Who needs words? Dancing beats small talk any day.
It's the way your feet smile, or laugh. It let you say so many things.



Milo sonreía, sus ojos azules brillaban firmemente convencido de sus palabras. Camus lo escuchaba más no estaba de acuerdo.

-Tal vez no me comprendes Camus porque bailar es un lenguaje que se SIENTE y no se piensa, ni se escucha. Puedes susurrar o gritar sin tener que emitir un sonido.


Dancing is a language
That is felt instead of heard
You can whisper, sing, or shout
Without so much as a Word
Like so!


El griego se levantó y al ritmo de la música de la pequeña banda improvisó unos pasos de baile. El peliaguamarina se llevó una mano a la boca y miraba de reojo a ambos lados, muchos de los allí presentes miraban a Milo.

-Así, ves que sencillo es…

-Milo siéntate por favor – Camus le dijó en voz baja – Solo te moviste, ¿cual conversación hubo allí?

Milo no se sentó, solo recargó sus manos en la mesa.

-Camus solo deja que tus emociones le digan a tu cuerpo que hacer y verás cuanto puede revelar un simple gesto. Y cada pasito de baile, cada uno de ellos te acerca más a decir lo que sientes.


Just let your emotions
Tell your body what to do
See how much a single
Gesture can reveal
And every little step
Every single step
Is one step closer
To saying what you feel

Nuevamente el pelipurpura se movió al ritmo que la música marcaba, esta vez el momento fue mas largo.

-Una vez que la música se apodera de ti y cualquier restricción desaparece, encuentras que puedes decir lo que tu voz nunca se atrevería. Y no debe darte miedo, simplemente debes dejarte llevar.


Once the music hits you
And ambitions fall away
And you find that you're
Expressing things your
Voice daren't say
Don't be afraid. Let go!


Milo se acercó nuevamente a la mesa, pero esta vez tomó de la mano a Camus y lo jaló hasta que logro que se levantara. Al francés no le agradó nada esto, se safó del agarre del griego y se quedo mirando con los brazos cruzados, una seriedad absoluta en su rostro y molestia en sus ojos. A Milo no lo detuvo esto y bailó un poquito mas frente al otro joven. Cada vez más gente los miraba, estaban llamando poderosamente la atención.

-No te enfades Camus solo quiero que comprendas…

-Bien, entendí, tienes razón…- se giró para volverse a sentar pero las manos de Milo lo detuvieron y lo hicieron voltear, ambos jóvenes se quedaron mirando de frente.

-¿Lo ves? Las palabras no son sinceras, no estás entendiendo… Baja aunque sea un instante esa barrera tuya y escucha con el corazón lo digo…Anda inténtalo.

Camus solo suspiró como respuesta, mas no se movió.

-Tan pronto tus barreras caigan, lo que guardas con tanto celo aquí aflorará – dijo tocándole el pecho justo sobre el corazón – Ese rechazo a tener un verdadero contacto con otros desaparecerá, y comprenderás que cada pasito de baile, cada uno de ellos te acerca más a conversar fuerte y claro, con toda honestidad…

 

Soon as you surrender
What's inside will sweep on through
As the boundaries raised
Between us disappears
And every little step
Every single step
Is one step closer
To talking loud and clear

 

El francés lo escuchaba, nadie se había atrevido a hablarle de esa forma, porque los que lo conocían sabían que solo daría media vuelta y se iría. No permitía que nadie se aproximara emocionalmente hablando, en el pasado lo había lastimado mucho. Y nadie tenía permitido opinar sobre sus sentimientos o el manejo de estos, pero este chico, Milo, ¿tan rápido lo había descifrado?

-Bailar es como conversar Camus, solo que no necesitas emitir sonido alguno y una vez que comienzas no puedes parar, es dar y recibir… Créeme - de repente Milo tomó a Camus con un brazo por la cintura y con el otro tomó su mano.

 

A dance is like a conversation
Except you never need to make a sound
And once you've begun
You speak as one, give and take
Back and forth
Round and round!

 

El francés al principio se resistió, él no bailaba, alguna vez lo hizo, pero ya no. Pero el griego no cedió y lo obligó a moverse al mismo ritmo que él. Camus miraba al suelo estaba molesto consigo mismo por haber permitido esto, por haber venido, por dejar que un desconocido lo hiciera perder el control. Por dejar que un extraño lo hiciera…sentir.

Miraba los pies de Milo y pese a todo su enfado trataba de copiar lo que el pelipurpura hacía.

Al sentir que Camus bajaba la guardia un poco, el griego lo acercó más a él y aunque continuó mirando al suelo, el pecho de cada uno de los jóvenes estaban en contacto.

El peliaguamarina pudo sentir con claridad el latido del corazón de Milo. Bailar es como conversar… el ritmo del latido seguía el ritmo de sus pasos y parecía como si tratara de decirle tantas cosas, le hablaba directamente y con total honestidad. Cerró sus ojos y dejando caer todas sus barreras, se dejó llevar y tomo la cintura de Milo con la mano que le quedaba libre. La música le decía que hacer, hacia donde moverse al unísono con el griego, por increíble que parecía se estaban entendiendo sin decir una sola palabra; bailaban por la plaza y evitaban a la gente desperdigada por ahí.

Abrió sus ojos y levantó la mirada para encontrarse con los zafiros de Milo mirándolo con felicidad. La música disminuía su intensidad y su ritmo y ellos también, hasta quedar casi inmóviles en un lugar, pero sin soltarse.

-Bailar es como conversar... excepto que tus labios no necesitan separarse y una vez que comienzas no puedes parar... hablas como si fueran uno solo. De corazón a corazón. – Camus hablaba en un susurro pero era claramente escuchado por Milo quien asentía sonriendo – Bailar es un lenguaje que se siente en vez de hablarse o pensarse... y puede decir más de lo que las palabras jamás han podido expresar y cada pasito de baile... cada uno de ellos... nos acerca más a ser comprendidos…

 

A dance is like a conversation
Except your lips don't
Ever need to part
And once you've begun
You'll speak as one
Cheek to cheek
Toe to Toe
Heart to Heart
Dancing is a language
That is felt instead of heard
But it says much more
Than language ever could
And every little step
Every single step
Is one step closer
One step closer
One step closer
To being understood.

 

Con suavidad Milo tomó el rostro de Camus en sus manos y acercó sus labios a los del francés, este no se resistió y se entregó a ese dulce beso. Y ese simple gesto dijo más que mil palabras.

FIN

Notas finales:

*Buenos días! Disculpa, puedes ayudarme?

** Si, por supuesto.

***Muchas gracias


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