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The boy-who-loves... Draco Malfoy
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* Parte 1. Harry Potter POV *
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Todo comenzó aproximadamente un mes antes del primer aniversario de las muertes que asolaran el Mundo Mágico tras la derrota del Lord Oscuro y todos sus secuaces, los implacables Mortífagos.
Más de la Orden del Fénix pereció. También bastantes alumnos del séptimo año de Hogwarts que se unieron en la lucha contra la oscuridad.
En conclusión, perdí a Dumbledore, Remus, Moody, Kingsley, Tonks, Fred y George (pues el uno no era nada sin el otro), Charlie, y a algunos de mis compañeros de curso, como Neville, Luna y Ginny.
Afortunadamente, Ron y Hermione se salvaron.
Pero me sentía puteado. Y asqueado de la vida, para qué andarse con remilgos.
Durante lo que restaba de año, me vi en la obligación de poner más atención a las clases, inclusive a las de Pociones, impartidas por el nada querido Severus Snape, quien sorprendentemente logró salvarse de la ira de Voldemort.
Debía aprobar los EXTASIS a como diera lugar.
Quizás el estrés que sentía fuera una de las razones por las que me embarqué en la insatisfactoria misión de encontrar a alguien que me hiciese vibrar y/u olvidar todo lo demás por breves instantes e intensos momentos de placer por quien sabía cuanto tiempo.
Por ello, dedicaba la mayoría de mi tiempo libre en perseguir tanto faldas como pantalones por todo Hogwarts.
Mi última conquista había sido Theodore Nott, un atractivo Slytherin. La Casa que creía vedada.
Después de ése encuentro me vi inusualmente interesado por el resto de estudiantes de dicha Casa, hasta que... no me quedó más que uno.
Draco Malfoy.
El arrogante, pedante, narcisista, con un culo en extremo apetecible y poco accesible Príncipe de las Serpientes.
Aquello último se debía a las contadas ocasiones en las que se dejaba ver sin la encantadora compañía de sus dos gorilas fuera de sus dominios.
Eso había frustrado muchos de mis planes para intentar llevármelo al huerto.
Y es que desde que me había quedado sin carne fresca intentaba por todos los medios localizar a mi presa sola y desvalida.
Merlín y todos sus descendientes parecían haberse puesto en mi contra.
La serpiente rastrera de Malfoy casi parecía oler mis intenciones antes de que las efectuara, con resultados espantosamente humillantes.
Mis amigos me rogaron que por amor a Circe no siguiera con aquél descabellado plan si no quería salir mal parado, pero yo estaba demasiado enfrascado en mi tarea como para hacerles caso. Tampoco es que me interesaba mucho lo que tuvieran que decir al respecto.
Era mi vida, mi propósito y mi pene en ése jugoso y achuchable culo respingón.
Fue todo lo que les dije y todo lo que debían saber, y ellos me dejaron finalmente por imposible, alegando que mi locura parecía estar rebasando los límites de una cordura que dejé de tener mucho antes de la endemoniada batalla, como gustaba de llamarla cuando me tocaban las narices mencionándola por el mero hecho de estar tras de alguien que estuvo también allí y que actuó en mi contra.
Pero yo sabía la verdad.
Draco Malfoy jamás habría peleado en pos del lado de la oscuridad de no haber sido por la seguridad de su familia. Voldemort había amenazado con matar a sus padres si él no se unía a sus filas, y éste, como un asustado corderito, se vio en la obligación de ceder, yendo a parar en las garras del lobo.
Eso fue lo que me sacaron como declaración a efectos de la Veritaserum (doble dosis) en el Winzegamot que se celebró días después de la batalla.
A pesar de ello, Ron y Hermione no dieron sus miradas entrecerradas, tonos despectivos y brazos cruzados a torcer.
Por mucho que Malfoy hijo hubiera actuado bajo coacción, no quitaba lo capullo que era y lo mal que nos había tratado desde su entrada en Hogwarts a la edad de once años.
"Vivir en el rencor no es bueno", les aseguré. "Y si no miradme a mí. Guardando infinito renocr a Voldemort por matar a mis padres, a Bellatrix-perra-Lestrange por asesinar a Sirius, a los mortífagos por torturar y matar a sangre fría a compañeros muy queridos para mí, a Colin Creevey por hacerme la peor mamada del mundo y encima escupirme después mi propio semen en plena cara, siendo que tenía la boca abierta dispuesto a reclamarle..."
"¡Eecks, Harry, sin imágenes mentales, por favor!", exclamó Ron, entonces, estremeciéndose al tiempo.
Hermione apenas se inmutó. Respiró hondo y habló con voz calma: "Tu rencor era justificado, Harry. Pero estoy segura de que ya lo has superado, ¿verdad?"
"¿Bromeas?", dije. "Si ésos hijos de perra aún vivieran te aseguro que les haría sufrir en base a cada cabronada que hicieron de la peor de las maneras posibles. A los tíos, por ejemplo, les cortaría los huevos y se los metería por el culo. Luego les cortaría la polla en rodajas, la freiría en una sartén y se la haría comer... estando bien despiertos, claro. Y a las mujeres..."
"Nos hacemos una idea de tu grado de locura, gracias", me cortó Hermione.
Ron no podía replicar de lo muy pálido que se había quedado. Tanto que apenas se le veían las pecas.
Entonces me encogí de hombros.
Por vez primera en la vida me sentía bien. Libre. Podía dar mi opinión en todo momento.
Y sabía que tenía razón con respecto a Malfoy.
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- CONTINUARÁ... -
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