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Trigésima Cuarta Vida por Arisa

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Notas del fanfic:

Los personajes son propiedad del señor Masashi Kishimoto.

No creo decir que este one-shot esté "basado" en otro fanfic, pero sí que me inspiré a partir del último capítulo de este fic: http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=35616 escrito por kudakitsune.

Es decir, la idea de un Naruto inmortal y un Sasuke humano no salió de mi cabeza xD

 

Notas del capitulo:

¡Espero sea de su agrado y comenten!

Trigésima cuarta vida.

 

Lo había encontrado, sí, esta vez estaba seguro. Era su presencia, su olor, simplemente el ritmo silencioso y rápido de sus pasos al andar. Sí, por fin lo encontraba. Por fin...

 

Sasuke caminaba a paso rápido hacia la biblioteca, maldita la hora en que al profesor se le ocurriera un trabajo de investigación a terreno. Hubiese sido mucho más fácil buscar en Internet.

Llevaba una lista de preguntas, una grabadora, un cuaderno, un lápiz y su celular. También un poco de dinero.

Resultaba ser un sábado bastante aburrido. Quería terminar lo antes posible con el trabajo que debía realizar para poder volver a casa pronto y terminar el trabajo de lenguaje, así el día domingo lo tendría completamente libre.

 

Se acercó al encargado del mesón, diciendo que ya había ido una vez antes para pedir una fecha en la cual poder ir a realizar algunas preguntas al encargado, por un trabajo del instituto.

 

- Ah, lo siento chico, el encargado no está en este momento.

- ¿Qué?.- Exclamó enojado, pero sin levantar el volumen de voz.

- Vendrá luego, espéralo por favor.- Miró molesto al tipo frente a él, pero se giró y fue a las sillas del lado de lectura.

 

¿Cómo era posible? Se había molestado en pedir día y hora para que algo así no sucediese, ese sujeto encargado era un irresponsable.

 

Antes de llegar a su destino pasó junto a la estantería de ciencia ficción, donde se detuvo un segundo y retiró el libro de "Pésimo Horror" del que había leído alguna vez en la red.

Se sentó en una de las sillas, quedando de frente a la larga y ancha mesa de estudios. Comenzó a leer el prólogo.

 

- ¿Puedo sentarme a tu lado?.- Levantó la vista molesto, había un montón de sillas vacías alrededor, ¿por qué quería esa? Era irritan-...

 

Algo se removió en su interior cuando sus ojos negros colisionaron con esos azules. Ojos azules. La calma del mar, el cielo. La fuerza de un maremoto, un huracán.

 

No pudo decir ninguna palabra. En algún punto olvidó la situación, el lugar y la hora en la que estaba.

 

- Tomaré el silencio como un sí.- El chico sonrió con confianza y se sentó a su lado.

 

Sasuke lo observó. Debía de tener más 25 años, o algo así. Sólo sabía que era muy joven, o al menos así se veía. Aunque claro, mayor que él. Ojos azules vivos e inquietos, cabello dorado y llamativo. Marcas o extrañas cicatrices en las mejillas. Todo eso le recordaba algo, más bien dicho a alguien. ¿Pero a quién?

 

Volvió su vista al libro, ¿qué hacía viendo a ese chico como un idiota?  ¿Qué le estaba sucediendo? Claramente el que su corazón se detuviera y luego acelerara al verle no era un reacción normal, mucho menos para un Uchiha, pero no podía llegar a quedarse en ceros sólo por la impresión de la apariencia de alguien.

Intentó concentrarse al máximo en su lectura, obviando la presencia del muchacho a su lado. Pero no podía, estaba demasiado consciente de su presencia. De pronto creía poder oír los latidos de su corazón, su respiración. No, esos debían ser los suyos propios. ¿Y por qué parecían tan irregulares?

 

Fue un sonido preciso. El sonido del libro al cerrarse. Miró a su costado. El rubio, con el codo sobre la mesa y su mentón sobre la mano, lo observaba sonriendo.

Se levantó y caminó hacia la estantería para devolver el libro a su lugar.

 

Esa persona era diferente, lo sentía. Su presencia no era molesta, no le tenía miedo, pero sí estaba siendo precavido al alejarse, pues sentía que de pronto algo demasiado incontrolable dentro de él mismo podía ser liberado. Algo con una magnitud que desconocía, capaz de destruirlo a él y a su implacable voluntad. No entendía ni estaba cerca de saber qué era aquello, sólo decidió hacerle caso al instinto y alejarse del inminente peligro que parecía acecharle. Peligro... o algo parecido, tal vez.

 

- ¿Adónde vas?.- Preguntó esa voz.

- No te importa.- Respondió duro y arisco, alejándose. Más valía ver si el encargado ya había hecho acto de presencia.

 

La sonrisa en sus labios ensanchó. Hacía años que no lo veía, 17 para ser exactos. Estaba emocionado, sólo había resistido el saltarle encima a abrazarlo con un montón de fuerza psicológica. Ansiaba el tacto, acariciar su cabello y su piel. Estaba además muy inquieto ya que su personalidad seguía intacta, a pesar de ser ya la trigésimo cuarta reencarnación desde su pacto.

 

Esta vez encontrarlo había sido en extremo difícil, aunque no tanto como en la anterior, puesto que en la vida precedente a ésta por primera vez había nacido al otro lado del mundo.

Aquella vez había demorado 25 años en encontrarlo. Sólo había podido conocerle cuando éste ya había cumplido 25 años. Demasiado tiempo, considerando que hubo veces en que lo encontró cuando éste sólo tenía 11. Pero por otro lado encontrarlo a temprana edad tampoco era algo muy bueno, pues debía esperar para poder acercarse, no quería forzarlo siendo tan niño aún.

 

"Sasuke", esta vez incluso el nombre era el mismo.

La primera reencarnación luego de ése que él consideraba el original, su nombre fue Gio, lo que lo sorprendió demasiado. ¿Por qué un nombre diferente? Eso no le gustaba. Pero luego se acostumbró, ya que en privado le llamaba Sasuke de todos modos y éste ni siquiera se sentía molesto por ello. 15 de esas 34 reencarnaciones habían sido con un nombre distinto.

Tantas variables influían en las reencarnaciones que era fácil explicar por qué algunas veces sólo demoraba 10 años en encontrarlo y otras veces 24.

 

Encontrarlo siempre significaba esa emoción, esa ansiedad, ese reto, esa reconquista que duraría hasta la eternidad si fuese necesario...

 

- Bien, ¿eso es todo?

- Sí, gracias.- No lo respondió con verdadera gratitud, sólo por cortesía. Pero bien, ya estaba su trabajo terminado. Era lo que importaba.

 

Miró hacia las mesas de estudio buscando al extraño chico rubio, pero no lo halló. Respiró con más calma y se dirigió a la salida de la biblioteca.

Fuera, al otro lado de la calle y bajo la sombra de un árbol de una plazoleta, un muchacho de rubios cabellos, ojos azules y tez bronceada le sonreía con seguridad e incluso... ¿malicia?

 

Los nervios comenzaron a carcomerle por dentro, ¿qué era eso? ¿Por qué esa reacción de su cuerpo? ¿Quién era él?

 

A paso relativamente rápido comenzó a caminar hacia el metro, sentía la sensación de estar siendo observado y perseguido en todo momento.

Echó una mirada hacia atrás, ese hombre caminaba varios metros tras él.

 

Se apresuró un poco más. Tomó el metro y cuando estuvo en el vagón se calmó un poco, más gente a su alrededor le daba un poco más de seguridad. ¿Seguridad? ¿Había acaso un "peligro"?

Se desconcertó de pronto. ¿Por qué la sensación persistía?

 

Al bajar del vagón miró a su alrededor, no se veía la cabeza dorada por ningún lado, afortunadamente.

 

Lo miraba desde el otro extremo. Sasuke, Sasuke. Tan perceptivo como siempre, no podía encontrar su presencia, pero la intuía de todos modos.

 

El tiempo pasaba rápido cuando estaba a su lado, pero no cuando estaba solo. Entre una reencarnación y otra podían pasar unos meses, o cientos de años. Por eso todo había cambiado tanto. En este nuevo mundo el dinero lo controlaba todo. Era una sociedad capitalista, como el resto del mundo.

Sólo había podido soportar tanta espera con los recuerdos del pasado y los planes del futuro. El podía saber cuando Sasuke volvía al mundo pues ‘algo' se lo decía, hasta entonces no partía a buscarlo. Pero eso sólo contaba los años que demoraba en encontrarlo, no en los que esperaba. Ese tiempo lo aprovechaba trabajando en lo que fuese, para no tener que preocuparse del dinero cuando Sasuke volviese. Sólo vivir su felicidad, la que nunca pudieron alcanzar del todo en la que consideraron su supuesta "primera vida".

 

- ¿¡Me estás siguiendo!? ¡Sal de una vez!.- A plena luz del día, en uno de los parques cercanos a su casa, ese tipo aún lo perseguía. ¿Qué diablos quería?

- Lo siento.- Apareció entonces el rubio.- Pero no puedo dejarte ir.

- ¿¡Qué quieres!? ¡Déjame en paz!

- No puedo.- Sasuke abrió sus ojos impresionado. Era mucha la determinación en aquellos ojos azules. Algo iba más allá, algo aún completamente incomprensible para él, pero que se reflejaba en esa mirada. Algo muy importante.

- ¿Qué... dices?.- Titubeó entre permanecer o correr. Lo que ese sujeto producía en él no lo comprendía. ¡Si apenas lo conocía!.- ¡No digas estupideces, sólo deja de seguirme!.- Exigió, con voz firme.

- En verdad lo siento, pero no puedo. Ya lo dije ‘ttebayo.- Su corazón latió fuerte y en un abrir y cerrar de ojos el de ojos azules estaba parado justo en frente de él.

- Aléjate.- Demandó.- ¿Por qué me sigues?

- Tú lo sabes, Sasuke. No puedo vivir sin ti.- Sonrió y en sus ojos vio como la seguridad de sus palabras parecían ir más allá de una verdad absoluta conocida sólo por él. Pero, ¿Por qué conocía su nombre? ¿No sería un psicópata?

 

Ahora si consideraba la opción de correr. ¿Por qué no? Ese hombre de verdad era extraño, ¿cómo de un segundo a otro acaba con una distancia de más de 7 metros? Ni que fuese campeón en salto largo...

 

Y además, esa sonrisa... parecía esconder tantas cosas: recuerdos, secretos, verdades, una realidad disfrazada. ¿Qué era todo aquello?

 

- Me pregunto en qué piensas.- Dijo el de ojos azules, sonriendo esta vez de manera muy sincera, mostrando todos sus blancos dientes.- Pareces percibir el... ¿peligro?.- Entonces lo miró de una forma intensa, incontenible.

 

Retrocedió un paso, el rostro de ese sujeto tan cerca del suyo hacía que una corriente de frío calara todo su ser. Esa sensación no le gustaba nada, el chico parecía saber algo muy importante de ese encuentro que él desconocía. Parecían hacerle gracia sus reacciones. Peor que eso, lo conocía bien. Y él no recordaba haberle visto jamás.

 

¿Se estaba burlando...? No específicamente, pero por supuesto, a pesar de su apariencia, sus actitudes lo llevaban a compararlo más con un demente que con una persona simplemente "excéntrica".

 

- No sé en lo que piensas exactamente, pero sí te conozco. Y no sabes cuán bien.- En algún momento se había estado moviendo, ahora con un último paso hacia atrás estaba contra un árbol.

 

¿En qué momento se decidió tomar la ruta del parque? Diablos, ahora difícilmente alguien los observaría y decidiría prestarle ayuda en caso de que las cosas se tornaran peores. Ya no podía retroceder más.

 

- Llevo esperando años por nuestro reencuentro, no te miento si aseguro que ha sido así desde siempre.- No entendía nada de lo que decía, nada.

- ¿Quién eres?.- Preguntó con voz áspera.

- Soy la persona que más te desea de este mundo... y del otro también, supongo.- Agregó el último comentario como si fuese algo gracioso.

- Eso no me interesa, ¿qué demonios quieres conmigo? ¿Por qué me sigues?

- Haaa...- Suspiró.- Ya te lo he dicho. Te sigo porque te necesito. Y... ¿qué quiero de ti? Sencillo, te quiero a ti.

 

No, no comprendía nada. ¿De dónde había salido ese sujeto? ¿Por qué aseguraba con tanta veracidad conocerle tanto? Era una persona poderosa, tanto psicológicamente como físicamente, lo notaba con facilidad. Pero parecía no querer robarle, ni hacerle algún daño físico. Aunque pareciese demente o psicópata, no era una única sensación de temor lo que le recorría el cuerpo ante su cercanía. Era algo que escapaba de sus manos, algo que sería imposible de contener una vez liberado, por eso temía. Por eso palpaba el terror muy cerca de su consciencia.

 

- Tu actitud no ha cambiado en nada, ¿sabes? Pero es una lástima tener que recordarte cada vez quien soy.- Dijo sereno y soltando un suspiro a 25 centímetros de su rostro.- Aunque es interesante probar nuevas formas de acercarme a ti y ver cómo actúas.

- Aléjate y déjame en paz.- Dijo, con la voz más fría que podía utilizar en ese momento, mientras le regalaba una mirada gélida de advertencia.

- Bien, creo que ya es momento de aclarar las cosas. ¿No sientes curiosidad?

 

Claramente sí, en algún recóndito lugar de su ser ansiaba saber más, le interesaba descubrir, recordar o lo que fuese que debiera suceder. Pero era un riesgo desconocido... y lo desconocido es siempre lo más peligroso.

 

El blondo terminó con la mayor parte de la distancia que los separaba, quedando sólo a 5 centímetros de su nariz. Susurró con suavidad.

 

- Seguiré cumpliendo mi promesa, Sasuke. He vuelto por ti una vez más.- Y ladeó un poco su cara.

 

Por primera vez las manos de ese joven tocaban su cuerpo. Se desplazaron hacia su cabeza y su cintura.

Se sintió sin fuerzas y perdió la capacidad de protegerse.

Sus labios se juntaron y fue ese el exacto momento en que perdió su fuerza de voluntad.

 

Seguía siendo el mismo de siempre, su piel era igual de tersa, sus manos igual de frías, su cabello igual de suave... Sasuke seguía siendo el mismo.

Y ahora podría hablarle como toda su vida lo había hecho, pues sólo bastaba un contacto físico suficiente para que los recuerdos de esas 34 vidas volvieran al lugar al que pertenecían.

Al final de ese beso Sasuke le recordaría. Recordaría su promesa, el cariño y el amor que compartían. Recordaría todas las despedidas y cada uno de los reencuentros. Recordaría como el apoyo mutuo significaba la verdadera estabilidad y felicidad de sus vidas. Recordaría los millones de minutos que llevaban uno al lado del otro.

Sasuke, aquí estamos una vez más. Juntos.

 

Se alejó sólo unos centímetros. No podía ver los ojos negros, profundos y decididos, pero esperaba pacientemente las palabras.

 

El de cabellos negros puso ambas palmas de sus manos sobre el pecho del blondo y lo alejó con cuidado hacia atrás, dándose espacio.

 

- No sé por qué hiciste eso, pero no me vuelvas a tocar nunca más.- Dijo, frío como siempre. Naruto abrió sus ojos desmesuradamente, viendo como Sasuke pasaba por su lado aún sin hacer contacto visual.

 

¿Por qué? ¿Por qué no le recordaba? ¿¡Qué demonios había sucedido!? Era imposible, eso jamás había sucedido antes, ¿qué debía hacer?

¿Y qué sucedería si jamás lo recordaba? ¿Y si a partir de ese momento el Sasuke del que se enamoró no volvía? Se perderían para siempre sus recuerdos en algún lugar de la nada...

No, eso no era posible. ¿¡Qué pasaría con él si Sasuke nunca más le recordaba!? No lo podría soportar. La inmortalidad era demasiado cruel y solitaria como para soportarla solo. No podría...

 

Observó con auténtico terror los calmados pasos del pelinegro en dirección contraria a la suya.

 

- Espera, Sasuke... Tú... ¿no recuerdas... nada?.- No había rastro de la sonrisa que lo había acompañado desde que lo encontrara en la biblioteca. Un temor profundo se reflejaba en sus ojos, una incertidumbre tenebrosa.

- ¿Recordar qué, Naruto?.- Sus ojos se toparon, esa sonrisa autosuficiente, esa confianza, simplemente él.

- Maldito bastardo.

 

Entonces caminó rápido como el viento hasta quedar frente a él una vez más. Tomó con fuerza una de las muñecas del de blanca piel.

 

- Como disfrutas hacerme sufrir por tu culpa, teme.- Exclamó, tomándolo con fuerza y besándolo de una forma salvaje, ruda, pero sincera y necesitada.

- Eres tú el que disfruta hacerme sentir confundido. Si no fuese así... te acercarías de otro modo a mí.- Soltó su mano y pasó ambos brazos alrededor del cuello de Naruto, mientras éste lo apresaba contra si.

- Es lo único que cambia, debo siempre intentar formas nuevas.- Volvieron a un beso profundo y prolongado.

 

El tacto de sus lenguas, la calidez que representaban sus bocas, todo embriagaba sus sentidos. No importaba en qué lugar estaban, qué hora era, nada. Absolutamente nada importaba en esos instantes.

 

- ¿Cuántos años tienes?.- Preguntó Naruto, entre caricias y temblores de su propio cuerpo.

- 17.- Respondió, con respiración entrecortada y una gran desesperación que anhelaba un contacto mayor.

- Será suficiente.- Volvió la misma sonrisa que lo acompañó desde el instante mismo de su reencuentro.

 

Y así era cada vez. Siempre era lo mismo. Y hasta que la rueda de reencarnaciones de Sasuke terminara, él lo seguiría por la eternidad... Porque cuando Sasuke no volviera nunca más, sería el momento en que él mismo debería partir al otro mundo en su búsqueda.

 

Tú y yo, juntos. Más allá de esta vida y la siguiente.

Más allá de la eternidad y la muerte.

Por siempre.

Notas finales:

Y eso sería todo xP

Actualización de "Sencillamente Inconciliables" justo después de ésta! Para cuando lean esto, ya debes de estar arriba ^^

¡Gracias por leer!

Adioz.-! Arisa.


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