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I'll Wait For You por Hidden Luck

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¡Aquí Tamy actualizando!

Y aquí volvemos con otro capítulo más de este maxi/mini oneshot xD ¡Muchísimas gracias por los rr! Anima ver que os gusta :D nosotras lo adoramos, por si no era evidente. Me lo pasé genial corrigiéndolo tooooodo en una tarde... xD así que disfrutad vosotr@s también de este cap y de los que vengan~

¡Besotes y hasta el próximo!

Capítulo 2
La casa del marica




JJ se rió alegremente y bebió un poco más, escuchando atento la conversación pero sin atreverse a participar ya que no conocía a la tal Silvia. Pero por cómo hablaban de ella, ganas le daban al cien por cien.

—¿Y tú JJ? —le preguntó uno que estaba cerca de Hugh, apuntándole con el vaso que estaba medio lleno del alcohol barato que habían comprado—. Seguro que tienes alguna historia interesante que contar...

Fred asintió, riéndose.

—Seh, ya has oído un poco de las nuestras.

—Después de esa, ninguna que cuente os va a parecer interesante —respondió el rubio con una carcajada e inmediatamente se llevó el vaso a los labios, incómodo porque le hicieran preguntas tan personales.

—Qué dices tío, todo lo que tenga que ver con pibas es interesante.

—Sí —le apoyó Hugh, riéndose. Se notaba que ya estaba bastante borracho—. A Silvia, por ejemplo, también me la follé yo. Se mueve como quiere la tía, y tiene una boquita...

—Joder, Hugh, ¿a quién no te has tirado?

—Seguramente a tu madre —se rió éste, inclinándose para echarse más bebida—. Venga, JJ, anímate.

—Es que, no sé tampoco qué contar. Además no conocéis a ninguna —se excusó—. Pero, vamos, que si me queréis presentar a Silvia... —bromeó para quedar bien e intentar cambiar de tema.

Y parecía que había colado, porque aquello provocó algunas risas y miradas que pretendían ser cómplices.

—Si quieres luego te doy su móvil. Va dos cursos más adelante, pero creo que ya sabe quién eres.

—Sí, no se le escapa ni una.

—Silvia es especial —se rieron todos—. ¿Y, de clase, te llama alguna la atención? Al imbécil de Jake le gusta Julie.

Jake bufó, sonrojado, refunfuñando algo por lo bajo.

—Es guapa —se quejó, haciendo que aquello sólo lo oyese la persona que tenía al lado: JJ.

JJ le sonrió a Jake, concordando con él y después miró a Hugh, algo nervioso. En realidad no estaba entre sus planes llamar a aquella tal Silvia. De hecho, tampoco había estado en sus planes terminar la cena así. A pesar de que habían dicho ‘cena de clase’ sólo se encontraban allí los del equipo y ya. Las chicas habían prácticamente huido a sabe dios dónde y el par de chicos que faltaba no había sido invitado por ser ‘frikis’. Devy entre ellos, por supuesto.

—¿Y por qué sabe quién soy? No la he visto en mi vida —reconoció.

—Las noticias siempre vuelan de clase a clase —le explicó uno, y se encogió de hombros.

Todos parecían de acuerdo con ello, como si fuese lo normal y lo que había que dar por sentado.

—Además, eso significa que a las chicas mayores les gustas.

—No mareéis al pobre chico, que hace nada que ha llevado —intervino Jake, aún enfurruñado, y suspiró—. Además, dicen que esa Silvia es de lo peor. Dejadle que él sólo decida.

—Eh, qué aquí no hemos dicho nada —se defendió Fred, mirando mal al otro chico.

JJ agradeció internamente aquel gesto de Jake, pero no le dio la razón, pasaba de tener problemas con los ‘guays’ de la clase, sus nuevos amigos.

—Bueno, tú dame el número y ya veré que hago. Tampoco me fío, hasta que no la vea... —se rió algo gallito.

Fred amplió la sonrisa, dándose por ganador, y codeó a Hugh para apresurarlo a sacar el móvil.

—Mira, es este —le pasó el aparato con el número brillando en la pantalla—. Con que le digas que eres el nuevo del equipo, todo solucionado.

—Siempre igual —bufó Jake, girándose un poco para no ver aquello y seguir bebiendo a su ritmo.

—Venga, Jake, no te piques —trató de arreglarlo JJ, pero después de haber guardado el número en su propio teléfono. Dio un trago más y al levantarse sintió que el suelo se le movía bajo los pies.

—Ya, pero... —el chico emitió un resoplido, observándolo preocupado—. ¿Estás bien?

—Claro que está bien, no es una nena como el puto marica ese.

JJ se rió, tratando de quitarle importancia.

—Tengo mucho aguante, ¿lo dudas?

—No. No es eso —Jake sonrió, ignorando el comentario—. Pero me caes bien, me preocupo.

—No te preocupes por tonterías, en serio. Aún puedo beberme como cuatro de estos mas —levantó su vaso, aunque en realidad mentía. Apenas le estaba entrando aquel vaso, pero cada vez que decía algo así Fred y Hugh le sonreían y le daban palmadas de camaradería en la espalda.

Y nada más escucharon aquello, ambos chicos volvieron a sonreírle, notándose el orgullo que sentían en sus gestos.

Sin embargo, Jake torció la boca.

—Siempre tan machitos... —susurró por lo bajo, aprovechando que estaban en el banco de al lado hablando de cualquier tontería—. Yo me tendré que ir en un rato, que he quedado.

—¿Con Julie? —preguntó JJ, ocultando su disgusto, pues aquel era el chico que mejor le caía de todos los demás.

—Sí —Jake asintió, jugando con el vaso mientras intentaba no sonreír tontamente—. Hemos empezado a salir, así que quería pasar algo de tiempo con ella. Como no vino a la cena por lo de Devereux...

Ante aquella afirmación, JJ desvió la mirada, no muy seguro de si Jake sabía el motivo de por qué el moreno no había acudido.

—¿Qué pasa con ese?

—Nada, pero como él y Julie son amigos, ella no quiso venir al saber que Devereux tampoco lo haría. Dice que siempre acabamos haciendo lo mismo —suspiró, mordiéndose el labio y bebiendo—. Y que prefería quedarse en casa comiendo una pizza que aguantando ciertas cosas o personas.

—Pues no sé, esto está bien —balbuceó el rubio, arrastrando un poco las palabras mientras observaba a los de su clase hacer el idiota un poco más allá—. Mejor que ir con el Devereux ese.

Jake los miraba también, terminándose su bebida.

—Ni idea. No lo conozco, así que no puedo opinar. Según Julie, ella se lo pasa de puta madre con él y se ríe un huevo.

—Es un puto marica con la mano suelta —le avisó en un gruñido—. No te quedes solo con él o querrá follarte.

—¿Sí? —se rió, girándose para mirarlo a él ahora y olvidarse del resto—. Nunca lo he tenido cerca. ¿Habéis hablado o algo?

—No —mintió enseguida el rubio, como reflejo, pero después trato de arreglarlo un poco—. En clase me tira los trastos. Estoy hasta los cojones e él.

—Sí, es verdad, que lo tienes atrás —Jake se rió entre dientes—. No estoy en tu clase, pero Julie me cuenta cosas. Intenta aguantar o pide un cambio de sitio, supongo que no te dirán nada.

—Está delante, que es peor. Supongo que sí que lo haré. Hugh, Fred y estos se cachondean de mi por eso —bufó.

—Bueno, lo que digan ellos que te la sude —le aconsejó, palmeándole el hombro para animarle—. Lo importante es que estés cómodo en clase, si no menuda mierda. Ser nuevo y que no paren de joderte entre unos y otros... Menuda forma de adaptarse.

—Me caen bien —le aseguró, apurando el vaso para acabarlo, con un pequeño jadeo. Reculó hacia atrás y se sentó, dejando caer un poco su cabeza. Sentía que le pesaba horrores—. Menudo ciego que llevo —se rió un poco.

—Ya te veo —Jake se reía, intercambiando posiciones con JJ y estando ahora de pie—. ¿Estarás bien? Yo me tengo que ir ya —miró el reloj en su muñeca derecha, arrugando el vasito y tirándolo en la papelera más cercana—. Tienes suerte de que te caigan bien, así no me sabe tan mal dejarte aquí.

—Vete ya —aseveró el rubio con los ojos aún cerrados—. Ya nos contarás qué tal...

Jake le golpeó la rodilla, riéndose.

—Vale, pero si lo cuento será sólo a ti. No me va eso de pavonearme. Cuídate.

. . .




—Me pregunto qué estarán haciendo esos trogloditas —suspiró Devy, volviendo al mismo tema que tocaba una y otra vez cuando la conversación moría. No podía evitar sentir unas cosquillitas de curiosidad sacudir su estómago.

Ni siquiera estar en aquel bar rodeado de hombres y jóvenes atractivos lo arreglaba. Se apoyó en la barra y le dio un trago a su cerveza, observando de reojo a su único, y por tanto, mejor amigo. String había cambiado mucho desde que lo había conocido, física y psicológicamente. Le hacía gracia ver a su amigo con el cabello a lo emo, con el flequillo largo y mechas rojas en él. O el piercing que se había hecho un año atrás en la nariz.

A él también le gustaban esas cosas y deseaba hacerse uno en la boca o en la lengua, pero bastante había conseguido con el corte de cabello similar al de String pero más corto o la ropa ajustada y negra.

Consideraba que él no había cambiado tanto como String, que ya había pasado por algunas fases más antes de aquella. Y lo admiraba a la vez que lo quería mucho. No todos conseguían aguantarlo, comprenderlo y no juzgarlo como él. Sólo String. Como llevaba ocurriendo los últimos tres años. Julie también podría considerarse una excepción, pero no la conocía tanto.

—Eh, ¿ya estás fumado? Escúchame —le dijo, tocándole la cara con un dedo con insistencia—. Estoy contándote mis penas.

—Llevas contándome tus penas em... Un mes, desde que el tío ese llegó a tu clase —bostezó el moreno, dando una última calada al cigarrillo mientras observaba, con una sonrisita juguetona a un chico que le observaba a unos metros de allí.

—Pero es que es verdad que está muy bueno. Si lo vieses lo comprenderías, pero siempre que te digo cual es lo ignoras —se quejó, dando otro trago y suspirando—. Me hizo prometerle que no iría hoy a esa cena y soy tan capullo que al final lo hice por esa carita.

—Ese está bueno —señaló con la cabeza al chico y le guiñó un ojo—. Tu JJ sólo es un jodido homófobo.

Devy se rió cuando repasó a susodicho con la mirada.

—Lo está, me gustan sus labios. ¿Qué le pedirás que te haga? —le preguntó, a pesar de que ya lo sabía—. No es homófobo, a mí me gusta. Me estoy obsesionando con él de una manera...

—Pues simplemente no lo hagas. Los heteros no traen nada bueno, lo sabes —le dijo, quitando un segundo sus ojos del chico para mirar a su amigo.

—Ya, ya lo sé. También sé que tienes razón... —suspiró, sin añadir nada más porque captaba lo que pasaba por la cabeza de String y sabía a quién se refería. Desvió la mirada, sin mirar a nadie en concreto—. Pero el tío... No sé, cuanto más se resiste más me gusta. Y eso que ya me ha pegado varias veces.

—¿Ese hijo de puta te ha pegado? Vamos, no me jodas, Dev, ¿y aún así sigues como un perrito faldero detrás de él?

—Sí. Algún puñetazo o alguna hostia... Es que no puedo evitarlo, String. No sé qué mierdas me pasa. Será porque es el polvo que más se me resiste, no sé. Me siento imbécil intentando pillar a alguien del que normalmente pasaría.

—Lo que tienes que hacer, es ir a por ese castaño de allí que te está comiendo con los ojos y pegarle una buena follada. Verás como así se te pasa la tontería —le dijo aún con el ceño fruncido, dando un trago a la cerveza. No le había gustado en absoluto escuchar aquello.

Devy lo golpeó con el hombro, enganchándolo después.

—¿Me mira a mí o a ti? A lo mejor es que quiere un trío el tío —bromeó, riéndose sin muchas ganas. Tenía la cabeza en otra parte. O, mejor dicho, en otra persona—. Si quieres ves a por él tú, yo quizás iré al sitio ese donde quedaron los de clase...

—Eh, no, no me jodas —le miró, enarcando las cejas—. ¿Me vas a dejar plantado por ese grupo de pijos?

—No, joder. No lo digas así. Sólo voy a echar un vistazo y luego volveré. No sé, tampoco te quedarías solo. Estás follándote a buena parte de los chicos con los ojos. Seguro que ya sabes a quién te tirarás esta noche.

—Ni lo pienses, no voy a dejarte solo. Porque como a esos hijos de puta se les ocurra decirte algo, me los como —aseguró y al final le dedicó media sonrisa con algo de fanfarronería.

El moreno le devolvió la sonrisa, agradecido.

—Teniéndote a ti al lado, cualquiera se atreve a alzar la voz. Pero conmigo no pudiste —canturreó, riéndose después. Pensó que, pasase lo que pasase, siempre se tenían el uno al otro; y eso era algo que Devy agradecía no haber perdido porque aunque siempre actuase como si nada le afectase, la verdad era muy distinta a la imagen que proyectaba a los demás.

—Porque tú eres demasiado pesado hasta para mí —le sacó la lengua y le besó el cuello, apurando su cerveza. Miró de reojo al chico con el que se había estado sonriendo y suspiró—. Vámonos antes de que me arrepienta.

—¿Qué haría sin ti? —preguntó en broma, incorporándose y pasándole un brazo por los hombros para dirigirse hacia la salida—. Quedaste inmunizado, eso no es justo. Voy perdiendo mi encanto.

—Encanto tienes, lo que pasa es que ya me conozco todos tus trucos —se rió.

—¿Intentas decir que no renuevo? Me van a dar ganas de encerrarme en mi casa una semana para pensar cosas nuevas —declaró, saliendo por la puerta.

El aire frío los recibió, y los dientes de Devy castañearon un poco mientras se ajustaba la cazadora negra. Metió la mano en el bolsillo y sacó dos pitillos, ofreciéndole uno a String. No fumaba más que cuando salían, pero al menos aquello le ayudaba a quitarse los nervios de encima.

—Toma. Hoy me siento generoso —se rió, omitiendo que aquel paquete se lo había robado a su madre.

—Wow, qué generoso —se rió el moreno, pero lo tomó, agradecido—. Menos mal, joder. Hoy no pude conseguir dinero para más que un par de cervezas.

—¿Tu viejo se puso pesado otra vez? —le miró de reojo, torciendo la boca con disgusto—. Coge el mechero, a ver si adivinas dónde está...

—¿Y cuándo ha dejado de ponerse pesado? —dijo con cierta acidez y empezó a sobarle el paquete—. Por aquí no está, de hecho no hay absolutamente nada.

—Cabrón —soltó una carcajada, moviéndose contra la mano adrede—. Ahí hay mucho y lo sabes. Ah, no, que lo que pasa es que tienes envidia. ¿Tendré que comprobar si en el tuyo hay algo?

—Te sorprenderías —le sacó la lengua, llevando su mano por los bolsillos del moreno—. Joder, ¿dónde lo escondiste?

—Frío, frío —comentó, tiritando para escenificarlo bien. Se rió y le besó la mejilla al otro—. Tanto frío que se me hiela el trasero.

String se rió también y llevó una mano a su culo, para sobarlo sin vergüenza ninguna.

—Ya sabes que si me dejaras podría calentártelo —bromeó.

—¿Qué dices? No, que te cebarías con él —exageró, meneando un poco las caderas para que notase el bulto en los bolsillos traseros del pantalón. Todo ello sin dejar de reírse—. Además, sería extraño. No nos imagino... Por cierto, ¿sabes que Julie dice que hacemos buena pareja?

—¿Qué dices? —el otro se echó a reír a la vez que extraía el mechero del bolsillo—. ¿Hola? ¿Nosotros como pareja?

—Ya lo sé. Eso es más extraño que si algún día follamos —concordó—. Pero ella se empeña en decir eso. Ya sabes cómo son las mujeres, sacan parejas hasta de las tapas de los váteres.

—Bueno, déjala. Seguro que fantasea con nosotros —dio una calada con gran placer.

—Me estás haciendo imaginar algo asqueroso, cabrón —le pegó en el pecho y se rió, encendiéndose su propio cigarro—. Prefiero pensar que es otro el que fantasea conmigo. OTRO, no otra.

—Sí, por desgracia sé bien quién es ese otro.

—¿Qué tiene de malo? —hizo un fingido puchero, exhalando el humo lentamente—. Déjame imaginar algo agradable por unos segundos. A ver si al menos lo veo de refilón... —se frotó las manos, nervioso.

—No es malo, más bien lo definiría como patético —suspiró el otro y siguió caminando, viendo que se acercaban al parque donde solía hacer botellón la gente.

Devy exhaló, dándole la razón mentalmente porque así era como se sentía: patético. Se separó del moreno y movió la cabeza rápidamente, alzándola, buscando a sus compañeros de clase. Pero parecía que no había nadie y como dijese aquello en voz alta, String se lo iba a comer por hacerle perder el tiempo.

Metió las manos en los bolsillos del pantalón negro, y fue pasando entre bancos, extrañado.

—Juraría que era aquí... —se rascó la barbilla.

—Pues no hay ni dios —gruñó el moreno, mirando a su alrededor. Entonces agarró a Devy por el brazo, haciéndole caminar un poco más mientras escrutaba a lo lejos—. ¿Ese de ahí no es tu rubio?

El moreno asintió.

—Sí, es él —se mordió el labio, preocupado y nervioso al verlo solo. Intentó no verse muy desesperado, ni ansioso, así que anduvo con bastante calma hacia JJ a pesar de que las ganas de apresurarse le podían—. Menudo tío, solo y borracho a estas horas...

—Da asco —dijo String en voz bastante alta, siguiendo a Devy aunque no quisiese.

JJ estaba medio tirado en el banco con los ojos entrecerrados, luchando para que su cabeza se mantuviera en su sitio y no se fuera hacia abajo.

—No da asco, sólo está pedo —Devy terminó de aproximarse, quedando a la altura del rubio. No pudo evitar elevar una mano y acariciarle el cabello, moviendo la cabeza con cuidado—. Eh, ¿y los demás?

Movimiento que el rubio trató de evitar con torpeza.

—¿Qué cojones haces aquí? —balbuceó vagamente, incorporándose como buenamente pudo.

—No sé, ¿pasear? —tentó el otro, riéndose por lo bajo—. Esta ciudad es libre, puedo ir donde quiera, bebé.

—No me llames bebé —se quejó, sin percatarse de String.

—Tsk, vámonos Devy —le apremió, poniendo los ojos en blanco al escuchar el tono ñoño y aquella cursilería que Devy había empleado por alguien que no se lo merecía.

Devy negó, hincando los dientes en la piel de dentro de la boca.

—No puedo dejarlo aquí —le dijo a String, enterrando sus dedos en las hebras doradas a pesar de que sabía que el rubio se apartaría en cuanto se diese cuenta de lo que hacía—. ¿Te dejaron tirado? No puedes quedarte dormido aquí.

—Vienen ahora… —gruñó vagamente, apenas consciente de que le estaban acariciando—. Pírate.

—Devy, tío, no te rayes por este gilipollas.

—Pero... —el más alto seguía con las caricias, y miró de reojo a su amigo con cara suplicante. Simplemente no podía abandonarlo en ese sitio a su suerte. A saber cómo se despertaría el día siguiente si a alguien le daba por robarle la cartera o la ropa y, pensando más dramáticamente...— String... sabes que no van a volver. No podemos dejarlo aquí.

El aludido bufó sonoramente y se cruzó de brazos.

—¿Y qué vas a hacer, eh?

—Qué me dejes —había dicho el otro débilmente, volviendo a cerrar sus ojos, con su cabeza balanceándose hacia adelante.

—Llevármelo —sentenció Devy, ignorando las débiles protestas. Se colocó frente al chico, la cabeza de este cayendo sobre su abdomen, y pasó sus brazos bajo las axilas del más bajo instándolo de esa forma a que se pusiese de pie—. Te parezca bien o no. Supongo que a mi madre no le molestará...

—¿Lo vas a llevar a tu casa? —String enarcó las cejas—. No me jodas, que ese tío te ha hecho de todo.

—S-suéltame —se revolvió JJ con los ojos entrecerrados, tropezando.

—Bueno, un par de hostias... —Devy intentó restarle importancia, encogiéndose de hombros mientras abrazaba el cuerpo del rubio. Aspiró el aroma del cabello, estremeciéndose por lo bien que olía. No lo había tenido tan cerca desde la vez que lo pilló en los vestuarios masculinos y se sentía bastante emocionado por poder repetirlo—. Oye, bebé, no seas tan quejica que ni te tienes en pie. Hazme caso y no seas cabezota.

—N-no me sobes, maricón —espetó el otro con los ojos cerrados con fuerza, tratando de soltarse de una manera patética—. E-estos van a venir ahora.

—Qué tierno —bufó String.

—Sí, van a venir ahora... ¿Cuánto hace de eso? —inquirió el moreno, ignorando a String para no ponerse más nervioso—. Venga, sujétate a mí. String, ¿nos acompañas?

—No quiero tener nada que ver con ese puto homófobo —declaró.

Devy lo miró suplicante.

—Tío, no seas así. Está borracho...

—Te acompaño hasta tu calle y me voy. No pienso cuidar de un niño que no sabe ni beber.

—Dile a tu puto novio que se calle —musitó JJ, aún medio resistiéndose a ser arrastrado.

—Repite eso y te parto la cara —le avisó String al rubio.

—Basta —les cortó Devy, arrugando algo el ceño. Suspiró y aupó el cuerpo del rubio, que se resbalaba, para poder abrazarlo por la cintura en una posición que evitara que se cayese y que no golpeara su orgullo heterosexual—. No os conocéis y ya...

—Es su culpa —dijeron ambos a la vez, lo que hizo que String bufase de nuevo y JJ gruñese por lo bajo, dejándose llevar.

—Si parecéis gemelos —se burló el otro, riéndose por bajo. Dos de sus dedos engancharon la cinturilla del pantalón del rubio, mirándolo de reojo más seguido de lo que le hubiese gustado. Se sacó el cigarrillo de la boca, soltando el humo frustrado—. Eh, String, ¿sabes que toca la batería? A lo mejor es bueno.

—Me la suda, no quiero tener a un pijo tocando en mi grupo —le avisó, siguiéndolos a una distancia prudencial.

JJ ni siquiera respondió, había dejado caer la cabeza contra el brazo de Devy, con los ojos cerrados mientras se dejaba guiar.

'Joder, Jeremy, no hagas eso', pensó Devy.

No había sido capaz de centrarse en lo que había dicho String al ver aquel gesto, aunque fuese completamente impremeditado. Después de tantas semanas recibiendo negativas y un trato no muy grato, aquello le pillaba completamente desprevenido. No sabía cómo comportarse ante eso, estaba acostumbrado a los insultos, a que lo apartasen, pero no a sentir un leve peso en su hombro o un cuerpo que realmente desease contra el suyo. Y eso le hacía sentir como si el aire le faltase mientras el corazón le bombeaba con rapidez.

Juraría que podía escuchar de fondo en su cabeza lo que diría String si le contase eso.

—Tampoco está tan mal. Además, da igual cómo sea mientras toque bien. No hay por qué juzgar, sabes que eso ya lo hacen los demás por nosotros.

—Pero es que es él quien nos juzga, Devy —le recordó el del flequillo rojo, pero fue interrumpido por un débil quejido del rubio.

—Me encuentro mal...

—¿Qué sucede? —le preguntó Devy en un tono suave y bajo, acariciándole la espalda—. Pero tendríamos que enseñarle que nosotros no somos igual a ellos, que sí nos damos el tiempo para conocerlos y entonces ya juzgarlos.

—Ya, claro, eso haberlo dicho antes de que ese tío te pegase —gruñó String.

—E-el estómago... —se llevó una mano a este, con una mueca.

Devy miró fugazmente a su amigo, sabiendo que no mentía. Aún así exhaló.

—¿El estómago? —repitió, se detuvo un momento y oteó en derredor para encontrar un sitio rápidamente. Cuando lo halló, se acercó a un árbol que había en medio de la calle, sin dejar de acariciarle—. ¿Tienes ganas de vomitar?

—No, pero me duele —cerró los ojos y jadeó un poco, doblándose hacia adelante.

Afianzando el agarre en la cintura, el moreno hizo círculos en la espalda del chico con más ímpetu sin decir nada más porque sabía lo que venía aunque el otro lo negase. Dejó de acariciarle un instante para apartarle el flequillo, observando que estaba bastante rojo y sudado.

Y tal y como Devy esperaba, el rubio sintió una arcada y se dobló del todo, vaciando su estómago sobre el césped. String puso una mueca de asco y se apoyó en la farola mientras escuchaba las demás arcadas y tosidos del rubio.

—Qué bueno está, ¿eh, Devy? —dijo con ironía.

—No seas cabrón —le advirtió con tono jocoso, mordiéndose el labio para no reírse a pesar de que las ganas no le faltaban. La situación sin duda era extraña. Continuó apartando el flequillo y arrastrando la otra mano de arriba a abajo, a la espera de que JJ terminase—. ¿Cuánto has bebido? ¿Todo el garrafón o qué? Parece la fuente interminable.

El rubio cerró los ojos con fuerza, jadeando.

—C-cállate, cabrón —le respondió con voz temblorosa, aún doblado a la espera de una nueva arcada.

—Oh, un insulto —Devy se rió, inclinándose y hablándole luego cerca de la oreja—. Eso es que ya estás algo mejor, ¿no?

El rubio se apoyó en su hombro para levantarse, con los ojos algo llorosos y la visión aún nublada.

'Otra vez no', pensó Devy, aunque trataba de sonreír.

Buscó en sus pantalones un pañuelo y le limpió el sudor extra que había producido el esfuerzo de desalojar todo lo que había habido en el cuerpo del otro hasta ese momento. Fuera lo que fuese, pues tampoco se quedó a observar. Se dio la vuelta y se acercó hasta String, procurando no mirarlo.

—Eh, ¿vas a volver al bar? —le preguntó por distraerlo y que no le soltase algo. Sobre todo por la forma en la que sujetaba al rubio.

—¿Quieres quedarte solo con él o qué? —String enarcó una ceja—. Pero sí, sinceramente no quiero tener nada que ver con este pijo. Y tú deberías venir conmigo.

—No he dicho que quiera eso... —Devy apartó la vista, sabiendo que estaba siendo leído como un libro abierto—. Joder. Vale, sí quiero. Pero no por eso, no puedo dejarlo tirado por ahí. Me sentiría un auténtico cabrón y no podría dormir bien.

—Yo tengo que ir a... a... —comenzó el rubio, pero frunció el ceño frustrado al no ser capaz de recordar el nombre del bar del que llevaban toda la noche hablando sus amigos. Sacó el teléfono, pero este se le cayó de la mano y se echó hacia adelante, intentando cogerlo bajo una mirada asqueada de String.

—Como veas. Si quieres que me vaya, me voy.

—No es eso, tío —Devy suspiró, mordiéndose el labio. Había estado a punto de llamarlo 'Aike'. Se inclinó y recogió él el móvil, balanceándose un poco por el peso extra que era sujetar a JJ—. Ven, sabes que nunca te dejaría de lado. Pero tampoco puedo dejarlo tirado a él... Y eso suena tan estúpido, lo sé.

—Qué no estoy picado, no me hables así —dijo String y al final se rió un poco—. Sabes que me da igual, no pienso acabar la noche solo.

—Trae eso —ordenó el rubio, ignorándoles y tratando de coger su móvil.

Devy se rió, apretando un poco la cadera de JJ.

—No seas tan cabrón —le espetó, girándose luego hacia String—. Ya lo sé. Conociéndote elegirás al mejor de todos y te lo follarás durante toda la noche. ¿Me equivoco?

—Aciertas de pleno, no pienso pisar mi casa hasta mañana —le contestó y suspiro—. Entonces me piro ya, no quiero que se me pase el ciego ya.

—Dudo que se te pase, siempre vas ciego —se rió, metiendo los dedos por el cinturón del chico para acercarlo y besarlo de repente—. Espero que me cuentes todo con detalles, así me darás más envidia, mamón.

—Joder, me haréis vomitar otra vez —gimoteó JJ, tratando de apartarse de ellos dos.

String simplemente lo ignoró y con una sonrisa traviesa, le lamió los labios a Devy.

—Los tendrás todos. Y ten cuidado con lo que haces —se rió y se separó de ellos, para irse.

—Lo tendré —levantó una mano a modo de despedida, relamiéndose, y luego miró al rubio. Sabía que quizás se arrepentiría cuando al día siguiente le lloviesen los insultos, pero era lo que en ese momento deseaba: ponerlo a salvo de alguna forma—. Venga, eres un exagerado. Muévete o nunca llegaremos. ¿Quieres dormir o no?

—No —respondió, aún tratando de recuperar su móvil—. Tengo que ir a buscar a estos...

El moreno movió la mano, apartando el aparato.

—En el estado en el que estás, si llegas a mi casa será un milagro —afirmó, guardándoselo después en los bolsillos del pantalón. Volvió a sujetarlo, y se atrevió a internar su nariz entre las hebras claras a pesar de poder ganarse un buen puñetazo. Aunque JJ estuviese pedo, eso no significaba que no pudiese ponerse agresivo a la mínima.

JJ le empujó desganado, volviendo a tropezar.

—No voy a ir a casa de un marica —gruñó.

—Pues no estás de suerte hoy, porque acabarás en casa de uno —replicó, suspirando y acercándolo de nuevo. Se mordió el labio y rebuscó las llaves mientras tiraba la colilla consumida al suelo.

—No quiero que un maricón intente violarme —se quejó, echando su peso sobre el brazo de Devy para frenarle y que dejase de empujarle.

—Una cosa es ser gay y otra un violador —recalcó, rodando los ojos. Tiró de él sin éxito, y se inclinó para morderle el cuello—. O te mueves o sigo.

—P-para —el rubio se tensó y le volvió a empujar—. Y luego dices que no quieres violarme.

Devy se rió.

—Eres tú quien me obliga —canturreó, sin soltarlo. Consiguió moverlo con dificultad hasta su portal, donde abrió la puerta con cierta dificultad a causa de que el otro no dejaba de moverse—. Entra y no hagas ruido, es tarde.

—¡Pero es que no quiero! —le susurró, subiendo las escaleras a trompicones.

—Cuando pilles la cama, verás cómo sí querías —se rió por lo bajo, afianzando más el agarre mientras procuraba no acariciar la piel expuesta cuando la camisa se subió un poco. Suspiró y se inclinó para hacer como si fuese a morderlo de nuevo—. Venga.

JJ apretó los labios, rabiado, y con los brazos fuertemente cruzados, hizo que Devy tuviera que arrastrarlo por todo el portal y los pasillos hasta llegar a la puerta de la casa de él.

—No puedo creer que haya terminado aquí —gimió, pasándose una mano por la cara.

—Ni yo que haya tenido que tirar de un borracho o haber traído un hetero a mi casa. Ya ves, estamos a mano —Devy se pasó la mano por la frente, donde se pegaron algunas hebras oscuras, y lo soltó un momento para acertar la cerradura y abrir la puerta lo más suavemente que puso—. Shhhh...

—Encima me haces callar —se quejó con un nuevo susurro, dándose con el marco de la puerta al pasar—. ¡Ay!

Una mano tapó enseguida la boca del chico.

—No hagas ruido —le susurró, mirando entre la penumbra de la casa para cerciorarse de que su madre no estuviese despierta. Tenía la mala costumbre de esperarlo. Cerró la puerta y se inclinó sobre el rubio—. ¿Te has hecho daño, bebé?

El rubio se quejó y su voz quedó ahogada por aquella mano, la cual estuvo tentado de morder por un segundo. Cuando al fin le soltó, se frotó el brazo.

—Qué no me llames así.

Devy lo ignoró y se desplazó lentamente por la casa, agradeciendo que su habitación estuviese al fondo del pasillo. Al pasar por al lado de la puerta del cuarto de sus padres, agudizó el oído y suspiró aliviado al escuchar los ronquidos de su padre. Bendita fuera su madre por aguantar aquello.

Volvió a ponerse en marcha y cogió el pomo de la puerta, girándolo con precaución para que no chirriase y luego encendió la luz. Su habitación parecía un campo de batalla, pero al menos la cama estaba hecha y limpia.

—Pasa. ¿Quieres que te traiga agua? —le preguntó a JJ en voz baja, apoyado en el resquicio de la puerta.

El rubio entró al cuarto con desconfianza, casi con miedo a lo que fuera que pudiera encontrar allí. Apenas le escuchó cuando le habló y se tiró en la silla del ordenador, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos unos segundos. Cuando se le pasó el mareo observó a la habitación en general.

—Es una habitación normal —declaró como si aquello le sorprendiera, girando un poco en la silla.

—Claro que lo es —sonrió de lado, negando con la cabeza.

Devy dudó unos segundos, pero al final fue rápidamente a la cocina a por una botella de agua, y regresó con ella bajo el brazo, cerrando la puerta tras de sí

—¿Qué esperabas encontrar, bebé? ¿Posters de tíos desnudos? ¿Consoladores y dildos por las estanterías? —inquirió mientras trataba de no reírse. Le pasó el agua y se sentó en la cama donde cogió su bajo que estaba apoyado contra esta.

JJ se encogió de hombros mirando a la botella, luchando entre la incomodidad y el sueño. No pudo reprimir un pequeño bostezo.

—Por la imagen que me has dado de ti mismo, sí —medio susurró.

—Pues que pena defraudarte —se rió. Guardó el instrumento en su funda y lo dejó en un pequeño armario cerca del escritorio—. Venga, métete en la cama que se nota que te caes de sueño.

—N-no tengo sueño —mintió, encogiéndose un poco más.

—No seas terco —le riñó, parándose frente al chico para levantarlo—. Podrías cooperar un poco, ¿sabes, bebé?

—No mientras me llames así —se levantó, tambaleante—. Además me da mal rollo dormir en tu cama.

—Lo que yo diga, un jodido terco —el otro negó con la cabeza, bufando. Lo forzó a ponerse de pie, abrazándolo a pesar de lo que la cercanía de aquel cuerpo ocasionaba en el suyo. Como aquellas oleadas de calor que ahora mismo le recorrían—. Como no me hagas caso...

—Arg, quita —le empujó y bufando se tiró en la cama, aún vestido y calzado, sobre las colchas—. ¿Contento?

Devy sonrió.

—Mucho —le dijo, agradeciendo por una vez que lo hubiese apartado. Le quitó las zapatillas y los calcetines, metiendo las piernas dentro de la colcha—. Quítate la chaqueta al menos, que si no te morirás de calor.

—No me apetece moverme —reconoció, cerrando un poco los ojos.

—Perezoso —amplió la sonrisa, haciéndolo él mismo. Cuando la tuvo en las manos, observó lo bien que se amoldaba la camisa al cuerpo del más bajo y suspiró. Dejó la chaqueta sobre la silla y rebuscó entre la ropa del suelo los pantalones de chándal que hacían de pijama y luego empezó a desnudarse, vigilando al otro de reojo.

JJ mantenía los ojos cerrados, sintiendo que aún así todo parecía darle vueltas y que su mente estaba lenta, espesa.

—Estos me van a matar por haber desaparecido —murmuró.

—Seguramente ni se acuerden —predijo, atando el cordón para que no se le cayese la prenda. Luego se estiró cuan largo era para pasar por encima del otro sin rozarlo, aunque ganas de hacerlo no le faltaban. Se acomodó en el rincón, arrebujándose bajo las sábanas con rapidez—. Estarán tan pedo como tú. Así que mejor deja de pensar y duerme la mona.

—No puedo —declaró, mirándole entonces de reojo—. Joder, no quería verte y he acabado en tu puta cama —bufó, aunque no pretendía ofenderle—. Pero supongo que tengo que darte las gracias por esto, tu novio se habrá picado.

Devy desvió la mirada del techo para mirarlo, serio.

—No pasa nada —susurró, no queriendo pensar en lo que había dicho—. String es mi amigo, no mi novio.

—Pero si os enrollasteis —murmuró, girándose para quedar de lado, hacia él.

—Sólo fue un beso —aclaró, restándole importancia. String y él siempre estaban haciendo lo mismo, pero no pasaban de ahí. Lo miró fijamente, pensando que era extraño que él otro no hubiese desviado la vista aún—. No tiene nada de especial.

—Pues yo nunca me he enrollado con una tía que no me molase —reconoció. Si al menos había algo bueno de hablar con aquel tío era que no se sentía en la constante tensión de tener que quedar bien. Al fin y al cabo poco le importaba lo que pensase el moreno de él.

Una pequeña sonrisa apareció en el rostro del moreno.

—No he dicho que no me mole. Está bueno, pero sólo es mi amigo. Sé diferenciar una cosa de la otra y he aprendido a no mezclar. ¿Has estado con muchas chicas?

—No. Llámame marica si quieres, pero no me gusta eso de liarse con una sin más. Si no las conozco muy bien, nada —dijo y frunció un poco el ceño al darse cuenta de la expresión que había utilizado.

—Para gustos hay colores —lo excusó el otro, sin hundir el dedo en la llaga a pesar de que le hubiese gustado hacer algún comentario. Aun así, se rió un poco—. Supongo que haces bien, yo no tengo ni idea de eso.

—¿Te has llegado a enrollar con alguna? —le preguntó sin poder ocultar el tono de curiosidad en su voz, mirándole. En ese momento, que el moreno no hacía tantas bromas, empezaba a caerle mejor.

—Lo intenté, pero no pude. No me... —frunció el ceño, buscando la mejor forma de expresarse que sus quince años le permitían, mirando al techo de nuevo—, no me despertó deseo en absoluto. Era como besar a mí... madre —se rió entre dientes por la comparación—, así que agradezco haber tocado sólo un par de tetas y haberla besado. Eso fue con once años.

—Joder —el rubio lo miró y no pudo evitar reírse un poco—. Yo no me había enrollado con ninguna hasta el año pasado…

Devy echó a reír también.

—Ya ves, yo me estreno en todo antes que nadie. A los doce ya iba por ahí sobando a tíos y besé al primer chico.

—Yo con doce aún estaba descubriendo las revistas porno —se rió un poco más, abrazándose a la almohada—. ¿Tienes otros pantalones de chándal? Dormir con vaqueros es una mierda —le preguntó con mejor humor.

—Ehm, sí. Tengo unos limpios —se incorporó con una pequeña sonrisa, alegrándose de verlo reír en vez de gruñirle o con el ceño fruncido.

JJ estaba más guapo así, aunque ni se enterase de los gestos que le estaba regalando. Y su corazón concordó palpitando atropelladamente mientras se arrastraba fuera de la cama frotándose los brazos para coger unos pantalones de un montón de ropa que había sobre un estante en la pared. Volvió a la cama y se los pasó, quedándose sentado.

—Estamos a diferente nivel en eso. He hecho cosas de las que ni me acuerdo —le dijo, mirándolo por el rabillo del ojo como quien no quiere la cosa.

JJ agradeció que se quedase de espaldas, sorprendido ante el hecho de que esta vez sí estuviera respetando su espacio personal. Se desabrochó los suyos y alzó las caderas para bajárselos mientras le escuchaba.

—Sinceramente... no quiero saber qué clase de cosas.

—Tampoco las entenderías —comentó por lo bajo, reteniendo el aire al seguir el movimiento de los jeans bajando. Mierda, así se iba a empalmar.

El rubio terminó de quitarse los pantalones y los tiró a los pies de la cama, peleándose con los de chándal para ponérselos.

—En eso concuerdo contigo —dijo en voz baja.

—Mmmmm —alzó la cabeza y puso atención a lo que hacía el otro, mirándole el trasero aunque llevase la ropa interior puesta. La espalda del chico era tentadora, pero la zona en la que acababa y empezaba las nalgas era el paraíso. Subió disimuladamente la sábana para taparse el bulto que empezaba a crecer entre sus piernas—, y también serían demasiado para ti.

—¿Demasiado? —preguntó, volviendo a elevar las caderas para subírselos.

—Sí, demasiado —insistió, olvidándose de sonreír y lamiéndose los labios con desespero. JJ le provocaba tantas cosas que daba miedo—. Porque un hetero no suele probar muchas cosas nuevas. Sedentarismo.

—No tengo ni puta idea de que me hablas, creo que me he perdido —reconoció, girándose al fin hacia él y bajando un poco la mirada. Odiaba sentirse así de curioso, pero no era mentira que llevaba varios días que... Cerró sus ojos, tratando de suprimir esos pensamientos.

Devy se había acomodado mirando la pared, tumbado, apuntando contra esta con su erección.

—Posiciones, juegos, juguetitos... esas cosas. Oh, y los sitios también. Los hetero en cuanto tenéis algo seguro sois unos dejados.

—Nunca he follado —confesó el menor en un susurro, avergonzado—. Pero no creo que sea así...

—Nunca se sabe, ya me lo contarás algún día —lo miró por sobre el hombro, sonriéndole juguetonamente—. No hubiese pensado nunca que fueses virgen, la verdad.

—Si estos lo supieran se cachondearían de mí a todas horas así que... —se encogió de hombros, respondiéndole a la sonrisa con timidez—. Simplemente no lo dije.

—Bueno, eso es privado —aplastó su polla para poder girarse a verlo mejor y sin que cierta parte lo revelase. Suspiró un poco y lo cubrió con un falso bostezo. Se sentía como una 'nena' de verdad al encandilarse por una sonrisa—. No les interesa, eso sólo te importa a ti. No por haberlo hecho antes eres más hombre o algo así.

—Ellos lo ven así —el rubio suspiró y volvió a moverse para quedar bocarriba, mirando al techo—. La verdad es que cuando se ponen en ese plan, echo de menos a mis colegas y eso.

—No sabría qué decir a eso. String es mi único amigo, pero lo echaría en falta si tuviese que irme a otra parte —concordó, observando el perfil del otro—. Pero, no sé, siempre puedes encontrar mejores amigos.

—No me malinterpretes, me caen bien y me parto de risa con ellos. Es sólo que, no sé, no encajo.

Devy apartó la mirada.

—Eres tú quién decidió estar con ellos, tendrías que, quizás, sopesar lo bueno y lo malo. No sé. Es tu vida.

—Tampoco es que haya mucho más donde elegir. Así que... —se rió un poco—. No sé ni por qué te estoy rayando con esto.

—Muy fácil —ladeó la cabeza y sonrió, prosiguiendo después—: porque estás borracho. Cuando se está pedo se habla hasta con una farola.

—Es que me retaron... —reconoció.

El moreno alzó una ceja.

—¿A beber? Si no querías, haberlo dicho.

—No es como si no quisiera. Pero nunca había bebido tanto.

—Se notaba, cuando te he encontrado... parecías un zombie. No sé ni cómo me has sabido quién era. Normal que te despistases cuando tus amigos desaparecieron porque el pedo que llevabas encima... —se rió entre dientes.

—Vomitar me vino de puta madre, ahora me siento mejor. Mareado, pero mejor —le miró y le dedicó media sonrisa—. Eres buen tío, podías haberme dejado tirado después de cómo te he tratado.

—Eso no me va. Seré un pesado y todos los insultos que quieras, pero tengo corazón —le aclaró, mordiéndose el labio y devolviéndole la sonrisa. Se sentía raro, de una forma que no podía definir con claridad—. Si te hubiese dejado en ese banco no hubiera podido dormir.

—¿Sabes? Si fueras siempre como ahora mismo, me caerías bien —se rió un poco con la vista pegada al techo.

—No sé. En realidad no he cambiado, soy el mismo siempre. Pero me alegra escuchar eso.

—No, no es verdad. Cuando estás en el instituto eres mas em... quiero decir, no se puede hablar contigo en serio. Y ahora sí.

Devy sonrió de lado, incorporándose con la cabeza apoyada en la mano.

—Pues te aseguro que siempre soy yo. Tampoco me has dado ninguna oportunidad para conocerme, ahora sí.

—Entiéndeme. Nunca había conocido a un ma... gay —se corrigió, frunciendo un poco el ceño—. Y desde el primer día empezaste a perseguirme a todos lados y a sobarme. Me asusté —desvió la mirada, sintiendo que sus mejillas empezaban a arder.

—Bueno, quizás no fue la mejor manera. Pero así es cómo soy: lanzado, directo... como quieras decirlo. Si no hubiese hecho todo eso, no me habrías dejado acercarme. Sólo me aseguraba unas palabras de tu parte —le explicó, aún sonriendo con amplitud ante la corrección hecha por el chico.

—Precisamente si te hubieras comportado normal, seguramente te habría hablado más. O al menos no te hubiera insultado.

—¿Seguro que lo hubieses hecho? —lo miró con escepticismo y una ceja enarcada. Luego suspiró y se acomodó contra la pared, dándole la espalda—. Creo que será mejor que duermas, te hará bien —'Aunque yo no podré', pensó, palpando cierta zona.

—Sí —respondió el rubio, dándose la vuelta y encogiéndose en la otra esquina de la cama—. Devereux... ¿te importaría no comentar esto en clase? —susurró—. Si no lo haces, te invitaré no solo a la cocacola que te debo, a una comida también —se rió un poco.

Devy tragó saliva, suspirando levemente. Al fin y al cabo JJ era un hetero, si lo veían con un homosexual se acabaría la época de niño guay para él. Y sabía que era tan imbécil como para aceptarlo si eso significaba poder conseguir un poco de atención por parte del rubio.

—Hecho. No lo iba a decir, no les importa —susurró, cumpliendo sus predicciones con algo de frustración—. Pero tomo nota de lo que has prometido, ¿eh?

—Gracias —respondió el rubio y bostezó, preparándose para dormir.


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