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Cuando los celos traicionan por mona de libra

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Notas del fanfic:

Es un fic k escribi para ayudar a crear el subforo en ssy. Del club Santicimo pecado. 

“CUANDO LOS CELOS TRAICIONAN”


Por Mona de Libra


 


Nuevamente la mirada de aquel rubio volvía a inundarse. Una y otra vez se secaba las gotas de agua cristalina que corrían por sus mejillas. Todo lo que deseaba era  que el tiempo regresara a cuando eran muy felices.


 


-Debe odiarme.- Se dijo entre sollozos al recordar lo sucedido.


 


Incluso él se odiaba por haber cometido semejante atrocidad. Él estaba seguro, completamente seguro de que lo engañaba con su mejor amigo.  Pero cuando llego y él giro para mirarlo con aquella sonrisa de amistad, no pudo aventarlo del decimo piso.


 


Seguramente él ya se había enterado de eso. Por esa razón se encontraba escondido en su habitación, acostado en su cama, tapado hasta la cabeza con una sábana blanca. Por más que se ocultara de él, no serviría de nada, tarde o temprano tendría que enfrentarlo. Además si no lo hacía, de igual forma lo encontraría.


 


Tenía tanto miedo de ser odiado por él. Moría de pánico ante esa idea, lo amaba demasiado para sentir su odio. En su cabeza navegaban mil y un ideas. Sabía que no se había equivocado, las señales estaban ahí.


 


-Saga.- Su nombre le lastimaba hasta  lo más profundo de su corazón


 


Se levanto de la cama y volvió a limpiarse el rostro, esta vez conteniendo el llanto. Sabía que tenía que enfrentarlo, aunque a estas alturas él ya lo supiera. Su mano temblaba débilmente  cuando la acerco a la perilla de la puerta.  Se  controlo lo más que pudo y la abrió. Salió lentamente de la habitación, mirando a todos lados, esperando que él  no estuviera ahí. Porque aun cuando sabía que tenía que enfrentarlo quería retrasar el momento.


 


Suspiro aliviado al comprobar que él no se encontraba en su departamento.


 


-Soy un cobarde.- Se dijo decepcionado y recobrando aquel tono tranquilo que lo distinguía.


 


Pronto comenzó a caminar hacia la puerta de entrada y nuevamente volvió a sentir ese temblor en todo su ser; obligándolo a regresar sus pasos y sentarse al sillón que estaba en la sala. En eso el sonido del  teléfono hizo que brincara de donde estaba. Volteo a mirarlo y sintió como la sangre se le bajaba hasta los talones. Con las manos temblorosas lo tomo y contesto.


 


-¿Bueno?… Si, soy yo…


 


De repente al escuchar lo que le decían sintió una presión  en el estomago y empezó a palidecer. Lo sabía. Eso fue lo que pensó al colgar el auricular. Y de nuevo llego a su memoria el incidente que había tenido lugar varias horas atrás en la construcción del Hotel “Atenas”. Pero lo aparto de su mente, debía de pensar en algo más importante.


 


-Me quiere a las ocho en su departamento.- Trago saliva en ese momento


 


 Llevo ambas manos a su pecho y apretó fuertemente. Después de tres minutos se soltó y  respiro profundamente, sentía que si no se detenía su corazón se le iba a salir. Después de tranquilizarse un poco volteo a mirar el reloj de pared que estaba colocado arriba del librero.


 


-Falta una hora y media para las ocho.- Se dijo a si mismo preocupado.


 


Volvió a respirar profundamente y salió del departamento. Con dificultad bajo las escaleras debido a que sus piernas le temblaban tanto como si estuviera a punto de derrumbarse. Mientras seguía bajando pensaba en él, en cómo se dirían las cosas. Cruzo por su mente  el hecho de que Mu le hubiese dicho que lo denunciara a la policía y estuvieran esperándolo ahí. O peor aun; que se vengara matándolo.  Pero eso sería muy drástico, pero aun así no podía descartar la primera opción.


 


Al final llego a la cochera. Continúo caminando lentamente, como si no quisiera llegar a su coche. Cuando abrió la puerta y se subió, aquel malestar que sentía en el estomago empeoro. Dio marcha al carro y  se puso en camino hacia su juicio final.


 


Después de un buen rato manejando a vuelta de rueda y habiendo atravesado casi media ciudad se detuvo en el penúltimo semáforo,  saco de su bolsillo el celular y volvió a mirar el reloj, faltaban veinte minutos para la hora señalada.  El ruido de un claxon proveniente de un carro  detrás de él lo volvió a la realidad, dándose cuenta que el semáforo le marcaba verde y tenía que seguir su camino.


 


Al llegar a su destino; un rascacielos muy elegante, estaciono el carro afuera y le dio las llaves a un trabajador de ahí, para que lo estacionara. Entro al edifico caminando aun lentamente y volteo a mirar el elevador y las escaleras. Se decidió por lo más tardado. Al cabo que no le importaba subir veinticinco pisos a pie.


 


Con el corazón acelerado al fin había llegado al piso veinticinco. Las piernas se le habían paralizado… uno, dos, tres pasos y continuo caminando con mucha dificultad hasta que se paro enfrente del departamento indicado. Volvió a sacar él celular del bolsillo del pantalón y miro la hora, eran las ocho y cinco minutos. Respiro profundo y giro el picaporte. Entro y noto una cosa…


 


-Las luces están apagadas.- Dijo en voz alta, volteando a mirar a todos lados.


 


De repente escucho un aplauso y  las luces se prendieron. Ahí  enfrente de él,  recargado en la pared  con los brazos cruzados, se encontraba su amor y a la vez su pesadilla.  Volvió a tragar saliva y pronto comenzó a temblar. No hacía calor, pero él estaba sudando. Se había petrificado en la puerta,  sus manos se aferraron a la manija, casi a punto de desoldarla.


 


Por primera vez el no sonrió al verle, como solía hacerlo. De hecho se veía molesto, motivo por el cual el buda se aterro aun más. Ya podía verse tras las rejas vistiendo un atuendo de rayas negras con blanco, pidiendo sus cigarros y eso que él no fumaba. Cerró  los ojos y una lagrima traicionera escapo de él.


 


Le dolía pensar que él lo consideraba un asesino. Al cabo de unos segundos abrió los ojos y para sorpresa suya ya se encontraba caminando hacia él.  A unos pasos de llegar hasta el de cabellos azulados, este se dio la vuelta y empezó a caminar. El nunca se había comportado así con él,  pero claro, como esperaba que se comportara igual que diario, si había tratado de matar a su ahora pareja.


 


Aquella acción por parte de su ya no amor, lo hacía sentirse miserable, no soportaba su desprecio. Podía aguantar estar en la cárcel, pero no su frialdad.


 


El de ojos verdes ya había caminado hasta llegar al balcón de  la casa, en donde se podía admirar gran parte de la ciudad, cuando él se decidió a seguirlo. A propósito se había quedado un poco atrás, para no ir a la par con él. Porque no podía sentirlo tan cerca y a la vez tan lejos. 


 


Cuando se recargo en el balcón Shaka sintió su corazón latir desesperado.


 


-Pudiste haberme preguntado  si te engañaba.- Le dijo sin voltear a mirarlo.- ¿Por qué no lo hiciste?- Hizo una pausa y  volteo a mirarlo escrutadoramente.- Así que… quiero escuchar el motivo de porque dudaste de Mu y de mi.


 


-Pues.- Murmuró débilmente.


 


Las palabras habían muerto en su garganta, sentía que no iba aguantar el desprecio de él. Podía mirar los ojos del géminis, su mirada era fría y le exigía una respuesta. Él lo odiaba, era el único pensamiento que rondaba su cabeza.


 


-¿Para qué?, de todos modos tu lo hubieses negado.-Terminó por decirle el rubio.


 


-¿¡Eso crees tú!?- Lo miro con coraje, estaba furioso.- ¿Tan poco me conoces Shaka que piensas eso de mi?- Su mirada cambio de coraje a tristeza.- Tantos años de estar juntos, ¿para qué?… ¿Para qué tu dudaras de mí?, ¿para qué no me  tuvieras la confianza que alardeas con tus amigos que tenemos y no hayas podido hablar? Parece que estoy hablando con una persona que no conozco. Con una persona trastornada por su propia inseguridad.


 


El no respondió, solamente inclino la cabeza y empezaron a caer lágrimas que mojaban el lugar donde pisaba. 


 


-No lo sé.- Elevo la mirada, la cual aun reflejaba aquel temor tan aferrado en su interior.- Pasaron tantas cosas, en tampoco tiempo que me hicieron dudar de ti… y de él.- Apretó sus manos con tantas fuerza que sentía como le hervía la sangre.- Tus salidas a altas horas de la noche, diciéndome que tenias una urgencia en el hospital,  tu indiferencia, los plantones que me hiciste en los restaurantes, tu ausencia, tu falta de cariño y la prisa con que corría él cuándo iba a visitarlo, como tratando de ocultar algo. Pero la gota que derramo el vaso de agua fue cuando la secretaria del ariano me dijo que se había salido contigo, eso fue suficiente para atar cabos.


 


-¿Y tanto es el odio que sientes por él que trataste de acabar con su vida?- Le dijo con repugnancia el de cabello azul. 


 


-¡Sí!- Lo dijo casi en un grito.- Lo odio con todo mi corazón, por haberme quitado el amor de mi vida…- Se limpio las lagrimas con su mano y siguió hablando.- Al hombre que me pertenecía en cuerpo y alma. Se merece eso y más por quitarme tu amor.- Le dijo con una voz llena de dolor.


 


-¡Eres un tonto que no debería amar! Porque una persona que tiene la sangre tan fría para hacer lo que ¡tú!- Le señalo con el dedo.- Estuviste a punto de hacer… No sirve como ser humano.


 


Aquellas palabras provocaron en el rubio un dolor inmenso en todo su ser. Efectivamente estaba decepcionado de él. Pero pronto su cerebro capto las primeras palabras que le dijo.


 


-Eres un tonto que no debería amar.- Quiere decir que aun me ama. Ahora lo que sentía era una gran confusión en su cabeza.


 


El de cabello azul suspiro, lo que llamo la atención del rubio.


 


-¿Sabes una cosa Shaka?-Lo miro seriamente.- Tienes toda la razón. Eh estado saliendo a escondidas de ti  con Mu. Te he dejado plantado por él,  tan solo por una razón…


 


Nuevamente aquellos ojos azul cielo se volvieron a inundar de lágrimas que amenazaban en salir. Sentía que su mundo acababa de derrumbarse, en esos momentos quería tener una pistola para dispararse el mismo, era tan grande su dolor que ya no le importaba vivir. Le habían confirmado su traición,  el mismo hombre al que él amaba.


 


-¡No sigas por favor! No tienes que restregarme en la cara lo que ya sabía.- Dio unos cuantos pasos hasta recargarse en el barandal del balcón, sentía que se le acababan las pocas fuerzas que le quedaban.- Acaba de una vez con esto y llama a la policía, que ya no me interesa nada. Me has matado en vida, Saga de Géminis.


 


-Tu cumpleaños.- Sonrió débilmente.- Te estábamos preparando una fiesta sorpresa en la casa de Mu y no queríamos que te enteraras hasta ese día.- Se acerco a él y lo abrazo por atrás.- ¿Entiendes amor?, todo lo que hicimos fue por ti. Ni él y ni yo te podríamos traicionar de esa manera.


 


Al escuchar esa revelación sintió que el tiempo se detuvo. No podía creerle, tenía que ser un juego cruel y despiadado para...


 


-¡No te creo! Me quieres volver loco para deshacerte de mí.- Se giro y lo aventó.- Pero no lo van a lograr, ¡me escuchaste!... No lo van a lograr.- Le decía en un mar de lagrimas.


 


-¡Tienes que creerme mi vida! Si hubieras matado a Mu, en estos momentos ya estuvieras en la cárcel y eso no me lo perdonaría, por el resto de mis días.- Se acerco a él y lo abrazo fuertemente, para evitar que se soltara.- Mírame a los ojos y dime si te estoy mintiendo.


 


 Lo miro por unos cuantos segundos y pudo mirar la sencillez y honestidad de sus palabras.


 


-Y si eso es cierto,  ¿porque me trataste con tanta frialdad?, ¿Por qué huías de mi cuando trataba de acercarme a ti?, ¿Por qué dejaste que me hiciera tantas ideas en mi cabeza?- En la cabeza del rubio danzaban todos los sucesos que él había creído las pruebas de su traición, pero ahora las veía desde un cristal diferente.


 


-Porque tenía que actuar así. Eres tan intuitivo y perspicaz que con  un solo gesto  mío,  me hubieras descubierto,  mi cielo.- Le quito con ternura un mechón de cabellos  que tapaba su hermoso ojo azul.-También por esto mismo Mu partía de ti, sabía perfectamente que de una u otra manera te enterarías si se quedaba a platicar contigo. ¡Ahora entiendes todas las escusas que te decía?-


 


-Saga.- Pronuncio en un hilo de voz.- ¡Perdóname, perdóname por haber dudado de ti!- Se aferro mas al cuerpo de su amado, ahora derramando lagrimas de arrepentimiento.- Fui un tonto al pensar que me habías traicionado, pero te amo tanto que los “celos me traicionaron”.


 


 -No tengo nada que perdonarte amor. Quizás si a mí me hubieras hecho lo mismo, habría reaccionado de la misma forma que tu.- Levanto el rostro hundido en su pecho y le dio un dulce beso en los labios.- Lo único que aun me lástima, es que no me tengas la confianza que se supone tendríamos que tener.


 


El rubio se quedo sin palabras, no sabía que decir a ese reclamo, porque claramente no le tuvo la confianza que el juraba tenerle. El oji-verde al ver su reacción le dedico una amplia sonrisa.


 


-¿Qué te parece si tú y yo hacemos un pacto?- Y antes de que el rubio pudiera decir algo siguió hablando.- Repite lo mismo que yo: Prometo que de hoy en adelante que siempre tendré la confianza de hablar contigo y que nunca más dudare de mi pareja. Te amo sobre todas las cosas…  y también prometo ir a disculparme con el mejor amigo del mundo que tengo.


 


El buda  sonrió ampliamente. Lo abrazo y se perdió en un profundo beso, sin olvidad lo que tendría que hacer al día siguiente. Pero eso en este momento no le interesaba, estaba muy ocupado en la reconciliación que les llevaría toda la noche.


 


FIN

Notas finales:

Espero les haya gustado.

 

Sayonara


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