Eres todo lo que tengo por panshir

Capitulo Uno: Infierno Personal

Las noches eran terriblemente frías cuando miraba al lado la cama vacía e imaginaba a su pequeño koi recostado en ella, con las mejillas arreboladas por la mirada fija, que seguramente, el escritor le estaría proporcionando. Pero ya nunca más podría volver aquella sonrisa ni tener esos besos fugases con el cantante porque la verdad era que el ¡Estaba muerto! así que nunca más volverían a estar juntos.

- ¿Por qué te fuiste de mi lado Shu? -pregunto el rubio hacia la nada mirando la cama vacía que se extendía frente a sus ojos-, ¿Por qué simplemente no te quedaste conmigo, como lo habías prometido, para siempre?

Una solitaria y pequeña lágrima comenzó a caer de los ojos ámbares del escritor. Estaba desesperado, cayendo en el poso más profundo, en la soledad más amenazadora que había tenido en su vida. Ni siquiera cuando el maldito de Kitazawa abuso sexualmente de él, había quedado tan vacío por dentro como en ese momento ¿Por qué? era lo único que podía decir el escritor mientras las lágrimas comenzaban a mojar su rostro y a posarse sobre sus rosados labios que poco a poco iban perdiendo el color.

Tohma entro al departamento a eso de las diez de la mañana, no quería dejar a su rubio cuñado con un dolor tan grande como ese pero ¿Donde estaba el escritor en ese momento? reviso su oficina pensando que encontraría ahí al rubio, pero ni señales de el. Lo llamo en voz alta varias veces para encontrarse con que Eiri estaba tendido en la cama boca abajo. Se acerco gentilmente y lo meció con suavidad mencionando su nombre para que saliera de sus sueños, pero no obtuvo respuesta. Por lo general Eiri al sentir aquel contacto se habría levantado y le habría gritado a todo pulmón "Lárgate de mi casa, inmediatamente Seguchi Tohma". Esto simplemente alarmo más al mayor que comenzó a mover y a llamar insistentemente al escritor.

- ¿Eiri? -dijo meciendo al menor en sus brazos-, Eiri despierta por favor.

El mayor cargó hasta el elevador el inmóvil cuerpo del escritor, seguramente durante la noche había sufrido una recaída y no había nadie junto a el para evitarlo ¿Que tan tonto había sido al pensar que lo mejor era darle “espacio” para que pudiese asimilar la noticia? La piel del escritor estaba más pálida que de costumbre y una fina capa de sudor cubría su cuerpo.

- ¡Resiste Eiri! ¡Por favor! -le llamo el mayor mientras acariciaba los cabellos del escritor.

Llego hasta su auto y lo subió rápidamente en la parte trasera de este. Condujo lo más rápido que le permitió el maldito trafico de Tokyo ¿Que clase de momento era ese para encontrarse un trafico tan grande? Pero la respuesta era sencilla, en todo momento había esa clase de tráfico en las atestadas calles de esa maldita ciudad. Llego al hospital y pidió ayuda a algunas enfermeras que estaban en el recibidor, las cuales, al notar la angustia en los ojos de Seguchi, corrieron a auxiliarlo en lo que fuese que necesitara. La mayoría casi sufre un colapso nervioso al ver que a quien tenían que asistir era precisamente ¡al guapísimo y famoso escritor de novelas románticas Eiri Yuki! Luego de unos segundos de quedarse estáticas mientras que Seguchi les gritaba que hicieran algo, las enfermeras procedieron a subir al encantador rubio hasta la camilla y llevarlo a la sala de urgencias ¿Que era lo que le sucedía al escritor? Púes bueno, en momentos se enterarían, ese sería el comentario del día en aquel aburrido hospital; Eiri Yuki internado de urgencia. Pero ¿Donde estaba Shindou-kun en esos momentos? Era de conocimiento público que ambos eran pareja.

El doctor asistió rápidamente al rubio, más que nada porque un imponente Seguchi Tohma había entrado en su habitación y prácticamente lo había sacado a rastras de ese lugar. Cuando supo el motivo, no tuvo más remedio que ceder frente a los métodos de convencimiento del rubio empresario.

Yuki estaba sumergido en un mundo de fantasía, en donde su amado Shuichi estaba junto a él, donde los días no tenían termino y las noches eran increíblemente largas. Donde no había dolor ni resentimiento, uno en donde todo era simplemente perfecto con el solo hecho de estar junto a su amado pelirrosa.

El doctor diagnostico un severo trauma en Yuki, estaba distorsionando la realidad y al parecer sus sueños eran muchos más placenteros para el que la propia realidad que tenía que enfrentar. No había razón en el mundo suficiente para sacar a Yuki de su universo paralelo. Seguchi hizo todo lo posible, consulto a los mejores médicos e intento colocar el mundo de cabeza si era necesario para traer de vuelta a su cuñado.

Ni Mika ni Tatsuha sabían la verdadera razón de la recaída de Eiri, Tohma solo les había dicho que por la desaparición repentina de Shindou-kun él estaba en ese estado. Pero Tatsuha tenía el fuerte presentimiento de que su cuñado no estaba siendo del todo sincero con ellos... lo mejor en ese caso era investigar lo que le había sucedido a Shuichi, porque al parecer, se lo había tragado la tierra. Y que mejor manera de investigar que preguntándoselo al mejor amigo del chico; Nakano Hiroshi.

El moreno se alejo de la pareja para salir del hospital, estaba decidido a averiguar de una vez por todas que era lo que le sucedía a su hermano y la verdadera razón por la que se encontraba de esa manera. Subió a su motocicleta y se largó lo más rápido a la compañía de Seguchi donde trabajaba el pelirrosa.

Eran pasadas las doce del día, Hiro se movía de un lado a otro esperando que en cualquier momento apareciera su enérgico amigo gritando a todo pulmón un "La-Li-Ho" tan característico de él. El pomo de la puerta giro y el pelirrojo se dio vuelta rápidamente para ver quien era el que venía entrando, pero un lastimero suspiro salió de su boca al ver que solo era Tatsuha, el hermano menor de Eiri, quien venia entrando.

- Hola Nakano-san -le dijo el monje mientras cerraba la puerta tras de él- ¿Tienes un momento para platicar?

- Claro -le contesto desganado el chico.

Ambos salieron de esa habitación hacía la azotea del edificio, donde podían apreciar perfectamente el panorama de la ajetreada ciudad.

- Dime Tatsuha-kun ¿Que querías platicar conmigo?

- Pues... -dijo el moreno pensando con cuidado sus palabras-, mi hermano esta hospitalizado. Según Tohma tuvo una recaída al saber que Shuichi está desaparecido ¿Es eso cierto Hiro?

El menor olvido las cortesías ¡Al diablo con los san y los kun! estaba demasiado preocupado por su hermano en ese momento como para recordar las formalidades. El pelirrojo se sorprendió por la pregunta y más aun de saber que Eiri estaba internado en un hospital ¿Donde se encontraba Shuichi en ese momento?

- Al parecer es cierto. La última vez que vi a Shu, fue cinco días antes del concierto.

- Entonces ¿No sabes donde pueda estar en este momento?

- No, es lo que más quisiera, pero no tengo la menor idea.

Tatsuha se quedo pensativo, estaba sumergido en sus cavilaciones que no pudo darse cuenta en que momento el pelirrojo se dejo caer al suelo, sus piernas ya no resistían su peso, en un momento se había sentido como si su cuerpo estuviese hecho de acero.

- Oye Tatsuha -le llamó el pelirrojo sacando al muchacho de sus pensamientos-, como es eso de que tú hermano esta internado.

- ¡Ah eso! es que hoy nos llamo Tohma para decirnos que fue al departamento de mi hermano y lo encontró tendido boca abajo sobre la cama. Al parecer la desaparición de Shu no le ha sentado para nada bien. - Pero... algo en su tono de voz no me agrado, siento que algo me esta ocultando. Lo último fue solo un pensamiento privado del moreno, no pensaba compartir sus teorías con Hiro, estaba seguro de que el pelirrojo solo le diría que eran alucinaciones suyas.

- Es mejor que ya me vaya –dijo el moreno tras unos minutos-, quiero saber la condición en la que está mi hermano.

Hiro solo asintió mientras vio alejarse a Tatsuha. Tenía un mal presentimiento de todo eso ¿Qué era lo que le había pasado a su mejor amigo? ¿En donde se encontraba? Y lo que más extraño le parecía si Eiri estaba en el hospital ¿Por qué el pelirrosa no se encontraba junto a él? No, eso no tenía ningún sentido para el. Quizás K pudiese encontrar al muchacho, o en su defecto, saber que es lo que harían para encontrarlo. Mal que mal, no se lo podía haber tragado la tierra ¿Verdad?